“¿Me van a escuchar? Les pido por favor que escuchen mi planteamiento, ¿de acuerdo? ¿Me tienen confianza?”, tuvo que decirle López Obradoren tono regañón a quienes le abucheaban su propuesta de proponer a Enrique Peña Nieto exhortar al PRI que someta a consulta la Reforma de privatización de los hidrocarburos.
En su discurso de este 22 de septiembre, el segundo en su nueva agenda de oposición a la iniciativa gubernamental, el líder de Morenase vio rebasado por las exigencias de sus seguidores. “¡Paro nacional! ¡Paro nacional!”,
le gritaron por ronda de un minuto casi al final de su discurso.
Quienes ahí escuchaban, le exigían lo que la lógica política dicta: la
Huelga General, el paro de la producción para frenar las reformas del capitalismo. Una táctica impulsada en este mismo momento por la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE).
Pero AMLO no hizo caso. El demandante, no escuchó las demandas de sus propios fieles. Unacto de traición a su movimiento, según me parece, cuando la línea general de la lucha social no debe ser la voz del dirigente, sino la estrategia dictada por las bases.Un
concepto de primero de primaria en política de izquierda. “¿Le sigo?”,
insistió López Obrador, y sin comentar de inmediato, simplemente siguió
leyendo su propuesta derecabar firmas y hacer una nueva marcha para el 6 de octubre.
Sólo un poco más adelante, el tabasqueño increpó:
“… Para eso que ustedes o algunos plantean. Para el Paro Nacional o para cualquier cosa. Lo primero que se requiere es que haya participación ciudadana. No se olviden: el motor del cambio es el pueblo. Si no se tiene el apoyo de la gente, si no se manifiesta la gente, no se avanza. Esto no sólo es un asunto de estrategia. Lo primero es que debemos construir entre todos una voluntad colectiva para que seamos cada vez más y más y de esa manera se pueda triunfar, se puedan tener buenos resultados”.
Y luego remachó: “Para los que quieren todo rapidito”
¿Y
cómo AMLO pretende ser “cada vez más” y tal vez hacer caso de un Paro
Nacional? Recabando firmas y que sus partidarios en el Distrito Federal o
el Estado de México lleven a su próximo mitin entre una o tres personas
“nuevas”. Es decir, mostrar músculo. Quizá previendo que Peña Nieto se
espantará de ver mucha gente en un mitin. O que por el simple hecho de
juntarse por tercera vez para escuchar uno de sus discursos, Morena
terminará con las reformas. En todo caso,López Obrador se vuelve a equivocar.
Sin embargo, para no especular sobre lo que muy dentro de su imaginación cree López Obrador que logrará, la exigencia del Paro Nacional gritado en este mitin tiene toda su razón de ser. Es una cuestión de lógica política y de razón histórica.
La herramienta de pervivencia más poderosa con la que cuenta el
capitalismo es la producción. Detener la producción, y en una segunda
fase, apoderarse de los modos de producción, es atacar el corazón del
sistema.
López Obrador pretende reformar el sistema dentro del sistema mismo. Eso nunca sucederá. Quienes algún éxito han tenido han sido acribillados o se les ha intentado acribillar: Salvador Allende, Hugo Chávez, Manuel Zelaya. Obvio AMLO no se asemeja ideológicamente a ellos, ni por la mínima, por razones sabidas. Más, sirva el ejemplo.
¿Y qué harán aquellos a quienes López Obrador no quiso escuchar?
Es
claro que el líder de Morena no ve la lucha contra la privatización de
los hidrocarburos como una cuestión de sistema. No enmarca sus
propuestas en el contexto anti capitalista, cuya estrategia toca la
esencia de las reformas estructurales: la explotación capitalista de los
bienes públicos. En cambio,AMLO expone una oposición intersistémica.
Dos visiones de la misma propuesta. La cara cruel contra la cara
‘humana’ del mismo cadáver económico, político y cultural, al cual, más
allá del rostro, no se le pretende liquidar el corazón, ni nada del
cuerpo que lo sostiene.
Esa
es la cuestión fundamental. Que en los hechos, además, nunca triunfará
sólo pidiéndole a Peña Nieto que conmueva a su Partido para preguntarle a
la gente sobre sus iniciativas. Si no es un tema del PRI, ni siquiera
del Gobierno mexicano. Lo que mueve la Reforma Energética es una ambición global dictada por los grandes capitales, los monopolios que dominan el aparato de poder. Una maniobra para salvar su crisis. Ya lo hacen con España, con Grecia, con Turquía y Chipre. Ya lo quieren hacer en México. Y si así no se entiende, y no se actúa políticamente en consecuencia, todo estará perdido.
Por eso afirmo que López Obrador le está quitando tiempo valioso a la clase trabajadora.
Con sus propuestas, lo único que hace es llamar a desmovilizarla, lo
cual es peligroso por la cantidad de gente que lo sigue, o aún le cree. Y
es a ellos a quienes les impone perseguir una agenda formal según los
cánones políticos de la burguesía. Los obreros del campo y de la ciudad,
a la luz de lo que hoy mismo hace el magisterio, requieren de ese
tiempo para organizar el Paro Nacional, la Huelga General. Y no es
especulación. La propuesta ahí está; ha surgido de los trabajadores;
ahora incluso dentro del mismo Morena. - ALBERTO BUITRE
Vía:
http://www.proyectoambulante.org/index.php/noticias/nacionales/item/2633-amlo-nos-hace-perder-el-tiempo
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