Salen a la luz miles de archivos
secretos de Pinochet y de la DINA y CNI. Revelados por la agencia DPA,
los textos desnudan los diálogos con el Vaticano para neutralizar al
cardenal Raúl Silva Henríquez, defensor de los derechos humanos; que
Manuel Contreras daba el visto bueno a todos los funcionarios estatales;
el rol del diputado Alberto Cardemil (RN) para desacreditar a quienes
trabajaban en la Vicaría de la Solidaridad; y como la Armada preparó el
modelo de transición chilena y las características que debía tener la
democracia post Pinochet.
Documentos, por décadas catalogados como
reservados, confirman que los cuerpos represivos chilenos, la DINA
primero y la CNI después, mantenían correspondencia casi diaria con
ministros y otras autoridades, para coordinar operaciones en todo el
mundo. Mientras más se investiga, más detalles de las oscuras épocas del
pinochetismo salen a la luz.
La policía secreta del fallecido general
Augusto Pinochet lideró una red de espionaje dentro y fuera de Chile
que cruzó caminos con el Vaticano, el FBI, dictaduras latinoamericanas y
la prensa mundial, según revelan miles de archivos secretos y hasta
ahora inéditos a los que tuvo acceso dpa.
Estos documentos, por décadas
catalogados como reservados, confirman que los cuerpos represivos
chilenos, la DINA primero y la CNI después, mantenían correspondencia
casi diaria con ministros y otras autoridades, para coordinar
operaciones en todo el mundo.
CONTRERAS VISABA CONTRATACIONES DE PERSONAL DEL ESTADO
El coronel Manuel Contreras, que como
director de la DINA planeó atentados en Estados Unidos, Argentina e
Italia, tenía potestad incluso para investigar a los empleados del
Estado como revela la Circular Reservada 35 F-151 de 1975.
“Su Excelencia (Pinochet) ha dispuesto
que a partir de esta fecha ningún funcionario público sea contratado sin
que previamente se adjunte a sus antecedentes un informe DINA respecto a
las actividades que el interesado pudo haber realizado”, informó el
ministro del Interior de la época, general Raúl Benavides.
En 1976, los poderes de la DINA son
ampliados y detallados. Podrá investigar a todos los funcionarios y será
la única responsable de instalar los citófonos presidenciales en la
administración pública.
La policía secreta, responsable de miles
de desaparecidos, ejecutados y torturados según informes oficiales,
pasa a tener además un archivo con las fichas de todos los detenidos y
perseguidos, cuya información envía a cuanto ministerio se la solicite.
LAS ÓRDENAS DE LA DINA A EMBAJADAS
La DINA, cuyo director está hoy preso
cumpliendo un centenar de condenas, tenía poder incluso para dar órdenes
a ministros, como revela el Plan de Operaciones Epsilon.
La iniciativa es diseñada en junio de
1975 por Contreras, ante la visita al país de la Comisión Interamericana
de Derechos Humanos, a la que acuden cientos de denunciantes de la
oposición.
El coronel Contreras, quien siempre se
ufanó de desayunar a diario con Pinochet, repartió en ese plan tareas a
todo tipo de autoridades, a quienes advirtió que ante cualquier duda
debían contactarlo directamente por teléfono.
La estrategia, contenida en 11 páginas
distribuidas a ministros y jefes de servicios, tenía por misión
“realizar una campaña de acción psicológica abierta y clandestina”, para
neutralizar en el mundo las denuncias por violaciones a los derechos
humanos.
Las acciones abarcan desde el uso de
periodistas, que no son nombrados, para que “festinen” con la visita de
la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, hasta la eliminación de
cintas de la II Guerra Mundial de la programación televisiva por aludir
al nazismo.
También son propuestos campañas de
ataques a la situación de los derechos humanos en Portugal, la Unión
Soviética, Cuba y Vietnam, y la disputa de un partido de fútbol entre
Chile y Brasil, como distracción.
Las coordinaciones entre la policía
secreta y los ministros siguieron incluso tras de la disolución en 1978
de la DINA, después de que estallara una crisis con Estados Unidos por
el atentado explosivo en Washington contra el ex canciller socialista
Orlando Letelier.
La CNI, órgano que reemplaza a la DINA,
impulsa desde ese año operaciones en Bolivia, Argentina y Brasil, a
través de las embajadas chilenas que remiten informes periódicos sobre
la actividad de los exiliados, los medios de comunicación y organismos
humanitarios.
Prueba de ello es que el 17 de marzo de
1978, el viceministro de Relaciones Exteriores de Chile, el general de
brigada Enrique Valdés Puga, firmó y envió el oficio secreto número 35
de Cancillería al entonces director de la CNI, el general Odlanier Mena.
“De acuerdo a lo conversado con Uds.
sobre la necesidad de normalizar la situación de envío de oficiales de
esa CNI como Consejeros Administrativos o Civiles a distintas
representaciones diplomáticas de Chile en el exterior, mucho agradecería
remitir, a la mayor brevedad posible, al suscrito, un ejemplar del Plan
Cóndor”, escribió Valdés.
El jefe de la policía secreta, como era
habitual, contestó el 21 de febrero directamente al canciller de la
época, almirante Patricio Carvajal, ratificando las destinaciones de los
militares José Aqueveque, León González y Raúl Tejo a Perú, Bolivia y
Argentina, respectivamente.
EL ROL DE ALBERTO CARDEMIL
Los archivos secretos revelan además el
esfuerzo continuo de la dictadura (1973-1990) por desacreditar a sus
opositores y ganar aliados, operación en la que también aparece
involucrado el hoy diputado de Renovación Nacional Alberto Cardemil,
correligionario del presidente Sebastián Piñera.
Cardemil, que fungía en los prolegómenos
del régimen pinochetista como viceministro de Interior, envió a
Cancillería las fichas secretas de los funcionarios de la Vicaría de la
Solidaridad, para poner en marcha una amplia acción de desprestigio de
esa entidad defensora de los derechos humanos, liderada por la Iglesia
católica.
“Conforme a lo conversado en nuestra
reunión almuerzo de días pasados, me permito adjuntarle carpeta con
antecedentes completos de las personas que trabajan en la Vicaría de la
Solidaridad”, redactó Cardemil el 26 de abril de 1985 en el oficio
secreto 1953.
Las operaciones detalladas en estos
archivos revelan además el seguimiento a cientos de corresponsales
dentro y fuera de Chile, como Pierre Kalfon de “Le Monde” y James
Pringle de “NewsWeek”, entre casi un millar referidos en estos
documentos.
También hay preocupación por la labor de
artistas como el escritor Ariel Dorfman y los equipos de inteligencia
remiten a autoridades de gobierno detalles de los debates en centros de
estudio, lo que llaman “activismo intelectual”.
NEUTRALIZAR A SILVA HENRÍQUEZ
Los textos desnudan además los diálogos
con el Vaticano para neutralizar a los sectores de la Iglesia que
criticaban las violaciones a los derechos humanos, liderados por el
cardenal Raúl Silva Henríquez.
Piezas clave en todo este entramado son
además los Informes de Apreciación Sociológica que la Armada prepara
para la Junta Militar en los últimos años del régimen.
En ellos, es delineada la entrega del
poder y las características que debe tener la democracia en ciernes,
donde se espera que los militares no cedan “el principio de autoridad”.
“Ello ameritará la conveniencia de
considerar en 1989 algunos cambios a la organización del Estado,
preservando la sustancia institucional de los tres primeros capítulos de
la Constitución”, propuso el 6 de enero de 1989 en esos documentos el
capitán de navío Rodolfo Camacho.
Los cambios finalmente serán acordados
con la oposición de centro izquierda. La Constitución redactada entonces
rige en Chile hasta hoy.
Vía,fuente:
http://www.elciudadano.cl/2012/08/02/55629/archivos-secretos-muestran-como-la-armada-preparo-la-transicion/
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