1.
El pasado viernes 24 fue perseguida y balaceada por fuerzas de la
Policía Federal, una camioneta con placas de la embajada de los EEUU en
México; en ella iban dos agentes yanquis y un oficial de la marina que
al parecer se dirigían a un campo de entrenamiento en una población
cercana a ciudad de Cuernavaca, es decir, a unos 50 kilómetros de la
ciudad de México. Causó mucha alarma en los gobiernos de México y de los
EEUU y, como era de esperarse, el gobierno de Felipe Calderón –con su
calidad de lacayo- intervino inmediatamente para explicar la situación
“de confusión” y prometer castigar con la mayor energía a los
responsables del suceso. ¿Cómo pudo pasar esa “desgracia” si México ha
demostrado mil un veces que es el país donde con mayor resguardo y
seguridad pueden pasear y vivir los yanquis?
2.
¿Importará mucho saber si los dos sujetos heridos en la camioneta
blindada de la embajada de los EEUU eran de la CIA, el FBI, la DEA u
otra organización policíaca yanqui? Me parece que es un asunto
intrascendente porque lo importante es saber que esos dos policías o
militares –así como el chofer del auto de la embajada- son agentes del
gobierno yanqui cuya historia es de sobra conocida en el mundo: un
gobierno que desde 1821 –apenas México se liberó del imperio español-
comenzó a adueñarse del territorio del país, para luego controlar su
economía, su ideología y política. ¿Qué diferencia habría entre una
institución policíaca u otra si ambas pertenecen al Pentágono, al
Departamento de Estado, si son fuerzas destacadas en México –como otros
10 mil- que están a cargo de la embajada?
3.
Diez mil agentes es sólo un cálculo muy conservador que habla de
instituciones penetradas y controladas como teléfonos, petróleo,
electricidad, bancos y transporte aéreo; pero no puede olvidarse las
organizaciones campesinas, los sindicatos, los partidos políticos, los
medios de información, las universidades, las organizaciones de
oposición que siempre traen pegadas en la cola a acompañantes
invisibles. ¿Quiénes se encargan de escuchar las conversaciones
telefónicas, de revisar los comunicados de Internet y de organizar los
expedientes de quienes son “peligrosos” por sus posiciones políticas?
Las embajadas de los EEUU en el mundo -apuntaladas por decenas de
consulados en cada país- son los ojos, los oídos, la policía del
gobierno imperial norteamericano urgido de información directa.
4.
Cuando se ha dicho que México sólo es el patio trasero de los EEUU, se
habla por experiencia y con justa razón, sobre todos desde que hace 30
años se instaló el neoliberalismo y la privatización abierta. Cuándo los
estudiosos se han puestos a revisar los períodos gubernamentales de
cuatro o seis años a partir del México de la Constitución de 1917 y la
Revolución Mexicana, difícilmente se pueden encontrar confrontaciones
con el gobierno de los EEUU; quizá algunas diferencias durante los
Tratados de Bucareli en el obregonismo; frente al anticlericalismo y la
Guerra Cristera durante el callismo; por la creación de ejidos, la
expropiación petrolera y el derecho de asilo, en el cardenismo; por
problemas devaluatorios o de comercio exterior o por asuntos de apoyo a
revoluciones como Cuba, Nicaragua, El Salvador.
5.
De manera clara nuestra dependencia hacia los EEUU ha sido casi total y
mucha más a partir de 1982 cuando los problemas del país -obedecen a
políticas globales- primero se discuten con los gobiernos de EEUU. ¿Qué
son los cientos de acuerdos comerciales, educativos, de salud, de venta
de armas, de guerra, de escuelas militares, de asesoría, etcétera, sino
tratados con los países más poderosos de la región? Si México al lograr
liberarse de España en 1821 no logró su independencia porque Inglaterra,
Francia y los EEUU se lo disputaron; al tener una frontera de 3000
kilómetros con los EEUU -el país más poderoso de la tierra en los
últimos 200 años- el asunto de la autonomía como nación se volvió
imposible. Sólo podremos liberarnos como país cuando ese imperio se
desplome como tal y otros países caminen hacia su liberación.
6.
Entre tanto los agentes de las diferentes policías y milicias yanquis
seguirán recorriendo México como “Pablo en su casa”, es decir, con la
mayor libertad y con un gobierno lacayo a su servicio. Con la
experiencia de la “confusión” del vehículo de la embajada, seguramente
se decretará el establecimiento de miles de escoltas para los 10 mil
miembros de la embajada que no son más que agentes militares del
Pentágono. Los policías federales entre tanto recibirán el castigo
ejemplar por haber confundido y haber osado perseguir a un vehículo que
debe contar con pase libre por todas las carreteras de México. ¿Qué más
puede esperarse de estos gobiernos que en vez de luchar por la autonomía
de México se congracian cada vez más con el imperio que desde hace más
de 200 años nos domina? (28/VIII/12)
Pedro Echeverría V.
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