En 1998, el grupo ETC (entonces llamado RAFI) denunció la existencia de patentes sobre una tecnología que llamó Terminator.
Se trata de una tecnología transgénica para hacer semillas suicidas: se
plantan, dan fruto, pero la segunda generación se vuelve estéril, para
obligar a los agricultores a volver a comprar semilla en cada estación.
Fue desarrollada por la empresa Delta & Pine (ahora propiedad de
Monsanto) con el Departamento de Agricultura de Estados Unidos. Monsanto
no es la única: cinco de las seis trasnacionales que controlan las
semillas transgénicas plantadas a nivel mundial tienen patentes tipo Terminator. Syngenta es la que tiene mayor número de ellas.
Las empresas que desarrollaron esta aberrante tecnología la llamaron
Sistema de Protección de la Tecnología, porque es para promover dependencia e impedir que se usen semillas sin pagarles regalías por patentes. En sus primeros folletos de propaganda, aseguraban también que es para que
los agricultores del tercer mundo dejen de usar sus semillas obsoletas. En ese momento, mostraban claramente sus intenciones: terminar con las semillas campesinas y el irritante hecho de que la mayoría de los agricultores del mundo (campesinos, indígenas, agricultores familiares) usan sus propias semillas en lugar de comprárselas a ellas.
La tecnología suscitó un rechazo enorme e inmediato por parte de los
movimientos campesinos y organizaciones sociales, y declaraciones de
oposición de instituciones públicas de investigación y del entonces
director de la FAO, el senegalés Jacques Diouf, que afirmaron que es una
tecnología indeseable. En el 2000, el Convenio de Diversidad Biológica
de Naciones Unidas (CDB), adoptó una moratoria global contra la
experimentación y uso de la tecnología Terminator, que sigue
vigente. Posteriormente, varios países comenzaron a discutir
legislaciones nacionales para asegurar el cumplimiento de la moratoria.
Brasil e India, prohibieron en sus leyes nacionales el uso de la
tecnología Terminator.
Pero Terminator es uno de los sueños más preciados de las
trasnacionales semilleras y no han renunciado a él. Les daría una gran
ventaja para aumentar sus monopolios y la dependencia de los
agricultores. Poco después de la prohibición en Brasil, los grandes
latifundistas de ese país, clientes y compadres de Monsanto, Syngenta y
demás trasnacionales de transgénicos, presentaron una propuesta
legislativa para eliminar la prohibición, rechazada en varias
comisiones, pero aún en trámite.
Además, las trasnacionales de transgénicos se movieron agresivamente para terminar la moratoria de Naciones Unidas contra Terminator, proponiendo a través de gobiernos amigos como Canadá, un párrafo para evaluar la tecnología Terminator
caso por caso, que daría fin a la moratoria en la octava Conferencia del CBD en Curitiba, Brasil, en 2006.
En la sesión de CDB en 2006, México apoyó terminar la moratoria,
irónicamente a través de un representante de la Comisión Nacional de
Biodiversidad. Casualmente, es la misma persona que ahora desde la
Comisión Nacional Forestal promueve proyectos REDD, también con un
efecto devastador para las comunidades. Fue aislado por el resto de
países de todo el Sur global.
En 2006 en el CDB en Curitiba, la Vía Campesina y
organizaciones de todo el mundo se levantaron y protestaron masivamente
para defender la moratoria internacional. En particular, las acciones de
las mujeres de la Vía Campesina, que interrumpieron las sesiones de la
ONU en una conmovedora acción pacífica en defensa de las semillas,
determinó que el CDB mantuviera y reforzara la moratoria contra la
tecnología Terminator.
No obstante, las trasnacionales siguen atacando y disfrazan sus razones, vías y representantes. Ahora afirman que Terminator es para la
bioseguridad, una falsedad.
En la decima Conferencia del CBD en octubre 2010 en Nagoya, Japón,
nuevamente el gobierno de México intentó eliminar la moratoria global
contra Terminator, ahora como si fuera un tema administrativo,
de decisiones que ya no tenían vigencia. No lo logró porque muchos otros
países lo impidieron, pero mostró sus intenciones y a quién le es fiel.
En Brasil, a la propuesta de los latifundistas se sumó la del
diputado Cándido Vaccarezza del partido gobernante (PT), para eliminar
la prohibición de Terminator. La propuesta de Vaccarezza fue
redactada por una abogada que trabaja para Monsanto, según denunció con
pruebas fehacientes el Movimiento de los Sin Tierra de Brasil en
diciembre 2010. La propia abogada tuvo que reconocerlo. La propuesta
está actualmente en discusión en una comisión del Congreso, creada
especialmente para agilizar su discusión.
Los movimientos y organizaciones están alertas. En junio 2011, en la
10ª. Jornada de Agroecología de la Vía Campesina, en Paraná, Brasil, los
más de 4000 participantes de todo el país, expresaron su rechazo a esta
propuestas. Una semana después, se presentaron y rechazaron estos
intentos de legalizar Terminator, en las reuniones
internacionales de preparación de los movimientos sociales y sociedad
civil hacia la conferencia mundial Río+20, en Río de Janeiro, con
cientos de delegados participantes.
Brasil presidirá el próximo año la Río+20, una conferencia mundial de
ONU que debe revisar los compromisos ambientales, a 20 años de la
Cumbre de la Tierra en 1992. Además, Graziano de Silva, que viene del
gobierno brasilero, acaba de asumir la dirección de la Organización para
la Agricultura y la Alimentación de Naciones Unidas (FAO). Lo menos que
puede hacer Brasil para ser responsable con ambos cargos, es mantener
la prohibición contra Terminator a nivel nacional e internacional, por
ser una de las mayores amenazas a la soberanía alimentaria y a la
biodiversidad. Cualquier otra cosa, sería un suicidio.
*Investigadora del grupo ETC
Fuente, vìa :
http://www.jornada.unam.mx/2011/07/02/opinion/024a1eco
http://www.jornada.unam.mx/2011/07/02/opinion/024a1eco
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