La muerte
como método oficial para poner fin a las revueltas que sacuden varias
ciudades de Libia llegó rápido. A tan sólo un par de días de que miles
de ciudadanos se volcaron a las calles para reclamar la renuncia al
primer ministro, Muammar Khadafi, la represión que desplegó el gobierno
dejó un saldo de más de 40 muertos, la mayoría en la ciudad esteña de Al
Bayda. La jornada de ayer fue catalogada por los manifestantes como “el
día de furia” y la metodología estatal para apaciguar las protestas no
hizo más que incrementar la furia del pueblo que, lejos de abandonar las
calles, hizo frente a los ataques con piedras, incendió edificios
estatales y estaciones de policía. Los medios de comunicación
oficialistas informaron de la existencia de sólo dos muertes.
El ambiente en las protestas recrudeció en la madrugada de ayer
cuando, en Al Bayda, ciudad fronteriza con Egipto y uno de los focos de
protestas más violentos, brigadas de activistas a favor de Khadafi
atacaron al centenar de manifestantes que se encontraban pasando la
noche en la plaza municipal. Los enfrentamientos dejaron un saldo de 35
muertos, que se sumaron a los dos producidos el miércoles, y varias
decenas de heridos.
El diario Quryna, uno de cuyos dueños es Seif el Islam, uno de los
hijos de Khadafi, redujo a dos la cantidad de muertos. El diario
oficialista también informó que las autoridades libias echaron al
responsable local de seguridad por la muerte de esas dos personas. En
tanto, dos medios electrónicos opositores con sede en Londres, Al Youm y
Al Manara, indicaron que en Bengasi los enfrentamientos entre
manifestantes y las fuerzas policiales causaron seis muertos y 35
heridos.
En diálogo con la cadena árabe de noticias Al Jazeera, un líder
opositor libio que permanece en el exilio, Mohammed Ali Abdellah,
aseguró que el gobierno interrumpió el suministro de insumos a los
hospitales de varias ciudades con el objetivo de impedir el tratamiento
de manifestantes que ingresaban heridos. Allí, fuentes de esas
instituciones informaron que asistieron a cerca de 70 heridos, al menos
once en estado grave.
Con el correr de las horas, la violencia se expandió al resto de los
puntos de concentración popular. En Zentan, al sudeste de la capital,
dos personas murieron en enfrentamientos con policías y oficialistas,
mientras que los manifestantes en contra del gobierno prendieron fuego
una comisaría, el edificio de Tribunales, la sede de la Guardia de
Seguridad y una unidad básica del partido de gobierno. En Rijban, un
pueblo cercano, se registró otro muerto. Un grupo de manifestantes se
expresaban en la ciudad de Darnah, cuando una patota de matones pro
gobierno y la policía comenzaron a atacarlos. Además, las líneas
telefónicas no funcionaban desde el miércoles y muchos sitios web
opositores fueron bloqueados durante gran parte del día.
Tanto Al Jazeera como Al Arabiya, otra cadena de noticias de Medio
Oriente, como diversos organismos de derechos humanos denunciaron que la
policía utilizó armas de fuego para dispersar las manifestaciones.
Además, la sede de Human Right Watch de Nueva York aseguró que las
autoridades libias detuvieron a catorce activistas, escritores y
manifestantes que formaron parte de la organización de “el día de
furia”, como fueron calificadas popularmente las concentraciones de
ayer.
Las redes sociales Facebook y Twitter funcionaron como vía de
contacto principal a la hora de convocar a manifestantes. Y resultaron
tan útiles para los reclamos en contra del primer ministro, quien desde
que tomó el poder hace 40 años se hace llamar “líder y guía de la gran
Revolución”, como para aquellos que le expresaron su apoyo. En este
punto, Trípoli, la capital libia, tuvo un protagonismo exponencialmente
diferente a los de la plaza Tahrir, en el centro de El Cairo, la capital
egipcia, y las calles de la ciudad cabecera de Túnez, escenarios
principales de los reclamos en contra de los gobiernos de ambos países.
La Plaza Verde de Trípoli fue campo de juego exclusivamente de
manifestaciones de apoyo incondicional a Khadafi, impulsadas por
centenares de libios. Allí acudieron militares, funcionarios de gobierno
y policías, convocados a través de Internet. El gobierno ordenó el
cierre de escuelas para animar a los alumnos a sumarse a esas
manifestaciones.
Khadafi mostró en varias ocasiones públicamente su desaprobación de
la revolución en Túnez y su miedo al contagio en su país. El 15 de
enero, al día siguiente del derrocamiento del presidente tunecino Ben
Ali, salió a defenderlo y a principios de la semana pasada tuvo una
actitud similar con el egipcio Hosni Mubarak.Fuente, vìa :
http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/4-162558-2011-02-18.html
Imagen EFE
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