domingo, 31 de octubre de 2010

Costa Rica : El modelo neoliberal en la encrucijada Por: Luis Paulino Vargas Solís . El dólar se derrumba alrededor del mundo. De junio a esta parte, ha caído alrededor de un 15% frente al euro y un 11% frente al yen. El fenómeno es generalizado

El dólar se derrumba alrededor del mundo. De junio a esta parte, ha caído alrededor de un 15% frente al euro y un 11% frente al yen. El fenómeno es generalizado (también el real brasileño se ha apreciado cerca del 11% frente al dólar). La enorme excepción es el rinmimbi o yuan chino. Es casi como al modo de una política de estado: los chinos no permiten que su moneda se revalorice no obstante que sus exportaciones son muy superiores a sus importaciones, vale decir, no obstante los grandes superávits que acumulan en su balanza de pagos.

Esto posiblemente sea reflejo de la abundancia de dólares que la Reserva Federal –el banco central estadounidense- ha promovido como respuesta obligada frente a la crisis económica desatada a partir de 2007. Le han comprado activos malos a los bancos como también bonos al gobierno federal, con el fin de inyectar liquidez que, a su vez, lubrique el motor económico. Este, sin embargo, no termina de reaccionar, no obstante el combustible que se le ha proporcionado. Tres años y tanto después, la crisis económica sigue terca y pertinaz. Con el paso del tiempo, va cambiando de forma. Es camaleónica o, mejor dicho, mutante. Ahora desata presiones generalizadas sobre las tasas de cambio de las divisas, lo que arriesga poner en marcha una carrera de devaluaciones competitivas que podría llevar de vuelta a lo peor de la recesión de 2008-2009.
El yuan chino, sin embargo, se mantiene pegado al dólar. Ello significa que no solo no se revaloriza sino que, más bien, se devalúa de consuno con el dólar. Con ello las exportaciones chinas se vuelven aún más competitivas. Entonces, el mundo entero –y en particular Europa y Japón- tiemblan de terror. Por esta vía, China podría estar sosteniendo su crecimiento al costo de hundir el de las economías europeas y japonesa.
El fenómeno está arrastrando también a nuestra pequeña Costa Rica. Nos llega una pequeña fracción de esas correntadas de capitales. Mas ello es suficiente para producir, como en efecto lo está haciendo, un grave disturbio económico que frena la reactivación de la economía y la generación de empleos.
Conviene tener claro que, no obstante su agudización coyuntural reciente, este no es un fenómeno nuevo, sino un proceso que se remonta a por lo menos cinco años atrás. Desde 2005 se registra un incremento sustancial en los flujos de capitales que el país recibe del extranjero. Si bien la fase aguda de la recesión global frenó esos flujos en 2009, bastó una relativa y precaria estabilización de la economía mundial, para que estos tendieran a restablecerse con relativa rapidez en el actual 2010.
Costa Rica ha devenido así un poderoso imán que atrae una cuantía de capitales extranjeros muy considerable relativamente a su pequeñez. Ello posiblemente es consecuencia de la combinación de varios factores: tasas de interés relativamente favorables, apertura externa indiscriminada y favorables condiciones normativas que benefician al capital extranjero, mezclado con el relativo prestigio que el país tiene por la estabilidad de su sistema institucional y el aceptable nivel educativo de la población.
Por años, hemos oído decir que atracción de inversión extranjera y fomento exportador eran las dos caras de una sola moneda. Esos han sido como al modo de los dos pilares que sostenían el modelo neoliberal y entre los cuales se establecía una relación de mutuo refuerzo. A favor de este matrimonio jugaban privilegios diversos, en especial de tipo fiscal. También la política de minidevaluaciones que sostenía la rentabilidad relativa de las exportaciones en un nivel satisfactorio.
Esto empezó a cambiar desde finales de 2005, conforme la abundancia de capitales empezó a presionar la capacidad del Banco Central para sostener y manejar el proceso de minidevaluación. No es entonces casualidad que a finales de 2006 se optara por un régimen de bandas cambiarias. Pero ya desde fines de 2005 –un año antes de que ese régimen se estableciera– se inicia un movimiento de mediano y largo plazo que produce una revalorización tendencial del tipo de cambio, y el cual, como he indicado, se prolonga hasta el momento actual.
Esos capitales extranjeros, conforme se vuelven excesivos, introducen diversos problemas y tensiones. Mencionaré algunos, a modo de ilustración y sin pretender agotar el listado. Primer ejemplo: el recalentamiento especulativo de la economía en los años 2006-2007, cuyos excesos (sobre todo en la forma de un endeudamiento privado desmedido) han dejado secuelas que siguen pesando en nuestra realidad actual. Otro: esos capitales ponen en marcha un proceso de progresiva extranjerización de la economía. Ese es el tributo que tenemos que pagar en vista de la situación paradójica a que se nos ha arrastrado, con una economía no competitiva que, sin embargo, ha sido sometido, vía liberalización y apertura, a los rigores implacables de la competencia capitalista en los mercados mundiales. En ese contexto, nuestra balanza de pagos arrastra enormes y persistentes déficits, los cuales son financiados recurriendo a esos capitales extranjeros. No nos extrañe si, por esa vía, resulta que hasta los volcanes terminan siendo de propiedad foránea.
El exceso de capitales también trae la revalorización de la moneda. Y esto, a su vez, pone en tensión todo el modelo neoliberal, porque coloca una carga pesada sobre las exportaciones. Así pues, el modelo se vuelve inconsistente: el exceso de capitales extranjeros, que tantas tensiones introduce, podría llevar a la ruina –o al menos debilitar considerablemente- al sector exportador.

En ese marco, la obsesión oficial por la firma de tratados comerciales tan solo agudiza la contradicción. En el contexto de la revalorización del colón –y sobre todo a la luz del hecho de que se trata de un proceso que ya sobrepasa el mediano plazo- eso tan solo favorecería al comercio importador, doblemente bendecido por el dólar barato y el desmantelamiento de las barreras a las importaciones. Para el resto de la economía –exportaciones y producción nacional que compite con las importaciones- se trata de una estrategia que podría tener nefastas consecuencias.

En fin, me parece que, a partir de 2005, el modelo neoliberal entró en una tercera fase, cuyo rasgo dominante es la afluencia excesiva de capitales extranjeros y, en consecuencia, la revalorización tendencial del colón (la segunda fase inició en 1998, con la llegada de Intel y la reorientación hacia exportaciones de alta tecnología y servicios). Esta tercera fase luce mucho más problemática que las dos anteriores en la medida en que está fracturada por graves contradicciones internas.

¿Sobrevivirá el modelo neoliberal a la difícil disyuntiva en que hoy día se encuentra? Puede ser. Ha pasado por varias momentos difíciles y los ha superado, aunque posiblemente el actual sea el más problemático. De cualquier manera, quienes lo conducen están obligados a pasar un examen de imaginación y creatividad que, de momento, no están logrando aprobar.

Fuente, vìa :
http://www.argenpress.info/2010/10/costa-rica-el-modelo-neoliberal-en-la.html

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