“Hay crímenes y crímenes y crímenes/ en los diarios hay fotos de sangre/ quién nos habrá enseñado a destruirnos/ y entregarnos inermes a la muerte”. Estos hermosos versos de Benedetti reflejan lo que ocurre en éste país, la tortura y matanza cobarde por parte de individuos con “carnet” y amparados por la legalidad que les otorgan las leyes y las autoridades, para arrebatar la vida a una inocente criatura de menos de dos años de edad. En el recinto donde tuvo lugar la becerrada de El Escorial, se encontraban tres defensores de los derechos de los animales, con el propósito de obtener pruebas fotográficas y filmadas del sadismo al que fueron sometidos los becerros linchados en la “fiesta” organizada por el colectivo “Mozos, viudos y casados” del citado pueblo madrileño. Pero a diferencia de lo mencionado en los versos de Benedetti, éstos crímenes no se enseñan en los diarios, ni en la prensa, ya que pretenden ocultar la barbarie cotidiana de los festejos populares. El secretismo de éstos linchamientos es tal que los activistas defensores de los animales tienen que filmar lo que ocurre sin ser advertidos por los festejantes, ya que, si fuesen descubiertos, correrían el riesgo de ser agradidos por el populacho.
“Los asesinos nacen diariamente/ aunque ignoren aún sus vocaciones/ después se especializan en la inquina/ en la abominación y en la venganza”. En España hay ciudadanos con carnet para linchar a un incente becerro. Pueden acuchillarle sin pasión, mientras el animal emite gemidos de dolor, aterrado ante la chusma sedienta de sangre, y a la vista de niños a los que se les dan clases prácticas de cómo convertirse en el futuro en un criminal por vocación, disfrutando de la agonía, celebrando el asesinato de la inocencia. “hay crímenes y crímenes y crímenes/ dejemos que transcurra su hemorragia/ y apoyemos la sien en la almohada/ para soñar que nadie mata a nadie”.
Yolanda Plaza Ruiz
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