Un nuevo fantasma recorre Europa y no es
precisamente el mismo del que hablaba Marx. Va en dirección contraria,
provisto de tijeras, y apunta al corazón mismo del modelo social europeo
desde hace al menos 60 años: el Estado del bienestar.
Tras el plan de rescate del euro lanzado en mayo, y que
movilizará otros 750.000 millones de dinero público con los déficit ya
disparados, en todos los países de la UE se han sucedido los recortes,
siempre en la misma dirección: adelgazamiento del sector público,
reducción del gasto social, rebajas en las pensiones... Y muy pocos
dudan de que se trata sólo del comienzo. Vendrán más.
Las recetas de recorte abrupto del gasto en plena crisis
han dejado estupefacto al penúltimo premio Nobel de Economía, Paul
Krugman, que esta semana insistía en Alemania que no es prioritario un
ajuste que cortará en seco el crecimiento. Pero han sido asumidas en
todo el continente, ahora ampliamente dominado por la derecha, que ya
gobierna en todas las potencias internas (Alemania, Reino Unido,
Francia, Italia) y que las considera el único salvavidas para preservar
el modelo europeo.
"Está clarísimo
que esta crisis no tiene nada que ver con el Estado del bienestar"
En los islotes de izquierda como España, las
medidas se han presentado como "un paréntesis", como una especie de NEP
de la socialdemocracia: un paso atrás, pero para tomar impulso y
salvar el Estado del bienestar. Y aquí está el meollo: ya no se discute
que el Estado del bienestar está en peligro. No necesariamente por su
supuesta insostenibilidad. Pero la amenaza se ha hecho real para todos.
"Está clarísimo que esta crisis no tiene nada que ver
con el Estado del bienestar ni con el gasto, pero todo indica que la
presión sobre los gobiernos seguirá. Y una vez que han aceptado la
austeridad como prioridad por encima del crecimiento, la dinámica es
imparable", advierte Costas Lapavistas, economista de la Universidad de
Londres. Y añade: "Vamos hacia decisiones drásticas que eran
inimaginables hace apenas tres años. Es difícil creer lo que ha pasado
en tan poco tiempo".
Su tesis coincide con la de
Vicenç Navarro, catedrático de la Universidad Pompeu Fabra y uno de los
mayores expertos en el Estado del bienestar. "El mundo empresarial,
incluyendo el capital financiero, ha querido reducir la protección
social como una forma de debilitar el mundo del trabajo y quieren
utilizar la crisis para conseguirlo", afirma.
Un
'parte' grave
Los expertos discrepan
sobre las causas de la enfermedad y, por tanto, sobre las recetas a
aplicar. Pero el parte es grave: los déficit y la deuda se han
disparado en toda Europa, los ingresos de los estados se desploman, la
financiación se encarece, el envejecimiento es imparable... Hace 50
años, el gasto en pensiones equivalía en España al 1,5% del Producto
Interior Bruto. Hoy se acerca al 8,5%. Y las proyecciones para 2050
rozan ya el 15%.
"El Estado del bienestar requiere
ajustes, sí, pero los Tesoros están menos endeudados que en los años
noventa y el modelo no tendría por qué estar en peligro", apunta
Valeriano Gómez, ex secretario general de empleo del PSOE, hoy en la
Fundación Ortega y Gasset. Su receta: "Hacer más eficiente el gasto
público, reducir el consumo interno y no deprimir los ingresos públicos.
¡Cuánta ingenuidad había en aquello de que bajar los impuestos es de
izquierdas!".
"Estamos a más de
diez puntos de países como Dinamarca"
La reforma
fiscal debería ser la prioridad de cualquier política que se proponga
salvar el Estado del bienestar, muy por encima de la austeridad, subraya
Ignacio Zubiri, catedrático de Hacienda Pública de la Universidad del
País Vasco, en línea con la mayoría de expertos consultados.
Zubiri es uno de los expertos en pensiones más respetado
de España y nadie podría confundirlo por un radical. Está indignado:
"Lo más lamentable es que se nos imponen recetas que son pura ideología,
como la obsesión por bajar impuestos, reducir el déficit y dejarlo todo
en manos del mercado, como si se tratara de soluciones científicas".
"El Estado del bienestar en España es pequeño, pero es
insostenible si no se afronta en serio una reforma fiscal que nos
acerque a Europa. Estamos a más de diez puntos de países como Dinamarca y
la presión recae sobre los asalariados de renta media", lamenta Zubiri.
"El origen del déficit es el colapso de la recaudación y ello puede ser
letal: sin el aumento de ingresos y algunas reformas en el gasto
podemos ir hacia la liquidación del Estado del bienestar", remacha.
Este momento está más cerca de lo que se cree, advierte
Miren Etxezarreta, catedrática emérita de Economía Aplicada de la
Universidad Autónoma de Barcelona: "Vamos hacia atrás y muy deprisa,
hacia un modelo de tipo anglosajón, con un Estado del bienestar mínimo
para los más pobres y todo lo demás, privado".
"Vamos hacia atrás y muy deprisa, hacia un modelo de
tipo anglosajón"
La presión sobre las pensiones,
pese a que el sistema sigue en superávit y acumula una hucha de más de
60.000 millones, es en su opinión paradigmática: "Los planes de
pensiones privados son los mayores inversores del mundo; ellos son en
buena parte los famosos mercados, que presionan para conseguir disponer
del ahorro y que la gente tenga que pagar por lo que hoy le aporta el
Estado del bienestar".
En 1995, los fondos
privados de pensiones en el mundo canalizaban inversiones por valor de
4,9 billones de euros. En 2009, el volumen había ascendido a 12, 7
billones, lo que representa ya el 27% del PIB mundial.
Inversores o especuladores
"A los que nos prestaron dinero les llamamos ahora
especuladores", lamenta Germà Bel, catedrático de Teoría Económica de la
Universitat de Barcelona. Bel sí considera que sobran las razones para
"redefinir" el Estado del bienestar, con independencia de la crisis: "El
sistema se ha esclerotizado, se ha vuelto injusto y a veces ineficiente
por el desprecio a la excelencia. Como además no se ha mejorado la
productividad y la sociedad envejece, las reformas son urgentes".
"¡Menos mal que los mercados nos exigen
disciplina!"
"¡Menos mal que los mercados nos
exigen disciplina!", añade. "De lo contrario, a lo mejor seguiríamos aún
instalados en políticas miopes incompatibles con el sostenimiento del
Estado del bienestar", concluye.
¿Pero no supone
el Estado del bienestar una losa demasiada pesada para competir en un
mundo globalizado? Al contrario, recalca Pablo Beramendi, profesor de
Ciencia Política en la Universidad de Oxford. Y cita como prueba los
países escandinavos: "Hay un contrato social orientado a la eficiencia
económica: de un lado, apertura y flexibilidad. Del otro, la protección
del Estado del bienestar, que es una parte básica de la competitividad
cuando en los países mediterráneos es remedialista".
El Estado del bienestar se tambalea en su cuna europea.
Pero el epitafio global aún no está escrito. Quizá ni siquiera se
escribirá, porque el fantasma que recorre EEUU se llama...
Estado del bienestar.
España, muy lejos aún del
nivel europeo
“Aquí hemos
empezado a volver antes de llegar. Nuestro Estado del bienestar aún está
lejos del nivel medio europeo y ello es consecuencia sobre todo de
nuestro modelo fiscal”, opina Ignacio Zubiri, catedrático de Hacienda
Pública de la Universidad del País Vasco. “¡El gran problema es que la
vicepresidenta económica dice que no se puede gravar a los ricos!”,
afirma. Le secunda Pablo Beramendi, de la Universidad de Oxford: “El
Estado del bienestar se creó en España muy tarde, en los años ochenta,
cuando los vientos internacionales ya soplaban en contra”. En su
opinión, ello podría suponer ahora una ventaja si se reformara el
sistema fiscal, que en relación al PIB recauda 11 puntos menos que
Suecia o Dinamarca. Vicenç Navarro, catedrático de la Universitat Pompeu
Fabra (UPF), es quien más ha cuantificado el déficit social español.
Sus cálculos se publican periódicamente en la radiografía sobre la
situación social en España que dirige desde el Programa de Políticas
Públicas y Sociales de la UPF. España aparece sistemáticamente en el
furgón de cola, con un gasto público en protección social equivalente al
20% del PIB, lejos de Suecia (31%), pero también de la media (26%).
Sólo en prestación por desempleo se gasta por encima de la media si se
mide en unidades de poder de compra por habitante.fuente, vìa :
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