El año pasado la
prensa, entre otras tantas noticias de la crónica roja, dio a conocer
la sentencia a cuarenta años de cárcel efectiva a Francisco
Lobos Farías, quien estranguló y acuchilló a su hija de doce
años en octubre del 2006 en la localidad de Calera de Tango, este hecho
vino a culminar más de quince años en que mantuvo a su
mujer e hijos sometidos a los golpes y amenazas de muerte. Hechos como
el descrito, reflejan una realidad que hasta hace unos años atrás
quedaba encerrada en cuatro paredes de cualquier hogar en cualquier
parte del mundo.
No se trata que
la violencia ejercida en el hogar, -en la mayoría de sus casos en que
las víctima son las mujeres y niños en manos de sus maridos y padres-,
sea un fenómeno nuevo, por el contrario, en la medida que
este tema ha sido presentado en los medios masivos de comunicación ha
tomado ribetes de importancia.
Se puede
señalar, como una primera cuestión relevante que por violencia
doméstica, se entienden las diversas formas de maltrato -que va
desde el psicológico hasta el físico- y que tiene lugar
entre los miembros una familia. Sin embargo, debido a la
proporción de casos en que la víctima es mujer, sobre todo en las
relaciones de pareja, se tiende a identificar la violencia doméstica con
la ejercida contra la mujer, a la que también suele denominarse
violencia de género.
Con los años se
ha tendido a calificar la violencia en contra de la mujer como una
violación sistémica y sistemática a los derechos humanos, dado el
contexto de discriminación, impunidad y desigualdad, que viven las
mujeres que la sufren como, asimismo, un obstáculo al
desarrollo económico, social y democrático en todos los países.[1]
Sin embargo, una
de las aristas importantes que tiene este tema es determinar qué es lo
que lleva a los hombres, con los cuales en la mayoría de
los casos las mujeres han mantenido relaciones de intimidad llegue a
asesinarlas. Independiente de los factores específicos (abuso de drogas y
alcohol, trastornos de los impulsos, celos patológicos entre otros) que
se vinculan a este tipo de situaciones, es interesante señalar que
existen factores que involucran tanto el contexto social como el
cultural, los que favorecen o que, por otra parte, dificultan
la necesaria reacción social. Por ejemplo, los valores y pautas de
conductas de una cultura patriarcal y los estereotipos de género
rígidos, transmitidos tanto por el entorno familiar más inmediato como
por el entorno cultural más amplio, incluidos los medios de
comunicación.
Un dato
interesante y que aporta a la discusión es que en
nuestro país, entre enero de 2001 y junio de 2007, fueron asesinadas
más de 300 mujeres. La mayoría de ellas a manos de hombres con quienes
tenían o habían tenido relaciones de intimidad y confianza, y un número
muy significativo a manos de desconocidos que las abusaron, violaron y
asesinaron. La calificación de los asesinatos de mujeres en los medios
masivos y en la administración de justicia como ‘crímenes pasionales’ y
la presentación de los agresores como ‘sicópatas’ o “enfermos”, impide
reconocer patrones culturales patriarcales que han naturalizado y
legitimado por siglos esta permanente violación a los derechos humanos
de las mujeres. Las razones que invoca un asesino de mujeres (en este
caso de su mujer) es que estaba enfermo, sin embargo, los
hechos demuestran que estamos ante hombres que son agresores, machistas y
que por lo tanto, terminan en femicidas[2].
Cómo definimos a
una sociedad patriarcal, o mejor dicho cuáles son los factores que
determinan a una sociedad a legitimar este tipo de conductas. En primer
lugar, en el plano educativo, aún se practica una educación que
diferencia a niñas y niños, ambos deben seguir modelos que definen qué
actitud deben tener frente a determinadas situaciones o
impulsos.
Por otra parte,
en la medida que estos niños van creciendo, las condiciones tanto en lo
familiar, educacional y laboral, generan una discriminación, per se,
hacia las mujeres las que se traducen en jornadas de trabajo dobles
(después del trabajo asalariado, deben cumplir con las tareas
domésticas, cuestión que no es representativa de ningún tipo de valor,
dado que la mujer lo tiene que hacer porque son sus deberes de
madre y esposa); sueldos inferiores a los de los hombres; condiciones
contractuales diferenciadas por el hecho de que pueden llegar a
ser madres, lo que genera, en consecuencia, una desventaja
en relación a los hombres. Y así suma y sigue.
Por lo tanto, no
es absurdo pensar que las instituciones que sostienen y legitiman a
este sistema social, origine mecanismos mediante los cuales perpetué la
dominación de los hombres por sobre las mujeres; no es casual
identificar a la violencia en contra de la mujer en la
sección policial de los periódicos y de esta manera invisibilizar la
complejidad del fenómeno, asimismo, justificando que las conductas
violentas son ejercidas dentro del hogar, por lo tanto es un ámbito en
el cual el Estado no pude intervenir.
En resumen, se
puede señalar que la violencia ejercida en contra de la mujer, en la que
parte importante termina en la muerte de muchas de ellas, que habiendo,
incluso, denunciado ser víctimas, de igual forma acaban
sus vidas en manos de sus maridos, no es más que el reflejo de la
sociedad patriarcal que se arrastra por muchas siglos y que creemos es
hora de cambiar.
Referencias
electrónicas:
Referencias
bibliográficas:
- Astelarra Judith; ¿Libres e Iguales? Sociedad y política desde el feminismo (2003) Ediciones CEM, Centros de Estudios de la Mujer, Santiago -Chile
- Aznar, Hugo (2005); Ética de la comunicación y nuevos retos sociales, Códigos y recomendaciones para los medios Paídos Comunicación, España
- Brito,Eugenia; Delsing Riet; Farías Alejandra; Grau Olga (1997); Discurso, Género y Poder , Discursos Públicos: Chile 1978-1993 Lom Ediciones, Chile
[1]
Informe “Ni una Más: el derecho a vivir una libre de violencia”, preparado
por la Comisión Económica Para América Latina y el Caribe
(Cepal), del año 2007.
[2]
Proviene del término Femicidio, el que según
señala el Informe de la Cepal (2007), es el último eslabón de las formas
de violencia contra las mujeres, es el asesinato selectivo por razones
de género. El Femicidio es una expresión de violencia que tiene diversas
manifestaciones según el espacio social en el que ocurra y los rasgos
del perpetrador, ya sea por parte de una pareja o ex pareja en el
espacio privado o como punto final de la violencia sexual en el ámbito
público.
Marcela Lagarde
explica que, para que se de el femicidio, deben concurrir “de manera
criminal, el silencio, la omisión y la negligencia y la colusión de
autoridades encargadas de prevenir y erradicar estos crímenes. Hay
femicidio cuando el Estado no da las garantías a las mujeres y no crea
condiciones de seguridad para sus vidas en la comunidad, en la casa, ni
los espacios de trabajo, de tránsito o de esparcimiento. Más aún, cuando
las autoridades no realizan con eficiencia sus funciones”. Véase
Marcela Lagarde ¿Que es Femicidio? www.isis.cl
http://www.elciudadano.cl/2010/06/04/violencia-contra-la-mujer-amores-que-matan/
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