martes, 6 de abril de 2010

Argentina: Malvinas en el Bicentenario de la Patria Por: Orlando Pascua


En el marco del Bicentenario de la Patria es preciso e imprescindible instalar en el debate la Causa Malvinas. No como un hecho aislado, bélico, como en 1982, sino dentro de la historia de la Argentina en estos últimos doscientos años.


Más aun teniendo en cuenta que la Causa Malvinas nos unifica a la gran mayoría de la sociedad, en sus diversos sectores, sean estos políticos, sociales, culturales.

Obviamente que el hecho histórico del 2 de abril de 1982, su desición y el posterior desarrollo del conflicto tienen las mas variadas visiones e interpretaciones.

El proceso de desmalvinización que se inició el mismo 14 de junio de 1982 impulsado por el establishment y los cómplices de siempre y que acompañó la política de entrega del patrimonio nacional se está resquebrajando.

En estos tiempos que estamos viviendo, tiempo en el cual se están recuperando conceptos fundamentales, tales como Soberanía, Autonomía, Democracia, Participación, Distribución, no sólo en la Argentina –también en Latinoamérica y en otros países del planeta-; luego de la tragedia política, social y económica que significó el denominado Modelo Neoliberal con sus terribles consecuencias de indigencia, pobreza, impunidad y extranjerización, la Causa Malvinas tiene una mayor vigencia aún.

Es necesario reivindicar, profundizar, potenciar y retomar la Causa Malvinas no como un hecho aislado, limitado al pasado, sino que es presente y futuro, y como parte de la rica historia del pueblo argentino en sus luchas emancipadoras y por la justicia social, la verdad y la justicia.

En el marco del Bicentenario es de significativa importancia la Causa Malvinas, porque ella encierra la concepción integral de soberanía. Malvinas integra todo; lo político, lo social, lo cultural, lo económico, lo educativo, lo territorial.

Si hablamos de Recursos Naturales, hablamos de Malvinas (pesca, hidrocarburos, etc.).

Si hablamos de Desmilitarización, hablamos de Malvinas (base militar británica de Mount Pleasant).

Si hablamos de Pueblos Originarios, hablamos de Malvinas (mas de un 20% de los que participaron y cayeron en Malvinas fueron hermanos Qom, Wichis, Pilagas, Guaraníes, Tehuelches y otros).

Si hablamos de Integración Regional Latinoamericana, hablamos de Malvinas (el 82 demostró claramente esa Unidad, y hoy tenemos al Mercosur, Unasur, etc.).

Si hablamos de Geopolítica, está Malvinas como un lugar estratégico política y militarmente.

Si hablamos de Derechos Humanos, Crímenes de Guerra y Delitos de Lesa Humanidad, hablamos de Malvinas, (hoy lo demuestran las denuncias presentadas ante la Justicia Federal, en el marco de la Memoria, la Verdad, la Justicia y la Soberanía).

Y si hablamos de Democracia, Malvinas está presente (ella posibilitó la recuperación de la Constitución y la Leyes).

La política actual del Estado Argentino, articulando alianzas con los países hermanos de la región latinoamericana y de otros países del mundo en función del reclamo y de nuestros derechos soberanos sobre las Islas del Atlántico Sur va en la dirección correcta, ejemplo de ello son las Cumbres del Mercosur, Unasur, etc. Es el camino más largo, pero que con seguridad tendrá el resultado que todos anhelamos.

Así quedó demostrado en estos últimos tiempos el apoyo recibido por nuestros país ante la posición de los 27 países que conforman la Unión Europea (UE) por la inclusión de las islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur y del sector antártico argentino en el tratado europeo de Lisboa, demostrando una clara actitud colonialista; y de la exploración de la cuenca petrolera en Malvinas provocando una positiva respuesta en apoyo de Argentina y en rechazo a la actitud provocadora británica.

En el debate de Malvinas en el Bicentenario es preciso señalar el papel de las fuerzas armadas y conocer su historia, por que no fue el ejército sanmartiniano, belgraniano, fue el Ejército argentino moderno que nació en dos guerras infames: la de la Triple Alianza, que descuartizó el Paraguay -último sobreviviente del antiguo Virreinato de la Plata, que había buscado un camino independiente de los imperios- y la de la mal llamada “conquista del Desierto”, que no fue otra cosa que la extinción sistemáticamente planificada de los pueblos originarios.

En los dos casos se buscaba la extensión territorial, a fin de repartir las tierras entre los dueños del poder. Este fue el Ejército real, y no aquel de las leyendas escolares, que habría nacido del pueblo en la verdadera gesta de lucha contra las invasiones Inglesas, y luego, en las guerras por la Independencia. Ése, el de la epopeya, murió en los años 20, cuando se dejó a San Martín abandonado en Guayaquil, renunciando a la Patria Grande, mientras el resto se exterminaba en las guerras civiles.

El Ejército moderno, que tuvo su bautismo de fuego en el exterminio de paraguayos e indios, se forjó en la represión de los primeros de Mayo a comienzos del siglo pasado, en la Semana Trágica; en la Patagonia Rebelde -fusilando a los peones laneros-; en la matanza de los quebrachales, para proteger los intereses de la Forestal; en los golpes de Estado, los fusilamientos de anarquistas, de obreros, en los bombardeos aéreos a los civiles en Plaza de Mayo, en Trelew, en la Triple A.

Y como broche de esa sangrienta trayectoria, en la masacre sistemática, planificada hasta en sus mínimos detalles, que comenzó en la madrugada del 24 de marzo de 1976. Allí transformaron a la Nación en su propio botín de guerra.

Secuestrar, torturar, violar, robar los bebés a sus madres en cautiverio, para después asesinarlas. Finalmente, el fango de las peleas internas (cara blancas y caras pintadas) en diciembre de 1990, y su adicción incurable al contrabando de armas y otros ilícitos menores a lo largo de un cuarto de siglo. Todo fue posible. Pero también hay que decir que fue posible porque esas Fuerzas tenían mandantes. Autonomizadas por momentos, siempre respondieron cuando la dominación del poder hegemónico se veía amenazada.

El 2 de abril de 1982 no se trató de la ocurrencia de un general borracho, a quien en un delirio alcohólico viniera la idea de ocupar las Islas. A Churchill le gustaba tanto el whisky como a Fortunato Galtieri, y ésa no fue la causa de la segunda Guerra Mundial, como no lo fue la “locura” de Hitler.

Recordar el 2 de Abril no significa reivindicar la dictadura militar, que con sus ansias de perpetuarse en el gobierno bastardeo una causa tan noble para el pueblo argentino. Porque los Comandantes nunca tuvieron la voluntad de enfrentar en serio al enemigo; porque mientras jóvenes argentinos ofrendaban su vida por la Soberanía Nacional, las empresas y la banca británica continuaban en nuestro país haciendo sus pingues negocios comerciales.

Recordar el 2 de abril es mantener viva la memoria de lo ocurrido en el conflicto bélico y el papel protagónico que tuvieron los jóvenes Combatientes, que a pesar de los estaqueamientos, malos tratos, mal alimentados y mal vestidos por parte de sus superiores actuaron con dignidad.

Entender que el conflicto fue parte de la política de la dictadura, que los mandos militares fueron incompetentes e ineficaces y que se aplicó a los jóvenes soldados un trato inhumano, salvando las excepciones, y es por ello que al hablar de Malvinas hay que citar el tema de los derechos humanos y esa es la razón del juicio que se lleva adelante en el Juzgado Federal de Río Grande, Tierra del Fuego.

Malvinizar Malvinas es hablar de integridad territorial, de soberanía social y política, de destino nacional autónomo, de alianzas estratégicas, es hablar sobre las cosas que nos faltan o de las que estamos en proceso de recuperar.

La consigna: Malvinizar el Bicentenario de la Patria.
fuente, vìa:
http://www.argenpress.info/2010/04/malvinas-en-el-bicentenario-de-la.html

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