(APe).- Mientras intento escribir este trabajo, se desborda alegría por el triunfo de lo que alguna vez se llamó la naranja mecánica y ahora es apenas una mandarina machucada, incapaz de hacer un gol en 240 minutos de juego. Los penales que le dieron el triunfo contra Costa Rica le dieron la derrota contra Argentina. Desde ya, cuando escribo Argentina, debería escribir “el seleccionado argentino”. Que tiene jugadores que son argentinos por origen y extranjeros por lugar de trabajo. Todos los titulares trabajan en diferentes países y nuestra estrella mayor fue incluso formado como deportista en el extranjero. Todo bien como decía el cirrótico y se mandaba una cerveza.
Me alegró el miércoles a la noche la alegría de peatones, conductores de autos, motos, colectivos. Banderas, trompetines, en una marcha hacia el obelisco de la ciudad, el mismo que ahora funciona como faro de vigilancia gracias a las cámaras que fueron colocadas por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Versión buchona para que “en todo estés vos”.
Desde ya amigos, compañeros, algún enemigo que nunca sobra, familiares y algún paciente, me censuran por expresar de forma acotada, muy recatado, casi inadvertido, como orgasmo de monja, mi júbilo por el triunfo. Las atajadas de “chiquito” Romero me alegraron. Y no a pesar mío. Me alegraron. Sin embargo, y esto para mí sigue siendo importante, para la cultura represora no es suficiente la alegría.
La cultura represora exige, garantiza, ordena, la manía. Que bien se la puede definir como la hegemonía de la alegría. La alegría tolera la tristeza, la mesura, la sonrisa, la caricia. La manía no. Todos unidos nos alegraremos. Desde TN a 678. En una nota en la Agencia Paco Urondo del 10 de julio leo : “Superioridad física e ideológica de un pueblo: El autor, José Cornejo, propone una conexión entre éxito deportivo y el bienestar social. Una discusión que se remonta hasta la Grecia clásica”.
La foto de la Presidenta junto al director técnico de la selección nacional hacen contundente la afirmación. Esta es la forma que toma el pasaje de la justa alegría a la desmesurada manía, de la causa a la cruzada. El seleccionado argentino es La Patria. Y además es Razón de Estado. En este punto, la política deja que cope la parada el deporte. En este caso, el fútbol. Mas allá o mas acá, esos sinónimos son patrimonio cultural de las derechas. El Campo, El Ejército, La Iglesia, La Familia, son cotos de caza para colocar en el trono no ya a la noble igualdad sino al fetiche de turno. El fetiche es la parte por el todo. Aunque importante sea la parte (en este caso la selección nacional) no es el todo (la nueva, la vieja pero siempre gloriosa Nación).
Este intento de relacionar éxitos deportivos con la cruzada kirchnerista ya fracasó con Maravilla Martinez. Excelente boxeador pero que se lo puso al ladito, muy cerquita, de los héroes de la independencia nacional. La manía es desmesura y abolición de pensamiento crítico. Patético ejemplo fue la reacción casi vengativa, de burla y sarcasmo, cuando el seleccionado brasileño pierde 1 a 7 contra el “robot team” alemán.
Se fomentaron rivalidades, envidias, miserias que luego dejan heridas que cicatrizan en años. Justamente así funciona el fetiche. Pero todo puede empeorar. Estoy esperando el surgimiento de una nueva triple alianza: Fútbol Estado y Religión. Como observara el psicoanalista Cesar Hazaki, los jugadores no solamente se santiguan antes del partido, durante los penales, (creo que en los corners por las dudas) sino que lo hacen rápido y dos veces. Pienso que es una forma de “ponerse las pilas” y “apurar” las bendiciones.
El Papa Francisco es el Papa de todos los católicos, pero “los católicos argentinos son mas católicos que otros”, parafraseando a George Orwell en su Rebelión en la Granja. Esta nueva Triple Alianza promete arrasar con toda insinuación de balbuceo y tartamudeo crítico. Y habrá fervor y hervor patriótico si arrasamos con los robots y ya no habrá más penas ni olvidos. El 9 de julio será recordación de la independencia de España y de la independencia de Holanda, cuando la banalización de la historia empiece a confundir fechas y acontecimientos.
La cultura represora hace abuso de la alegría legítima, para convertirla con prisa y sin pausa en una manía fundacional. En Facebook aparece la cara de Mascherano fusionada con la del pelo, barba y boina del Che Guevara. “MASCHE”. Un adelantado de la banalización de la historia. Ningún gobierno va a quitarme mi derecho a la alegría si el domingo el seleccionado de fútbol de la Argentina sale campeón. Pero tampoco ningún gobierno me impondrá su mandato de manía para aceptar que el fútbol es LA PATRIA. Y si así fuera, si por debilidad, por temor, para no sufrir el aislamiento y no querer tolerar la burla, me sumara al delirio del pensamiento y sentimiento único, que los compañeros en lucha, los que sufren persecución por causa de injusticia, los niños que siguen con hambre, las mujeres secuestradas por la Trata y por las cárceles de la democracia, los pueblos originarios arrasados por los modernos cruzados de las empresas que se llevan todo y no dejan nada, los jubilados y jubiladas que no sobreviven con la “mínima”, los enfermos que no encuentran hospitales y los alumnos que no encuentran escuelas, que todas y todos me lo demanden y me borren por toda la eternidad de la memoria de los pueblos.
“A la par, el secretario de Seguridad, Sergio Berni, se pavonea en helicóptero por encima del despliegue del operativo de turno, presentándose como supuesto árbitro de intereses y derechos en nombre del estado, “arbitraje” que siempre favorece a los empresarios a quienes garantiza “normalizar” la situación, o sea, garantiza los despidos y las suspensiones. Berni sostuvo esta vez que "del otro lado hay una violencia inusitada" y que por ello "tuvimos que actuar con mucha energía"; además cargó contra los partidos de izquierda, responsabilizándolos de la situación, porque "en vez de hacer leyes para impedir esto, participan". (Informe Correpi)
vía:
http://pelotadetrapo.org.ar/f%C3%BAtbol-buitre-%C3%BAltima-parte.html
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