«Un Estado no puede simultáneamente
ejercer el control del territorio que ocupa y atacar militarmente ese
territorio como si fuera extranjero y planteara una amenaza externa a su
seguridad nacional. Al hacer eso, Israel está haciendo valer derechos
que podrían ser compatibles con la dominación colonial, pero que
simplemente no existen en el derecho internacional.» Noura Erekat.
«Uno
de los argumentos más comunes que se utilizan para defender el ataque
de Israel sobre Gaza es que “ningún país en el mundo” aceptaría vivir
bajo la amenaza de los cohetes. (…) Aun siendo débil, el argumento
habilita la pregunta: ¿por qué entonces criticar solo a Israel? He aquí
una respuesta posible: ¿qué otra autoproclamada democracia ha matado a
sus enemigos (la mayoría civiles) en una relación de 1400 a 9 en la
Operación Plomo Fundido, 176 a 6 en la Operación Pilar de Defensa, o 170 y pico a 0 en la actual ofensiva Borde Protector?» Ryan Rodrick Bailer.
Para
los medios occidentales, complacientes con la narrativa israelí, las
crisis cíclicas de violencia entre Gaza e Israel comienzan cuando la
resistencia palestina lanza el primer cohete artesanal. Todo lo que haya
ocurrido antes no importa y no se cuenta. Así, cuando Israel bombardea
con todo su poder bélico a un millón y medio de personas atrapadas en
350km2, siempre está “defendiéndose de las provocaciones” de Hamas, la
Jihad y compañía.
No importa que la
resistencia palestina no tenga ni haya tenido nunca ejército ni armada
ni aviones de combate ni nada que se le parezca; también es irrelevante
recordar que esa tremenda asimetría de poder bélico encierra otra de
carácter político e histórico: uno es el invasor, ocupante y
colonizador, y otro es el despojado, ocupado y colonizado. Aun así, para
la narrativa dominante en Occidente los palestinos son siempre los
violentos agresores y los que empezaron primero.
Esta
vez no fue excepción. Poco importa que cuando el primer cohete cayó
sobre territorio israelí –sin causar daños, como de costumbre– Israel
estuviera desde hacía un mes llevando a cabo una violenta y masiva
operación en Cisjordania (“Guardián de mi hermano”) con el pretexto de
buscar a tres jóvenes colonos desaparecidos –cuya muerte y paradero
conocía desde el principio, pero lo ocultó para poder desplegar la
ofensiva cuyo verdadero objetivo era golpear a Hamas y destruir el
reciente acuerdo de unidad palestina. Para los medios occidentales, la
crisis empezó con el primer cohete lanzado desde Gaza.
¿Ven? ¡Sólo nos estamos defendiendo!
En
abril de 2013 me encontraba en Cisjordania asistiendo a otra escalada
israelí. En el artículo “Pedradas de furia” hice una pausa en el relato
sobre la violencia del ocupante en mi región para recordar que también
Gaza seguía siendo periódicamente atacada, a solo cuatro meses de haber
puesto fin a la operación “Pilar de Defensa” con un acuerdo de alto al
fuego auspiciado por el gobierno de Morsi (ese mismo acuerdo al que la
resistencia palestina está pidiendo regresar; pero Israel no tiene
interés en hacerlo, porque la fiesta recién empezó). Reproduzco aquí el
fragmento de ese artículo donde recogía los datos del periodista Ben
White mostrando que era Israel, y no la resistencia palestina,
el que estaba rompiendo el alto al fuego en Gaza sin que los medios
internacionales hablaran de ello:
El
26 de febrero de 2013 los medios occidentales difundieron con gran
despliegue la noticia de que la resistencia palestina había lanzado un
cohete desde Gaza hacia territorio israelí, “rompiendo el alto el fuego” acordado después del último ataque de Israel (“Pilar de Defensa”) a la Franja.
Irónicamente, apenas un par de días antes el periodista británico Ben White mostraba en una infografía [1] (ver
abajo) la cantidad de ataques lanzados por cada una de las partes en
estos tres meses desde el alto el fuego. Desde fines de noviembre, las
fuerzas israelíes han realizado casi una agresión diaria a Gaza, a
saber: 63 ataques con disparos de las tropas ubicadas a lo largo del
muro que separa a Israel de la Franja; 30 ataques de la armada contra
pescadores en las costas de Gaza; 13 incursiones terrestres del
ejército. Como resultado, 91 palestinos resultaron heridos y 4 murieron
(incluyendo menores). En contraste, los palestinos en el mismo período
lanzaron 2 morteros y 0 cohete, con 0 víctimas. En el mismo período pero
en Cisjordania, 6 palestinos/as fueron muertos/as y 618 heridos/as, en
comparación con 0 israelíes.
White
señalaba que estos datos son relevantes para ilustrar el silencio de los
medios occidentales sobre las reiteradas agresiones israelíes. El
patrón es siempre el mismo: para ellos los “períodos de calma” se
definen por la ausencia de ataques desde Gaza hacia Israel; los de éste
hacia la población palestina, no se cuentan.
Al
mismo tiempo, las cifras reflejan la realidad cotidiana en Palestina y
el enorme desequilibrio de poder entre el ocupante y el ocupado. Y
también será importante recordar estas cifras -terminaba White- cuando
Israel y sus aliados utilicen una vez más la narrativa de los “cohetes”
para justificar un nuevo asalto a Gaza. “Entonces recuerden estos datos,
y lo que Israel ha estado haciendo mientras –en palabras del propio
cónsul israelí en Los Ángeles- “durante los últimos tres meses no ha
habido ningún cohete disparado desde Gaza””. (Traducción mía del
inglés).
Rupturas del cese del fuego en Gaza entre el 22/11/12 y el 22/2/13 (infografía de Ben White).
El
analista palestino Ahmed Moor, además de recordarnos que en realidad
esta historia empezó cuando los sionistas invadieron Palestina hace casi
70 años, despojando y expulsando a la población nativa árabe (y
convirtiendo a la milenaria y culta ciudad de Gaza en un gigantesco
campo de refugiados/as), también ha recordado estos días dos cosas muy
importantes:
1. Gaza es un comodín multiuso para las élites israelíes:
sirve para ganar votos y popularidad en cada campaña electoral, o para
distraer de los escándalos de corrupción, o cuando el malestar social
está en aumento y se necesita reactivar el infalible mecanismo de
cohesión social en una sociedad alienada como la israelí: el miedo.
Atacar Gaza es siempre redituable: genera triunfalismo histérico y
adhesión al paradigma victimista que enfatiza la necesidad de defenderse
de un feroz y peligroso vecino.
Gaza
es también un excelente y barato campo de entrenamiento para probar
nuevas tácticas y avanzada tecnología bélica que las corporaciones
israelíes exportan al mundo con el ‘valor agregado’ de haber sido
‘probada en el terreno’ (es decir, sobre la población civil encerrada en
la prisión al aire libre que es Gaza).
2. Israel necesitaba destruir los recientes logros políticos palestinos:
el acuerdo de unidad alcanzado en mayo por las principales facciones
políticas Fatah y Hamas, la formación de un gobierno de transición y el
anuncio de elecciones nacionales. A nada le teme más Israel que a la
recomposición de las fuerzas palestinas. Además, el ‘paquete’ de la
reconciliación palestina incluía la amenaza de poner fin al aislamiento y
el bloqueo de Gaza y legitimar a Hamas, la fuerza que gobierna en la
Franja y que tiene no pocos simpatizantes en Cisjordania. Dos lujos que
Israel no podía darse.
Y para colmo,
en contra de lo que Israel esperaba, los gobiernos europeos y hasta
Estados Unidos valoraron positivamente la flamante unidad palestina. Por
eso Israel necesitaba urgentemente destruir esa reciente legitimidad
alcanzada por Hamas; la operación “Guardián de mi hermano” fue la
herramienta para hacerlo.
Ya no
importa quién mató a los tres jóvenes colonos; lo que está claro es que
Israel capitalizó el crimen y recuperó el terreno perdido, mostrándole a
Occidente cuál es el resultado de hacer acuerdos con “terroristas” y
presentándose una vez más como víctima de la sanguinaria violencia
palestina.
Según Ahmed Moor,
parecería que Netanyahu ha tenido éxito: el equilibrio se ha
restablecido. Los israelíes ya pueden seguir disfrutando de su iluso
fariseísmo creyéndose dueños de la razón: “Ningún país normal podría tolerar terroristas disparando misiles hacia sus centros urbanos“, dicen; a lo que Moor replica: “Nosotros podríamos responder con cansancio:
Ningún
país normal practica el crimen de apartheid. Ningún país normal demuele
las casas de los sospechosos… o castiga a millones de personas… o busca
venganza y más venganza y más venganza en un ataque de ira sangrienta“.
El dudoso derecho del ocupante a defenderse del ocupado
En
sus comunicados de estos días exhortando a un alto el fuego para frenar
la masacre en Gaza, aun los gobiernos progresistas –como los
latinoamericanos que han reconocido al Estado de Palestina– se
aseguraron de reiterar el “legítimo derecho” de Israel a defenderse de
los cohetes lanzados desde Gaza.
Es
irónico que en el mismo pronunciamiento nuestros gobiernos no hayan
afirmado también el legítimo derecho del pueblo palestino a defenderse
de la agresión de uno de los ejércitos más poderosos del mundo, y más
aún: su derecho a resistir un régimen brutal de ocupación militar y
colonización que ya lleva casi siete décadas y que ha sido
reiteradamente condenado por la misma comunidad internacional. Un
derecho que está consagrado incluso por la Resolución 3101 de la Asamblea General de la ONU
(de diciembre de 1973), que afirma el derecho legítimo de los pueblos
bajo dominación colonial y extranjera, y bajo regímenes racistas, a
luchar por su autodeterminación.
Hilando
más fino, la jurista Noura Erekat, en un estudio riguroso desde la
perspectiva del derecho internacional, señala la contradicción en la que
incurre Israel al proclamar por un lado su “derecho a defenderse” del
pueblo cuyo territorio ocupa -como si ese territorio perteneciera a un
poder extranjero- y por otro desconocer sus obligaciones internacionales
como potencia ocupante respecto al territorio y la población ocupados.
Aclaremos
de antemano: ningún país en el mundo (ni siquiera EEUU), excepto
Israel, considera que los territorios palestinos están “en disputa”:
desde 1967 la comunidad internacional entera acepta que Palestina está
sometida a ocupación por parte de Israel; esto incluye también a Gaza
después de la ‘retirada’ israelí de 2005, ya que -según el derecho
internacional humanitario- un territorio está ocupado (aunque el poder
ocupante no tenga presencia física en él) mientras mantenga control
sobre él por la fuerza -como es claramente el caso de Gaza, sometida a
un férreo bloqueo por aire, mar y tierra, incluyendo sus fronteras.
Hecha
la aclaración, en Gaza (al igual que en Cisjordania y Jerusalén Este)
aplican las normas internacionales que definen las obligaciones de la
potencia ocupante respecto del territorio y la población ocupados. La
más importante es el IV Convenio de Ginebra, según el cual –entre otras
obligaciones– el poder ocupante tiene el deber de proteger a la
población ocupada y velar por su bienestar.
Israel
sin embargo alega que no está ocupando Palestina, sino que está en
guerra con ella, y por lo tanto tiene derecho a la “defensa propia”
(según el artículo 51 de la Carta de la ONU), e incluso a usar la fuerza
más allá de los límites legales. Esta interpretación ha sido
categóricamente rechazada por la Corte Internacional de Justicia en
2004, cuando emitió su opinión consultiva “Consecuencias legales sobre
la construcción de un muro en el territorio palestino ocupado”,
afirmando que Israel no puede invocar el derecho a la defensa propia
según el artículo 51 porque no está siendo atacado por un Estado
extranjero. Un importante y exhaustivo documento que este mes de julio
está cumpliendo 10 años y que la comunidad internacional parece haber
olvidado.
En resumen, Israel
distorsiona el derecho internacional a fin de justificar su uso ilegal y
desproporcionado de la fuerza militar y ejerce su poder colonial sobre
el territorio y la población que ocupa, despojándola no solo de su
derecho a defenderse sino también de los medios mínimos para su
subsistencia, al someterla a un bloqueo inhumano.
El
refugiado, director teatral y educador Abdelfattah Abusrour –del campo
de refugiados de Aida, en Belén– lo ha dicho estos días con palabras
menos técnicas pero igualmente ciertas: “Un ejército de ocupación no
tiene derecho a la seguridad y no puede pretender que está
defendiéndose, porque todas sus acciones son ilegales y todos sus
ataques son crímenes de guerra, y porque sencillamente el pueblo que
vive bajo la ocupación y la opresión tiene derecho a usar todos los
medios para resistir y liberarse. La comunidad internacional hipócrita y
cómplice, y sus representantes, pretenden también distorsionar el
derecho internacional y las resoluciones de la ONU.”
http://desinformemonos.org
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[1] periodista británico Ben White mostraba en una infografía: http://www.aljazeera.com/indepth/opinion/2013/02/2013220152044327694.html
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