El impacto de las políticas
económicas neoliberales, especialmente de la aplicación de los TLCs., la
reforma tributaria, la entrega de recursos naturales (incluida la
tierra) a transnacionales extranjeras y “nacionales”, el impacto de la
mega-minería y demás proyectos energéticos, todo y mucho más, está
obligando al pueblo colombiano a organizarse y prepararse para nuevas
jornadas en donde salgamos unidos a la lucha, ya no con pliegos de
peticiones sectoriales sino con consignas políticas de mayor calado para
todos los explotados de Colombia.
Las manifestaciones, marchas,
plantones, bloqueos de carreteras y otras expresiones de rebeldía
protagonizadas por campesinos, productores agrarios y sectores
solidarios han sido masivas y combativas, y se han esparcido a lo largo y
ancho de todo el país. El Paro Nacional Agrario es un hecho social y
político de gran importancia nacional.
Sin embargo, a pesar de la diversidad y
variedad de acciones, de las grandes demostraciones de valentía y
sacrificio por parte de los pequeños productores de papa, leche, café,
cebolla y campesinos en general (indígenas, afrodescendientes y
mestizos) en numerosas regiones de Colombia, tenemos que reconocer que
no ha tenido la contundencia e impacto que se esperaba.
Tal situación es contradictoria. La
fuerza del movimiento se ha hecho presente en más de 25 departamentos,
han sido numerosas las concentraciones y marchas, los bloqueos de vías
han interrumpido el tráfico automotor en más de 50 sitios, pero la
represión y la estrategia del gobierno han minimizado la repercusión de
las jornadas de protesta.
El Paro Nacional Agrario se puede
caracterizar por su fuerza dispersa y su falta de centralización. Por
otro lado, es evidente que el sector convocante – los cafeteros – en
ésta ocasión no se movilizaron con la misma fuerza como lo hicieron en
febrero-marzo de 2013, lo cual requiere un análisis por separado,
preciso y detallado.
En contraposición, sectores como los
productores de papa, leche y cebolla de Boyacá, Nariño y Cundinamarca,
han sido fundamentales para la visibilización del Paro, por cuanto han
bloqueado carreteras troncales como Tunja-Bogotá y la carretera
Panamericana entre Pasto e Ipiales. En esta lucha han estado acompañados
por campesinos movilizados en muchos departamentos pero que no han
logrado ser tan visibles debido a que el gobierno ha impedido su
desplazamiento y concentración en carreteras importantes.
Nos interesa, ante todo, reflexionar
sobre el movimiento social, explorar sus complejidades, analizar sus
avances y retrocesos, entender la forma de pensar, sentir y reaccionar
de las amplias masas populares, identificar el por qué de las cosas,
aprender de los errores que se hayan podido cometer, todo con el fin de
contribuir a mejorar y fortalecer los procesos de organización popular.
LA COBERTURA DE LA MOVILIZACIÓN
El Paro Nacional Agrario se ha
manifestado en gran parte de los departamentos de Colombia. El
movimiento de las “dignidades” no consiguió congregar todas las fuerzas
comprometidas, siendo las movilizaciones de productores de leche, papa y
cebolla de Boyacá y Nariño, las más importantes. Los productores de
café, como veíamos, se han movilizado parcialmente pero lejos de la
contundencia demostrada en el Paro Cafetero de febrero-marzo de 2013.
Por otro lado, el Coordinador Nacional
Agrario y la Mesa de Interlocución y Acuerdo han movilizado importantes
fuerzas campesinas en gran cantidad de departamentos como Antioquia,
Valle del Cauca, Santander, Norte de Santander, sur de Bolívar,
Casanare, Arauca, Meta, Caquetá, Putumayo, Cauca, Nariño, Huila y
Tolima, pero teniendo en cuenta la lejanía de los municipios y regiones,
y frente a la obstaculización por la fuerza que ha desarrollado el
gobierno para impedirles su concentración en vías de comunicación
centrales, el impacto conseguido ha sido menor y su visibilización ha
sido torpedeada por las mismas fuerzas represivas con la colaboración de
los principales medios de comunicación.
Las marchas realizadas en solidaridad
con el Paro por los trabajadores, maestros, estudiantes, trabajadores de
la salud y otros sectores populares de las ciudades han sido también
masivas en muchas capitales de departamento y muestran una reactivación
del movimiento social que rechaza las políticas neoliberales y
anti-populares del gobierno.
LA ESTRATEGIA DEL GOBIERNO
La principal estrategia del gobierno
ha sido de tipo militar y policivo. Se militarizaron las principales
vías del país y se le ha dado un tratamiento de guerra a la protesta
social. Desde antes de comenzar las jornadas de movilización agraria el
gobierno se dedicó a atemorizar a la población anunciando un “operativo
contundente” a cargo del ejército y la policía.
Esta estrategia ha consistido, por un
lado, en bloquear los desplazamientos campesinos impidiéndoles llegar a
carreteras troncales. Por otro, cuando existen concentraciones masivas
arremeten con fuerzas del ejército y policía (ESMAD) contra la población
movilizada con todo tipo de armas, perdigones, gases lacrimógenos desde
tierra y aire, destruyendo sus “cambuches” y demás elementos como
útiles de cocina y comida. En ese proceso detienen dirigentes y
manifestantes, y empadronan ilegalmente a los protestantes con la
intención de intimidarlos.
Además, ha tratado de posicionar la
teoría de una supuesta “responsabilidad social de las protestas”. Ahora
la culpa de que se obstaculice el tráfico en una carretera no depende
del gobierno que con su incapacidad e incumplimientos obliga al pueblo a
protestar, sino que está en el movimiento social. Es una teoría sesgada
y peligrosa que hay que enfrentar. Los hechos demuestran la viabilidad y
justeza de los bloqueos. El gobierno lo está demostrando cuando sólo
llama a negociar a quienes han cerrado carreteras con contundencia y
fuerza.
Otra estrategia ha sido negociar por
separado con algunos sectores sociales comprometidos para desvincularlos
del Paro. Por ejemplo, con promesas y dádivas logró dividir al gremio
de los camioneros, aislando a la Asociación Colombiana de Camioneros
ACC, que representa la tercera parte del potencial de carga en el país.
De igual manera procedió con los indígenas del Cauca agrupados en el
CRIC, prometiéndoles recursos para adquisición de tierras y otros
proyectos. Así mismo, consiguió la desvinculación del paro del
movimiento cafetero del Huila.
Siguiendo esa línea, con la
colaboración de gobernadores, alcaldes y parlamentarios santistas, el
gobierno ha intentado montar mesas regionales y locales de negociación,
tratando de deslegitimar las direcciones nacionales del movimiento. En
esa trampa han caído algunos dirigentes que, o están desorientados o
quieren conscientemente hacerle el juego al gobierno.
LA SITUACIÓN PARTICULAR DEL SECTOR CAFETERO
En cuanto a la escasa fuerza mostrada
por el sector de caficultores en el Paro Nacional Agrario, se pueden
mencionar varias causas objetivas y otras que tienen un carácter
político en la dirección del movimiento. Entre las causas objetivas se
pueden mencionar las siguientes:
- Entre algunos sectores
cafeteros que participaron en el paro de febrero-marzo quedó la
sensación de que la negociación había sido muy floja frente al tamaño
del esfuerzo realizado. Ello puede haber desmotivado a dichos sectores a
participar nuevamente.
- El pago del PIC (Protección
al Ingreso Cafetero) obtenido en el anterior paro benefició
principalmente a caficultores medianos y grandes, lo cual puede haberlos
satisfecho parcialmente. Además, el gobierno nacional se apropió
hábilmente de ese logro, presentándolo por los medios de comunicación
como si fuera una iniciativa propia de su administración.
- La época de cosecha en los
departamentos del eje cafetero y en el Huila ya está encima y ello es
una preocupación material ya que el café no da tiempo una vez se madura.
- La intransigencia demostrada
por el gobierno en el Paro del Catatumbo, y lo dilatado y desgastante de
ese conflicto puede haber atemorizado a amplios sectores de
caficultores y desanimarlos de participar en la nueva jornada.
- Los pequeños productores de
café, que eran los más afectados por el no cumplimiento del pago del
PIC, al no tener el respaldo material de los caficultores medios y
grandes, y sobre todo de los comerciantes de los pueblos y ciudades que
salieron golpeados económicamente del anterior paro, no tenían
materialmente como sostenerse durante el nuevo movimiento.
- Hubo muy poco tiempo de
preparación entre la fecha que se acordó el paro en Armenia y la fecha
de su realización. Éste tipo de esfuerzos requieren de más tiempo para
clarificar dudas, sustentar razones, aglutinar fuerzas y preparar
logística.
Desde el punto de vista político pueden señalarse los siguientes aspectos:
- El movimiento cafetero no ha
construido un pliego que combine la solución de emergencia a las
necesidades inmediatas con una propuesta que contemple el problema
central de la caficultura colombiana que es su incapacidad para
sobrevivir en las actuales condiciones de competencia y monopolio del
mercado mundial del café procesado, tostado y soluble. Para la mayoría
de caficultores su viabilidad económica hacia el futuro está en
entredicho.
- La ausencia de una propuesta
político-estructural llevó a que en el pliego y negociación del paro de
febrero-marzo se le diera una prioridad desmedida al tema del precio,
descuidando aspectos tan importantes como los precios de los
fertilizantes e insumos, los créditos bancarios, las importaciones y el
impacto de la minería en regiones cafeteras.
- Se envió un mensaje a la
población en general de que los caficultores luchaban por intereses
estrictamente sectoriales, lo que el gobierno ha aprovechado para tratar
de aislar y debilitar el movimiento. Ha faltado un discurso más
político que confronte las ganancias de los sectores financieros y los
grandes monopolios capitalistas protegidos por el gobierno frente al
aporte histórico que han realizado los caficultores colombianos a la
economía nacional.
- Ese espíritu “economista” ha
impedido que Dignidad Cafetera y las demás “dignidades” agrarias
realizaran esfuerzos por coordinar la lucha de los productores
agropecuarios con el resto de organizaciones campesinas del país. Ha
existido también una especie de actitud “sobradora” frente a los demás
sectores organizados que se querían concertar para realizar un Paro
Nacional Agrario de impacto contundente y amplio.
- A nivel organizativo se puede
observar una conducta demasiado “flexible” y algo oportunista frente a
algunos políticos tradicionales que están en campaña, y que como en el
caso de Orlando Beltrán en el Huila, propiciaron acuerdos por separado
con el gobierno sin respetar las decisiones nacionales. Esa estrategia
que está dentro de la visión de “ganarse a la burguesía nacional” no
sólo se ha presentado en ese departamento y puede haber confundido a las
bases cafeteras sobre los reales objetivos del paro.
- Después del paro cafetero de
febrero-marzo se cayó en cierto triunfalismo que llevó a magnificar las
fuerzas y sobreestimar la verdadera capacidad organizativa. No se tuvo
en cuenta que el gobierno podía jugársela para “medirle el aceite” al
movimiento y desgastar la lucha, tanto de los cafeteros organizados en
Dignidad Cafetera como de los sectores políticos comprometidos con el
apoyo al paro.
LA COYUNTURA Y EL FUTURO
Lo indiscutible es que el gobierno
–hasta ahora– ha podido sobreaguar ésta crisis. Por medio de la amenaza,
la represión, la desinformación y la “cooptación” de algunos sectores
agrarios y populares, el gobierno ha podido manejar el conflicto y
evitar un golpe político de mayor calado.
No sabemos qué otras reservas tenga el
movimiento social para forzar una negociación digna a nivel nacional y
lograr la superación positiva de ésta etapa de lucha. El gobierno
intenta por todos los medios negociar con los productores de Boyacá y
Nariño en mesas separadas, desconociendo las coordinaciones nacionales.
Ese será el pulso que definirá la salida de la coyuntura actual.
Sin embargo los problemas son de
carácter estructural y van a seguir mellando y carcomiendo la economía
de amplios sectores de la población, no sólo agrarios y del campo, sino
de todos los sectores sociales subordinados. El impacto de las políticas
económicas neoliberales, especialmente de la aplicación de los TLCs.,
la reforma tributaria, la entrega de recursos naturales (incluida la
tierra) a transnacionales extranjeras y “nacionales”, el impacto de la
mega-minería y demás proyectos energéticos, todo y mucho más, está
obligando al pueblo colombiano a organizarse y prepararse para nuevas
jornadas en donde salgamos unidos a la lucha, ya no con pliegos de
peticiones sectoriales sino con consignas políticas de mayor calado para
todos los explotados de Colombia.
La experiencia de juntar necesidades
sectoriales y elaborar pliegos de exigencias aparentemente más
integrales pero todavía dentro de un espíritu “economista”, debe ser
revisada y revaluada. Es el régimen político y el modelo de desarrollo
el que tiene que ser enfrentado y cambiado, y para ello debemos aprender
de nuestros errores y rectificar. Menos sectorización y
compartimentación de las luchas sociales, más integración y
coordinación, debe ser una de nuestras metas.
La gran experiencia de éste paro
agrario que está en desarrollo es que nuestro pueblo ha venido elevando
su nivel de comprensión de los problemas y está decidido a luchar. Hay
que ver como hasta el campesino lechero más sencillo tiene claro que
para poder sobrevivir como productores tienen que forzar al gobierno a
“renegociar los TLCs”. De él, debemos aprender.
De igual manera, las consignas y
arengas que debemos construir hacia el futuro deben ser más unificadoras
y educadoras. Las tareas que tenemos por delante nos comprometen a
elevar el nivel político de nuestras luchas hasta llegar a emular a
nuestros antecesores y poder gritar con toda nuestra fuerza: ¡Viva el
pueblo! ¡Abajo el mal gobierno!
Fernando Dorado
Vía:
http://www.elciudadano.cl/2013/08/25/79644/colombia-la-fuerza-e-impacto-del-paro-nacional-agrario/
http://www.elciudadano.cl/2013/08/25/79644/colombia-la-fuerza-e-impacto-del-paro-nacional-agrario/
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