“Desde que
llegaron los transgénicos en el sistema alimentario, el acceso a la
comida ha bajado, porque la producción ha bajado, la biodiversidad se ha
reducido, y lo mas importante es que el componente humano de este
sistema industrial ha bajado”. Vandana Shiva
En estos momentos, las corporaciones
productoras de semillas transgénicas presionan al gobierno mexicano para
obtener permisos de siembra comercial de maíz genéticamente modificado
en millones de hectáreas de Sinaloa, Tamaulipas, Chihuahua, Coahuila y
Durango. ¿La Secretaría de Agricultura (SAGARPA) será suficientemente
irresponsable como para otorgárselos? No nos extrañaría. El Estado
mexicano ha permitido desde hace varios años la entrada de semillas
transgénicas al país, como denunciaron l@s asistentes a la pre-audiencia
del Tribunal Permanente de los Pueblos (TPP) en Oaxaca.
Por su importancia para la cultura y la
alimentación de l@s Mexican@s, siendo México el principal centro de
origen de esta planta cultivada desde hace más de 9000 años, el maíz ha
sido nombrado como uno de los principales temas del TPP en su capítulo
México. El TPP es un tribunal ético internacional de carácter no
gubernamental, cuya misión es promover el respeto universal y efectivo
de los derechos fundamentales de los pueblos, de las minorías y de los
individuos. Está conformado por múltiples personalidades de reconocida
autoridad moral provenientes de diversos países, disciplinas y
horizontes ideológicos. Los días 26 y 27 de abril, en el marco de la
pre-audiencia sobre contaminación transgénica —es decir los preparativos
para llevar a cabo la audiencia general en la que se juzgará al Estado
mexicano, prevista en 2014— se reunieron en Oaxaca decenas de
representantes de pueblos indígenas, organizaciones campesinas y civiles
de todo el país, científicos, expertos e intelectuales para analizar y
denunciar los efectos culturales, económicos y ambientales que ha
causado esta contaminación. La pre-audiencia fue convocada por más de 40
organizaciones que conforman el Espacio Estatal en Defensa del Maíz
Nativo de Oaxaca y la Red en Defensa del Maíz, donde participan más de
1200 comunidades. Juntos, empezaron a formular las demandas contra el
Estado mexicano por su (ir)responsabilidad en la contaminación de los
maíces criollos, como resultado de leyes y políticas públicas que buscan
deliberadamente subordinar la agricultura mexicana a los intereses de
un sistema agro-industrial mundial.
Contaminación programada
La contaminación transgénica de maíces
nativos fue comprobada en septiembre del 2001 cuando Ignacio Chapela y
David Quist, científicos de la Universidad de Berkeley, detectaron
maíces contaminados en varias comunidades de la Sierra Norte de Oaxaca y
en Puebla. En entrevista Chapela comenta : “nos causó mucha
sorpresa a todos porque no se esperaba que estuviera aquí, no debería de
estar aquí, en esta época era completamente ilegal sembrar transgénicos
en México y los cultivos más cercanos pues estaban en Estados Unidos”.
Otras investigaciones confirman los hechos y revelan que la
contaminación se ha extendido en Morelos, Durango, Chihuahua, Estado de
México, San Luis Potosí, Puebla, Tlaxcala y Veracruz. Según los
académicos, la introducción de semillas transgénicas originarias de los
Estados Unidos se ha venido realizando con el apoyo del gobierno
mexicano, por medio de sus tiendas departamentales. Chapela aclara que “el
sistema de gobierno y el sistema de distribución en México estaba
consciente y sabia que se estaban difundiendo estos materiales
transgénicos”. En ese sentido, Ana de Ita responsabiliza a las
tiendas Diconsa —la extinta empresa para-estatal de abasto popular en
zonas rurales—, quien importaba maíz a través de Archer Daniels Midland
(ADM), vinculada a Novartis, y lo distribuía en sus más de 23 mil
tiendas en todo el país sin ningún etiquetado. Por otra parte, el
gobierno mexicano autorizó en 2009 la siembra experimental y la siembra
piloto de transgénicos en varios estados del norte de la república. Son
estas mismas corporaciones que desarrollaban cultivos “esperimentales”
–Monsanto, Dupont-Pioneer, Dow– las que ahora presionan al gobierno para
obtener los permisos de siembra comercial.
Jugar con fuego
Elena Álvarez-Buylla, coordinadora del
Laboratorio de Genética Molecular del Desarrollo y Evolución de Plantas
de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), explicó que el
maíz es una planta de polinización abierta y que por lo tanto la
expansión de los transgénicos en el país también se ha dado de manera
natural. Según los expertos que acudieron a la pre-audiencia, tales como
Silvia Ribeiro o Ignacio Chapela, el maíz nativo no puede coexistir con
el transgénico. A pesar de las promesas de las autoridades, las
transnacionales y los científicos pro-transgénicos, es imposible
restringir los cultivos de transgénicos a áreas específicas de
conservación.
La imposición del maíz transgénico
representa un riesgo para el ambiente y la población. Recientemente, una
investigación encabezada por el francés Gilles Eric Séralini demostró
que las ratas alimentadas con maíz transgénico desarrollan mayor
propensión al cáncer. Decenas de estudios científicos demuestran que
liberar los experimentos transgénicos al ambiente es como jugar con
fuego [1]. En Oaxaca, los científicos también aportaron casos de estudio locales. “Hay una diversidad impresionante de deformaciones que hemos encontrado”, declaró Flor Rivera, Integrante del Centro de Estudios para el Cambio en el Campo Mexicano (CECCAM). Por ejemplo, “encontramos
un jilote que medía como dos metros. En la punta de este jilote tenía
—en lugar de pelos de elote— un tipo de espiga. En la punta de esta
espiga —que no debía de ser espiga— hojas. O sea, esta planta de maíz
estaba totalmente anormal, desformada y por supuesto no produce nada, no
te va a dar ningún grano”.
Los trangénicos prometen mayor
productividad… para las empresas semilleras. A largo plazo, lo único que
garantizan es la reducción de la diversidad en la alimentación, cambios
de uso del suelo —de la milpa al monocultivo— y acaparamiento de las
tierras para la siembra a gran escala. Para muchos ponentes, este modelo
de desarrollo implica el aniquilamiento de la autonomía de los
productores. En entrevista, Vandana Shiva, ganadora del premio Nobel
alternativo, invitada de honor en el TPP, nos comenta que “desde que
llegaron los transgénicos en el sistema alimentario, el acceso a la
comida ha bajado, porque la producción ha bajado, la biodiversidad se ha
reducido, y lo mas importante es que el componente humano de este
sistema industrial ha bajado”.
El maíz transgénico no ofrece ninguna
ventaja para los campesinos ni para el pueblo en general. Sin embargo,
el Estado mexicano al servicio de la grandes productoras de semillas, se
ha empeñado en reformar las leyes a su favor. Desde los años ochenta,
el Estado avanzó en las reformas estructurales que los organismos
internacionales le exigieron “como vía corta hacia la modernidad”,
iniciando una liberalización unilateral del sector agropecuario. Un
paso agigantado fue la firma del Tratado de Libre Comercio de América
del Norte (TLCAN), que según Ana de Ita “institucionalizó el modelo económico neo-liberal y pretendió darle un carácter definitivo e irreversible”.
La aplicación del TLCAN impidió a cualquiera de los tres países
firmantes restringir el manejo, transporte y empaquetado de alimentos
transgénicos, mediante la adopción del “principio de equivalencia
sustancial”, que implica que “un alimento o componente alimenticio
nuevo es sustancialmente equivalente a un alimento o componente
alimenticio ya existente y puede ser tratado de la misma manera”.
Siendo el primer Tratado que asocia como iguales a dos países
desarrollados y a uno subdesarrollado, el TLCAN desfavoreció
particularmente a México, quien empezó a importar sus alimentos de los
países nórdicos. Para colmo, las decisiones del propio gobierno mexicano
profundizaron la brecha : aunque se contaba con un plazo de 15 años
para liberalizar por completo el comercio del maíz, éste permitió la
entrada de importaciones por arriba de la cuota y sin arancel. En muy
poco tiempo los precios del maíz disminuyeron en un 50% (no así los
precios al consumidor) y aumentó la competencia de manera tremenda para
los campesinos mexicanos. Al contrario de sus homólogos gringos, los
campesinos mexicanos sufrieron el desmantelamiento de los programas de
apoyo al campo y, con la reforma al artículo 27, se atentó contra sus
derechos colectivos. Sus tierras, en cambio, quedaron al asecho de la
inversión capitalista.
Cruzada transgénica contra los hambrientos
En el foro oaxaqueño se expusieron un
conjunto de leyes que acompañan al nuevo modelo de producción
agro-industrial. Por ejemplo, se habló de la Ley federal de producción,
certificación y comercio de semillas, aprobada en 2007, que estipula que
toda semilla debe ser autoproducida o adquirida en el mercado. Eso
significa que el intercambio tradicional pasa a ser… ilegal. Según
Antonio Turrent, investigador y Presidente de la Unión de Científicos
Comprometidos con la Sociedad, cada semilla tiene que estar registrada,
excluyendo de facto a la mayoría de los campesinos. De este
modo, 70% de las semillas usadas e intercambiadas en la actualidad son
ilegales por no estar registradas. Resulta increíble que las 62 razas y
miles de variedades que se han desarrollado gracias al intercambio de
saberes campesinos tengan que ser sometidas a certificados de propiedad
intelectual y que, al mismo tiempo, las autoridades promuevan el cultivo
y la comercialización de semillas de laboratorio con sus paquetes de
agro-tóxicos.
En el dictamen final, Camila Montesinos, Gustavo Esteva y Joel Aquino resolvieron que “se
trata ante todo de controlar el mercado de semillas en México, que
representa 200 000 mil toneladas y 1,200 millones de dólares al año”. Según los dictaminadores “los
poderes constituidos han empleado sus facultades para desmantelar las
leyes y disposiciones que protegen la soberanía y el territorio, lo
mismo que los derechos de los campesinos, a fin de acomodarlas a los
intereses de corporaciones privadas y entidades extranjeras. Las
políticas y programas que han aplicado están claramente en contra de los
intereses campesinos y a favor de las mismas corporaciones”.
Enmarcando el debate en el contexto actual, Joel Aquino, otro de los
dictaminadores del tribunal, acusó a la Cruzada Nacional contra el
Hambre promovida por Enrique Pena Nieto: es el “nuevo engaño” del
gobierno mexicano para acabar con el cultivo tradicional en las
comunidades de todo el país. Para Silvia Ribeiro, se trata de una
“cruzada transgénica contra los hambrientos”. Para la investigadora todo
va de la mano: “es un proyecto de apropiación, desde las semillas
hasta lo que comemos. Buscan reemplazar lo que comemos por lo que nos
quieren vender”
¡Sin Maiz, No hay Pais !
El maíz es la base de la alimentación
diaria de la mayor parte de la población mexicana. El maíz no solo es un
alimento, es la raíz de una forma de vida, una relación milenaria del
hombre y la mujer con la tierra. “Es nuestra Madre el Maíz porque es
ella es la que nos da la vida, y nosotros somos también parte de ella.
Entonces somos una familia, que somos parte de ella y ella es parte de
nosotros”, nos comentó un representante Huichol proveniente del Estado de Jalisco. “El
maíz para nosotros no es cualquier alimento nada más que está en el
campo, que se puede cultivar, que se puede vender, que se puede
intercambiar, sino que es una esencia y un espíritu”. El cultivo
del maíz es la vida de millones de campesinos. Su defensa significa
desde luego una forma de luchar por su propia seguridad alimentaria. Más
allá, como lo precisa Flor Rivera, “México es el centro de origen del maíz”, que a su vez es “el segundo alimento más importante del mundo”.
Por ende, la defensa del maíz mexicano no sólo apela unicamente al
ámbito nacional sino a todo el planeta. Como dice Chapela, “no sólo
se trata de Oaxaca o de México sino que es un problema que se tiene que
resolver aquí para el mundo. Es un problema en realidad global”.
Preservar el maíz nativo y los saberes ancestrales vinculados a él, como
por ejemplo la milpa, significa continuar enriqueciendo a la humanidad
en términos de seguridad y de diversidad alimentaria. “La
agricultura industrial depende del monocultivo y siempre nos han dicho
que produce más comida, pero si hacemos un calculo aproximado, tal vez
solo el Midwest de los EEUU produce cuatro veces el maíz. Pero aquí, en
Oaxaca, el maíz con los frijoles, la calabaza, los plátanos, los mangos,
y todos los demás alimentos producirían diez veces más”, concluye Vandana Shiva.
Los expertos insisten en la fuerza
genética de los maíces nativos y su capacidad de aguantar condiciones
difíciles o imprevistas. En su ponencia, Antonio Turrent explicó que en
zonas con suelos y climas áridos, las razas nativas de maíz son las
únicas que pueden resistir. Así, en cinco de las ocho millones de
hectáreas dedicadas al maíz en México, no podrían funcionar las semillas
transgénicas. El científico declaró que al adaptarse mejor que el maíz
de Monsanto a climas extremos, el maíz nativo es crucial ante el
calentamiento global. Un centro de origen representa una reserva para el
planeta, y “si lo dañas, estás matando la posibilidad de poder
salvar otros cultivos, de tener la solución. Si dañas la reserva
genética, tienes un problema a nivel mundial, y somos centro de origen”, admitió Flor Rivera.
La defensa del maíz nativo es necesaria y urgente. Según Ignacio Chapela, “ya es tarde” pero “no es imposible hablar de una recuperación aunque han pasado ya muchos años desde que se inició la contaminación”.
El científico hace hincapié en la necesidad de preservar las formas
originarias de cultivo y los saberes ancestrales de los pueblos. “Si
se promoviera la plantación de variedades criollas y el cultivo en
milpa, el cultivo campesino en sus diversas variedades, podría empujar
otra vez al material transgénico fuera de la ecología de nuestros
paisajes”. Hay esperanza.
2013
Año de resistencia contra el maíz transgénico
y en defensa del maíz nativo de Oaxaca y todo el territorio mexicano
de la vida y autonomía de los pueblos del maíz
Para mas información respeto al la Pre-audiencia y a la defensa del Maíz, puedes buscar en :• El blog de la Pre-audiencia nacional “Contaminación Transgénica del Maíz Nativo”: http://maiznativodeoaxaca.wordpress.com/
• Facebook: Espacio Estatal del Maíz Nativo de Oaxaca
• Twitter: @MaizNativoOaxaca
Notas
[1] El sitio México libre de transgénicos (mexicolibredetransgenicos.org) refiere los siguientes estudios: “El polen del maíz Bt daña a las mariposas“,”Se ha descubierto un gen viral oculto en cultivos GM“; “El glifosato tiene efectos negativos sobre patógenos potenciales y sobre la micorbiota beneficiosa para las aves in vitro“; “Las plantas transgénicos bt se descomponen menos en el suelo que las no bt. Se han encontrado tóxinas de transgénicos en bebés aún no nacidos“, “El maíz transgénico bt resulta letal para larvas de catarinas y otros insectos no blanco“; La combinación del herbicida Roundup y maíz tolerantes a glifosato desarrollan toxicidad por consumo a largo plazo“; “Nuevos
estudios se enfocan en nuevos indicios de toxicidad por consumo de
alimentos transgénicos en animales y humanos. Dicha información debe de
ser tomada en cuenta por las autoridades correspondientes de dicho país“; “El glifosato tiene efectos teratogénicos y genotóxicos“.
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