viernes, 13 de abril de 2012

Costa Rica.. El Enemigo Principal Por: Alvaro Montero Mejía

Breve exámen de las fuerzas que hace posible la entrega de Costa Rica a manos ajenas
Amigos y amigas, compañeros y compañeras:
Aunque esta publicación contiene el exámen de numerosos elementos de la coyuntura política actual, nuestro principal objetivo es colaborar con los dirigentes sociales, culturales, sindicales, políticos y espirituales de Costa Rica, aportarles elementos a los hombres y las mujeres que aman nuestro pequeño país, en su ardua labor por defender las conquistas democráticas que el pueblo ha alcanzado con enorme esfuerzo y sacrificio.
El proceso de desintegración y liquidación de todas estas conquistas, están a punto de concluir. Si lo permitimos, las generaciones futuras tendrán derecho a reclamarnos no haber actuado con la firmeza y la lucidez necesarias para impedirlo.
Sabemos que la unidad de las fuerzas políticas y sociales capaces de recuperar la Patria, es una tarea compleja. Pero no todo está perdido.
Doy las gracias a las organizaciones y personas que han hecho posible la edición y publicación de este trabajo.
Alvaro Montero Mejía
Curridabat. Abril de 2012
COSTA RICA: EL ENEMIGO PRINCIPAL
En Costa Rica, el neoliberalismo ha llegado hasta una etapa particularmente avanzada. Aunque este no puede ser fácilmente definido en virtud de sus múltiples manifestaciones, podemos decir que corresponde a un período enteramente nuevo del desarrollo del capitalismo contemporáneo y que resume tres circunstancias históricas cualitativamente diferentes que detallamos:
  • La derrota del socialismo real como sistema mundial, con todas sus consecuencias;
  • La aparición del mundo unipolar y  unisistema, que lleva a la construcción, en el seno del capitalismo desarrollado, de un sistema financiero, una economía y un comercio mundiales conocidas bajo el común denominador de globalización.
  • El desarrollo de la nueva revolución científica y tecnológica y sus prodigiosas aplicaciones prácticas.
Ningún país, ni siquiera aquellos que han alcanzado un alto grado de desarrollo, puede sustraerse a los efectos y consecuencias de este proceso. De este modo, los cambios y consecuencias sociales y económicas que conlleva la introducción de este sistema, no se producen de igual manera y con la misma secuencia en los países que sufren sus efectos. Podemos decir que todos sufren los efectos de la globalización, pero que todos la sufren de distinta manera.
Es por eso que en Costa Rica estamos obligados a examinar de manera concreta, cuáles han sido sus efectos particulares y cuáles son las consecuencias económicas y políticas de su instauración; debemos examinar y saber que clases sociales y fuerzas políticas, locales e internacionales, han sido directamente responsables de su introducción y aplicación y cuáles han sido las modificaciones centrales introducidas en la economía y la política locales.
Este examen, realizado de manera pormenorizada y sistemática, está pendiente. Pero es inevitable estudiar, aunque sea parcialmente, algunos de sus efectos más importantes y decisivos. Porque en términos generales, el neoliberalismo en Costa Rica inicia la destrucción sistemática del Estado Social de Derecho y de Servicio Público, como la mayor conquista democrática en nuestra historia.
La fuerza política local que encabeza este proceso, es el Partido Liberación Nacional, bajo el mando y dirección de connotados políticos y economistas. Para llevar adelante esa tarea, el PLN contribuye a fundar y posteriormente subordina, al Partido Unidad Social Cristiana, y de este modo construye esa estructura política local que conocimos bajo el nombre de bipartidismo.
El PUSC no llegó a constituirse como un verdadero partido de oposición e incluso coparticipa, activamente, de algunos de los cambios económicos y sociales más irritantes y reaccionarios de la economía nacional, tales como la aprobación y aplicación de los PAEs, la liberalización de las leyes bancarias junto al impulso de un sector bancario privado, puntal de una oligarquía financiera local completamente sujeta a los intereses de las corporaciones transnacionales, principalmente estadounidenses.
Paradójicamente desde su nacimiento durante el gobierno de don Luis Alberto Monge, el Partido Unidad Social Cristiana, PUSC, se comportó como un partido de raíz conservadora, estrechamente vinculado con los sectores oligárquicos y en muchos casos, dejando que fuera el PLN quien asumiera el papel de “partido progresista”.
De este modo los fundadores de ese partido negaron la extraordinaria tradición patriótica y transformadora del viejo Partido Republicano, responsable directo de la reforma social de los años 40, realizada gracias a la alianza del doctor Rafael Ángel Calderón Guardia con el preclaro arzobispo católico Monseñor Víctor Manuel Sanabria Martínez y con el líder y fundador del Partido Comunista Licenciado Manuel Mora Valverde.
Con facilidad se puede demostrar que, puestas a un lado notables excepciones de dirigentes y diputados, el viejo PUSC le sirvió al PLN para completar el apoyo político y legislativo a las modificaciones legales y constitucionales que le urgían al PLN para instaurar el proyecto neoliberal. Quizás ahora, al borde de la desintegración, sus principales dirigentes le presten atención a esa magnífica tradición reformista que insertó al calderonismo en el alma nacional.
El ataque directo que el PLN encabeza, con las herramientas conocidas, contra los Expresidentes Calderón Fournier y Rodríguez Echeverría, motivado por urgencia de Oscar Arias de limpiar de opositores el camino hacia su nueva e inconstitucional elección como Presidente, hace añicos esta alianza de más de casi 30 años, lo que paradójicamente contribuye al espectro de la oposición al PLN; hablamos del PAC.
Ya habrá tiempo de reseñar con mayor detalle el proceso de recomposición de la política doméstica y el empeño de ese novel sector dominante que hemos llamado “la nueva oligarquía”, para que el PAC actúe con la docilidad y la orientación con que actuaban los componentes del bipartidismo.
Aún con las particularidades y características de este nuevo partido, donde se han puesto de manifiesto algunas posiciones patrióticas y anti oligárquicas, no ha logrado aún convertirse en una fuerza de ruptura, orientada por la tarea fundamental de nuestro tiempo que es derrotar el neoliberalismo. El PAC ha sido una fuerza esencialmente positiva. Ha contribuido a sanear la acción política del país y le ha abierto un importante espacio a amplios sectores sociales democráticos y progresistas. En estos días, ha dado un gran paso adelante con la creación de la “Alianza por Costa Rica”, que rompe la hegemonía parlamentaria del PLN y reformula la agenda política que estaba encaminada a culminar el proyecto neoliberal y finiquitar la entrega de Costa Rica.
Entra en juego don Otton Solís
Es a partir de este punto, cuando el Dr. Ottón Solís, fundador y máximo dirigente del Partido Acción Ciudadana, inicia y expresa a través de distintos medios y con distintos argumentos, una actividad orientada a quebrar la “Alianza por Costa Rica”, como esfuerzo de unidad parlamentaria orientada a desplazar al Partido Liberación Nacional, PLN, del control de la Asamblea Legislativa. Su evidente disgusto apela permanentemente a la naturaleza ética de algunos de los aliados, a quienes invalida para ser aliados del PAC.
El comportamiento y las expresiones del doctor Solís eluden por completo un juicio crítico sobre el PLN, como la fuerza política que es la principal beneficiaria de su esfuerzo por destruir la Alianza; confunde lo principal con lo accesorio y se arroga el derecho de ser juez universal de las personas de carne y hueso.
Debemos aceptar que la política la hacen seres humanos concretos y que es posible que éstos traigan a sus partidos y a sus actividades sociales, los vicios y los errores que manifiestan en sus vidas. Pero la primera pregunta debería ser ¿Que Sínodo o Concilio le otorgó a Don Ottón la potestad o la atribución para juzgar y decidir, persona por persona, quién es y quien no es, apto para ser aliado de su Partido y en virtud de esa alianza, contribuir a frenar los desmanes y acciones de la fuerza política precisamente responsable de la introducción en gran escala de la corrupción en la vida política nacional?
¿No tiene pecados personales Don Otton Solís? ¿Jamás ha cometido un acto impropio? ¿Paga siempre y sin fallar los impuestos correspondientes a su actividad profesional o personal y en las municipalidades, consta la permanente y cumplida revalorización de sus propiedades? Si la ética personal y la ética política son sinónimos ¿Estará calificada para conducir el país una persona que además de posibles errores, es temperamental, desconsiderada y grosera con sus subordinados, o incapaz de darle las gracias a quienes le han ayudado a obtener un importante triunfo electoral?
¿Será entonces que en el futuro, ante la inmensa y compleja tarea de unir fuerzas para frenar la corrupción que verdaderas mafias han introducido en la vida pública del país y recuperar las reformas democráticas fundamentales de la historia nacional, reformas que fueron obra de muchos partidos, incluido por supuesto el viejo PLN, habrá que pedirle permiso a Ottón Solís para que señale con el dedo y diga quién sirve y quien no sirve para cumplir esa magna tarea?
¿No es precisamente Su Santidad el Papa, quien en estos mismos días ha llamado insistentemente al perdón y la reconciliación?
Intentaremos examinar las consecuencias políticas del método que nos propone Ottón Solís para actuar en la política.
El debate político como debate de ideas
Permanentemente, ciudadanos de todas las clases y grupos sociales nos plantean abiertamente la pregunta sobre el futuro de Costa Rica. Existe un sentimiento generalizado de que el país se mueve sin objetivos claros porque nadie, ni los partidos políticos y sus principales voceros, ni los intelectuales, ni las organizaciones sociales de distinta naturaleza, saben a ciencia cierta hacia dónde marcha país y cuál es el rumbo que debemos tomar. Se intentan muchas explicaciones pero las preocupaciones y dudas subsisten. Parece urgente una respuesta que esté enmarcada en fundamentos de racionalidad y un análisis político objetivo y certero.
En el Movimiento Dignidad Nacional que encabeza el Lic José Miguel Corrales B. tratamos de elaborar las preguntas más pertinentes y examinar colectivamente, los criterios y opiniones plurales de las fuerzas sociales que componen nuestro movimiento. Aclaro de paso que el presente documento no compromete en absoluto al grupo ciudadano que menciono.
El esfuerzo de Dignidad Nacional es de naturaleza esencialmente político, porque limitarse al aporte de soluciones que no se traduzcan en propuestas nacionales y realizables desde las estructuras del poder, es una labor inútil. De modo que no basta con aprobar listas de tareas o programas de lucha como un simple catecismo lleno de buenas intenciones. Tampoco se trata, como expresara el experimentado dirigente social Carlos Luis Chacón, de la elaboración de un pliego de peticiones,  sino de luchar por abrir la perspectiva de la conquista del poder político, para ponerlo en las manos de los grupos, clases y fuerzas sociales capaces de controlar y conducir el aparato del Estado y realizar con el pueblo, las transformaciones urgentes.
En sentido general, se supone que esta debe ser la tarea de cualquier organización político-electoral con vocación patriótica y transformadora.
Juicios personales y juicios políticos
Desgraciadamente en política nacional, es frecuente que las alusiones críticas al comportamiento de los funcionarios o las personas con relevancia en la vida pública, sean recibidas como agresiones y hasta cómo insultos personales. Por ejemplo ahora, hemos decidido externar nuestro desacuerdo con los planteamientos  y las repercusiones políticas de lo que dice y hace Don Ottón Solís. Él ejemplifica el comportamiento y las tesis que consideramos equivocadas e incluso dañinas para el logro de la propuesta original del PAC, empeñado en construir una oposición política que le devuelva las esperanzas perdidas al pueblo de Costa Rica.
Con nuestras líneas y opiniones, podríamos resentir a alguien, pero no lo deseamos. Es más bien todo lo contrario. La dureza de las expresiones y el debate político, por encarnizado que sea, debe conducir a unir y no a dividir, aunque algunas veces es inevitable provocar fricciones. Sabemos que es muy difícil sostener los debates y las críticas dentro de un marco estrictamente político, sin aludir al comportamiento personal de los involucrados, a sus preferencias, sus vicios, sus actitudes, sus virtudes o sus ambiciones personales.
En la actividad política los actores siempre buscan algo, por lo que sus actos tienen propósitos, rectos o torcidos, ocultos o explícitos. Criticar en política es pues, criticar a la persona que confrontamos. Además, es una labor complicada y a veces imposible, criticar solamente las ideas, porque en la política las ideas están directamente vinculadas con la actividad práctica, junto a personas y grupos de pensamiento. No se puede, en la política, ser noble o ruin, si nos basamos únicamente en las palabras. Para calificar, es necesario referirse a los hechos, a los actos concretos de los actores.
Fueron en primer lugar las ideas y junto a ellas la acción de las masas populares  y la aparición providencial de grandes conductores sociales que las hicieron posibles, quienes le dieron a Costa Rica la connotación de un país donde la democracia ha tenido ondas raíces políticas, sociales y económicas. Muchos de estos grandes conductores tuvieron considerables fallas humanas, quizás más de las que pensamos o que sabemos, o se aprovecharon de sus puestos de poder para favorecerse y favorecer a sus allegados.
Han sido algunos pocos como Vicente Sáenz, Joaquín García Monge, Manuel Mora, Jaime Cerdas, Arnoldo Ferreto, Carmen Lira, Carlos Luis Fallas, Monseñor Sanabria, Alvaro Montero Vega, Arnoldo Mora y otros, quienes han demostrado la posibilidad de convertir la actividad política en un acto de servicio permanente a la justicia social y a la verdad.
Ideas, corrupción e impunidad
No justificamos los vicios ni la corrupción de nadie. Simplemente decimos que la política no es un asunto de juicios inapelables ni la actividad de seres humanos puros y perfectos y menos una religión donde no existen ni los actos de contrición ni el perdón de los pecados. Pensamos nosotros que la peor forma de la corrupción política no es cometer un acto que pudiera eventualmente, ser sancionado penalmente. La peor forma de la corrupción política es traicionar los intereses de las colectividades, los intereses de los pueblos; la peor corrupción es engañar, mentir y servirse de la impunidad del poder, es utilizar enormes sumas de dinero sucio o interesado, para escalar posiciones electorales.
Las peores formas de la corrupción política son aquellas que no pueden ser alcanzadas o reprimidas por los órganos judiciales, porque no están tipificadas en un Código Penal. Son las acciones que consolidan el poderío económico y financiero de pequeños grupos oligárquicos y la peor de todas, la que les abren las puertas a los grandes intereses económicos, financieros y políticos de los imperios o que facilitan la venta de la Patria.
Desgraciadamente, en nuestro pequeño país se perdió desde hace muchos años la costumbre del debate político, fundado principalmente en las ideas, en los planteamientos, en las repercusiones sociales económicas que tienen o pueden tener las propuestas de los participantes. Costa Rica sería un páramo intelectual sin la participación de periodistas y pensadores críticos y alertados como Héctor Ferlini o Carlos Salazar, sin pensadores y analistas como José Luis Vega, Luis Paulino Vagas o Rogelio Ramos Valverde. Dichosamente hay muchos otros y otras.
En la política nacional, al final han quedado las ideas convertidas en instituciones, pero la politiquería les ha negado el alimento espiritual e intelectual que las hace crecer y sobre todo, que las defienda de los vendepatria que han decidido acabar con ellas.
La política dominante eliminó desde hace años la producción de ideas rectoras, eso que los sociólogos llaman “ideas fuerza”, capaces de movilizar la acción colectiva de los pueblos en procurar de realizaciones trascendentales. Durante más de 30 años, atravesados el oscuro período del bipartidismo. En esa etapa desapareció paulatinamente la tradición reformista con notables excepciones como la fundación del AyA y el Banco Popular.
El último gran debate de auténtica raíz ideológica y patriótica que se produjo en Costa Rica, fue el encarnizado combate cívico para evitar la aprobación del Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos. Fue la acción del pueblo y de algunos dirigentes y partidos, entre ellos el PAC, quienes enfrentaron a los grupos poderosos decididos a desbaratar, de una vez por todas, el proyecto social costarricense.
Ningún cronista o historiador podrá reseñar los acontecimientos de estos años, sin referirse a esa lucha que impregnó por entero la vida cívica del país, que conmovió las fibras intelectuales de inmensos sectores de la ciudadanía y que llegó hasta los últimos rincones de la Patria.
La descomposición del PLN
Sin embargo, para desgracia de nuestro pueblo, ésa batalla no hizo posible la aparición de una fuerza política unitaria y conductora. Aunque era posible, no se planteó la construcción de un gran Partido patriótico y pluralista, capaz de sumar a todas las fuerzas sociales con capacidad transformadora.
Esta tarea continúa pendiente. Porque sólo con una fuerza así, será posible recuperar la gigantesca energía cívica desplegada en la lucha contra el TLC, sin olvidar los combates cívicos que le antecedieron y plantearse con seriedad y determinación la recuperación de las conquistas democráticas, sociales e históricas que el neoliberalismo, encabezado por el Partido Liberación Nacional de Oscar y Rodrigo Arias, de José María Figueres y actores de menor rango, le ha arrebatado al pueblo costarricense.
El actual gobierno de Doña Laura Chinchilla,  hereda el peso enorme de la crisis moral y económica que llevaron a sus extremos los gobiernos de Figueres Olsen y los Arias. Nos parece que la principal preocupación de la Señora Presidenta es realizar un mandato decoroso en medio de enormes carencias materiales, de contradicciones evidentes y un equipo ejecutivo sin labor ni visión de conjunto. Pero al final, será ella la única responsable por responder o no, a las aspiraciones de honradez, justicia, bienestar y auténtica felicidad, de las grandes mayorías ciudadanas.
Debemos reconocer que aún permanecen dentro del PLN, muchos dirigentes de gran valía, de hombres y mujeres cuyo propósito es defender los intereses del país y las grandes mayorías ciudadanas. Pero su espacio de acción ha quedado sensiblemente reducido y se ven obligados a convivir con elementos de dudoso linaje.
Esta afirmación requiere un pequeño paréntesis. El Partido Liberación Nacional, fundado por José Figueres Ferrer  y otros distinguidos ciudadanos, construyó algunas de las obras fundamentales de la vida económica y social de Costa Rica. El PLN en su primera etapa, modernizó el Estado costarricense, fortaleció la Caja Costarricense del Seguro Social, la Universidad de Costa Rica y el Consejo Nacional de Producción, creó la Banca Nacionalizada, creó el ICE, abolió el ejército y es el principal responsable de la fundación de un Estado de Servicio Público.
Ese Partido Liberación Nacional dejó de existir. Ese Partido Liberación Nacional, en las manos de pequeñas minorías acaudaladas e insensibles, de economistas y políticos neoliberales y en no pocas oportunidades, en manos de elementos corruptos, es ahora una afinada maquinaria de demolición de valores cívicos e instituciones democráticas. El PLN existe de nombre, pero encargado, como veremos luego, de tareas por completo distintas a las que le dieron origen y prestigio.
La unidad de fuerzas contra el TLC
Como éste documento tiene como propósito principal hacer alusión a la unidad indispensable del pueblo para cumplir la tarea fundamental de nuestra época que es DEFENDER LA PATRIA y reconquistar las atribuciones del soberano que es el pueblo, digamos que esa novedosa forma de unidad de sectores y grupos sociales que se creó durante la lucha contra el TLC, fue posible porque ninguna visión sectaria, dogmática o anti unitaria, tuvo capacidad para  introducirse y crear diferencias insalvables.
Es innegable, como lo hemos escrito en otro ensayo, que los enemigos lograron insertar algunas ideas que le hicieron daño a la unidad de fuerzas y a su desempeño futuro. Pero la tarea de rectificar y enmendar errores está pendiente y es enteramente posible retomarla.
En la lucha contra el TLC estuvieron presentes todas las fuerzas y clases sociales, todos los grupos y banderías filosóficas, sociales y políticas, capaces de comprender que aquel tratado era el finiquito del proyecto atroz con que el neoliberalismo pretendía coronar la entrega de Costa Rica a manos ajenas.
Una pregunta se impone ¿si el sector más consciente y voluntarioso de la ciudadanía costarricense, avanzó en su conciencia y organización sin examinar diferencias ideológicas o de banderías políticas como no fueran las concepciones unitarias en defensa de la Patria y contra el ominoso TLC, por qué esas mismas fuerzas no podrían mantenerse unidas y sumar a miles de costarricenses más en la noble tarea de recuperar a Costa Rica?
Sabemos que la “Alianza por Costa Rica” integra componentes que no estuvieron contra el TLC. Pero debe quedar claro que, en estos momentos, ser parte activa de un proyecto de recuperación y transformación nacional, un proyecto de unidad con capacidad para vencer al actor principal del neoliberalismo y el entreguismo, no pasa por haber militado en las filas del NO al TLC.
Hoy por hoy, la actividad económica de nuestro pequeño país se encargará de demostrar los profundos e irreparables daños que el TLC está llamado a cumplir en ese proceso de desintegración social y económica instaurado por el neoliberalismo. Sentimos una gran pena cuando observamos a algunas cámaras o asociaciones de empresarios nacionales, celebrar el advenimiento del TLC, cuando en realidad ese tratado está destinado a hacerlos desaparecer como la clase impulsora del desarrollo nacional.
Voy a introducir como testigos y soportes de nuestra tesis, nada menos que a dos Presidentes de los EEUU, para quienes el comercio de alimentos y el comercio en general, están directamente vinculados a la prosperidad, al empleo y a la seguridad de los EE.UU. Para estos personajes, los TLC y su aplicación rigurosa, son una tarea política de primer orden para es super potencia. Veremos como la aplicación integral de los TLC, están en el centro de sus intereses vitales y urgentes, de modo que solo un ignorante o un villano, puede alegar que cumplen un papel como instrumentos de nuestro beneficio nacional.
El primero de ellos, George W. Bush, de infausta memoria, les cerró la boca a los ingenuos o malintencionados que hablan del impulso a la productividad agropecuaria y las ventajas que para nuestra agricultura tiene el TLC. En realidad, con su aprobación se ha iniciado la fase decisiva de la desintegración de la producción alimentaria nacional, el desamparo los agricultores y el gigantesco negocio de la importación de alimentos, generalmente sobrantes, provenientes de la producción agropecuaria de los EE.UU y amparados en las grandes cadenas comercializadoras como Wallmart.
Dijo Bush:
“es importante para nuestra nación… cultivar alimentos, alimentar a nuestra población. ¿Pueden ustedes imaginar un país que no fuera capaz de cultivar alimentos suficientes para alimentar a su población? Sería una nación expuesta a presiones internacionales. Sería una nación vulnerable. Y por eso, cuando hablamos de la agricultura norteamericana, en realidad hablamos de una cuestión de seguridad nacional”.
Hasta un sátrapa como Bush, es capaz de afirmar una verdad tan incuestionable y universal como esa. Lo que Bush no dijo, es que la autonomía alimentaria los EE.UU. está sustentada en decenas de miles de millones de dólares otorgados en subsidios a los agricultores, lo que provoca un enorme superávit de sobrantes alimentarios que, naturalmente, serán dirigidos a los mercados del Tercer Mundo y en primer lugar a los suscriptores de los TLC. Tampoco dijo nada del proyecto en marcha, por la conversión de alimentos en combustibles mientras una humanidad famélica no tiene que comer. Fidel lo llamó simplemente, “genocidio”.
Veamos ahora las declaraciones del otro testigo clave que hemos traído para desvestir a los mentirosos que propalaron las supuestas ventajas y bondades que el TLC les traería a los productores locales. El Presidente Barack Obama muy recientemente, es su discurso del Estado de la Unión el 25 de enero de 2011 textualmente dijo:
“…nos hemos puesto la meta de aumentar al doble nuestras exportaciones para el 2014, porque cuanto más exportemos, más empleos creamos en el país. [...] Recientemente firmamos acuerdos con India y China que respaldarán más de 250,000 empleos aquí en Estados Unidos.”
“.dejé en claro que … sólo suscribiría pactos que beneficiaran a los trabajadores estadounidenses y promovieran empleos en Estados Unidos. … es lo que pretendo hacer al procurar acuerdos con Panamá y Colombia…” (los subrayados son nuestros y que pongan sus barbas en remojo colombianos y panameños).
Obama hablaba de “exportaciones” en general, de toda clase de productos agropecuarios o manufacturados. Para ese entonces, ya estaba suscrito el TLC con nuestro país y otros pueblos de Centroamérica y América Latina. Pero ésta es la cruda realidad a la que se enfrenta el empresariado nacional, como clase social organizadora y productora de los bienes y servicios que genera Costa Rica basada en sus propias fuerzas.
El TLC, redactado integralmente por los economistas de los Estados Unidos, no fue nunca concebido para ayudarle a nuestros pueblos o mejorar nuestras exportaciones, nuestros empleos o condiciones de vida, como de manera casi perversa se han atrevido a plantearlo algunos de sus promotores y beneficiarios.
El TLC es mucho más que un instrumento económico; es un instrumento político orientado a consolidar el dominio económico de la primera potencia mundial sobre nuestros pueblos, a eliminar su capacidad de producción y sobrevivencia, a liquidar nuestra autonomía y por ende, nuestra soberanía. El plan, dicho con el mayor desparpajo, es convertirnos en consumidores de productos manufacturados en los Estados Unidos: alimentos y baratijas.
Esta nueva forma de dependencia tiene enormes diferencias con el pasado. El nuevo proyecto económico, basado en la estructura corporativa de la globalización neoliberal, no se propone únicamente extraer materias primas de nuestros territorios como las clásicas corporaciones mineras, o explotar nuestro potencial agrícola por medio de las conocidas empresas de plantación como fuera en su momento la United Fruit Co. o las piñeras actuales, sino que se propone la liquidación sistemática de la producción alimentaria, carne, leche, granos básicos, hortalizas etc. y someternos así a la peor forma de dependencia como es la dependencia alimentaria.
Al mismo tiempo, se trata de impedir la emergencia o la consolidación de un sector empresarial nacional, convertir al país en un simple proveedor de mano de obra a lo sumo calificada y en un área estratégica de emplazamiento de las grandes corporaciones trasnacionales. Es lo que lenguaje económico se denomina “una factoría”, o mejor dicho, un enclave neocolonial sin vida económica propia y, naturalmente, con un Gobierno pintado en la pared.
En estos planes imperiales juega un papel decisivo la geopolítica, es decir, nuestra ubicación entre los dos grandes mares del comercio mundial, el Caribe-Atlántico y el Pacífico. Probablemente valemos más por nuestra ubicación geográfica, que por todas nuestras riquezas materiales juntas.
Es por eso que apoyamos decididamente la propuesta del dirigente político y agrario nacional Célimo Guido Cruz, quien con insistencia ha planteado la necesidad de crear un “Observatorio del TLC”, con el fin de seguirle la pista a las amenazas reales que el comercio con los Estados Unidos, en el marco del tratado, provoca para los productores locales y la economía de Costa Rica y en primer lugar, contra la clase social más amenazada: los agricultores.
El neoliberalismo venció en el referéndum porque, como hemos afirmado en otras ocasiones, volcó todo el poder del aparato del Estado, todos sus recursos humanos y materiales y el conjunto de lo más potente del aparato mediático con honrosas excepciones. Debemos sumar a ese empeño, todas las malas artes y triquiñuelas  imaginables, terror incluido, para doblegar la conciencia y la voluntad de resistencia del pueblo.
Referéndum Ciudadano y Referéndum Ejecutivo
Esta es una buena oportunidad para recordar que gracias a la iniciativa del Lic. José Miguel Corrales Bolaños y otros compañeros, habíamos logrado que el Tribunal de Elecciones, TSE, emitiera la declaratoria del Referéndum Ciudadano para que el pueblo se pronunciara contra el TLC. Esta declaratoria, nos otorgaba el derecho que la ley indica, de disponer de un lapso de nueve meses para completar la recolección de las firmas exigidas y poner en marcha el movimiento cívico. De hecho, la resolución del propio Tribunal solicitaba la presentación de las hojas de recolección de firmas que debían ser selladas y distribuidas en todo el país.
Partíamos de un lapso de nueve meses, durante los cuales habríamos podido recorrer integralmente el país, explicar el significado político del proyecto encabezado por Oscar Arias y sus aliados norteamericanos; eran nueve meses para que los costarricenses conocieran a cabalidad las razones de su repudio al instrumento neocolonial e imperial y rubricaran su voluntad de mantener la Patria en nuestras propias manos.
Pero se produjo una jugarreta politiquera, propia del ambiente en que algunos políticos concilian y llegan a acuerdos completamente a espaldas de la ciudadanía. Hablamos, naturalmente, de ese tan llevado y traído término del comportamiento ético.
En efecto, Oscar Arias estaba absolutamente persuadido de dos cosas 1- Si los oponentes al tratado disponían de nueve meses para exponerle sus ideas al país, con seguridad triunfarían y 2 – Si el tiempo se acortaba y lograba poner en marcha la fuerza del Estado, la potencia económica y mediática y la herramienta del terror y el miedo, resultaría posible doblegar a las fuerzas patrióticas opuestas al Tratado.
Pero Oscar Arias no tenía los votos suficientes en la Asamblea Legislativa para aprobar la convocatoria a un Referéndum Ejecutivo. Fue entonces cuando Arias se puso de acuerdo con el máximo dirigente del PAC, el profesor Ottón Solís Fallas, para que su Partido aportara los votos necesarios para aprobar el Referéndum que proponía el Ejecutivo.
Tengo entendido que fueron uno o dos diputados del PAC quienes tuvieron la lucidez de ver a tiempo la maniobra y votar en contra la propuesta Arias-Solís. Además, en estricto apego a la ley, la resolución que admitía el referéndum ciudadano ya había sido emitida por el TSE, por lo que cualquiera otra entidad política debía, en estricto apego a la ley, esperar la decisión ciudadana. Pero el Tribunal, sirviente dócil del Ejecutivo, no tuvo inconveniente en aceptar la maniobra y esperar la decisión legislativa.
Fue así como, en la práctica, los promotores casi no dispusimos de tiempo para organizar el combate cívico. De este modo, Oscar Arias y Ottón Solís, le escamotearon al pueblo costarricense y a los proponentes del Referéndum Ciudadano, el derecho a recorrer el país y ganar un tiempo precioso en la educación cívica de la ciudadanía. Es cierto que PAC se sumó a la lucha por el NO al TLC, pero con importantes reticencias de carácter parlamentario.
Narro estos hechos, porque permiten observar una severa debilidad del razonamiento del profesor Solís, cuando actúa por cabezonadas, cuando se deja conmover por análisis puramente circunstanciales, cortoplacistas, por apreciaciones que apuntan hacia elementos secundarios y no a los aspectos medulares de la política y las confrontaciones sociales decisivas por las que atraviesa Costa Rica. Algo similar ocurre con ese magnífico esfuerzo legislativo que constituye la “Alianza por Costa Rica” y la reiterada determinación de Solís de acabar con ella.
Naturaleza del Estado y la organización popular
Si nos ubicados en el terreno del deber ser, la política es el más elevado instrumento de servicio de que disponen los pueblos. Pero desde el inicio de las estructuras estatales en todas las sociedades con hondas divisiones sociales, las clases que podríamos calificar como poseedoras o propietarias de los medios de producción, han construido los Estados y sus instituciones, con el fin principal de consolidar y fortalecer sus intereses económicos y sociales, naturalmente dominantes. A estas alturas de la historia y en medio del torbellino de la globalización neoliberal, resulta hasta necio reforzar con datos esta aseveración.
No obstante, en el desarrollo de las sociedades humanas y sobre todo en los períodos más avanzados del sistema capitalista, cuando aparecen las formas democráticas de gobierno y organización ciudadana, tales como los parlamentos, los partidos políticos y otras agrupaciones sociales como los sindicatos, es entonces cuando los pueblos, los trabajadores manuales e intelectuales así como los campesinos o las juventudes, adquieren poco a poco, una presencia social de enorme trascendencia.
En la mayor parte de los países, los sectores que podríamos denominar progresistas e incluso revolucionarios, tienen representantes en los parlamentos o en el seno de la sociedad civil, que ejercen una función vital al servicio del pensamiento crítico, la educación de grandes mayorías ciudadanas y la denuncia de los procesos de corrupción inherentes al sistema capitalista. El Estado no puede simplemente ejercer la función de herramienta política o de aparato represivo puro y siempre, al servicio de los grupos dominantes, sin enfrentar a los sectores organizados del pueblo.
Es el caso los propios Estados Unidos, donde tiene lugar en estos precisos momentos, uno de los combate cívico-populares más importantes de su historia. Nuestro pueblo ignora, simplemente porque se le oculta, la naturaleza y profundidad de los movimientos sociales que grupos de intelectuales, juventudes y trabajadores impulsan, ahora mismo, en defensa de sus derechos conculcados, de sus propiedades y sus casas rematadas, de sus puestos laborales desaparecidos, de sus ahorros liquidados, y de las guerras a que son llevados y donde mueren o se trastornan miles de jóvenes, con el único fin de acrecentar los intereses imperiales de las petroleras y los fabricantes de armas.
Es en estas condiciones cuando la lucha política alcanza un nivel más elevado, en la que intervienen las propuestas radicales, las movilizaciones sociales y las confrontaciones ideológicas, que impiden la función irrestricta del Estado como una maquinaria de poder solo controlada por minorías privilegiadas.
Las reglas del juego y el papel del Estado
El asunto es particularmente complejo y en cada Estado y en cada circunstancia histórica, las relaciones entre el poder político y el poder económico deben ser examinadas detenidamente a fin de no caer en generalizaciones abusivas. Sin embargo, en la medida en que avanzan y se modernizan los instrumentos para la creación de riqueza, avanzan también los mecanismos para vincular el poder político y el poder económico. En este sentido, el sistema capitalista de producción provoca la legitimación moral y ética de la apropiación, los beneficios y la desmedida acumulación de riqueza en manos de las clases propietarias.
Hacer dinero a manos llenas, pasa a la categoría de “virtud” ciudadana. Pero es en este punto, donde se produce una inflexión en el seno del propio sistema capitalista, entre los empresarios que acumulan riqueza sin violentar las reglas del juego y los que se valen de mecanismos censurables o simplemente mafiosos a fin de acelerar esta acumulación.
Los empresarios honorables de Costa Rica  que han obtenido sus ganancias sin violentar las reglas del juego, operan dentro de los fundamentos éticos propios del sistema. Los mecanismos de intermediación financiera o mercantil, son por lo general legales, públicos y en términos de la moral política, también son éticos, si se  complementan con el fiel cumplimiento de las obligaciones laborales y fiscales.
Rápidamente, los grupos capitalistas menos escrupulosos, descubren la formidable palanca que les proporciona el poder del Estado. Poder político y acumulación de riqueza se convierten en partes de una ecuación que va desde el favorecimiento, la amistad o los vínculos familiares, hasta la construcción de redes delincuenciales que facilitan el enriquecimiento ilícito a manos llenas.
El nuevo mundo de las corporaciones
Pero debemos aclarar que una cosa son las modestas versiones del capitalismo de algunos países como Costa Rica y otra muy distinta es la prodigiosa expansión del capitalismo desarrollado en esta etapa actual de la globalización neoliberal. En el capitalismo del mundo desarrollado, se han creado nuevos tipos de estructuras empresariales que son las Corporaciones Trasnacionales.
Digamos brevemente que un número relativamente pequeño de estas corporaciones y que no llega al millar, controla más de 70 por ciento del comercio mundial, la casi totalidad del sistema financiero internacional, la industria pesada y automotriz, las nuevas industrias de alta tecnología derivadas de la revolución científica y tecnológica de nuestros días, la producción alimentaria más tecnificada y expansiva junto a los transgénicos y el agua. También controlan el grueso de la industria extractiva en la que juegan un papel decisivo el petróleo, el gas y los metales estratégicos, las ramas más prometedoras de la investigación científica, la industria espacial y por supuesto, la fabricación de armamentos.
El proceso de concentración corporativa, avanza de manera indetenible. Son precisamente las crisis mundiales, las que contribuyen a la concentración de los aparatos financieros, mercantiles e industriales. Cada día que pasa, es menor número de las grandes corporaciones que controlan las ramas fundamentales del comercio, la industria y las finanzas.
Estas corporaciones construyen una “legalidad” mundial totalmente sujeta a sus megaintereses. Su propósito es sobrepasar los estrechísimos límites de los Estados Nacionales, incluso los de aquellos que les sirven de asiento y que son los más ricos y poderosos del planeta. Dicho de manera simple, por “Estados Nacionales” entendemos a los países enmarcados dentro de fronteras establecidas y con un claro reconocimiento en los organismos mundiales como las Naciones Unidas. De este modo las corporaciones logran sujetar las decisiones sociales, políticas y económicas de los aparatos estatales y las adaptan a las reglas del juego del mundo globalizado que ellas mismas dirigen y controlan.
Como tenemos pensado escribir un material sobre éste tema decisivo de las corporaciones trasnacionales, tendremos más adelante la oportunidad de referirnos a las terribles predicciones sobre los alcances del poder político del llamado “complejo industrial militar”, que en su momento realizara nada menos que el Expresidente norteamericano y héroe de la Segunda Guerra Mundial el General Eisenhower. En su tiempo, a comienzos de los años cincuenta, el poder de los fabricantes de armas comenzaba a manifestarse y a llenar de espanto y aprehensión a algunos altos dirigentes mundiales ¡Imaginemos cuál será ahora ese poder, cuando el presupuesto militar de los Estados Unidos alcanza la suma demencial de 700 mil millones de dólares!
¿Es posible acaso  hablar de ética en mundo así? ¿Puede algún partido político, cualquiera que sea, hablar de ética sin referirse a la increíble podredumbre y corrupción a que han llevado las relaciones económicas del mundo las grandes corporaciones trasnacionales y en primerísimo lugar aquellas que tienen por asiento a la primera potencia económica y militar del mundo como son los Estados Unidos.
¿Será justo hablar de ética sin condenar en primera instancia, toda la perversión y la monumental estafa de la reciente crisis económica y el horror de las guerras de agresión, el narcotráfico y la inmisericorde explotación de los pueblos del Tercer Mundo, de que han sido capaces las corporaciones financieras, las grandes petroleras y los fabricantes de armamentos? ¿Son realmente serios y están realmente preocupados por la ética quienes cuentan pesetas más o pesetas menos, en vez de sumar al combate común en defensa de la Patria, al mayor número de hombres y mujeres de todos los partidos, de diversas ideologías y clases sociales, que sean capaces de adherirse a ésa batalla?
Dijimos de paso que el propio pueblo de los Estados Unidos libra, hoy por hoy, una de las batallas épicas más notables y brillantes de su historia democrática contra la mafia financiera y corporativa, responsable directa del drama social y de la crisis económica que se abate brutalmente sobre millones de hogares en ese inmenso país.
Quien haya sido profesor en una universidad de los Estados Unidos, como es el caso del profesor Ottón Solís, debería tener la sensibilidad suficiente para traer a cuento esa lucha heroica del pueblo estadounidense, contra los campeones de la corrupción mundial: los banqueros de Wall Street, la industria militar, la industria petrolera y otros de idéntico signo.
Lo anterior no significa que dejemos de prestar atención a nuestro flanco interno.  Sabemos que existen en Costa Rica y en otros países, decenas de instrumentos “ilegales” apropiados para acumular riqueza y que van desde las acciones delictivas puras y simples tales como robos, malversaciones, estafas o el narcotráfico, hasta la utilización del poder político para obtener ventajas en determinadas transacciones económicas o financieras que no estén sujetas a las reglas de la legalidad. Las relaciones que se mueven al interior de esas transacciones, quedan generalmente ocultas al control político y social de los ciudadanos.
La corrupción en gran escala
¿No provocan una profunda y más que justificada inquietud ciudadana, el manejo de las llamadas concesiones aprobadas en virtud de una ley que llega al extremo de modificar la Constitución? ¿Tenemos derecho preguntarnos si se mueven o no cuantiosas sumas de dinero imposibles de medir o conocer en virtud de mecanismos de antemano concebidos para los juegos de poder, el enriquecimiento ilícito o la corrupción pura y simple? ¿Es que acaso no nos muestra el comportamiento de algunos altos funcionarios la marca indeleble de las cofradías construidas para el peculado, la malversación, el tráfico de influencias y el enriquecimiento veloz y desmedido?
De este modo, lo que denominamos  “corrupción”, es siempre una forma de vinculación entre el poder político y el poder económico para la obtención de beneficios económicos o financieros, frecuentemente exorbitantes e imposibles de ser alcanzados sin la palanca de alguna forma del poder estatal.
Debemos tener claro que la corrupción es, ante todo, un mecanismo de acción política orientado a perpetuar el poder de los mayores enemigos externos e internos de Costa Rica.
¿Cómo podríamos simplemente valorar el sistema nacional de concesiones tal como funciona ahora? ¿Puede alguien con un mínimo de decencia y respeto por la juventud, aceptar que las universidades públicas y privadas gradúen todos los años a decenas y hasta miles de muchachos y muchachas en todas las carreras técnicas o administrativas imaginables, ingenierías, administración, ciencias, humanidades etc. y que al mismo tiempo tengamos que traer una empresa extranjera para que nos administre los aeropuertos? ¿No debe producirnos vergüenza que para escoger a un alto funcionario de la Caja del Seguro, la institución llame en su auxilio a una empresa norteamericana? ¿Qué podemos decir de esa flagrante violación constitucional que constituye la concesión de los muelles de Limón y Puntarenas?
En fin ¿Cómo podríamos calificar la activa participación de un embajador extranjero junto al Presidente de la República, en una activa campaña para engañar y aterroriza a los trabajadores de las empresas durante la lucha patriótica contra el TLC? ¿Y qué dijo el TSE de todo esto, de esta forma abyecta de pisotear las normas diplomáticas y por ende nuestra soberanía? Nada. No dijo nada. Simplemente guardó un escandaloso silencio.
En todo caso, sin que esto signifique exonerar a nadie ¿Quién es más corrupto, el que intenta recuperar por medios ilegales e impropios la deuda política que de hecho podría corresponderle en virtud de los votos ya obtenidos, escrutados y contabilizados, o el que por años ha mantenido activo un sistema electoral fraudulento y corrupto, donde no es el pueblo el que elige a los candidatos sino el dueño del Partido, que asigna y reparte según sus intereses, los puestos elegibles?
Ninguna persona que actúe con seriedad en la política, puede ignorar que la corrupción es, a lo largo y ancho del Continente, una herramienta perfectamente afinada para destruir la fe y la confianza de los pueblos en la clase política. La corrupción pervierte las costumbres y las tareas del Estado; la corrupción derrota por completo el espíritu de servicio y sumerge al funcionariado de alto nivel en el albañal de los negocios sucios. La corrupción convierte a los políticos, al decir de un filósofo francés, en una especie de “burguesía sin infraestructura”, sin medios de producción propios que generen plusvalía y beneficios, pero con empresas o instituciones públicas bajo su tutela pero que explotan en su beneficio, enriqueciéndolos fácil y rápidamente.
En Costa Rica, ningún Partido ha llevado estas formas de perversión a un nivel más alto que el Partido Liberación Nacional. Nos referimos al PLN como maquinaria político electoral, a esa fuerza que desde hace años dejó de corresponder a los anhelos transformadores y progresistas de sus fundadores.
Esa maquinaria, que hoy en día funciona como un refinado mecanismo de control del aparato estatal, tiene en sus filas a decenas de miles de funcionarios y militantes en todos los niveles, de intachable y honorable trayectoria pública. Somos testigos personales de la abnegación, el espíritu de servicio y la honradez, con que trabajan muchos de ellos. Paradójicamente, a la mayor parte de ellos no les interesa “la política”. Son liberacionistas pero son, antes que nada, costarricenses que aman a su país. Están allí porque les gusta servir y saben que el poder es una herramienta indispensable para lograr objetivos. Además, no han encontrado una alternativa con un derrotero claro, que incluso incorpore sin reservas, lo mejor de las viejas tradiciones reformadoras y patrióticas de la socialdemocracia costarricense.
Esto es la parte más compleja del asunto que tratamos.
Don Ottón Solís encabeza la segunda fuerza política de Costa Rica. Él es un intelectual respetable, además de ciudadano destacado. El debería comprender esto mejor que nadie. Cuando dio el paso y se fue del Partido Liberación Nacional, lo hizo precisamente porque conocía a fondo los entreveros   de esa maquinaria corroída. Cuando salió de allí, sabía perfectamente lo que ocurría adentro; conocía los negocios más siniestros y las coimas de altos funcionarios, vivió en carne propia el ominoso cierre del Banco Anglo y los oscuros negocios que se fraguaron con aquel cierre y las cuentas sin pagar que aún envejecen en algún archivo del Banco Central. Vivió el desmantelamiento y liquidación de esa obra monumental de nuestro pueblo como fue el sistema ferroviario nacional. En algunos señalados casos su voz y su queja no fueron lo suficientemente potentes y aleccionadoras o no se escuchó del todo. Por eso nos parece que no tiene derecho a irse por las ramas y confundir lo accesorio con lo principal. No tiene derecho a iniciar sus quejas y reclamos sin comenzar, primero que todo, con un severo examen de conciencia.
Es imposible que don Ottón no sepa que cuando él ataca o se erige en juez inapelable de algunos miembros de ese importante logro de la democracia costarricense que es la “Alianza por Costa Rica”, enajena y despacha, sin reparar en el daño político que les hace, a miles de ciudadanos que son libertarios, o partidarios del PUSC, del PASE, del Frente Amplio y del PAC, que valoran la importancia de controlar la Asamblea y que, por lo tanto, deben ser sumados a ese magno esfuerzo de recuperar el proyecto social costarricense.
Esa actitud de menospreciar a los aliados y las alianzas, es vieja en el PAC. Desde su fundación, tanto Don Otton como algunos de sus principales consejeros, mantuvieron una constante y extraña reticencia con una consecuente y necesaria política de alianzas. Lo decimos con personal conocimiento de causa. Un añejo prejuicio anticomunista y el rechazo viceral que algunos viejos liberacionistas le tienen al calderonismo clásico, pudieron más que una visión renovada sobre la necesidad de unir los actuales componentes o corrientes de la política doméstica.
Podríamos parafrasear a Bertold Brecht si decimos que hay aliados que duran unos pocos días y son buenos; que hay aliados que duran muchos meses y son mejores y que hay aliados que duran por años y son, por eso, imprescindibles. De modo que sin negar el valor del pluralismo, el arte político necesario para vencer al enemigo principal de Costa Rica y poner la Patria en manos del pueblo,  sólo será posible cuando unamos, sin dogmatismo ni espíritu presuntuoso, a todas las corrientes ideológicas y políticas sin cuyos aportes sustantivos Costa Rica no sería Costa Rica.
En este mismo sentido, Don Ottón tiene demasiado que aportar a la recuperación de la Patria y a la compleja tarea de derrotar sus enemigos internos y externos, de derrotar al ENEMIGO PRINCIPAL interno y externo. Sin darle consejos a nadie, es evidente que debe aprender a trabajar con recato y humildad, sin rendirle servicios gratuitos a ese enemigo; debe trabajar con flexibilidad y capacidad para sumar, y aprender algo tan elemental cómo tener fe en un pueblo que cada día valora más y más el esfuerzo de los luchadores, de los que no le mienten, de los que desenmascaran el doble discurso de los funcionarios velanels y corruptos, de los que buscan la unidad de los buenos ciudadanos que son la inmensa mayoría. Éste comportamiento es, suponemos nosotros,  un componente indispensable de la ética política.
Sabemos que la corrupción es consustancial a la política y sobre todo, a la política vinculada con el gran capital local y transnacional. Lo que ocurre es que resulta muy difícil saber si un funcionario comete un acto de corrupción por complacencia, por ignorancia, por complicidad política o por interés personal. Decimos esto porque se han desarrollado al interior de algunos partidos, verdaderas maquinarias encargadas de torcer la voluntad de funcionarios honorables, que se ven compelidos a actuar bajo enormes presiones, o en función de lealtades construidas a lo largo de muchos años de militancia.
En tiempos idos, pudimos comprobar que un Expresidente, notable intelectual, se anticipaba astutamente a los nombramientos previsibles de Magistrados, Contralores, Diputados y altos ejecutivos, para manifestarles a los candidatos su adhesión, su apoyo y simpatía. Así se garantizaba por anticipado la lealtad de los elegidos y de paso el agradecimiento de los excluidos.
Sólo la unidad conduce a la victoria
Las tareas que encaran decenas de pueblos del mundo, tiene el común denominador de la construcción de gobiernos consagrados al bienestar de las mayorías.
Sin reparar mucho en los métodos que deben adecuarse al espíritu nacional y las tradiciones de cada país, la experiencia de la historia nos señala requisitos indispensables que no constituyen un recetario, sino condiciones sin las cuales no pueden ser construidos los valores supremos de la libertad, la igualdad y la fraternidad. Son ellos,
1– La confirmación de la independencia y la soberanía nacionales.
Las mayores conquistas del siglo XX estuvieron constituidas por la derrota universal del colonialismo, la construcción de las Naciones Unidas y la confirmación del derecho irrenunciable a la autodeterminación de los pueblos.
Sin embargo, y principalmente al concluir la II Guerra Mundial, se consolidan viejas relaciones neocoloniales y se recompone, con inusitado vigor, el imperialismo contemporáneo. El surgimiento de un poderoso campo socialista, hizo aparecer un mundo bipolar del que en muchas oportunidades sacaron ventaja países postergados o atrasados en el llamado Tercer Mundo. A partir del momento en que el llamado “campo socialista” desaparece como sistema mundial y como factor de equilibrio entre el capitalismo y socialismo, entre las fuerzas progresistas y las fuerzas conservadoras, entra en escena un nuevo imperialismo de manos libres, enseñoreado de su capacidad de mando en escala planetaria.
Los que en sentido general podríamos denominar como movimientos progresistas, transformadores y de liberación nacional, se ven obligados a trabajar sin retaguardia internacional, a crear nuevas relaciones de colaboración y solidaridad con Estados afines y a asumir de manera enteramente nueva en el plano interno, las alianzas ideológicas, las alianzas de clase y las alianzas de fuerzas sociales, con el objetivo de defender esos valores sin los cuales ningún pueblo puede ser libre: la Independencia y la Soberanía Nacionales, en síntesis, defender el Estado Nacional.
Esa recomposición de fuerzas a logrado significativos avances en América Latina.
En Costa Rica, tal como explicamos antes, partimos de notables transformaciones sociales que le han dado singularidad a nuestro país. Recuperar, conservar y ampliar esas conquistas democráticas, es la tarea de los costarricenses de hoy. El requisito es derrotar políticamente al neoliberalismo y poner el Gobierno y el aparato del Estado, al servicio de la recuperación y la ampliación de esas conquistas.
2– La conquista del gobierno y construcción de una sociedad solidaria.
La destrucción de las conquistas democráticas del pueblo costarricense no puede ser llevada a cabo sin el control del aparato del Estado. Ésa tarea está, desde hace años, en manos de esa maquinaria político electoral que conserva el nombre de Partido Liberación Nacional.
Ningún pueblo puede proponerse el cumplimiento de sus retos históricos, sin partir de un alto grado de Unidad Nacional. Pero esto que llamamos unidad nacional, no puede ser una simple declaración lírica, sino la unidad de las fuerzas reales, existentes, actuantes y ojalá organizadas y que conforman las distintas manifestaciones cívicas del espectro ciudadano.
Conquistar el gobierno requiere, además de un demostrado espíritu de respeto y colaboración entre las fuerzas aliadas, de la elaboración conjunta de objetivos claros, simples y ojalá breves.
Dicho en pocas palabras, la unidad de que hablamos hace necesaria la elaboración, sencilla y sin grandilocuencia, de un proyecto de país que reincorpore y actualice las conquistas democráticas alcanzadas hasta hoy junto a las propuestas de modernización y activación de la economía nacional en todas sus facetas.
Las diferencias serán inevitables pero es moralmente imprescindible, intentar esa unidad y comenzar cuanto antes, conscientes de que constituye un proceso de avances y retrocesos, de estímulos y desalientos, de éxitos y fracasos.
3– La identificación del enemigo principal.
Como en una guerra, los mayores esfuerzos resultaran vanos si no se identifican y describen las tareas tácticas y las tareas estratégicas y naturalmente, si no se identifica con claridad al enemigo principal. Equivocarse de enemigo en la lucha social y política, es la mejor manera de garantizar una derrota anticipada de las fuerzas sociales empeñadas en el bienestar, la democracia, la independencia, la soberanía y por supuesto, la ética como ingrediente indispensable de la lucha social.
Entretanto y dada la enorme significación política que tienen Don Ottón Solís y su partido, el PAC, resulta del interés central de miles de ciudadanos, que nos expresen ambos con claridad meridiana, de qué lado están, si del lado de Costa Rica y su impostergable deber de derrotar al neoliberalismo y el sólido soporte que tiene en el actual PLN, si del lado de la construcción de alianzas que aun con todas sus contradicciones, apuntan a esa tarea central, o bien al cobro de más impuestos, como si llenar de dinero las arcas del Estado fortaleciera la ética publica y de paso detuviera la galopante corrupción, la voracidad de las corporaciones y la ambición de poder y riqueza de los consabidos hermanos.
Hemos elaborado estas reflexiones con el espíritu más fraterno y unitario con todos aquellos de quienes depende la unidad de fuerzas. Es un material para la discusión y el debate, para el estímulo del pensamiento crítico.

Fuente,vìa:
http://revista-amauta.org/2012/04/costa-rica-el-enemigo-principal/


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