Nos toca la peor parte: poner los muertos, mientras del otro lado se quedan las principales ganancias.
No podía ser peor el cierre del año
2011, con la violencia a la alza, al igual que los precios de los
productos básicos, y por si no fuera suficiente, con el dólar que
alcanzó los 14.50 pesos el sábado 24 de diciembre. Así se confirma el
peor fracaso de un gobierno federal en la historia contemporánea del
país, porque en el pasado no todo acababa tan mal, sino que había algo
positivo que aplaudir, o al menos algo no tan negativo, de lo que ahora
nos damos cuenta los mexicanos.
Hasta Vicente Fox, cuyo fracaso fue muy
lastimoso por el enorme capital político que tiró por la borda, no la
hizo tan mal en comparación con su correligionario panista. Pero con
Felipe Calderón es imposible mencionar algún acierto, por mínimo que
fuera. Nos habrá de dejar una nación en completa bancarrota, no sólo en
lo tocante a la economía, sino de manera particular en materia social,
por la dramática descomposición de la vida colectiva, a grado tal que
los días finales del Porfiriato pasan a ser mejores.
Como era previsible, la violencia tomó
características caóticas, lo que influirá en mayor impunidad por todos
lados. Así, el Estado de derecho quedará como una entelequia
inalcanzable, situación que será determinante para el inicio del próximo
gobierno federal, cuyo reto primordial será precisamente crear las
condiciones mínimas para que la sociedad nacional se encauce de nuevo
por la senda de una elemental justicia.
Por más que la propaganda pretenda
hacerle creer al pueblo que Calderón va ganando su absurda “guerra”
contra un rival que parece un fantasma ubicuo, la realidad se encarga de
poner las cosas en su sitio. Por más capos de “primer nivel” que dicen
las autoridades que han caído, lo cierto es que aparecen más y más, con
la consecuente arribazón de más violencia, como la que ha sufrido el
país las últimas semanas. Lo más grave de esta situación es que la
población civil es ahora la más afectada, como se vio en el estado de
Veracruz, donde inermes pasajeros de autobuses fueron las víctimas.
Es muy claro que con este tipo de
hechos, lo que se busca es crear las condiciones que permitan justificar
la “guerra” de Calderón. El montaje de esta acción deleznable permite
suponerlo así. Otra hipótesis es que los “Zetas”, al verse acorralados
hayan puesto en marcha una nueva estrategia que les permita distraer a
las fuerzas que los combaten. Como quiera que sea, lo incuestionable es
que ciudadanos indefensos quedan a merced de la violencia más extrema.
Es de lo más inexplicable que hasta este
sexenio, los cárteles del narcotráfico se hayan dedicado a matar gente
inocente, cuando históricamente tienen más de medio siglo dedicados a su
negocio. Con un mínimo sentido común, cabe suponer que lo que menos les
interesa es echarse de enemigos a quienes les brindan apoyo logístico,
como así ha sucedido siempre en las regiones donde han operado. Siempre
ha existido un lazo solidario entre los narcos y la población, pues a
ambas partes les conviene afianzarlo. No es que los gobiernos priístas
les hayan dado protección, sino que estos simplemente han visto que
dicho lazo era irrompible, debido a que la economía de amplias zonas del
país, siempre ha girado en torno al negocio del narcotráfico.
Es innegable que se trata de un delito,
pero también lo es que dejaría de serlo si se legalizara el trasiego y
consumo de enervantes. Sólo que esto es imposible porque se acabarían
las inmensas fortunas que se han acumulado gracias a la prohibición de
las drogas ilegales. ¿A poco no sería muy sencillo acabar con el
“lavado” de dinero, simplemente diseñando nuevos dólares, retirando del
mercado a los actuales? Claro que esto traería consecuencias mundiales
muy difíciles de cuantificar, pero si se quisiera realmente acabar con
el narcotráfico, tendría que darse tal paso.
Lo más dramático para los mexicanos, es
que nos corresponde el triste papel de víctimas propiciatorias para
justificar que los gobiernos, tanto el de Estados Unidos como el
nuestro, hacen su parte de “combatir” el flagelo. Lamentablemente, nos
toca la peor parte: poner los muertos, mientras del otro lado se quedan
las principales ganancias. Sin embargo, debido a la crisis económica
mundial, producto del colapso del modelo neoliberal, ahora los
estadounidenses ven en la economía del narcotráfico una salida, de ahí
las presiones a Calderón para que genere las condiciones que justifiquen
una intervención directa del gobierno de Washington en la vida interna
de los mexicanos.
Es evidente que buscan un mayor control
del negocio. Cabe puntualizar que, de lograrlo, México tendría menor
capacidad para enfrentar los gravísimos problemas estructurales que nos
habrá de dejar la tecnocracia neoliberal. Esta gravísima situación, sólo
se podrá evitar con un gobierno patriota, cuya prioridad sea una
defensa irrestricta de los intereses nacionales. Y sobre todo, de la
población civil.
Fuente, vìa :
http://www.kaosenlared.net/america-latina/item/1976-en-m%C3%A9xico-no-pod%C3%ADa-ser-peor-el-2011.html
http://www.kaosenlared.net/america-latina/item/1976-en-m%C3%A9xico-no-pod%C3%ADa-ser-peor-el-2011.html
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