La
hermana de la activista Maria do Espirito Santo, asesinada el pasado
mayo junto a su marido, contempla las tumbas de ambos en Nova Ipixuna
(Brasil).
La Fiscalía brasileña investiga las amenazas de muerte a un reconocido activista. En promedio 30 defensores de la selva son asesinados cada año en el país
Por Nazaret Castro
4 de setiembre, 2011.- Hace ya siete años que el activista Raimundo
Belmiro dos Santos, un cauchero de 46 años de edad, recibe amenazas de
muerte por defender la selva amazónica en el estado brasileño de Pará.
Pero esta vez se las tomaron más en serio, tal vez tras conocer que
aquellos que quieren verle muerto le habían puesto precio a su cabeza:
50.000 dólares. Como no quiere abandonar su
lucha ni su hogar, ha pedido pública y urgentemente la protección de
las autoridades y, según la agencia de noticias IPS, la fiscalía ya ha
anunciado que iniciará una investigación.
Belmiro dos Santos tiene motivos para temer por su vida: en poco más
de tres meses, cinco activistas han muerto en el estado de Pará, que
ostenta el mayor índice de conflictos por la tierra en Brasil. El último
de ellos, asesinado a balazos el 25 agosto, fue Valdemar Oliveira
Barbosa, llamado Piauí, socio del Sindicato de Trabajadores
Rurales de Marabá (localidad del estado de Pará) y coordinador durante
años de un grupo de familias que ocupaba una hacienda en Marabá. La
ocupación de las tierras es en Brasil el arma de lucha social más
utilizada por los campesinos sin tierra, en uno de los países más
latifundistas del mundo.
La vida de Raimundo Belmiro dos Santos vale 50.000 dólares
En los últimos 20 años, las cifras de violencia en el campo, tanto a
ecologistas como trabajadores rurales, son alarmantes, aunque sólo sean
noticia cuando, como en el pasado mes de mayo, el mismo estado recoge
cinco asesinatos en apenas unos días. El día 24 de aquel mes murieron en
Pará, abatidos a balazos, los activistas José Cláudio Ribeiro da Silva y
Maria do Espirito Santo, que habían recibido varias amenazas por sus
continuas denuncias de la tala ilegal de madera en la región y su
activismo contra el proyecto de Belo Monte, una inmensa central
hidroeléctrica que inundará 120.000 acres de selva en ese estado. Tres
días más tarde, el agricultor Adelino Ramos era asesinado a tiros en
frente de su familia en Rondônia; el 28 de mayo y el 2 de junio, otros
dos líderes campesinos, Eremilton Pereira dos Santos y Marcos Gomes da
Silva, eran asesinados por pistoleros en el estado de Pará.
Fueron cinco asesinatos en apenas unos días. Esta vez, la presidenta
Dilma Rousseff tuvo que tomar cartas en el asunto. Tras reunirse con
ministros y gobernadores, Rousseff anunció la Operación Defensa de la
Vida, una acción militar urgente para prevenir los asesinatos que se
puso en marcha el 8 de junio en los estados de Pará, Amazonas y
Rondônia.
Sin embargo, no es un problema nuevo, ni aislado. La Comisión
Pastoral de la Tierra (CPT), que lleva décadas estudiando la violencia
en el campo, verifica que las amenazas y la represión son una constante
en el campo brasileño, y especialmente en la región amazónica, desde los
años ochenta. En la última década, una media de una treintena de
asesinatos por año muestra cómo el activismo en protección del medio
ambiente o de la reforma agraria es causa de muerte inminente.
En mayo fueron asesinados dos activistas y tres campesinos
En 2010, fueron 34 muertes, 19 de ellas en Pará, que algunos llaman
“el Estado sin ley”. Y, advierten los movimientos sociales, quienes
están detrás de los pistoleros mercenarios son, a menudo, los políticos y
empresarios locales, todos ellos presa de los intereses del
agronegocio, las compañías madereras y otras grandes industrias que
prometen llevar el desarrollo económico a la selva.
Impunidad e intimidación
Así parece evidenciarlo la casi total impunidad en la que se
perpetran estos crímenes. La CPT ha presentado al Gobierno una lista con
1.855 nombres de personas que han sufrido algún tipo de amenaza entre
2000 y 2011 entre ellos, tres obispos.
Según los datos de la Pastoral, entre1985 y 2010 se produjeron 1.580
asesinatos en 1.186 episodios violentos, pero apenas 91 personas
implicadas (21 inductores y 73 ejecutores) fueron procesadas. De esa
veintena de inductores, apenas permanece en prisión el hombre que indujo
el asesinato de la monja estadounidense Dorothy Stang, ejecutada en
2005 por pistoleros, después de décadas de trabajo con la población
pobre de Pará. El propio Ministerio Público brasileño admite que, en 37
casos de asesinato en el campo en la última década, ni siquiera se abrió
una investigación.
El aumento de la deforestación ha incrementado la resistencia
La masacre de Eldorado dos Carajás de 1996 es, quizá, el ejemplo más
sangriento que se recuerda de esa brutalidad impune. En aquella ocasión,
la Policía disparó sobre una multitud de campesinos y mató a 19
personas en el estado de Pará. Quince años después, los únicos dos
condenados siguen en libertad.
Es el círculo de amenazas, violencia e impunidad que lleva al miedo y
pretende generar parálisis. Cada año, la CPT publica una lista de
personas amenazadas; la de 2010 contaba con 125 nombres. Cada uno tiene
detrás una historia de intimidación y de resistencia. Los ejemplos se
suceden a lo largo de todo el país. En el estado de Maranhão, en la
región nordeste, los pueblos indígenas sufren constantes intimidaciones,
miles de familias viven bajo amenaza de desalojo y el miedo se extiende
en los quilombos, comunidades cuyo origen está en la liberación de
esclavos negros.
Apenas un ejemplo: el pasado día 27 de agosto, pistoleros dispararon
contra la casa del quilombola Zé da Cruz, que venía siendo amenazado por
un latifundista de la región. Asociaciones como la CPT y Tribunal
Popular denuncian que el problema es la disputa por unas 1.089 de
hectáreas entre los quilombolas que habitan la zona desde el siglo XIX y
la familia de Moises Sotero dos Reis, presuntamente ligado al diputado
Manoel Ribeiro.
“Está en juego la propiedad de las riquezas naturales del Amazonas”
Desde el comienzo de su historia moderna, bajo la égida de la Corona
portuguesa, Brasil se constituyó como uno de los países más
latifundistas del mundo. Los intereses que otrora defendió la
aristocracia corresponden hoy a las multinacionales del agronegocio, la
madera o el extractivismo mineral, imbricados con el poder político
regional. Y tienen en Brasilia un influyente grupo de diputados y
senadores, los llamados ruralistas, para defender sus intereses. Cuando,
tras los asesinatos del pasado mayo, un diputado reclamó una
investigación en el Congreso, la bancada ruralista respondió con
abucheos, según relata el periodista de la prestigiosa revista New
Yorker Jon Lee Anderson.
Su capacidad como lobby quedó demostrada en mayo, cuando se aprobó,
por 410 votos a favor y 63 en contra y pese a la oposición de la
sociedad civil, la reforma del Código Forestal, que, de salir adelante
aún debe pasar por el Senado y ser avalado por la presidenta, aunque
pocos dudan de que así sea,disminuirá la protección legal de la selva.
Los movimientos sociales creen que la mera expectativa de que fuese
aprobado motivó en mayo un espectacular aumento de la deforestación, y
con él de la resistencia, que podría tener relación con el
recrudecimiento de la violencia en el campo ese mes.
Para la CPT, el poder del latifundismo y la agroindustria aplica sus
reglas, que impone a campesinos y comunidades indígenas. “La
agroindustria está avanzando en las reservas ambientales y extractivas”,
señaló la Pastoral en un comunicado tras los asesinatos de mayo. “El
apoyo, estímulo y financiación del Estado a la agroindustria lo
fortalece para seguir adelante, encubierto por el discurso del
desarrollo económico”, añade el texto.
¿Y la nueva y flamante operación Defensa de la Vida del Gobierno?
Para la coordinación nacional de la CPT, como para otros movimientos
sociales, las medidas se dirigen a prevenir la sangría criminal, pero no
a resolver las causas del conflicto. Así lo resume el abogado de la
Pastoral José Batista: “Lo que está en juego es la propiedad de las
riquezas naturales de la Amazonia, en manos del capital”.
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Fuente: Portal informativo La voz de Asturias: http://www.lavozdeasturias.es/ciencias/defenderla-amazoniacuesta-vida_0_547145421.html
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Fuente: Portal informativo La voz de Asturias: http://www.lavozdeasturias.es/ciencias/defenderla-amazoniacuesta-vida_0_547145421.html
Vìa :
http://servindi.org/
http://servindi.org/
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