1. El sistema electoral mexicano existe desde que triunfó el sistema
republicano en 1824, 14 años después de iniciada la lucha de
independencia y tres después de su consumación. Sin embargo desde
entonces, hace casi dos siglos, la manipulación de los votos de las
grandes mayorías del pueblo en beneficio de los sectores más poderosos
económica y políticamente, continúa en lo fundamental. Nunca los
trabajadores del campo y la ciudad han tenido un gobierno a su favor
porque siempre han votado por los personajes que la misma clase
dominante escoge antes. Hasta los años setenta del siglo XX muy poco se
hablaba de abstencionismo electoral por el monopolio del PRI; pero desde
entonces el voto ha rondado en el 50 por ciento de los electores; es
decir, si en México de hoy de 113 millones de habitantes tienen derecho a
voto el 70 por ciento de la población, entonces sólo votan unos 37
millones. Pero veamos cómo se comportan los electores.
2. Voto “duro”. Este tipo de voto es el de los “amarrados”, los votos
seguros que tiene cada partido político. Ellos son los políticos
profesionales que tienen a su alrededor a miles de amigos, cercanos,
compadres, cómplices, familiares, organizaciones, clubes y demás,
totalmente controlados porque durante décadas han gozado de los
privilegios y favores de los gobernantes en turno. Viejos burócratas,
profesores, obreros, campesinos, militares y profesionistas organizados
agradecidos a los gobiernos del PRI. Pero el PAN también tiene su voto
duro: curas católicos y sus monjas, viejos hacendados y familias, la
gran empresa privada, comerciantes en pequeño, directivos, docentes y
alumnos de colegios particulares, organizaciones católicas de todos los
niveles. El PRD tiene también su voto duro: los que creen pertenecer a
la posición socialdemócrata o de centroizquierda que están cansados del
PRI y el PAN y no aceptan a sus gobiernos votan por “el menos
malo”.
3. El “voto del miedo” es la demostración más evidente de la
manipulación del voto, pero para impulsarlo de requiere de la total
participación de los medios de información y del uso de la teoría del
rumor. En los años de 1956-59, frente la lucha de los profesores,
estudiantes, ferrocarrileros, se aplicó el anticomunismo para desbaratar
aquellos movimientos; lo mismo se hizo para asesinar a estudiantes en
el movimiento de 1968. En las elecciones de 1994 se aplicó el voto del
miedo diciendo que Cuauhtémoc Cárdenas y el EZLN representaban un
peligro para México y lo mismo se aplicó en 2006 contra López Obrador y
“su alianza con el comunista Chávez”. El voto del miedo es muy fácil de
instrumentar entre los sectores de mayor ignorancia política; basta con
que los medios de información –usando a sus especialistas en
comunicación- inventen algún mecanismo de terror para que éste crezca y
elimine a cualquier “enemigo a destruir”.
4. El Voto “convencido” y/o el voto “obligado” es el de los electores
que pertenecen o no a algún partido pero que piensan que todos los
mexicanos tienen la obligación de votar porque “el voto es una conquista
y una obligación” de todos los ciudadanos. ¿Qué más se puede hacer
–dicen- sino votar a pesar de todo lo que se diga en contra o se
critique? Estos “convencidos” no andan tras las diputaciones y demás
puestos de gobierno, tal como los del voto duro, pero siempre aceptan
gustosos cualquier cargo que se les ofrezca. Aceptan al sistema tal cual
es y no les interesa pensar en otra alternativa porque las costumbres
son muy poderosas. Saben que los ciudadanos tienen la obligación de
cumplir con las leyes, incluso llegan a pedir castigo contra el que no
acuda a las urnas. Creen que “el sistema social, la paz y la seguridad
se podrían venir abajo” si no se respeta lo que la constitución ordena y
lo que los gobiernos establecidos establecen. Buscan la
conservación del sistema.
5. El voto de “castigo” -tal como se ha gritado en manifestaciones de
trabajadores- es algo así como de amenaza o de venganza ante la falta
de atención a sus problemas. Dicen: “Si nos resuelven el problema
votamos por ustedes sino votaremos en contra”. Da la impresión que no
hay ideología de partido y mucho menos de clase social y que siempre se
estará con quien dé más o solucione los problemas inmediatos de grupo o
de organización. Pero además sucede que, de acuerdo a las circunstancias
y sin la menor ideología o moral, se busca aliarse con el oponente. “Me
alío con el PAN para luchar contra el PRI” o con éste para luchar
contra el PAN. Da la impresión que de manera pragmática se ofrece el
voto “a quién dé más”. Pero los del “voto de castigo” no dudan en votar,
aunque lo hagan sin el menor grado de conciencia; por ello es muy
sencillo manipular este tipo de voto mediante regalos, discursos. Así
como la permanente y descarada compra de
votos.
6. El “voto nulo” representa ya un nivel crítico avanzado en el
sistema electoral mexicano. Los partidarios del “voto nulo” se oponen
tanto al sistema electoral, como al sistema de partidos y a la selección
de candidatos; pero sólo se circunscriben en parte a lo electoral y no a
todo el sistema político y mucho menos al sistema capitalista de
explotación que lo hace posible. Siguen llamando a los electores a
votar, a acudir a las urnas y registrarse, pero pidiéndoles nulificar el
voto (invalidarlo) para que se cuenten como votos nulos. Parecen
confiar totalmente en la vía electoral y pacífica pero con la condición
en que cambie todo lo malo del sistema electoral. Correctamente no
encuentran ninguna posibilidad de cambio político en el país mientras
continúe el mismo sistema electoral, pero no cuestionan a fondo al
sistema socioeconómico de la nación ni parecen darle importancia al
enorme papel de las clases sociales y de los medios de información.
7. La abstención activa y total es anticapitalista porque no sólo
está contra todo el sistema electoral, sino también contra el sistema de
dominación económica y política en conjunto. Los abstencionistas no
encuentran ninguna posibilidad de cambios en beneficio de la población
por la vía electoral por estar absolutamente controlada, además por
desviar la atención de lasa luchas sociales concretas. La abstención
electoral no significa quedarse encerrado en la casa o dejar de tener
actividad política. Se puede construir un plan de movilizaciones de
masas alrededor de demandas concretas como: luchas contra el desempleo,
contra los salarios miserables, por atención de servicios de salud y
educación, contra la corrupción gubernamental y los partidos políticos.
Los abstencionistas incluso trabajan muchas veces por el boicot
electoral poniendo mil un argumentos sobre los países como México y
demás naciones del llamado Tercer Mundo.
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