Parece ser que en algunos países de
América Latina los problemas societales tienden a expresarse
políticamente, e incluso más allá, dado un cierto desarrollo se
manifiestan como crisis políticas, así ocurrió en Venezuela, en Bolivia,
en Ecuador y ahora en Chile, con esto quiero decir que no son los
problemas socioeconómicos los que logran movilizar ampliamente a los
sectores sociales sino aparecen como una movilización social por
reivindicaciones que algunos politólogos han denominado sin mucho rigor
como “pos materiales”.
Lo de “pos
material” y su sentido, después de lo material o más allá de lo
material, nos parece una categoría insuficiente porque esconde la
secreta ilusión de la sociedad del bienestar que da por superados los
problemas socioeconómicos, cuestión que la actual crisis capitalista en
EEUU y Europa ha echado por los suelos y que el movimiento de los
“Indignados” ha puesto en evidencia cuando los jóvenes pintan carteles
como “rebeldes sin casa”, no puede haber nada más material que el
problema de la vivienda que no ha sido resuelto para los jóvenes, no
puede existir nada más concreto-material que resolver el problema del
empleo o como cuando se plantean problemas como los ecológicos por
ejemplo, lo “pos material” daría la idea de no ser materiales o los
problemas de la educación podrían resolverse con efluvios de una extraña
energía etérea.
Ahora la composición social de
esta movilización social, que tiende a constituirse en sujeto es amplia:
son capas medias, sectores de trabajadores, resistencias de los pueblos
originarios como en Bolivia, Ecuador, Chile, junto a otros sectores de
masas empobrecidas.
En realidad estos
movimientos sociales han logrado instalar en la agenda social y política
a través de su movilización las problemáticas que el capitalismo
decadente en su espiral regresiva va dejando. Son reivindicaciones de
supervivencia frente a la depredación capitalista. Estas mismas
movilizaciones van poniendo en evidencia los límites que la democracia
representativa tiene para procesarlas y se vuelven eminentemente
políticas.
Ocurre entonces que es la
movilización social, los niveles de conciencia que esta alcanza, la que
va descubriendo que es en el ámbito político en donde en última
instancia se comienzan a resolver los problemas.
Esto
no significa que los problemas socioeconómicos: las desigualdades
sociales, las injustas redistribuciones del ingreso, los bajos salarios,
la pobreza, la marginalidad dejen de existir o no estén presentes, lo
están, pero de una manera subordinada a los problemas políticos, la
gente visualiza a las “clases políticas” como las responsables del
conjunto de la situación, se cansa de su demagogia e ineficiencia, de
sus corrupciones, de sus privilegios, de sus amarres, todo esto se
vuelve más visible y central que la explotación y la dominación
cotidiana que el peso ideológico, la hegemonía ha logrado invisivilizar o
hacer aparecer como el estado natural de las cosas.
Es
así como en Chile, huelgas como las de los trabajadores del cobre y
otras como el movimiento de resistencia Mapuche, la poderosa
movilización ecologista, las justas luchas de las orientaciones sexuales
diferentes, y el magnífico movimiento estudiantil con el emblemático
liderazgo de Camila Vallejo presidenta de la FECH han puesto en jaque no
solo “la nueva forma de gobierno” que no era sino una versión remozada
de un gobierno gerencial y tecnocrático del Presidente Piñera, sino una
crítica más profunda al conjunto del sistema de dominación política que
se instaló con un pacto a espaldas y contra los sectores populares al
término del régimen dictatorial, ese pacto ha quedado obsoleto, la gente
quiere una participación efectiva en la resolución de los graves
problemas que la aquejan.
La movilización
estudiantil que ha sido la más consistente y continuada si bien logró la
salida del ministro de educación, una gran victoria, por otro lado
provocó un reajuste ministerial que implicó la toma de la
ultraderechista UDI del gobierno
Este pacto
oligárquico entre las coaliciones de derecha y la centro derecha, que se
expresaba en la Alianza por Chile y la Concertación por la Democracia
respectivamente llegó a su fin y tiene profundamente cuestionado tanto a
los unos como a los otros, la movilización social cambió
definitivamente el escenario social y político y ya nada volverá a ser
como antes.
Mientras más se demore el gobierno
en aceptar esta situación más se acrecentarán las movilizaciones porque
el malestar es mayoritario y profundo, se trata, desde luego, de abordar
la especificidad de cada problema, pero al mismo tiempo situarlo en la
problemática más general y sustancial la de un sistema político que ya
no representa el actual nivel de conciencia social que tiene Chile.
La
respuesta de este gobierno a semejante crisis es absolutamente
insuficiente y apunta en la dirección equivocada, porque tiene
limitaciones estructurales, aparte de los errores coyunturales iniciales
como el gobierno de la tecnocracia gerencial, que terminó en el más
rotundo fracaso, está la imposibilidad de resolver los conflictos de
intereses y la estrechez que impone el modelo neoliberal. Como va a
resolver este gobierno el problema del lucro en la educación cuando
importantes sectoresde apoyo al gobierno están comprometidos en el
negocio y no solo eso, su ideología mercantil la considera legítima, de
ahí su calificación de ideológico a todos aquellos que cuestionan la
compra y venta de este “bien de consumo” como el propio presidente
calificara a la educación.
La presencia de la
UDI y el manejo, ahora con otra política de las acciones gubernamentales
no va resolver la crisis sino podría agudizarla, el populismo
clientelar ya no es suficiente y el llegar a acuerdos con una
concertación prácticamente sin peso, ni fuerza no sirve.
Ha
sido tal la influencia de la movilización social que ha puesto y con
firmeza en la agenda de la discusión pública dos cuestiones centrales:
lo de la “Asamblea Constituyente” y lo de la nacionalización del cobre
para financiar una educación de calidad y sin costo.
Ahora
la batalla por la “Asamblea Constituyente” recién comienza y aunque
esta representa la salida más democrática e incluyente, Chile no tiene
una tradición en este sentido, como la tiene Ecuador por ejemplo, y por
lo tanto los esfuerzos deberán ser más intensos y las batallas más
duras, la Constituyente no va a concretarse por su propio peso, tendrá
que ser producto de una lucha denodada.
De hecho
ya el Partido democratacristiano por su propio fuero e
independientemente de la Concertación está planteando reformas
constitucionales como un manera de desviar el proceso de la
Constituyente, y procurar salvar los muebles al régimen, esta es una
trampa hábil que entiende la profundidad de la crisis, pero no es la
forma más democrática de resolverla, esta situación debe solventarse con
la participación efectiva de todos los ciudadanos.
Además
siempre surge esta pregunta ¿Por qué la Democracia Cristina no planteó e
impulsó estas reformas constitucionales en alguno de los 20 años que
estuvieron en el gobierno?
Es en situaciones
como esta que se pone en evidencia la demagogia y el oportunismo de
estos partidos burgueses en el último congreso ideológico del partido
Demócrata Cristiano el ex candidato y ex presidente de la República
Eduardo Frei Ruiz-Tagle, planteaba la "Asamblea Constituyente" como una
de sus propuestas, hoy no dice una sola palabra.
Una
“Asamblea Constituyente” y soberana se vuelve absolutamente necesaria
para terminar definitivamente con el modelo de simulación democrática
que dejó la dictadura y de la cual se han aprovechado los miembros de la
llamada “clase política” usufructuando entre otras cosas del sistema
binominal que constituye una verdadera lacra.
Hay
un hecho que no podría enorgullecer a nadie todavía tenemos la
Constitución Pinochetista reformada por El ex presidente Lagos y a eso
hemos estado llamando democracia.
Vìa :
http://www.kaosenlared.net/noticia/chile-crisis-politica-profunda-asamblea-constituyente
http://www.kaosenlared.net/noticia/chile-crisis-politica-profunda-asamblea-constituyente
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