Mil
policías para reprimir a adolescentes, un periodista de Canal 13 muy
capcioso, una ciudad convertida a ratos en nube por efecto de las
lacrimógenas y oficinistas que increpan a carabineros son algunas de las
estampas del 4 de agosto de 2011. La decisión de la ‘autoridad’ de
prohibir las marchas estudiantiles convirtió a la Alameda en una
batalla campal durante todo el día y terminó siendo un tiro por la
culata para el Gobierno, que de bonus track se ganó el cacerolazo más
grande de las últimas décadas en reclamo por la represión ejercida por
las fuerzas policiales.
Poco
antes de las 10 de la mañana, los altoparlantes de la línea 1 del Metro
de Santiago en dirección al oriente pedían a los pasajeros cerrar las
ventanillas “por el gas lacrimógeno lanzado por los disturbios que hay
en la ciudad”. El picor de nariz y una tos expandida en muchos rostros
vistos al bajar en el andén anunciaban una nueva jornada de
movilización.
En algunas estaciones
de Metro, incluso, no se dejaba entrar a los estudiantes o a quien
pareciera serlo. La salida de la estación Baquedano estaba cerrada y
cualquiera con pinta de adolescente era abordado por el pelotón de
carabineros dispuesto en Plaza Italia. Su misión: Evitar que no se
efectuara la protesta convocada por los secundarios en rechazo al modelo
de educación que prevalece en el Gobierno de Piñera.
La
explanada de Plaza Italia era un desierto a eso de las 10 y media. El
primer centenar de estudiantes que intentó congregarse fue dispersado
por el triple de carabineros. Pero las oleadas de secundarios llegaban y
llegaban. Carabineros de Chile con lumas, carros lanza aguas y
lacrimógenas los dispersaban. El gris matinal de un Santiago de invierno
se cubrió con el verde de más de mil policías cuyo objetivo era impedir
que los manifestantes marcharan por la Alameda.
La
noche anterior el subsecretario del Interior, Rodrigo Ubilla, se paseó
por los canales de televisión anunciando las penas del infierno para
quien osara desobedecerlos. Al igual como pasó con las primeras
protestas contra Hidroaysén, la estrategia diseñada por la Moneda fue
que no hubiese imagen alguna de la Alameda ocupada por las protestas
festivas de los estudiantes.
A eso de
las 11 de la mañana los periodistas se concentraban junto al monumento a
Balmaceda. Desde allí hacían sus despachos preocupados de hacer zoom a
un estudiante lanzando alguna pedrada desde el Parque de la Aviación,
hacia donde habían sido dispersados por la policía o alguna barricada
que obstaculizara el tránsito por la Alameda. Claro que a esa hora el
desierto en que se había convertido la principal arteria capitalina
estaba copado por carabineros, sus guanacos y zorrillos iban y venían
sin respetar el sentido del tránsito e impidiendo cualquier flujo
vehicular.
LOS DIRIGENTES Y LOS PERIODISTAS
Poco antes del medio día aparecen Jaime Gajardo, presidente del Colegio de Profesores; Camilo Ballesteros, presidente de la Feusach y Camila Vallejo,
de la Fech, en el desierto en que se había convertido Plaza Italia. “Es
un absoluto despropósito lo que está haciendo el Gobierno. Aquí hay un
movimiento real y no pueden ellos actuar de esta forma. Lo único que
están haciendo es exacerbar más los ánimos y va haber una mayor
radicalización”- dijo Gajardo.
Ballesteros
señaló que simplemente no aceptaban la propuesta del Gobierno. “Creemos
que es insuficiente, incluso hay algunos retrocesos y bajo esa lógica
seguimos movilizados. Hoy día se está tratando a los jóvenes como
delincuentes y eso es una falta de respeto. Nosotros somos estudiantes,
estudiantes con la convicción de que hoy día es necesario cambiar Chile.
Vamos a seguir luchando, vamos a seguir movilizándonos”, enfatizó.
Camila
es asediada por los periodistas de los medios masivos con rapidez.
Alfonso Concha se apresura en hacer un despacho en directo para Canal 13
y le pregunta: ¿Se van a hacer responsables de los destrozos que
ocurrirán por convocar a una marcha que no estaba autorizada?”.
Luego
pasa a la descripción de “serios incidentes” que se producen en Plaza
Italia. La única imagen a la distancia es carabineros alterando el orden
público, destruyendo mobilario urbano a chorros de guanaco e impidiendo
la libre circulación.
Por el Parque
Bustamante hacia el sur o el Parque de la Aviación hacia el oriente,
arrancan los estudiantes. Al rato hay incidentes en el Puente del
Arzobispo. La rabia se acumula y se expresa en piedras e improvisadas
barricadas en Providencia, Seminario, Salvador y Santa Isabel.
Luego
vemos al reportero del Canal 13 entrevistando a Freddy Fuentes,
presidente del Centro de Alumnos del Liceo de Aplicación. “¿Por qué
insistir en esta intención? ¿Por qué no manifestarse en forma creativa
como lo han hecho en otras ocasiones?”- le pregunta el periodista Concha
al estudiante.
Fuentes responde que
“la autorización nosotros sí la pedimos, el proceso sí lo hicimos. La
intendenta ha mentido al decir que convocamos a esta marcha sin
autorización. Ella nos cerró las puertas al diálogo diciendo que nos iba
a reprimir, claro que con palabras más sutiles. Queríamos realizar una
marcha, para la cual tenemos un derecho constitucional de manifestarnos.
No se nos dejó ni siquiera reunirnos en el punto de encuentro. En
varias cuadras estaba cerrado el perímetro. No pudimos manifestarnos, no
pudimos dar a….
- “Gracias”- le dice
el periodista del Canal 13 y se va. El estudiante queda descolocado, ni
siquiera había alcanzado a terminar su última frase.
¿Ves
algún incidente acá como el que describía recién el periodista del 13? –
le pregunto para intentar concluir la entrevista abortada.
-
“No estamos viendo ningún incidente ahora, lo que sí estamos viendo es
la represión de carabineros. En la mañana la policía cortó el tránsito,
así que no pudimos manifestarnos de manera pacífica. Si están haciendo
el llamado a que estamos haciendo destrozos están mintiendo le hacen el
juego a un Gobierno intransigente”- responde Fuentes.
De
vuelta a Avenida Vicuña Mackenna encontramos a Jean, un congoleño que
lleva dos años en Chile. No quiere hablar mucho y menos en un español
que le cuesta. Sólo nos dice que “hay que escuchar la voz del pueblo, de
los estudiantes”.
UN CARABINERO HERIDO
Cuando
son las 2 de la tarde, tres bombas lacrimógenas, de las cientos que
cayeron hoy -ayer, 4 de agosto-, van a dar al interior del Metro
Universidad Católica. “La responsabilidad es de toda esta gente que está
en el Gobierno. No le dan solución a esto y no se termina. Vengo
caminando desde 10 de Julio porque allá nos dejó la micro 210”- nos
cuenta Eliana, una transeúnte que sorprendimos en las afueras del
Edificio Gabriela Mistral.
Entrando
por Portugal hay un grupo de repartidores en moto. Héctor, uno de
ellos, comenta que “lo que planteó el Gobierno no es ninguna solución
para los estudiantes, son puros parches. Si acá estudiar es lo más caro
del mundo ¿Por qué acá en Chile no? Porque se están forrando en plata”.
En
las afueras de la Facultad de Arquitectura se ha montado una barricada.
La policía llega pronto a ‘reestablecer el orden público’. Los chorros
de agua destruyen los ventanales de la facultad, el ambiente en torno al
Hospital Clínico de la UC es irrespirable y los carabineros estrenan
sus máscaras antigases Made in Finland.
Llega
una ambulancia y de un furgón policial sale un policía herido. Sangra
del dedo medio. Integrará la nómina de 29 carabineros heridos que por la
noche entregará el subsecretario del Interior.
UNA NUBE EN LA ALAMEDA
Por
la Alameda en dirección al poniente hay huellas de una batalla campal,
la que prosigue en el frontis de la Casa Central de la Universidad de
Chile y del Instituto Nacional, que parecieran flotar en una nube, una
nube de lacrimógenas que durante tres horas la policía alimenta con
fruición.
Un
local de comida china ubicado al frente del colegio tiene su cortina
rasgada. Llega un camarógrafo y un periodista de Mega a verlos. “Fueron
los pacos –nos dicen los trabajadores del local– se pitearon la cortina
aquí… el guanaco. Lo hicieron con el chorro de agua. Que no le echen la
culpa después a los estudiantes como después sale en la tele”. Los
periodistas de Mega parten.
“Hoy hay
pre-emergencia ambiental y con todo este humo creo que mañana habrán
como 10 dígitos. Sinceramente esta represión no la veía desde que era
chico. Esto motiva para que uno haga cosas”- opina Rodrigo Leiva, un
peatón.
Al frente, en el Paseo
Ahumada, los transeúntes observan impávidos. De un momento a otro se
toman la Alameda. “Estamos peor que en la dictadura, ellos que dicen que
son democráticos”- grita uno de ellos. “Parece que no tienen hijos
porque son rebuenos para pegarle a los cabros chicos”- comenta otro.
En
Bandera con Alameda hay un grupo de estudiantes frente a un pelotón de
carabineros. En esos momentos de distensión del conflicto hablan y los
adolescentes hasta se toman fotos posando con policías solícitos.
Al
rato viene el guanaco. Los estudiantes arrancan y el chorro dispara su
agua por sobre el paso nivel de Bandera. Al rato llega el comandante
quien de palmadas en el hombro de sus subalternos los incita a perseguir
a los secundarios. Un poco más allá logran alcanzar a un par y a
forcejeos los conducen a los furgones policiales.
En
Moneda con Bandera la policía impide el paso hacia el poniente. Un
turista australiano observa extrañado y comenta que “es extraño esto
para mí… no sé… vine a conocer la ciudad y me topo con esto. Nunca había visto a la policía tratar así a adolescentes”.
Un
piquete de policías custodia la esquina. Es la hora de almuerzo y
oficinistas y empleados bancarios pululan por el sector. Uno de ellos
cruza la calle. Está furioso. Se suelta un poco la corbata e increpa a
los policías: “Quiero saber… les pregunto a los policías que sienten
atacar a niños chicos entre 13 y 15 años. ¿No son padres? ¿Qué sienten?
Unos pendejos que no están armados, que están protestando… sólo
recurriendo a su libertad de expresión. Les pregunto, como padre… o como
seres humanos: ¿qué sienten pegándoles a niños?”.
Los policías callan.
Al
rato nos encontramos con un grupo de secundarios en una micro pasada a
lacrimógenas. En el suelo unos limones dan cuenta de su paso por el
centro. Les pregunto si se van para la casa y me responden que sí, pero
que para volver más tarde.
AL CAER LA NOCHE
Ha
caído la noche sobre la ciudad. A eso de las 7 de la tarde la película
se repite. Carabineros por alto parlante dicen: “Jóvenes: Les pedimos,
por favor, que abandonen el lugar. La manifestación no está autorizada” a
la par que efectivos de a pie lanzan lacrimógenas y carros lanza aguas
arremeten contra los universitarios que intentaban llegar a Plaza
Italia.
Carlos Muñoz, vocero de la
red de ONG’s de Infancia y Juventud de Chile, quien vive a escasa
cuadras de Plaza Italia, denuncia que junto a unos vecinos estaban en la
puerta de su edificio, ubicado en la calle Renato Zanelli, y al verlos
los policías arremetieron contra ellos, así que huyeron hacia dentro de
sus residencias. “Pero igual entraron deserrajando la puerta del
edificio y pateando las puertas de los departamentos, rompieron luces y
una de las entradas quedó destruída”, asegura el activista por los
derechos de los niños, niñas y jóvenes. Además, asegura que la forma en
que reprimen a menores de edad es una vulneración a sus derechos, lo
que motivó una declaración que han firmado junto a Unicef.
En
las afueras de Química y Farmacia de la Universidad de Chile, entre
Salvador y el edificio de la Telefónica, hasta los alrededores de la
Posta Central la represión es inaguantable. Los chicos comparten
limones, sal y amoniaco. Alguien saca una manguera para apagar la
decena de lacrimógrenas que carabineros arroja.
Pero
el control del orden público a estas alturas no puede contener la rabia
acumulada. En las calles contiguas a la Alameda los estudiantes
improvisan fogatas, paran el tránsito y corean el hit del momento: “Y va
a caer, y va a caer, la educación de Pinochet”.
Durante
la tarde hubo protestas en la Usach, en el Pedagógico, más de 5 mil
personas marcharon en Valparaíso; otras miles en Concepción. También
hubo manifestaciones en Antofagasta, Copiapó, La Serena, Talca, Valdivia
y en varias otras ciudades.
En
Santiago unos 200 estudiantes cansados de las tergiversaciones y la mala
leche de la prensa se tomaron Chilevisión. Otro estudiante hackeaba la
web de Publimetro. “Ustedes no dejaron entrar alumnos, yo no los voy a dejar tener sitio web”- fue el mensaje que les dejó Noko, quien se atribuyó la acción.
A la par, la Confederación de Estudiantes de Chile (Confech)
daba un plazo de 6 días al Gobierno para responder al petitorio del
movimiento estudiantil: Educación gratuita y fin al lucro. El presidente
de la federación de Estudiantes de la Universidad de Los Lagos,
Patricio Contreras, llamó al Gobierno a “dar respuestas serias,
concretas y coherentes con nuestras demandas históricas. Para esto, el
Ejecutivo tiene un plazo de seis días, a partir de esta jornada de
movilizaciones y protesta nacional”. Nada más; nada menos.
Más
tarde Camila Vallejos exigía la renuncia al ministro del Interior,
Rodrigo Hinzpeter, en razón de la forma en que la policía actuó en
contra de los estudiantes, reprimiendo de manera desmedida, argumentó la
dirigenta.
LA MÚSICA NOCTURNA
Pero
algo faltaba por venir. Un rumor sordo al principio y que aumentó
rápidamente en intensidad fue la música que se tomó varias ciudades del
país. Lo que el gobierno de Piñera no dejó manifestar en las calles fue
demostrado por miles de personas golpeando cacerolas en diversas
ciudades del país.
Las ‘autoridades’,
como gustan llamarse ellos mismos, recibieron una promo combo de parte
del movimiento estudiantil. No sólo se paralizó la ciudad como nunca lo
hicieron las marchas, sino que miles de cacerolas comenzaron a sonar
poco antes de las 9 de la noche. Justo el día en que la encuesta del
Centro de Estudis Públicos (CEP) registraba el más bajo grado de
aprobación a un presidente en su historia.
Horas
antes, el vocero de gobierno, Andrés Chadwick, minimizaba la fuerza de
la protesta asegurando que “lo que hemos visto el día de hoy son grupos
dispersos”. Para el Gobierno no fueron más de 5 mil personas las que
intentaron marchar en Santiago y hubo 552 detenidos a lo largo del país.
El alcalde de Santiago, Pablo Zalaquett, por su parte, amenazó con
querellarse contra padres y apoderados de los colegios en toma y estimó
en mil millones los daños causados por las movilizaciones a la propiedad
privada más otros 50 millones en daños al espacio público -cifra
idéntica que ha señalado en otras ocasiones-, aunque, como se ha vuelto
frecuente, sin dar el detalle con claridad de cómo llega a esas cifras.
Cerca de la medianoche un incendio en una tienda de La Polar era atribuido por TVN a ‘encapuchados’.
En
Valparaíso desde la Aduana, pasando por los cerros, y el centro de Viña
del Mar, un sostenido cacerolazo vino a interrumpir el discurso del
Gobierno.
En
Santiago, a eso de las 9 de la noche, uno que otro estudiante hacía
sonar un poste metálico en el centro, algún automovilista hacía sonar su
bocina en señal de apoyo al movimiento en Escuela Militar y desde un
balcón en Ñuñoa una anciana hacia sonar sus ollas. Lo que en un
principio fueron decenas, al correr las horas se transformaron en miles.
En
Lastarria, un grupo de jóvenes enfrentaba a la policía con cacerolazos,
los que se repetían en las Torres de Tajamar, se expandían por
Providencia, dejaban su eco en Los Dominicos y hasta alcanzaban
edificios de Las Condes y Vitacura.
En
Plaza Ñuñoa eran cerca de 500 personas haciendo sonar sus ollas,
quienes fueron violentamente reprimidos por carabineros. Pasó lo mismo
en Peñalolén, Puente Alto, Maipú, La Reina, Pedro Aguirre Cerda,
Cerrillos y el centro de Santiago.
A
eso de las 10 de la noche los bocinazos y cacerolazos eran la música de
despedida de una sitiada jornada capitalina. En las esquinas, los
paraderos de micros y en los balcones se expresaba el eco de una
sociedad que apoya a los estudiantes y repudian la represión ejercida
por Carabineros de Chile, por orden del Ministro del Interior, Rodrigo
Hinzpeter. En la red, fue por más de dos horas Trending Topic (TT)
global. En tercer lugar aparecía #4deagosto.
MEDIOS INTERNACIONALES OCUPADOS DE LA JORNADA DE PROTESTA
La noticia recorrió los medios internacionales. Era portada en La República de Perú y en BBC.
Página 12 de Argentina titulaba ‘La represión, la única respuesta a los estudiantes chilenos’.
The Washington Post destacaba la represión policial al movimiento estudiantil que lucha para financiar la educación.
The New York Times titulaba “Policía chilena choca con estudiantes por protestas prohibidas”.
El País de España titulaba: ‘Estudiantes chilenos desafían al Gobierno y salen a la calle a protestar’.
La
analista canadiense, Naomi Klein, difundía a través de twitter:
“Históricas protestas en Chile. Privatización de la educación que
comenzó bajo Pinochet”.
Mauricio Becerra R.
(texto y fotos)
@kalidoscop
El Ciudadano
http://www.elciudadano.cl/2011/08/05/cronica-de-una-ciudad-sitiada/
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