Desde Salta
En su nueva incursión por los cerros, el juez Pérez fue acompañado por personal policial y del Cuerpo de Investigadores Fiscales (CIF), que buscaron nuevos elementos de prueba que habrían surgido del material reunido durante los allanamientos.
Por la tarde, los detenidos fueron cuatro. A la noche, se sumaron los otros dos. Además de los celulares, que contenían también las últimas llamadas que hicieron las víctimas, los cuatro primeros detenidos tenían en su poder las ropas de las víctimas que no habían sido encontradas. Como se dijo, las dos estaban sin ropa interior. De todos modos, no se pudo saber qué tipo de prendas son las que retenían los ahora imputados. Tampoco se sabe, todavía, si los cuatro tienen algún tipo de vinculación con Daniel Octavio Vilte (ver aparte). Los puesteros de la zona de San Lorenzo recordaron que, tiempo atrás, la hija de un comisario salteño llegó a tener un cargo directivo, por poco tiempo, en la empresa que tiene la concesión del paseo de la quebrada. No se sabe si es la misma persona.
A la noche, la búsqueda de sospechosos siguió y finalmente fueron detenidos otros dos hombres, uno en Salta y otro en San Lorenzo. Uno de ellos confesó, según la información judicial, que había entregado a un vecino el arma supuestamente asesina. Hasta allí fue la policía y la secuestró. Ese vecino, al parecer, nada tiene que ver con el caso, sólo habría aceptado guardar el arma sin conocer de dónde provenía.
Las novedades se produjeron a 22 días de la última vez que Houria y Cassandre fueron vistas con vida, subiendo a la quebrada. Los puesteros, cuyas casas fueron requisadas con violencia desde que aparecieron los cuerpos, decían anoche que se había roto “el pacto de silencio”. Dicen que mucha gente escuchó disparos ese día 16 de julio, pero nadie dijo nada, salvo los dos testigos que hacían
trekking en la zona. Hasta ahora, los que hablaron fueron los cuerpos de las dos mujeres, una de las cuales fue violada, mientras que ambas sufrieron golpes y desgarros en la ropa y en la piel. Las asesinaron a sangre fría, como si se tratara de un acto propio de la mafia.
El chico de 17 años que cobra las entradas en el acceso al paseo de la Quebrada de San Lorenzo recuerda muy bien a las dos francesas que el viernes 15 de julio entraron caminando, con ropa liviana, jeans, remeras y buzos. No llevaban ninguna mochila, sólo riñoneras en las que guardaban el pasaporte y sus celulares. Era un día cálido y ellas no cargaban bultos grandes donde pudieran llevar abrigos y mucho menos una carpa, en la que podrían haber pasado alguna mala noche a merced de sus captores, como se especulaba a nivel judicial. En la mano, una de ellas tenía su máquina de fotos digital. La misma que fue encontrada ayer.
En el acceso al circuito turístico de la quebrada no hay cámaras de video ni se asientan los nombres de los visitantes. El chico de las entradas las recuerda porque una de ellas lo saludó de lejos agitando los dos brazos: “Francia”, le dijo, en perfecto castellano y empezó a reírse. Las dos mujeres habían llegado a Salta desde Buenos Aires, con el único objetivo de conocer y disfrutar del paisaje. Arribaron el lunes 11 de julio y se alojaron en el Hostal del Cerro, uno de los más tradicionales de la provincia, tanto que figura en los folletos de turismo impresos en Francia.
Las dos eran estudiantes de La Sorbona. Bouvier había participado, en mayo, en la XXIX Modelo de la Asamblea General de la Organización de Estados Americanos (MOEA) para universidades del hemisferio, que se hizo en San Salvador, capital de El Salvador. Las dos eran estudiantes avanzadas de sociología. Cassandre había realizado un trabajo sobre la ola de migraciones en República Dominicana. Houria era una francesa de origen marroquí. Morocha, muy bella. Fue la que saludó al joven de 17 agitando los brazos. Pensaba quedarse seis meses más en Buenos Aires. A las dos les gustaba indagar sobre América latina.
El día en que fueron a pasear por la quebrada “no llevaban ropa de fiesta”, afirma ante Página/12 una fuente judicial, desmintiendo lo que dicen algunos medios en el sentido de que las asesinaron luego de participar en “una fiesta VIP”, junto a parte de la aristocracia salteña, donde se cobraba la entrada en euros. Unos dicen 25, otros 50. Lo que se sabe es que las dos fueron asesinadas de una manera brutal, con ensañamiento, luego de que una de ellas fuera violada.
El paseo que realizaban por Salta se convirtió en pesadilla a partir del viernes 15 de julio. Catorce días después, el viernes 29, un turista porteño salió del sendero que lleva al cerro para hacer “pis y caca”, como reconoció con franqueza. Recorrió apenas unos metros, entre espinas y cardales, hasta que vio el cuerpo de Cassandre y volvió corriendo hacia el lugar de donde venía. Fueron dos maestros chaqueños, que seguían el mismo camino, los que se internaron en el monte y los que descubrieron, también, el cadáver de Houria, que estaba unos metros más abajo, oculto detrás de una loma que es un obstáculo visual para quien viene por el sendero. Los chaqueños fueron los que dieron aviso a la policía. El porteño quedó tan impresionado que no pudo hacerlo.
Las dos chicas estaban boca abajo. A la joven de ascendencia marroquí le habían pegado un tiro en la cabeza que quedó alojado allí. Los peritos dijeron que estaba arrodillada cuando recibió el impacto. Creen que era obligada a realizar una fellatio. Su amiga, que tenía los pantalones bajos hasta la rodilla, intentó correr trepando la lomita, en dirección al sendero. El disparo ingresó por la región lumbar, con orificio de salida en el hombro izquierdo. Los forenses dicen que el cuerpo tiene signos de que tuvo relaciones sexuales poco antes de morir. “Podría haber sido un acto consentido porque no aparecieron muestras de violencia”, comentó la fuente judicial. La otra chica fue violada. “No se sabe si hubo uno o más abusadores.”
Ella se defendió con todas sus fuerzas. Le arrancó parte del cabello a uno de los agresores y tenía restos de piel debajo de las uñas. Las muestras fueron remitidas para su análisis en los laboratorios de la Facultad de Bioquímica de la Universidad de Buenos Aires. Además del plomo calibre 22 alojado en la cabeza de una de las víctimas, se encontraron otras dos balas. Una sería la que le produjo una herida que de haber recibido atención no hubiera sido mortal, pero que terminó matando a Cassandre. Falleció desangrada luego de una prolongada agonía. La tercera bala no impactó en ninguna de las víctimas. Las dos balas que estaban en el campo aparecieron abolladas porque chocaron contra la piedra que hay debajo de toda la zona, a unos 1600 metros sobre el nivel del mar. Un típico paisaje de la precordillera. Si se comprobara que el asesinato ocurrió el sábado 16 de julio, en coincidencia con los disparos que dicen haber escuchado los dos salteños que hacían trekking por la zona, el hecho habría ocurrido en pleno mediodía. Los fines de semana, sobre todo el domingo, unas 80 personas se internan en la quebrada, según datos de la empresa concesionaria. Hasta ahora, sólo hay dos personas que dicen haber escuchado esos disparos, pero los puesteros insisten en que “hay muchos más que callan por miedo”.
Los “senderistas” afirman que a un kilómetro del lugar del hallazgo de los cuerpos estaba la carpa en la que podrían haber pasado la noche del 15 al 16 de julio, si se confirma que ese día fueron asesinadas. El juez Martín Pérez había dicho, al principio, que la muerte había ocurrido “48 o 72 horas antes” del hallazgo de los cuerpos, el 29 de julio. La fecha de la muerte se va a determinar con mayor precisión a partir de exámenes forenses que realizará el CIF.
Hay que ver ahora, con las nuevas detenciones, si mantiene vigencia la teoría introducida por los testigos que hacen trekking respecto de que las chicas puedan haber estado en una carpa que ellos vieron a un kilómetro de la escena del crimen. Los dos testigos salteños afirman que ingresaron al paseo a las 7.30 y que vieron la carpa a las 9.45. Los disparos los escucharon de lejos, regresando ya, cerca de las 12 del mediodía. Ellos afirman que sólo vieron la carpa. “No observaron la presencia de ninguna persona”, aclaró una fuente de la causa. Respecto de la ropa liviana que llevaban las dos turistas, se recordó que ese fin de semana la temperatura fue más cálida que de costumbre, durante el día, aunque por la noche las marcas siempre llegan, en la quebrada, a los dos o tres grados bajo cero. Por lo general, los turistas se retiran antes de las 18.30, cuando el sol ya desapareció detrás de los cerros y baja la temperatura.
En cuanto al grupo de “los cordobeses”, a los que se señalaba hasta ayer como principales sospechosos, ahora la imputación apresurada parece diluirse. Tanto a las francesas como a los cordobeses, el chico del ingreso los identificó por el acento. En el lugar no se hace un registro de los visitantes, a pesar de que es un paseo con cierto peligro, si alguien se aparta del sendero y se interna en el follaje. Los empleados de la empresa Puma Expeditios, que tiene la concesión del lugar, se van a las 18.30, sin cerciorarse –no tienen cómo hacerlo– si salieron o no los turistas que ingresaron. Esa falta de control hace que mucha gente se pierda y tenga que pasar la noche a la intemperie. Hubo más de dos personas que murieron de frío en esas circunstancias, en los años recientes.
Fuente, vía :
http://www.pagina12.com.ar/diario/sociedad/3-173956-2011-08-07.html
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