Ya se inició junio y las lluvias no aparecen. La contaminación ambiental
junto con las altas temperaturas que se registran por las tardes, a
diferencia de las frías mañanas, aumentan la sensación de que la falta
de agua es la que nos tiene en una situación crítica.
La Cordillera de los Andes, prácticamente invisibilizada detrás de
una espesa nube de smog, pareciera esconder la vergüenza de estar
totalmente desnuda, sin registrar el manto blanco que acostumbra a lucir
en esta época del año.
El cambio climático a nivel planetario es una realidad. Sin embargo,
la comunidad científica se divide entre quienes creen que es sólo uno de
sus ciclos naturales, a escalas de cientos de años, y quienes piensan
que ha sido debido a la acción del hombre, es decir, el efecto
antropogénico el que está trastocándolo todo. Los datos son
concluyentes: la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera es
la más alta registrada en los últimos ochocientos mil años y sólo en
algunas décadas más, duplicará el promedio preindustrial. Existe
consenso en que estas emisiones son las responsables del aumento de la
temperatura media terrestre cercana a los 0.7 grados Celsius desde
mediados del siglo pasado.
Chile debido a su larga extensión y la presencia del macizo andino
presenta una gran variedad de regímenes climáticos, desde la hiper
aridez de la costa norte hasta la extrema pluviosidad de la Patagonia.
Cada zona y sus habitantes tiene conciencia del clima que la ha
cobijado por cientos de años, sin embargo, se olvida cuando las
condiciones atmosféricas cambian. Hoy estamos alertados por la falta de
lluvia, pero no tenemos la disposición a revisar lo que ha sucedido
históricamente. El académico del Departamento de Geofísica de la
Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile,
Roberto Rondanelli, desempolva el libro de Benjamín Vicuña Mackenna
sobre el tema, llamado El clima en Chile en que se advierte esta suerte
de sequía desde muy antiguo, incluso desde la época colonial que habría
llevado a algunos conquistadores a analizar en forma seria la
posibilidad de abandonar estas tierras tan secas.
Las observaciones realizadas por científicos de nuestra Universidad
muestran que en nuestro país se ha registrado una mayor variabilidad que
refleja la acción de efectos naturales y permanentes debido a la
ocurrencia de los denominados eventos de El Niño y La Niña. Durante los
años de El Niño, las alteraciones de la circulación atmosférica aumentan
la frecuencia de los sistemas frontales sobre Chile central y su
irrupción hasta el Norte Chico, incrementando las precipitaciones en la
región. La Niña, por el contrario, está ascoaida a condiciones
deficitarias, es decir, poca lluvia, y en estos momentos estamos
saliendo, justamente del evento de la Niña, que ha producido un otoño
particularmente seco. “Desde hace 150 años que no habíamos registrado un
mayo tan seco, según las conclusiones del profesor Aceituno. Sin
embargo es explicable debido a que estamos saliendo del régimen de la
Niña y estamos avanzando hacia un índice neutro entre la Niña y el Niño.
Bastaría un sistema frontal importante para que ya estemos en
condiciones normales, por lo que no estaría tan preocupado de la
situación actual”, explica el académico Roberto Rondanelli.
Resulta particularmente difícil dar un juicio certero sobre la
variabilidad climática desde la perspectiva temporal que nos da nuestra
edad, cuando 20, 40 o 60 años, son nada dentro de los tiempos
terrestres, y para qué decir, astronómicos. Para entender mejor estos
cambios, sin caer en las manidas frases que ven todo desde el punto de
vista catastrofista, como que esto es prácticamente el signo inequívoco
de la destrucción planetaria, es que el académico de la Universidad de
Chile compara estas variaciones con los sones de una enorme campana. “La
Tierra no ha tenido un clima constante. La analogía es como una campana
que al hacerla sonar tiene diferentes escalas de vibraciones. El Niño y
la Niña serían modos de oscilación de 2 a 3 años, siendo fenómenos
absolutamente naturales que producen una serie de cambios climáticos
afectando a todo el Pacífico. Estos fenómenos son modulados, a su vez,
por variaciones de escalas mayores, de tiempos más extendidos”,
ejemplifica el geofísico.
Hay consenso que no toda la variabilidad es explicable con fenómenos
naturales. La acción del hombre ha sido devastadora y sus consecuencias
están claras en el trabajo realizado por un equipo de geofísicos de
nuestra universidad encabezado por el profesor René Garreaud que
establece que el efecto invernadero antropogénico no sólo producirá un
aumento de la temperatura superficial sino también alteraciones en la
circulación atmosférica a escala planetaria, y en consecuencia, cambios
en los regímenes de precipitación que tendrán un fuerte impacto en el
área silvoagropecuaria.
Por lo pronto, y este seco otoño que nos ocupa, registraría, según
los meteorólogos, a partir de este domingo, día Mundial del
medioambiente, el ingreso de un sistema frontal que nos podría tener en
pocos días hablando de un superávit de aguas caídas.
Fuente, vìa :
http://radio.uchile.cl/noticias/117682/
http://radio.uchile.cl/noticias/117682/
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