La lectura de una columna de opinión del ministro Larroulet en
un tabloide del duopolio invita a adoptar una actitud crítica ante el
discurso político autista del Gobierno (1). Además, permite ver hasta
qué punto la dinámica social es un enigma para el gabinete de Piñera.
Es también un buen ejercicio ciudadano, puesto que nos permite entender
el modelo de estrategia discursiva y política empleada por los sectores
neoliberales en coyunturas difíciles (2).
Los datos negativos para el Gobierno Piñera y la Concertación de la encuesta Adimark
de mayo y los índices macro positivos del Gobierno citados por
Larroulet, le ayudan a construir un contexto para introducir en su
narración al menos dos votos piadosos: hay que “mejorar la calidad de la
política” y, reconocer, al mismo tiempo, la “buena marcha del país en
muchos ámbitos”. De manera subrepticia se encuentra incluida en la
columna la tesis del orden; que explicaría el aumento de la represión
legal y policial por parte del Gobierno.
Queda la impresión que para los
ministros de Estado los conflictos políticos válidos son los que se dan
en el estrecho marco parlamentario-binominal. Allí se dialoga. Los
otros, los conflictos entre la sociedad civil y el Estado, no se los
nombra. Si se prefiere ignorarlos es porque, según la concepción
política dominante, no son propios de la democracia y, por lo tanto,
conviene acallarlos, es decir, aplicarles mano dura. Esta es la postura
histórica de los interesados en que las estructuras socio-económicas
generadoras de la desigualdad social no cambien, ni tampoco se modifique
el marco institucional que impide la participación ciudadana y la
emergencia de nuevos derechos.
Cabe señalar que el ministro de la Segpres afirma
que la “conflictividad” en el escenario político (con la Concertación) y
la falta de canales de participación ciudadana son los problemas “más
importantes” hoy en día. Incluso más graves que la carestía de la vida
que afecta a la inmensa mayoría. Sin embargo, tiene que admitir que:
“algunos productos de primera necesidad han experimentado importantes
alzas de precios, como el transporte (18%), los servicios básicos (10%) o
los alimentos (7%), erosionando el poder adquisitivo de las familias
chilenas”. Si bien el ministro reconoce las dificultades económicas de
la población, lo hace después de confesar su impotencia para resolver
los problemas concretos de los asalariados, puesto que la carestía de la
vida o el empobrecimiento se deben, según él, a “factores externos”.
De ahí que prefiera focalizar en los
otros dos problemas políticos señalados en el párrafo anterior. En
cambio, lo hace desde su ángulo, desde su propia ideología, la
neoliberal.
De esta manera puede pasar por alto, sin
mencionar, el profundo, amplio y creciente descontento con las
políticas neoliberales implementadas por el Gobierno. Casi de manera
explícita el economista reconoce que el modelo económico autoritario y
concentrador de la riqueza, donde mandan los mercados y un puñado de
empresas, no está hecho para resolver los problemas de las mayorías que
viven de su trabajo.
En otras palabras, que las políticas
neoliberales están hechas para que el peso de las crisis mundiales
recaiga sobre las espaldas y bolsillos de las mayorías ciudadanas que
viven de la venta de su fuerza de trabajo. Simple. Mientras el precio de
los insumos y alimentos sube, el precio de la mercancía fuerza de
trabajo (el sueldo) baja, en comparación con las otras mercancías.
Al ignorar que los conflictos laborales,
ambientales, educacionales e incluso de derechos e igualdad se nutren
del malestar social, debido a las difíciles condiciones socio-económicas
de existencia, los remedios y soluciones propuestos por el Gobierno
empresario no serán eficaces.
Los ciudadanos piden más que derechos
“postmaterialistas”, como algunos dicen. Cada vez más se están exigiendo
cambios en las condiciones materiales de existencia mismas. Sin
modificaciones en la distribución de la riqueza y en las prioridades
sociales de inversión pública y la instalación de nuevas instituciones
(en la superestructura jurídico legal) que otorguen y garanticen el goce
de derechos colectivos individuales y nuevas formas democráticas de
gobierno, el conflicto que se está desarrollando en las diversas
instituciones y entre el Estado y los movimientos sociales, persistirá.
La verdadera oposición se hará en la calle.
En su columma el ministro está obligado a
reconocer que los datos de la encuesta Adimark “son preocupantes, ya
que se dan en un contexto de amplio malestar hacia las autoridades y
dirigentes políticos”, sin embargo, y pese a reconocer el malestar
social, aún así, el economista de L&D no logra
ocultar los supuestos ideológicos sobre los cuales está construido su
mensaje político: A ustedes no les queda otra que vivir en el país que
nosotros les hemos diseñado e impuesto; créannos, es lo mejor para Uds.
Estas son las dos premisas de fondo de carácter ideológico sobre las
cuales está construido el dispositivo de comunicación política o de
propaganda.
El relato político del ministro es
ideológico porque corresponde a un punto de vista particular, que no es
otro que el que expresa y defiende los intereses sistémicos de un sector
pequeño, pero dominante (en lo político, social e ideológico).
Este tipo de discurso, hegemónico en la
sociedad, tiene la pretensión de ser general: es decir, corresponder al
sentir, deseos y aspiraciones de todos los ciudadanos. Y aquí reside
otra de las razones del conflicto. Ya que al querer gobernar imponiendo
un punto de vista parcial en varios ámbitos como: favoritismo
empresarial con Hidroaysén, educación sometida a los
imperativos empresario-mercantiles, aplicación de la ley antiterrorista
para reprimir al pueblo mapuche, el Gobierno ha entrado en una espiral
de enfrentamiento social y debilitamiento. Opta por alejarse de la
sociedad civil y por encerrarse en el estéril debate binominal con sus
pares de la Concertación.
A lo anterior se agrega el espectáculo de lucha de facciones intestinas entre los liberales de RN y los ultraconservadores de la UDI,
que refuerza en el ciudadano la imagen de un Gobierno proclive a la
demagogia, confuso, sin “liderazgos” genuinos y en desfase total con el
mundo contingente y las condiciones materiales de existencia
(transporte, vivienda, salud, educación alimentación, caras y por lo
tanto endeudamiento y salarios bajos en las que viven la gran mayoría de
los chilenos y chilenas).
Al punto que el lector se pregunta cómo
es posible que las elites sean tan sordas y ciegas al clamor de más
democracia que viene de abajo o si la vida entre La Moneda
y los barrios altos explica que políticos duchos puedan oponerse tan
frontalmente a los cambios de mentalidades, las necesidades sociales y
la conciencia política emergente de los gobernados. Hasta ir generando,
ellos mismos, un fenómeno social que se ha llamado la lucha de clases.
Y las medidas propuestas por el titular
de la Segpres para “recuperar la credibilidad de nuestras instituciones
políticas en el más corto plazo” son reformas-paliativos que se enmarcan
en el régimen político vigente. Ninguna propuesta para cambiar el
binominal ni la Constitución, cuya ilegitimidad trascendió los círculos de especialistas (3).
Sólo hay una respuesta a tal actitud
obcecada. El discurso de Larroulet es un discurso auto-centrado en la
visión y los intereses de la elite que domina y gobierna el país. Hay un
autismo de parte del Gobierno de Piñera y de sus asesores con respecto a
las necesidades sociales y a la conciencia política emergente.
Por Leopoldo Lavín Mujica
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(1) Mejorar la calidad de la política, por Cristián Larroulet, La Tercera, 07/06/2011
(2) El contrapunto a la columna de Larroulet puede leerla en el artículo de José Miguel Carrera, Chile está bien y la política está mal, según Piñera.
(3) Larroulet llama a la Concertación a
aprobar reformas tales como: el voto voluntario y la inscripción
automática, el voto desde el extranjero, un sistema de primarias para la
selección de los candidatos a cargos de elección popular, y una nueva
ley de partidos políticos, que sujete a esas instituciones a una mayor
participación de sus militantes y un mayor control de la ciudadanía.
Vìa :
http://www.elciudadano.cl/2011/06/09/larroulet-la-ceguera-de-la-ideologia-neoliberal/
http://www.elciudadano.cl/2011/06/09/larroulet-la-ceguera-de-la-ideologia-neoliberal/
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