(Nota:
Un mensaje de admiración y respeto al señor Jimmy Carter, el único
gobernante sensible que ha tenido este país en toda su historia)
1-. Las masacres que nadie puede negar
El
discurso de Barack Obama, en la noche del lunes, es el más falaz de
todos los que se han dicho en este país desde que George W. Bush dijera,
en marzo del 2,003, que Iraq tenía armas de destrucción masiva.
Dijo
Obama: “Si intentáramos derrocar por la fuerza a Gadafi, nuestra
coalición se dividiría y aumentarían los riesgos para las tropas
aliadas”.
Entonces, cuando las fuerzas
de Gadafi estaban a punto de vencer la rebelión en su cuartel general de
Bengazi, los aviones del Imperio comenzaron a destruir sus aviones,
tanques y camiones blindados, matando a sus oficiales y soldados. Eso
permitió que los rebeldes tomaran de nuevo la ofensiva y re-ocuparan el
territorio que habían perdido.
Han tenido que
replegarse ahora un poco ante la ofensiva de Gadafi, pero esto pudiera
ser temporal. Cuando la bestia terrorista de la OTAN use toda o
parte de su fuerza, los rebeldes volverán a avanzar, llegarán a las
afueras de Trípoli y, si los propios aviones de la OTAN le hacen a las
tropas del gobierno lo que le hicieron en Bengazi, la caída de Gadafi es
inevitable. Pero Obama insiste en que no está tratando de derrocarlo y,
de inmediato, firma una orden para que la CIA lleve a cabo
acciones encubiertas que le suministren a los rebeldes todo lo que
necesiten, porque Obama no sólo rompe la ley sino que lo hace con la
mayor desfachatez, como si fuera un ladrón que asalta un banco y después
le tira una trompetilla al cajero.
Ahora dice
que ya Estados Unidos no dirige la operación de Libia, sino la OTAN,
pero ¿qué es la OTAN sino el propio poderío del Imperio?
Dijo Obama: “Algunos países pueden ser indiferentes ante las atrocidades que se cometan en otras naciones. Estados Unidos es diferente. Como presidente esperé hasta ver las imágenes de matanzas y fosas comunes antes de tomar medidas”.
Esto
lo dice, nada menos, que el jefe del gobierno que, por amplísimo
margen, ha perpetrado las mayores atrocidades en la historia de la
humanidad, en las que ha asesinado a millones y millones de civiles
inocentes, incluyendo atentados ultra-terroristas con bombas nucleares.
No existe la menor evidencia objetiva
que las tropas de Gadafi hayan cometido matanzas de la población civil
ni que existan fosas comunes; pero si se produce una rebelión armada
en la que se trata de derrocar a un gobierno, los partidarios de ese
gobierno tienen derecho a matar, de frente, a quienes quieren matarlos.
Si en una guerra mueren cientos, o miles, de combatientes, eso no es
masacre, sino batalla.
Matanzas, y
enormes, fueron las del Sullivan Raid, en 1779; el Acta de Remoción de
los Indios, en 1829; México, en 1846; Atlanta, Charleston, Raleigh y
Columbia, de 1861 a 1865; Haymarket Square, en 1886; Wounded Knee, en
1890; Filipinas, de 1898 a 1909; el Maine, en 1898; The Triangle, en
1911; Ludlow, en 1914; el Lusitania, en 1915; Tokío, Hiroshima, Nagasaki
y Nagoya, en 1945; Dresde y Hamburgo, en 1945; Corea, de 1950 a 1953;
Vietnam, de 1965 a 1975; República Dominicana, en 1965; Camboya, en
1970; Panamá, en 1989; Afganistán, Iraq, Pakistán y Gaza, del 2001 al
presente ... y muchas más. Estas masacres que el Imperio
perpetró contra sus propios ciudadanos y el resto del mundo están muy
bien documentadas por la historia y nadie las puede negar.
La peor masacre, sin embargo, es la de los 27,000 niños
que mueren todos los días en el mundo capitalista –uno cada tres
segundos: casi diez millones todos los años-- víctimas de enfermedades
provocadas por la desnutrición.
El gobierno de Estados Unidos ha asesinado a cientos de miles de ciudadanos estadounidenses, en su propio territorio,
que no trataban de derrocar al gobierno, sino que, simplemente,
defendían las tierras que habían sido suyas por decenas de miles de
años, como hizo con la población nativa, o eran esclavos que trataban de
huir a la libertad, o trabajadores que pedían justas condiciones
laborales, o afro-estadounidenses que pedían derechos civiles, o
veteranos que sólo aspiraban a que se les pagaran sus bonos de guerra,
etc. etc.
Dijo Obama: “Estados Unidos
tiene un importante interés estratégico en impedir la victoria de
Gadafi”. Y esto lo dice después de afirmar que no pretende derrocar a
Gadafi.
2-. La perenne agresión
Dijo
Obama: “El cambio en el Oriente Medio no se puede echar atrás. Aunque
el progreso será desigual y distinto según los países, debemos
alinearnos con quienes creen en los mismos principios básicos que nos
han guiado en tantas tormentas”.
En
primer lugar, los países en que se han producido cambios o intentos de
cambio en estos meses –Egipto, Túnez, Siria, Jordania, Yemen, Turquía y
Libia-- están en el norte de África o el Cercano Oriente, no en el
Oriente Medio.
En segundo lugar: al
poner “desigual” --unequal-- y “distinto” --distint-- estaba repitiendo
la misma palabra, lo que nos lleva a sospechar que Obama no domina bien
el lenguaje, porque aunque el discurso haya sido escrito por otra
persona, él debió darse cuenta de que estaba repitiendo lo mismo.
Y en tercero, y peor aun: esas palabras significan que el Imperio y sus más cercanos aliados van a seguir interviniendo en los países que tengan problemas internos, como el que tiene ahora Libia.
Dijo
Obama: “Cambiar el régimen de Iraq nos costó ocho años, miles de vidas
estadounidenses e iraquíes y casi un trillón de dólares. No es algo que
nos podamos permitir en Libia”.
Se
refiere a un billón de dólares en la medida inglesa. De esos ocho años,
más de dos son de él. Han sido miles de vidas estadounidenses y más de
un millón de vidas iraquíes, entre ellas las de cientos de miles de
niños pequeños.
3-. El rey de la mentira
Tal
vez Obama no sea el más criminal de los gobernantes del Imperio, pero
es, sin dudas, el más mentiroso. No sólo ha engañado al pueblo de
Estados Unidos que lo eligió creyendo que iba a terminar las guerras,
sino que ahora trata de engañar al mundo con este golpe terrorista en
Libia cuyo propósito evidente es lograr la caída de Gadafi y que los
rebeldes ocupen el poder … y el petróleo.
Obama
engañó a los millones de hispanos que votaron por el prometiéndoles la
solución del problema de sus familiares y amigos que no se han podido “legalizar”
en este país, y ningún otro gobierno ha sido tan cruel con la pobre
gente que viene a trabajar muy duro, no a vivir de vaga ni a robar, al
extremo de que han separado de sus pequeños hijos a miles de padres, y
no hace mucho deportaron a una niña de cuatro años nacida aquí, lo que
no ha hecho jamás ningún otro gobierno de la historia (el que la niña
haya regresado a este país no elimina el crimen) Ahora quieren quitarle
la ciudadanía a todos los niños nacidos aquí de padres “ilegales”. Eso
tampoco lo ha hecho jamás ningún otro país en la historia de la humanidad.
Obama
engañó, además, a los estudiantes, a los que prometió mejorar el
sistema educacional y lo ha empeorado. Engañó a la clase media y a los
trabajadores, cuya situación económica ahora es peor. Engañó a los
intelectuales y artistas, que han perdido toda ayuda federal. Engañó a
los viejos retirados, pues está usando los fondos del Seguro Social para
las guerras del Oriente Medio, y ahora de Libia, y no le importa que
esos recursos se estén agotando. Engañó a los dueños de casa, pues en su
gobierno muchos más han perdido las suyas. Engañó a los propietarios de
pequeños negocios, pues muchos han tenido que cerrarlos. Engañó a los
desamparados, pues su número es ahora mayor que antes.
Y,
para colmo, lo más probable es que haya engañado, también, a todo el
mundo al decir que nació en Hawai --territorio estadounidense, aunque
ilegal; o sea posesión imperial-- y desde hace más de cuatro años varios
periodistas lo están conminando a que produzca su inscripción de
nacimiento y no lo ha hecho, a pesar de que en este país la
obtención de ese documento sólo toma pocos días y, a veces, pocos
minutos. Si se prueba que no nació en este país –suponiendo, falsamente,
que Hawai sea parte de él--, su elección es ilegal, el Congreso tiene
que destituirlo y los tribunales ordinarios tienen que juzgarlo por
fraude criminal. Pudiera pasar muchos años en presidio, aunque … no por
los miles de niños pequeños que han muerto en el Oriente Medio, a causa
de las guerras, desde el día en que tomó posesión.
A
pesar de todas esas palpables evidencias, dijo en una reciente
entrevista que jamás había engañado a nadie y que había cumplido sus
promesas o estaba en vías de cumplirlas.
Al menos Bush era un criminal sincero, que, lejos de negar sus infamias, las aplaudía.
4-. ¿Qué va a hacer Gadafi?
Ningún
país le ha enviado tropas ni material de guerra a Gadafi y sus enemigos
tienen el apoyo de la alianza más poderosa de la historia. Su fin es
inexorable.
¿Qué va a hacer? ¿Morir peleando? ¿Suicidarse? ¿Huir al extranjero?
Quisiera
creer que va a morir peleando o, al menos, que se va a quitar la vida
para no caer en manos de sus enemigos; pero si es verdad lo que dice la
prensa capitalista, dominada en gran parte por el sionismo, que él y sus
hijos tienen cuentas bancarias secretas en otros países por miles de
millones de dólares, lo más probable es que salga huyendo. Los
verdaderos revolucionarios no acumulan fortunas. Soy, por supuesto, muy
reacio a creer algo de lo que diga la prensa capitalista-sionista.
Cuando anuncia que va a haber mucho sol, salgo siempre con el paraguas.
Nuestro deber principal como antimperialistas
no es, en rigor, defender a Gadafi, sino condenar la intervención
extranjera en un país soberano, sea éste cual fuese. Esa agresión se ha
hecho ahora contra él y, por ello, hay que defenderlo; pero Gadafi es,
en realidad, un asunto menor. Lo que importa es que las naciones puedan
mantener su independencia sin agresiones foráneas, como reconocen la
Carta de Naciones Unidas y el derecho internacional.
Si un gobierno es malo, le toca a su pueblo,
y a nadie más que a su pueblo, cambiarlo o derrocarlo. Si los rebeldes
de Libia hubiesen tenido el apoyo del pueblo, habrían derrocado a Gadafi
sin la intervención extranjera, como sucedió en Túnez y Egipto. La
prueba de que eran minoría es que estaban a punto de ser vencidos y sólo
el golpe terrorista de la OTAN los salvó. No hay gobierno en el mundo,
de cualquier ideología, que pueda sobrevivir a la guerra de un pueblo.
Obama
acusó, falsamente, a Gadafi de estar cometiendo masacres contra su
propio pueblo. Ahora son Obama, Sarcozy, Cameron y otros jefes de
gobierno quienes están perpetrando masacres contra el pueblo de Libia … y de ésas sí hay numerosas evidencias.
Vayamos, entonces, al año 44 antes de nuestra era, o sea hace 2,055 años.
5-. HUYEN DE ROMA LOS ASESINOS DE CESAR
El Diario de la Historia, Idus de Marzo del año 709 de Roma.
Antes que el pueblo enfurecido llegase a sus hogares para ajusticiarlos
–según informó esta tarde Acta Diurna--, huyeron de esta ciudad, rumbo
al sur, los cabecillas de la conjura en que se dio muerte, hoy por la
mañana, a Cayo Julio César imperator, Cónsul y Dictador Perpetuo de la
república.
Son ellos, el pretor urbano
Marco Junio Bruto, el pretor Cayo Casio Longino, el general Marco
Décimo Bruto --Albino-- y el senador Cneo Casca.
A) El presagio
Calpurnia
se despertó llorando esta mañana, pues había soñado que César era
asesinado en el Senado y ella lo tenía entre sus brazos, cubierto de
sangre de pies a cabeza. Le pidió a su esposo que pospusiera la reunión
senatorial, convocada por él, en la que iba a ser declarado rey de todos
los territorios imperiales fuera de Roma.
Al ir a cumplir César el deseo de Calpurnia, llegó el general Bruto Albino y
dijo que tal suspensión era un grave error, porque estaba basada en una
superstición, no una cuestión de Estado, y que podía buscarle aun más
enemigos en el Senado.
César le tenía la mayor
confianza al general Albino, jefe de la flota romana que apoyó por mar
sus campañas en las Galias y a quien había nombrado uno de sus sucesores
secundarios, en caso de que algo le sucediera a su sobrino Octavio.
Convencido
Cesar de tal forma, el general Albino lo sacó fuera de su casa, rumbo
al Senado. En una litera iban César y el cónsul Marco Antonio, su fiel
aliado y sobrino, hijo de su hermana Julia; en la otra, iba el general
Albino.
B) El ardid
Al
llegar a la Curia, César y Antonio subieron juntos las escaleras. A la
entrada de la Casa Senatorial –según dicen algunos testigos-- el general
Albino comenzó a hablarle al cónsul Antonio de un asunto personal de
suma urgencia y se lo llevó a cierta distancia de allí, mientras César
entraba en el recinto acompañado de varios senadores. Algunos de los
conjurados se le acercaron.
Entonces, el senador Metelo Cimber
le pidió a César que perdonase a su hermano, quien había sido enviado
el exilio, para que regresara a Roma; pero César, contrario a su
costumbre de perdonar a sus enemigos, no accedió. El Senador tomó un
extremo de su túnica y se lo echó al cuello, que era la señal acordada
para comenzar el hecho.
C) El ataque
El senador Cneo Casca
trató de hundir su daga en el cuello de César, pero como estaba muy
nervioso el arma se le resbaló y sólo le hizo una herida menor.
César
se llevó una mano al cuello y, como viese que estaba sangrando, tomó la
daga de Casca por el mango con gran fuerza, y exclamó:
--¡¿Qué haces, oh, Casca, vil traidor?!
Forcejeando con César, Casca se hizo una herida en su mano derecha. Entonces, se viró hacia su hermano y, en griego, exclamó:
--¡Ayúdame, hermano!
Varios
conjurados atacaron a César, haciéndole heridas en los costados y la
espalda. César bajó unos escalones y caminó hacia el centro del recinto
senatorial, peleando contra sus agresores.
Con 56 años de edad y más de veinte heridas en el cuerpo, César se mantenía de pie, luchando contra sus atacantes.
Los
senadores del bando cesarista miraban, espantados, aquella escena
increíble; pero no hacían nada porque estaban desarmados y por temor a
los conjurados que rodeaban a César con sus dagas y espadas en las
manos.
Entonces, el pretor Marco Junio Bruto,
a quien César quería como a un hijo, porque tal vez lo era, sacó su
daga y se la hundió en el bajo vientre, junto a sus partes más púdicas.
Con gesto de gran asombro, César lo miró y dijo:
--Et tu, Brute!
César,
entonces, dejó de pelear, se cubrió la cabeza con su túnica purpúrea y
se desplomó, al pie de la estatua de Pompeyo, su gran enemigo, muriendo
unos momentos después.
Al enterarse de
lo que había sucedido, el cónsul Marco Antonio, dándose cuenta que sus
enemigos eran muchos y que estaba solo, huyó a la Curia Hostilia, se
refugió en la casa de un amigo y fue protegido por varios legionarios.
Muerto
César, Marco Junio Bruto trató de hablarle a los senadores para
defender la acción, pero ya la mayoría de ellos había abandonado, a toda
prisa, la Casa Senatorial.
Los
conjurados le dijeron a Bruto que había que matar también a Marco
Antonio, a quien acusan de ser proclive a la dictadura porque tiene una
gran ascendencia entre los legionarios, pero Bruto se negó, una vez más,
a atacarlo.
D) Los magnicidas
El pretor Marco Junio Bruto, a quien se señala como jefe del complot, es descendiente directo, por vía paterna, de Lucio Junio Bruto, quien
dirigiera la rebelión de patricios que echara del poder al último rey,
Tarquino el Soberbio, y al que se considera Padre de la República
Romana, de la que fue elegido su primer cónsul hace cinco siglos, en el
año 244 de la fundación de Roma. Por la vía materna, Bruto es miembro
del Clan Servilia, uno de los más antiguos y nobles del país.
César mantenía relaciones íntimas con Servilia, madre de Bruto.
Se
señala, también, como autores del magnicidio, a Cornelio Cinna, Metelo
Cimber, Popilio Lena y Cayo Ligario, figuras prominentes de la
república. Se cree que más de cincuenta complotados participaron, de una
forma u otra, en el magnicidio.
Aunque se pensó que Marco Tulio Cicerón, Príncipe del Senado, había planeado, también, el crimen, el pretor Marco Junio Bruto lo desmintió antes de huir de Roma.
Desde
el comienzo de su carrera, cuando muy joven aún desafió al dictador
Sila, César se ha enfrentado a la aristocracia que domina el Senado.
Como líder del Partido Popular y heredero de Mario y Cinna, ha
favorecido al pueblo mecánico, o sea al que realiza todos los trabajos
físicos.
Si se tiene en cuenta que el
85% de los habitantes de Roma, o sea unos 560 mil de una población total
de 700 mil— no posee la ciudadanía romana, o sea que carece de casi
todos los derechos, entre ellos el del voto, y que muchos otros que sí
son ciudadanos no pertenecen a las cinco clases económicas definidas, ya
que son “capite censi” o proletarios, se comprenderá mejor esta pugna
entre Populistas, que defienden al pueblo, y Optimicistas, que favorecen
a la oligarquía.
El concepto que
tienen de la libertad los enemigos de Cesar, o sea las clases de las que
Casio y Bruto son ahora paladines, no es el mismo del pueblo que tiene
que vivir en las cuevas, campos y calles, o hacinado en inmundos
edificios de madera de seis y siete pisos de alto, durmiendo sobre un
montón de paja, casi sin comida, harapiento, en piezas sin agua,
ventanas ni muebles, heladas en invierno y ardientes en verano, sin
escuelas ni trabajo, con las calles de tierra llenas de estiércol animal
que se convierten en pútridas lagunas cuando llueve o en hediondas
nubes de polvo cuando hay sequía.
El
Senado se oponía a los planes de César de coronarse emperador, aunque se
cree que en la asamblea de ayer se le iba a nombrar rey de las
provincias del imperio y de Italia, pero no de Roma. Bruto, Casio,
Albino, Casca, Cimber y los otros complotados tampoco aceptaban esto.
6-. LA PIRA FUNERAL
El
Diario de la Historia, Roma, a 36 horas del magnicidio. El cadáver de
Cesar está expuesto esta noche sobre un gran catafalco, ante la pira
funeral, en el Foro. Con lágrimas en los ojos, pero erguido y con voz
tronante, el cónsul Antonio lee el testamento de César en que nombra
heredero a Octavio, su otro sobrino, y deja al pueblo de Roma su
fortuna, a razón de unos 75 dracmas por habitante.
El cónsul Antonio extiende con ambas manos la túnica de César, toda cubierta de sangre, y miles de personas vociferan:
--¡A matar a los asesinos!
Hace
unos días, un amigo le había dicho a César que se cuidara, porque eran
muchos sus enemigos, y que debía estar protegido, a cada momento, por
varios hombres de su guardia. César sonrió y dijo:
--Prefiero morir un día que tenerle miedo a la muerte todos los días ☼
Próximas crónicas de El Diario de la Historia:
Dos temas breves en un solo artículo:
Inminente peligro de guerra nuclear (24 de octubre de 1962)
Leonardo dicta su testamento (24 de abril de 1519)
Vìa :
http://www.kaosenlared.net/noticia/los-amos-del-mundo-3
http://www.kaosenlared.net/noticia/los-amos-del-mundo-3
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