sábado, 2 de abril de 2011

Sociedad : Los amos del mundo . La tragedia del pueblo de Libia, atacado por los jefes de las potencias terroristas que pretenden adueñarse del mundo, y El Diario de la Historia, con los detalles sobre el asesinato de Julio César. Carlos Rivero Collado

Humilla a los excelsos y eleva a los humildes --Quilón
(Nota: Un mensaje de admiración y respeto al señor Jimmy Carter, el único gobernante sensible que ha tenido este país en toda su historia)
1-. Las masacres que nadie puede negar
El discurso de Barack Obama, en la noche del lunes, es el más falaz de todos los que se han dicho en este país desde que George W. Bush dijera, en marzo del 2,003, que Iraq tenía armas de destrucción masiva.
Dijo Obama: “Si intentáramos derrocar por la fuerza a Gadafi, nuestra coalición se dividiría y aumentarían los riesgos para las tropas aliadas”.
Entonces, cuando las fuerzas de Gadafi estaban a punto de vencer la rebelión en su cuartel general de Bengazi, los aviones del Imperio comenzaron a destruir sus aviones, tanques y camiones blindados, matando a sus oficiales y soldados. Eso permitió que los rebeldes tomaran de nuevo la ofensiva y re-ocuparan el territorio que habían perdido.
Han tenido que replegarse ahora un poco ante la ofensiva de Gadafi, pero esto pudiera ser temporal. Cuando la bestia terrorista de la OTAN use toda o parte de su fuerza, los rebeldes volverán a avanzar, llegarán a las afueras de Trípoli y, si los propios aviones de la OTAN le hacen a las tropas del gobierno lo que le hicieron en Bengazi, la caída de Gadafi es inevitable. Pero Obama insiste en que no está tratando de derrocarlo y, de inmediato, firma una orden para que la CIA lleve a cabo acciones encubiertas que le suministren a los rebeldes todo lo que necesiten, porque Obama no sólo rompe la ley sino que lo hace con la mayor desfachatez, como si fuera un ladrón que asalta un banco y después le tira una trompetilla al cajero.
Ahora dice que ya Estados Unidos no dirige la operación de Libia, sino la OTAN, pero ¿qué es la OTAN sino el propio poderío del Imperio?
Dijo Obama: “Algunos países pueden ser indiferentes ante las atrocidades que se cometan en otras naciones. Estados Unidos es diferente. Como presidente esperé hasta ver las imágenes de matanzas y fosas comunes antes de tomar medidas”.
Esto lo dice, nada menos, que el jefe del gobierno que, por amplísimo margen, ha perpetrado las mayores atrocidades en la historia de la humanidad, en las que ha asesinado a millones y millones de civiles inocentes, incluyendo atentados ultra-terroristas con bombas nucleares.
No existe la menor evidencia objetiva que las tropas de Gadafi hayan cometido matanzas de la población civil ni que existan fosas comunes; pero si se produce una rebelión armada en la que se trata de derrocar a un gobierno, los partidarios de ese gobierno tienen derecho a matar, de frente, a quienes quieren matarlos. Si en una guerra mueren cientos, o miles, de combatientes, eso no es masacre, sino batalla.
Matanzas, y enormes, fueron las del Sullivan Raid, en 1779; el Acta de Remoción de los Indios, en 1829; México, en 1846; Atlanta, Charleston, Raleigh y Columbia, de 1861 a 1865; Haymarket Square, en 1886; Wounded Knee, en 1890; Filipinas, de 1898 a 1909; el Maine, en 1898; The Triangle, en 1911; Ludlow, en 1914; el Lusitania, en 1915; Tokío, Hiroshima, Nagasaki y Nagoya, en 1945; Dresde y Hamburgo, en 1945; Corea, de 1950 a 1953; Vietnam, de 1965 a 1975; República Dominicana, en 1965; Camboya, en 1970; Panamá, en 1989; Afganistán, Iraq, Pakistán y Gaza, del 2001 al presente ... y muchas más. Estas masacres que el Imperio perpetró contra sus propios ciudadanos y el resto del mundo están muy bien documentadas por la historia y nadie las puede negar.
La peor masacre, sin embargo, es la de los 27,000 niños que mueren todos los días en el mundo capitalista –uno cada tres segundos: casi diez millones todos los años-- víctimas de enfermedades provocadas por la desnutrición.
El gobierno de Estados Unidos ha asesinado a cientos de miles de ciudadanos estadounidenses, en su propio territorio, que no trataban de derrocar al gobierno, sino que, simplemente, defendían las tierras que habían sido suyas por decenas de miles de años, como hizo con la población nativa, o eran esclavos que trataban de huir a la libertad, o trabajadores que pedían justas condiciones laborales, o afro-estadounidenses que pedían derechos civiles, o veteranos que sólo aspiraban a que se les pagaran sus bonos de guerra, etc. etc.
Dijo Obama: “Estados Unidos tiene un importante interés estratégico en impedir la victoria de Gadafi”. Y esto lo dice después de afirmar que no pretende derrocar a Gadafi.
2-. La perenne agresión
Dijo Obama: “El cambio en el Oriente Medio no se puede echar atrás. Aunque el progreso será desigual y distinto según los países, debemos alinearnos con quienes creen en los mismos principios básicos que nos han guiado en tantas tormentas”.
En primer lugar, los países en que se han producido cambios o intentos de cambio en estos meses –Egipto, Túnez, Siria, Jordania, Yemen, Turquía y Libia-- están en el norte de África o el Cercano Oriente, no en el Oriente Medio.
En segundo lugar: al poner “desigual” --unequal-- y “distinto” --distint-- estaba repitiendo la misma palabra, lo que nos lleva a sospechar que Obama no domina bien el lenguaje, porque aunque el discurso haya sido escrito por otra persona, él debió darse cuenta de que estaba repitiendo lo mismo.
Y en tercero, y peor aun: esas palabras significan que el Imperio y sus más cercanos aliados van a seguir interviniendo en los países que tengan problemas internos, como el que tiene ahora Libia.
Dijo Obama: “Cambiar el régimen de Iraq nos costó ocho años, miles de vidas estadounidenses e iraquíes y casi un trillón de dólares. No es algo que nos podamos permitir en Libia”.
Se refiere a un billón de dólares en la medida inglesa. De esos ocho años, más de dos son de él. Han sido miles de vidas estadounidenses y más de un millón de vidas iraquíes, entre ellas las de cientos de miles de niños pequeños.
3-. El rey de la mentira
Tal vez Obama no sea el más criminal de los gobernantes del Imperio, pero es, sin dudas, el más mentiroso. No sólo ha engañado al pueblo de Estados Unidos que lo eligió creyendo que iba a terminar las guerras, sino que ahora trata de engañar al mundo con este golpe terrorista en Libia cuyo propósito evidente es lograr la caída de Gadafi y que los rebeldes ocupen el poder … y el petróleo.
Obama engañó a los millones de hispanos que votaron por el prometiéndoles la solución del problema de sus familiares y amigos que no se han podido “legalizar” en este país, y ningún otro gobierno ha sido tan cruel con la pobre gente que viene a trabajar muy duro, no a vivir de vaga ni a robar, al extremo de que han separado de sus pequeños hijos a miles de padres, y no hace mucho deportaron a una niña de cuatro años nacida aquí, lo que no ha hecho jamás ningún otro gobierno de la historia (el que la niña haya regresado a este país no elimina el crimen) Ahora quieren quitarle la ciudadanía a todos los niños nacidos aquí de padres “ilegales”. Eso tampoco lo ha hecho jamás ningún otro país en la historia de la humanidad.
Obama engañó, además, a los estudiantes, a los que prometió mejorar el sistema educacional y lo ha empeorado. Engañó a la clase media y a los trabajadores, cuya situación económica ahora es peor. Engañó a los intelectuales y artistas, que han perdido toda ayuda federal. Engañó a los viejos retirados, pues está usando los fondos del Seguro Social para las guerras del Oriente Medio, y ahora de Libia, y no le importa que esos recursos se estén agotando. Engañó a los dueños de casa, pues en su gobierno muchos más han perdido las suyas. Engañó a los propietarios de pequeños negocios, pues muchos han tenido que cerrarlos. Engañó a los desamparados, pues su número es ahora mayor que antes.
Y, para colmo, lo más probable es que haya engañado, también, a todo el mundo al decir que nació en Hawai --territorio estadounidense, aunque ilegal; o sea posesión imperial-- y desde hace más de cuatro años varios periodistas lo están conminando a que produzca su inscripción de nacimiento y no lo ha hecho, a pesar de que en este país la obtención de ese documento sólo toma pocos días y, a veces, pocos minutos. Si se prueba que no nació en este país –suponiendo, falsamente, que Hawai sea parte de él--, su elección es ilegal, el Congreso tiene que destituirlo y los tribunales ordinarios tienen que juzgarlo por fraude criminal. Pudiera pasar muchos años en presidio, aunque … no por los miles de niños pequeños que han muerto en el Oriente Medio, a causa de las guerras, desde el día en que tomó posesión.
A pesar de todas esas palpables evidencias, dijo en una reciente entrevista que jamás había engañado a nadie y que había cumplido sus promesas o estaba en vías de cumplirlas.
Al menos Bush era un criminal sincero, que, lejos de negar sus infamias, las aplaudía.
4-. ¿Qué va a hacer Gadafi?
Ningún país le ha enviado tropas ni material de guerra a Gadafi y sus enemigos tienen el apoyo de la alianza más poderosa de la historia. Su fin es inexorable.
¿Qué va a hacer? ¿Morir peleando? ¿Suicidarse? ¿Huir al extranjero?
Quisiera creer que va a morir peleando o, al menos, que se va a quitar la vida para no caer en manos de sus enemigos; pero si es verdad lo que dice la prensa capitalista, dominada en gran parte por el sionismo, que él y sus hijos tienen cuentas bancarias secretas en otros países por miles de millones de dólares, lo más probable es que salga huyendo. Los verdaderos revolucionarios no acumulan fortunas. Soy, por supuesto, muy reacio a creer algo de lo que diga la prensa capitalista-sionista. Cuando anuncia que va a haber mucho sol, salgo siempre con el paraguas.
Nuestro deber principal como antimperialistas no es, en rigor, defender a Gadafi, sino condenar la intervención extranjera en un país soberano, sea éste cual fuese. Esa agresión se ha hecho ahora contra él y, por ello, hay que defenderlo; pero Gadafi es, en realidad, un asunto menor. Lo que importa es que las naciones puedan mantener su independencia sin agresiones foráneas, como reconocen la Carta de Naciones Unidas y el derecho internacional.
Si un gobierno es malo, le toca a su pueblo, y a nadie más que a su pueblo, cambiarlo o derrocarlo. Si los rebeldes de Libia hubiesen tenido el apoyo del pueblo, habrían derrocado a Gadafi sin la intervención extranjera, como sucedió en Túnez y Egipto. La prueba de que eran minoría es que estaban a punto de ser vencidos y sólo el golpe terrorista de la OTAN los salvó. No hay gobierno en el mundo, de cualquier ideología, que pueda sobrevivir a la guerra de un pueblo.
Obama acusó, falsamente, a Gadafi de estar cometiendo masacres contra su propio pueblo. Ahora son Obama, Sarcozy, Cameron y otros jefes de gobierno quienes están perpetrando masacres contra el pueblo de Libia … y de ésas sí hay numerosas evidencias.
Vayamos, entonces, al año 44 antes de nuestra era, o sea hace 2,055 años.
5-. HUYEN DE ROMA LOS ASESINOS DE CESAR
El Diario de la Historia, Idus de Marzo del año 709 de Roma. Antes que el pueblo enfurecido llegase a sus hogares para ajusticiarlos –según informó esta tarde Acta Diurna--, huyeron de esta ciudad, rumbo al sur, los cabecillas de la conjura en que se dio muerte, hoy por la mañana, a Cayo Julio César imperator, Cónsul y Dictador Perpetuo de la república.
Son ellos, el pretor urbano Marco Junio Bruto, el pretor Cayo Casio Longino, el general Marco Décimo Bruto --Albino-- y el senador Cneo Casca.
A) El presagio
Calpurnia se despertó llorando esta mañana, pues había soñado que César era asesinado en el Senado y ella lo tenía entre sus brazos, cubierto de sangre de pies a cabeza. Le pidió a su esposo que pospusiera la reunión senatorial, convocada por él, en la que iba a ser declarado rey de todos los territorios imperiales fuera de Roma.
Al ir a cumplir César el deseo de Calpurnia, llegó el general Bruto Albino y dijo que tal suspensión era un grave error, porque estaba basada en una superstición, no una cuestión de Estado, y que podía buscarle aun más enemigos en el Senado.
César le tenía la mayor confianza al general Albino, jefe de la flota romana que apoyó por mar sus campañas en las Galias y a quien había nombrado uno de sus sucesores secundarios, en caso de que algo le sucediera a su sobrino Octavio.
Convencido Cesar de tal forma, el general Albino lo sacó fuera de su casa, rumbo al Senado. En una litera iban César y el cónsul Marco Antonio, su fiel aliado y sobrino, hijo de su hermana Julia; en la otra, iba el general Albino.
B) El ardid
Al llegar a la Curia, César y Antonio subieron juntos las escaleras. A la entrada de la Casa Senatorial –según dicen algunos testigos-- el general Albino comenzó a hablarle al cónsul Antonio de un asunto personal de suma urgencia y se lo llevó a cierta distancia de allí, mientras César entraba en el recinto acompañado de varios senadores. Algunos de los conjurados se le acercaron.
Entonces, el senador Metelo Cimber le pidió a César que perdonase a su hermano, quien había sido enviado el exilio, para que regresara a Roma; pero César, contrario a su costumbre de perdonar a sus enemigos, no accedió. El Senador tomó un extremo de su túnica y se lo echó al cuello, que era la señal acordada para comenzar el hecho.
C) El ataque
El senador Cneo Casca trató de hundir su daga en el cuello de César, pero como estaba muy nervioso el arma se le resbaló y sólo le hizo una herida menor.
César se llevó una mano al cuello y, como viese que estaba sangrando, tomó la daga de Casca por el mango con gran fuerza, y exclamó:
--¡¿Qué haces, oh, Casca, vil traidor?!
Forcejeando con César, Casca se hizo una herida en su mano derecha. Entonces, se viró hacia su hermano y, en griego, exclamó:
--¡Ayúdame, hermano!
Varios conjurados atacaron a César, haciéndole heridas en los costados y la espalda. César bajó unos escalones y caminó hacia el centro del recinto senatorial, peleando contra sus agresores.
Con 56 años de edad y más de veinte heridas en el cuerpo, César se mantenía de pie, luchando contra sus atacantes.
Los senadores del bando cesarista miraban, espantados, aquella escena increíble; pero no hacían nada porque estaban desarmados y por temor a los conjurados que rodeaban a César con sus dagas y espadas en las manos.
Entonces, el pretor Marco Junio Bruto, a quien César quería como a un hijo, porque tal vez lo era, sacó su daga y se la hundió en el bajo vientre, junto a sus partes más púdicas. Con gesto de gran asombro, César lo miró y dijo:
--Et tu, Brute!
César, entonces, dejó de pelear, se cubrió la cabeza con su túnica purpúrea y se desplomó, al pie de la estatua de Pompeyo, su gran enemigo, muriendo unos momentos después.
Al enterarse de lo que había sucedido, el cónsul Marco Antonio, dándose cuenta que sus enemigos eran muchos y que estaba solo, huyó a la Curia Hostilia, se refugió en la casa de un amigo y fue protegido por varios legionarios.
Muerto César, Marco Junio Bruto trató de hablarle a los senadores para defender la acción, pero ya la mayoría de ellos había abandonado, a toda prisa, la Casa Senatorial.
Los conjurados le dijeron a Bruto que había que matar también a Marco Antonio, a quien acusan de ser proclive a la dictadura porque tiene una gran ascendencia entre los legionarios, pero Bruto se negó, una vez más, a atacarlo.
D) Los magnicidas
El pretor Marco Junio Bruto, a quien se señala como jefe del complot, es descendiente directo, por vía paterna, de Lucio Junio Bruto, quien dirigiera la rebelión de patricios que echara del poder al último rey, Tarquino el Soberbio, y al que se considera Padre de la República Romana, de la que fue elegido su primer cónsul hace cinco siglos, en el año 244 de la fundación de Roma. Por la vía materna, Bruto es miembro del Clan Servilia, uno de los más antiguos y nobles del país.
César mantenía relaciones íntimas con Servilia, madre de Bruto.
Se señala, también, como autores del magnicidio, a Cornelio Cinna, Metelo Cimber, Popilio Lena y Cayo Ligario, figuras prominentes de la república. Se cree que más de cincuenta complotados participaron, de una forma u otra, en el magnicidio.
Aunque se pensó que Marco Tulio Cicerón, Príncipe del Senado, había planeado, también, el crimen, el pretor Marco Junio Bruto lo desmintió antes de huir de Roma.
Desde el comienzo de su carrera, cuando muy joven aún desafió al dictador Sila, César se ha enfrentado a la aristocracia que domina el Senado. Como líder del Partido Popular y heredero de Mario y Cinna, ha favorecido al pueblo mecánico, o sea al que realiza todos los trabajos físicos.
Si se tiene en cuenta que el 85% de los habitantes de Roma, o sea unos 560 mil de una población total de 700 mil— no posee la ciudadanía romana, o sea que carece de casi todos los derechos, entre ellos el del voto, y que muchos otros que sí son ciudadanos no pertenecen a las cinco clases económicas definidas, ya que son “capite censi” o proletarios, se comprenderá mejor esta pugna entre Populistas, que defienden al pueblo, y Optimicistas, que favorecen a la oligarquía.
El concepto que tienen de la libertad los enemigos de Cesar, o sea las clases de las que Casio y Bruto son ahora paladines, no es el mismo del pueblo que tiene que vivir en las cuevas, campos y calles, o hacinado en inmundos edificios de madera de seis y siete pisos de alto, durmiendo sobre un montón de paja, casi sin comida, harapiento, en piezas sin agua, ventanas ni muebles, heladas en invierno y ardientes en verano, sin escuelas ni trabajo, con las calles de tierra llenas de estiércol animal que se convierten en pútridas lagunas cuando llueve o en hediondas nubes de polvo cuando hay sequía.
El Senado se oponía a los planes de César de coronarse emperador, aunque se cree que en la asamblea de ayer se le iba a nombrar rey de las provincias del imperio y de Italia, pero no de Roma. Bruto, Casio, Albino, Casca, Cimber y los otros complotados tampoco aceptaban esto.
6-. LA PIRA FUNERAL
El Diario de la Historia, Roma, a 36 horas del magnicidio. El cadáver de Cesar está expuesto esta noche sobre un gran catafalco, ante la pira funeral, en el Foro. Con lágrimas en los ojos, pero erguido y con voz tronante, el cónsul Antonio lee el testamento de César en que nombra heredero a Octavio, su otro sobrino, y deja al pueblo de Roma su fortuna, a razón de unos 75 dracmas por habitante.
El cónsul Antonio extiende con ambas manos la túnica de César, toda cubierta de sangre, y miles de personas vociferan:
--¡A matar a los asesinos!
Hace unos días, un amigo le había dicho a César que se cuidara, porque eran muchos sus enemigos, y que debía estar protegido, a cada momento, por varios hombres de su guardia. César sonrió y dijo:
--Prefiero morir un día que tenerle miedo a la muerte todos los días ☼

Próximas crónicas de El Diario de la Historia:
Dos temas breves en un solo artículo:
Inminente peligro de guerra nuclear (24 de octubre de 1962)
Leonardo dicta su testamento (24 de abril de 1519)
Vìa :
http://www.kaosenlared.net/noticia/los-amos-del-mundo-3

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