Nadie -en su sano juicio- negará de forma categórica el carácter
belicista e imperialista de Estados Unidos, la potencia industrializada y
capitalista que en la actualidad se ha esparcido con sus tropas
libremente por todo el planeta, ejerciendo un derecho de conquista jamás
igualado en la historia humana.
Autor imagen: Carlos Latuff
Menos
aún, los planes militares que ha diseñado y pretende aplicar desde hace
tiempo para controlar de manera directa los diversos recursos
estratégicos diseminados en varios continentes que requiere su modelo de
sociedad consumista, entre los cuales resaltan el agua, la
biodiversidad y los hidrocarburos.
El poder
supranacional encarnado por Estados Unidos no es producto del azar, ni
el “destino manifiesto” decretado por alguna deidad, como algunos lo
creen, sino la consecuencia de un bien ponderado y prolongado trabajo de
think-tanks que tiene su principal base de sustentación a las
oligarquías financieras, las fundaciones “democráticas” y los grupos
elitistas políticos; todo lo cual se ha traducido en un consenso
generalizado que legitima e, incluso, justifica cualquier acción
imperialista gringa, aún cuando ello sea una deliberada violación de la
autodeterminación de los pueblos y de los principios del derecho
internacional, basada en una campaña sistemática de mentiras y de
manipulación de noticias. Cosa que, indudablemente, beneficia los
intereses capitalistas de una minoría, cuya influencia es activa aún
respecto a aquellos gobiernos que son nominalmente anticapitalistas y
antiimperialistas, obligados como están a mantenerse dentro del círculo
de la economía internacional que ésta maneja a su antojo, actuando en un
teatro de operaciones mundial, sin dependencia de ningún poder
constituido.
Para tener una visión definitiva, o
global, del gobierno mundial que estaría ya imponiéndonos Estados
Unidos, bastaría echar una simple ojeada al mapamundi y ubicar dónde
están funcionando sus comandos y bases militares, cercando poco a poco a
sus potenciales enemigos económicos, políticos y militares, cual si
fuera un jugador de ajedrez moviendo sus fichas antes del jaque mate,
provocando crisis e incidentes que desemboquen en un conflicto de
mayores magnitudes. Así, en lo que respecta a nuestra América, su última
adquisición o movida es Costa Rica, cuyo gobierno les autorizó el
desembarco de soldados y el uso de su territorio, amparado en un acuerdo
bilateral de lucha contra el “terrorismo” y el “narcotráfico”, a usanza
de otros en esta vasta región.
A diferencia
de sus auspiciadores, a Estados Unidos le resulta altamente conveniente
la constitución de continentes políticos o uniones regionales, como la
Unión Europea, la Unasur, la Comunidad Económica Euro-Asiática, el
Sistema de Integración Centro-Americana, la Unión Africana, el Consejo
de Cooperación del Golfo Pérsico, y la Asociación de Naciones del
Sudeste Asiático, entre otras, ya que cada una de ellas está enmarcada
en la consecución de un sistema económico globalizado o único que,
justamente, manejan las transnacionales estadounidenses y sus socios del
G-8, irrigado por una sola fuente financiera. De este modo, Estados
Unidos se aseguraría de que se instaure -en nombre del desarrollo
económico- una limitación aceptada de las soberanías nacionales, con el
traspaso de leyes y de los poderes nacionales a tales sistemas de
integración regionales, además de la creación de una fuerza armada
supranacional, bajo el comando -evidentemente- de los generales
estadounidenses.
Entonces, ¿se podrá negar
ahora la pretensión hegemónica estadounidense a escala mundial cuando
todos sus movimientos lo evidencian así cada vez más?
fuente, vìa :
http://www.argenpress.info/2010/08/se-impondra-el-gobierno-mundial-de.html
http://www.argenpress.info/2010/08/se-impondra-el-gobierno-mundial-de.html
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