Se reanuda en
estas semanas la ola de racismo y violencia institucional en contra de
las poblaciones gitanas del viejo continente. Las poblaciones rom y
sinti –las dos mayores etnias gitanas–, que contarían al menos a 12
millones de personas en Europa, según estimaciones de la Comisión
Europea, son hoy víctimas de la campaña xenófoba del gobierno francés de
Nicolas Sarkozy. Hace un par de años fue el gobierno italiano, hoy es
el país de
igualdad, fraternidad y libertadel que niega sus orígenes formales e imprime toda la violencia derivada de la crisis que lo atraviesa sobre la población gitana, desde siempre objeto de persecución por su naturaleza incomprendida.
El pretexto formal para las deportaciones de estas semanas es siempre
el mismo: seguridad. Y aunque las críticas no hayan faltado –tanto por
parte de las instituciones de la Unión Europea (UE) como por la Iglesia
católica, la ONU y el amplio abanico de organizaciones pro migrantes–,
Sarkozy insiste en expulsar y deportar cientos de ciudadanos de Bulgaria
y Rumania –y por ende ciudadanos europeos– bajo la excusa del supuesto
carácter ‘criminal’ de estos ciudadanos:
las expulsiones son legales, pues se puede restringir el derecho a la libre circulación (de los ciudadanos europeos) por razones de orden público, seguridad y salud, se responde desde París a las críticas. Y desde Bruselas se declara que el caso se está estudiando con atención. Claro, mientras los burócratas europeos encuentren la razón legal de tanta infamia institucional, el daño ya estará cumplido: al menos 700 ciudadanos gitanos –según el programa francés– serán alejados de sus vidas en tierras gálicas y regresados a un futuro anterior en sus tierras de origen.
Al contrario de la mayoría de los gobierno de la UE, el gobierno
italiano hoy festeja pues finalmente encuentra un socio digno de sus
violencias. El ministro de Interiores italiano, el racista Roberto
Maroni, criticado acremente hace dos años por las expulsiones de gitanos
desde Italia, hoy festeja y reivindica la patria potestad de la medida
francesa. Tiene razón Sarkozy, advierte, pues
no está haciendo nada más que copiar a Italia. Es más, Maroni insiste con su vieja idea:
Hay que hacer más, es decir llegar a las expulsiones de los ciudadanos comunitarios (de la UE) que no respeten las reglas de legal estancia.
Exagerado. Aún así el italiano corre el riesgo que su tesis pegue y
tenga el éxito necesario, sino en sede legislativa, al menos ahí en
donde la crisis hoy está llevando sus mayores consecuencias: en el
estomago de la vieja Europa, hambrienta hoy como lo fue hace menos de un
siglo de un enemigo a quien golpear. Se desbarata y finalmente se
desvanece así la validez del criterio jurídico y social de acceso a los
derechos contemplado en la idea originaria que separaba a los ciudadanos
de la unión de los ciudadanos de países terceros. Ya era discutible esa
postura, hoy la creación de
ciudadanos de segunda(los gitanos y
los criminales) rompe inclusive ese postulado de la ciudadanía europea. Así las cosas, la Europa de la integración y la cohesión social, la misma que invirtió 17 mil 500 millones de euros para el periodo 2007-2013 justamente en la integración de los gitanos en 12 países de la UE, es continuamente rebasada y vencida por la Europa policiaca de la seguridad a cualquier precio.
Si el precio se cobra a las poblaciones gitanas parece ser
inclusive una ventaja. Esta población ha sufrido las peores
persecuciones de la historia y son tales justamente porque,
proporcionalmente, nadie las recuerda y, al contrario, casi las
justifica. Justificación por prejuicios contra una población sumamente
incomprendida por su supuesta diversidad. Suposición a su vez
fundamentadas sobre enormes equivocaciones como la que pretende que
estas personas tienen la vocación cultural de no quedarse en ningún
lugar. La verdad es que los gitanos viven en un mundo en el que no
existe proyecto alguno de integración –y comprensión– justamente porque
su vida se escapa aún demasiado de todas las categorías previstas. Una
población frágil que muchos prejuicios que la rodean obligaron a tener
un estilo de vida peculiar. Por lo anterior, los gitanos se convierten
en el sujeto más fácil y cómodo para la construcción de chivos
expiatorios por sacrificar en el momento más adecuado: campañas
electorales, escándalos de palacio, frustración social acumulada,
etcétera. Es difícil de creer que en 2010, tras el terrible pasado de
Europa en el terreno del racismo y la intolerancia, es todavía posible
criminalizar a una etnia entera a través de su señalamiento en cuanto
problema social.
Y sin embargo, asusta aún más la ausencia más o menos absoluta de algún tipo de reacción por parte de los
otrosciudadanos europeos. La indiferencia o inclusive el beneplácito frente a las acciones de la policía francesa hoy, italiana ayer, mas europea en general, deja sin palabras al más optimista de los analistas. Este parece ser el presente europeo: no sentirse nunca responsables de alguna manera del destino ajeno porque demasiados ocupados en defender el propio sin siquiera entender que existe una interdependencia que no se puede borrar. Hasta que no llegaran a nuestras casas, podría uno decir, y entonces descubriremos que ya no habrá nadie que se preocupe y proteste por nuestro destino.
fuente, vìa :
http://www.jornada.unam.mx/2010/08/29/index.php?section=opinion&article=022a1mun
http://www.jornada.unam.mx/2010/08/29/index.php?section=opinion&article=022a1mun
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