Felices los ricos con la noticia: llegarán a Monterrey 5 mil marinos
mexicanos entrenados en los últimos dos años en Estados Unidos.
Llegan, se supone, a tirar a matar.
Es que, carajo, ya basta.
Ya son demasiados secuestros.
Demasiados robos.
Demasiada inseguridad en Monterrey.
Tan
fea está la cosa que el consulado de Estados Unidos en la Sultana del
Norte ha sugerido a los gringos que residen en la capital de Nuevo León
que se abstengan de enviar a sus hijos al Colegio Americano.
Los marinos, con sus diplomas de academias estadounidenses bajo el brazo, vienen a mandar a la mierda a toda esa mafia.
Sí,
señor. Para que aprendan los narcos. Esos narcos que son, desde luego,
los nacos lilmpiaparabrisas, lavacoches y albañiles de siempre.
Es
que, no nos hagamos tontos, los sicarios de la mafa lo son porque no
encuentran en el sistema económico mexicano oportunidades reales de
empleos bien remunerados.
Por eso, porque nada tienen y nada esperan, se han vuelto asesinos.
No
es muy distinta la situación de nuestros soldados, nuestros marinos.
Estos han elegido el camino de las armas porque, hay que decir la verdad
aunque duela, tampoco han encontrado trabajo productivo en otros
sectores.
Son tan pobres como sus rivales.
Los pobres vienen a matar a los pobres, pues.
Merecerán lo que les pase esos criminales que cayeron en las redes de la mafia... ¿Qué tontería digo?
Nadie merece morir y nadie merece matar.
Sí,
los sicarios del narco son sociópatas. De plano. Pero no lo son porque
nacieron malos, sino porque nacieron pobres y sin oportunidades. Porque
nadie los educó en valores morales. Por marginados. Por excluidos.
Los
5 mil marinos fuertemente armados y entrenados quizá pondrán orden
(quizá no, en las guerras nunca se sabe), pero en el mejor de los casos
la pacificación de Monterrey se lograra en seis meses y todos la
celebraremos hasta que...
Hasta que aparezca el nuevo
ejército mafioso integrado por todos esos pobres sin educación y sin
oportunidades que el sistema sigue generando con absoluta
irresponsabilidad.
Nunca estaremos realmente en paz si no
entendemos que la salida a tantos asesinatos no son más asesinatos, que
la solución no es policiaca ni armada.
México tendrá
remedio, tendrá futuro, vivirá en paz y alcanzará niveles de desarrollo
aceptables cuando se entienda que la solución está en cambiar el
sistema.
El sistema político, sí, que no es democrático,
que debe dejar de basarse en el fraude electoral como el que llevó a
Felipe Calderón al poder.
Y el sistema económico, que debe ser más competitivo, más justo, más parejo.
Lo que hoy tenemos en México, llegó la hora de aceptarlo, no sirve.
Urge el cambio.
fuente, vìa :
http://sdpnoticias.com/sdp/columna/federico-arreola/2010/08/24/1102447
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