miércoles, 25 de agosto de 2010

Mèxico : La guerra en la que mueren los pobres Federico Arreola


Felices los ricos con la noticia: llegarán a Monterrey 5 mil marinos mexicanos entrenados en los últimos dos años en Estados Unidos.


Llegan, se supone, a tirar a matar.


Es que, carajo, ya basta.


Ya son demasiados secuestros.


Demasiados robos.


Demasiada inseguridad en Monterrey.


Tan fea está la cosa que el consulado de Estados Unidos en la Sultana del Norte ha sugerido a los gringos que residen en la capital de Nuevo León que se abstengan de enviar a sus hijos al Colegio Americano.


Los marinos, con sus diplomas de academias estadounidenses bajo el brazo, vienen a mandar a la mierda a toda esa mafia.


Sí, señor. Para que aprendan los narcos. Esos narcos que son, desde luego, los nacos lilmpiaparabrisas, lavacoches y albañiles de siempre.


Es que, no nos hagamos tontos, los sicarios de la mafa lo son porque no encuentran en el sistema económico mexicano oportunidades reales de empleos bien remunerados.


Por eso, porque nada tienen y nada esperan, se han vuelto asesinos.


No es muy distinta la situación de nuestros soldados, nuestros marinos. Estos han elegido el camino de las armas porque, hay que decir la verdad aunque duela, tampoco han encontrado trabajo productivo en otros sectores.


Son tan pobres como sus rivales.


Los pobres vienen a matar a los pobres, pues.


Merecerán lo que les pase esos criminales que cayeron en las redes de la mafia... ¿Qué tontería digo?


Nadie merece morir y nadie merece matar.


Sí, los sicarios del narco son sociópatas. De plano. Pero no lo son porque nacieron malos, sino porque nacieron pobres y sin oportunidades. Porque nadie los educó en valores morales. Por marginados. Por excluidos.


Los 5 mil marinos fuertemente armados y entrenados quizá pondrán orden (quizá no, en las guerras nunca se sabe), pero en el mejor de los casos la pacificación de Monterrey se lograra en seis meses y todos la celebraremos hasta que...


Hasta que aparezca el nuevo ejército mafioso integrado por todos esos pobres sin educación y sin oportunidades que el sistema sigue generando con absoluta irresponsabilidad.


Nunca estaremos realmente en paz si no entendemos que la salida a tantos asesinatos no son más asesinatos, que la solución no es policiaca ni armada.


México tendrá remedio, tendrá futuro, vivirá en paz y alcanzará niveles de desarrollo aceptables cuando se entienda que la solución está en cambiar el sistema.


El sistema político, sí, que no es democrático, que debe dejar de basarse en el fraude electoral como el que llevó a Felipe Calderón al poder.


Y el sistema económico, que debe ser más competitivo, más justo, más parejo.


Lo que hoy tenemos en México, llegó la hora de aceptarlo, no sirve.


Urge el cambio.
fuente, vìa :
http://sdpnoticias.com/sdp/columna/federico-arreola/2010/08/24/1102447

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