“Estamos bien en el refugio los 33.” Esta corta frase, escrita con
tinta roja en un viejo papel bastó para que el país se estremeciera de
punta a punta. Era la señal palpable e indiscutible de que los treinta y
tres mineros atrapados en la mina San José, desde la tarde del 5 de
agosto, habían sobrevivido al derrumbe que la afectó ese día, ganándole
también a la escasez de aire, a la poca agua y nula alimentación, a la
oscuridad. Al miedo.
“¡Están vivos!” se repitió una y otra vez ayer a la hora de almuerzo
por las distintas redes sociales y los despachos de los noticiarios que
interrumpieron las programaciones normales. Es que cuando las
esperanzas y la fuerza iban en retirada, la ánimos de los familiares en
las cercanías de la mina amenazaban con desbordar a la policía y las
labores de rescate parecía que no avanzaban, una humilde hoja de
cuaderno atada hábilmente por uno de los mineros a la sonda que hizo
contacto con el refugio donde –a ciencia cierta– se sabe ahora están
guarecidos (a más de 700 metros de profundidad), trajo de vuelta la fe y
la alegría no sólo de los cercanos a estos trabajadores, sino a toda
una nación –eminentemente minera– que en el último tiempo ha sido
fuertemente golpeada por la tragedia y el dolor que provocó el sismo del
27 de febrero pasado.
El presidente Sebastián Piñera, que viajó de urgencia al yacimiento
ubicado en las cercanías de Copiapó, 800 kilómetros al norte de
Santiago, confirmó la noticia a eso de las 15. “Esto (el papel) salió
hoy día de las entrañas de la montaña, de lo más profundo de esta mina, y
es el mensaje de nuestros mineros que nos dicen que están vivos, que
están unidos y que están esperando volver a ver la luz del sol y abrazar
a sus familiares”, dijo muy emocionado.
De inmediato las bocinas de los automovilistas comenzaron a sonar
con fuerza a lo largo del país, tal como si fuera un triunfo de la
selección chilena. Luego se sumaron los micros, los camioneros y todo
aquel que quiso demostrar su alegría.
Las palpitaciones a mil eran entendibles. Temprano ayer, una de las
sondas de las casi 10 que han estado perforando la tierra para tratar de
hacer contacto con los mineros alcanzó una de las galerías cercanas al
refugio donde finalmente estaban a resguardo los trabajadores.
La fortaleza de los mineros impactó al propio presidente, que les
agradeció “por la fuerza, por el valor, por el coraje de haber resistido
más de dos semanas solos en las profundidades de la montaña”. Agradeció
también a los familiares y al equipo humano que no ha escatimado
esfuerzos por rescatarlos con vida, dejando escapar un: “¡Viva Chile,
mierda!”, grito poco protocolar pero que reflejó el sentir de muchos a
esa hora de la tarde, cuando la noticia ya daba la vuelta al mundo.
Otro papel amarrado a la máquina perforadora entregaba más datos. El
remitente, Mario Gómez –uno de los mineros con más experiencia de los
que están atrapados–, se animó a escribirle a su esposa: “Estoy bien,
gracias a Dios. Espero salir pronto, paciencia y fe. Dios es grande y
con la ayuda de mi Dios vamos a lograr salir con vida de esta mina,
aunque tengamos que esperar meses para la comunicación”. El emocionante
relato es un extracto de la carta que Gómez, de 63 años, mandó a la
superficie y que cierra con palabras para su mujer: “Bueno Lila, espero
poder comunicarme. Estoy sintiendo nuevamente la máquina del sondaje,
ojalá que esta vez llegue”.
Cerca de las 18, una cámara digital bajó por el orificio abierto por
la sonda y, aunque sin sonido, hizo contacto visual con los mineros que
encendieron las tenues luces de sus cascos en señal de que están con
vida. Más aplausos, bocinazos y abrazos.
Es que, tras 17 días, las opciones de encontrarlos con vida se
habían reducido al mínimo. Nuevos derrumbes, el nulo contacto con los
trabajadores y diversos errores de cálculos hacían presagiar lo peor. El
propio gobierno, que asumió la tarea de rescate desde el primer día,
hipotecaba buena parte de su apoyo ciudadano cada día, por más que
hubieran rodado cabezas importantes en el Servicio Nacional de Minería y
Geología (la entidad a cargo de fiscalizar las faenas mineras). La
Moneda aclara que no habrá impunidad para los responsables o que el
propio ministro de Minería, Laurence Golborne, prácticamente se hubiera
ido a vivir al yacimiento de oro y cobre para estar atento a las
novedades y para brindar apoyo a los familiares.
Sin embargo, se logró cumplir con la primera parte del plan ideado para socorrer a los mineros, que era encontrarlos con vida.
Según los expertos, esto ocurrió gracias que la mina al hundirse
generó bolsones de aire que permitieron la respiración de los
trabajadores. Mineros con años de experiencia saben de esto, como
también conocen que las faenas de esta envergadura necesitan de mucha
agua para sus operaciones industriales. A esto, debe adicionarse que en
el refugio donde se encuentran había raciones de alimentación y algunos
enseres básicos que permitieron “el milagro”, como ya se ha denominado
este hecho en Chile.
“Es un milagro. Están vivos. Seguiremos acá esperando hasta que los
saquen, pero ya podremos dormir tranquilos y descansar de esta
incertidumbre de no saber qué pasaba con ellos”, contó entre lágrimas a
través del teléfono Silvia Segovia, hermana de Víctor y prima de Pablo y
Esteban. Su esposo, José Sánchez, quien confesó que jamás perdió la fe,
agregó que “todo el campamento está feliz, podemos esperar el tiempo
necesario para que los saquen”, dijo.
Ahora los trabajos se enfocarán en las labores de rescate, porque
debe entenderse que las sondas sólo sirven para enviar elementos básicos
de supervivencia, pero en ningún caso significan que los sacarán en el
corto plazo.
Conocida la noticia, uno de los dueños del yacimiento, y sobre el
cual han caído la mayoría de las críticas debido a la las nulas
condiciones de seguridad con que contaba la mina, Alejandro Bohn, se
declaró “tremendamente feliz” porque el plan previsto en caso de una
emergencia “al parecer ha funcionado”.
“Creo que no es el momento de asumir ni culpas ni perdones. Hay
procesos de investigación, en estos momentos hay que estar tranquilos
por nuestros trabajadores, que hicieron lo que tenían que hacer y
contaron con los elementos dentro de la mina para poder hacerlo”, dijo
el ejecutivo. En diversos sectores hay coincidencia en que no es la hora
de buscar culpables, sino de desplegar todo el apoyo para avanzar en
las tareas de rescate y que las ganancias o pérdidas políticas de este
hecho sean evaluadas con posterioridad.
“Ahora tenemos que unirnos para sacarlos de las profundidades de la
montaña y devolvérselos a sus familias, y ése es el trabajo que vamos a
hacer de aquí en adelante...tenemos que terminar esta maravillosa
epopeya que ha unido a todo un país, viéndolos salir de la mina, aunque
sea más flacos, sucios y cansados, pero con más fuerzas, esperanzas y
con más ganas de vivir que nunca”, remató Piñera, que regresó anoche a
Santiago a acompañar a su mujer, Cecilia Morel, cuyo padre falleció
justo en el día en que los mineros aparecieron con vida.
fuente, vìa :
http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/4-151857-2010-08-23.html
http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/4-151857-2010-08-23.html
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