H erbert Spencer sostenía que “todos los seres vivientes progresan
mediante el castigo”. El primer ministro inglés, lord Salisbury [Robert Gascoyne-Cecil, 1895–1902] combinó esa idea pedagógica con la teoría evolucionista de [Charles]
Darwin y declaró: “El mundo puede ser dividido en naciones vivientes y
naciones que desaparecen. Es natural que las naciones vivientes se vayan
apropiando de los territorios de las que van sucumbiendo”.
La orden del día era la misma en los tiempos de la reina Victoria [de Inglaterra] y Leopoldo de Bélgica y en los tiempos de [Adolf] Hitler: “Dejad morir a aquellos a quienes las leyes del progreso se lo ordenan”. Ahora los salvajes están en Europa.
El honor, la justicia, la compasión, la libertad son ideas que no tienen creyentes verdaderos.
Josep Conrad, El corazón de las tinieblas
Párrafos tomados del texto Ya sabemos lo suficiente, de Juan Forn.
A mi juicio, las últimas líneas del libro Los bienes terrenales del hombre
(del escritor socialista estadunidense Leo Huberman), describen
adecuadamente las necias terapias impuestas por elites de naciones
hegemónicas y organismos multilaterales para tratar de resolver la peor
crisis sistémica del capitalismo, las cuales son aceptadas servilmente
por envilecidos grupos dominantes de países más débiles, que a su vez
las aplican como verdaderos programas de genocidio económico en contra
de sus pueblos. El autor indica: “Hay una moraleja para los capitalistas
en la historia de Arthur Morgan, de cómo en las Indias Orientales
capturan a los monos: ?Toman un coco y hacen en la corteza un agujero lo
bastante grande, nada más, para que la mano del mono pase a través.
Colocan en el interior unos terrones de azúcar. Después atan el coco a
un árbol. El mono desliza la mano dentro, agarra el azúcar e
inmediatamente pretende retirarla. Pero el agujero no es lo bastante
grande para que el puño cerrado del simio con los terrones pueda salir.
Y, como la gula del animal no tiene límites, prefiere morir con la mano
presa en el coco, a renunciar al azúcar.
Por varias razones a nadie debe sorprender que las manifestaciones
pacíficas de la población se conviertan súbitamente en violentos
disturbios como el del 12 de febrero pasado, en Grecia, el cual arrojó
un saldo de 48 edificios en llamas, entre sedes bancarias, grandes
tiendas, arcadas comerciales y el cine Asty –que durante la ocupación
nazi, en la Segunda Guerra Mundial, fue usado por la Gestapo como centro
de torturas y que, por razones similares, actualmente debería de ser la
sede del Poder Ejecutivo o el Parlamento–, alrededor de 150 negocios
saqueados, 170 personas heridas y 130 detenidas. Desde luego, las
secuelas destructivas son injustificables. Sobre todo cuando se afectan a
otras personas que también son víctimas, como los descontentos que
salen a las calles a expresar su inconformidad. Sin embargo, la protesta
y el estallido social tienen su explicación: son respuestas legítimas
de una sociedad agraviada, que decide dejar el papel de silenciosos
corderos, lógicamente calculadas y esperadas por los gobiernos, sus
responsables.
La violencia de los descontentos es la réplica inmediata a la
represión a la que son sometidos por el gobierno. El malestar social que
le antecede se nutre, se desborda y estalla fácilmente debido a
factores como:
1) El desasosiego asociado a la magnitud de la crisis estructural
capitalista, que afectó empleos e ingresos de la población, lo que
desquició sus formas de vida, hundiéndolos en la incertidumbre, pobreza y
miseria. En la Unión Europea el desempleo abierto pasó de 7 a 9.9 por
ciento entre 2007 y 2011, de 16.5 millones a 23.8 millones de afectados
(7.3 millones más). En el caso de los menores de 25 años, los
indicadores aumentaron de 15.7 por ciento a 22.4 por ciento, de 4.2
millones a 5.3 millones. En la Eurozona, de 7.1 por ciento a 10.1 por
ciento, la tasa más alta en los últimos 14 años (de 11.6 millones a 16.5
millones). Los jóvenes desmovilizados se incrementaron 15.3 por ciento a
20.8 por ciento (de 2.6 millones a 3.2 millones). En siete países de la
Unión (27), el índice supera el 10 por ciento, destacándose España con
la mayor tasa, que pasó de 8.3 a 21.6 por ciento, nivel cercano a su
máximo histórico registrado en 1994 (24.5 por ciento), aunque de acuerdo
con un análisis del Banco de España, si se calculase con los criterios
actuales equivaldría al 18.2 por ciento. En números se incrementó de 1.8
millones a 5.4 millones. En Irlanda, sube de 4.6 a 14.3 por ciento; en
Croacia, de 9 a 13.2 por ciento; en Grecia, de 8.3 a 13 por ciento; y en
Portugal, de 8.9 a 12.7 por ciento. En 13 naciones, el desempleo entre
jóvenes actualmente supera el 20 por ciento. Los casos más dramáticos
son España, donde se ubica en 46.4 por ciento; Croacia, 35; Eslovaquia,
33.6; Grecia, 33; e Irlanda, 28.9 por ciento. En ese sector de la
población se encuentra el principal núcleo de los nuevos Indignados que
se suman a las filas de los antiguos descontentos de la globalización
neoliberal y de los antisistémicos. A escala mundial el panorama es
trágico. De acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo, en
2011 el desempleo llegó a 200 millones de personas, 27 millones más
respecto de 2007, y podría elevarse a 204 millones si la economía global
se contrae en 2 por ciento en 2012. Si se agregan a los que dejaron de
buscar empleo, el total aumenta a 225 millones. También señala que 74.8
millones de jóvenes de entre 15 y 24 años estaban desempleados en 2011
(4 millones más que en 2007). Los trabajadores con un empleo vulnerable
(que laboran por cuenta propia y los no remunerados) sumaron 1 mil 520
millones, 23 millones más comparado con 2009, y 136 millones más desde
2000. Novecientos millones de trabajadores y sus familias viven por
debajo de la línea de la pobreza (2 dólares al día), la mayoría en
países subdesarrollados. Uno de cada tres trabajadores en el mundo
(cerca de 1 mil millones de personas) está desempleado o vive en la
pobreza.
2) El temor y el descontento se han tornado en furia. Los culpables
de la crisis se encuentran fuera de ésta; debido a que fueron
rescatados por gobiernos y organismos multilaterales continúan con sus
criminales ataques especulativos en contra de Grecia, España, Portugal o
Italia, lo que contribuye a su bancarrota financiera. Como buitres picotean sus cuerpos agonizantes. En cambio, las mayorías, las víctimas pagan el desastre. Son arrojadas a la hoguera.
3) El retorno a la “consolidación fiscal” monetarista, en
particular en Europa, impuesto por los neocoloniales Angela Merkel y su escudero Nicolas Sarkozy, mandatarios de Alemania y Francia, respectivamente –próximos cadáveres políticos–, el Banco Central Europeo, la Comisión Europea, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y los chacales
financieros, a los gobiernos débiles de esa región, en insolvencia de
pagos, como Grecia o próxima a ella (España, Italia y Portugal), el cual
es rechazado por las mayorías. El ajuste con que se busca abatir
rápidamente los déficits fiscales nacionales a 3 por ciento del producto
interno bruto y el endeudamiento público a 60 por ciento será bárbaro.
Del lado de los ingresos implica ampliar el pillaje de los bolsillos
de las mayorías con el invento de nuevos impuestos directos e
indirectos, alza de los existentes y de precios de bienes y servicios
públicos. Del lado de los egresos, el despido masivo de empleados
gubernamentales, el drástico recorte del gasto productivo, de subsidios y
servicios sociales básicos, reducción de salarios nominales. En el caso
de las contrarreformas neoliberales, la jibarización del Estado
con el cierre y privatización de empresas estatales y sectores
estratégicos, mayores concesiones al capital nacional y extranjero, la
profundización de la destrucción de los derechos laborales, con la
llamada “flexibilidad” laboral, que implica ampliar las facilidades para
despedir empleados a un menor costo, reducir sus salarios reales y
nominales, esquilmarles aún más prestaciones sociales, imponerles
contratos leoninos, temporales, por horas, a “prueba”, subcontratarlos,
cambiarles los horarios de trabajo cuando se les pegue la gana.
En otras palabras, se busca fortalecer el escenario neoliberal donde se
gestó el colapso sistémico. El rechazo de la población europea y del
mundo es más que obvio, dado sus costos y resultados históricos
chocantemente conocidos. El eufemismo “consolidación fiscal” busca
inútilmente enmascarar el bestial programa de choque procíclico, que
profundizará la recesión iniciada en el último trimestre de 2001,
precipitada por el inicio de la “disciplina” fiscal, la segunda desde
2008, y dentro de la crisis sistémica irresuelta, que agravará el
desempleo, la caída de ingresos, la pobreza y la miseria y que extenderá
la depresión de Europa en lo que resta del actual decenio. La magnitud
del salvaje ajuste fiscal con el que se busca abatir el déficit y
endeudamiento estatal está condenado al fracaso, porque lo anterior
contrarrestará los ingresos estatales esperados. Los “apoyos”
financieros sólo aguzarán el endeudamiento y sangría de la hacienda
pública debido al pago de intereses y del principal. El colapso
financiero de Grecia y otros países llegará tarde o temprano, junto con
el agravamiento de conflictos políticos y revueltas y el derrumbe de la
Eurozona.
4) La imposición de esa estrategia, de los intereses hegemónicos
franco-alemanes en la región y del capital a escala mundial, así como el
asalto final a los vestigios del Estado de bienestar del siglo XX,
representan un triunfo temporal del “fascismo financiero”, del “poder
del imperio totalitario de la globalización”, como lo calificaron en su
carta abierta En defensa de Grecia, la democracia y Europa, los
conocidos griegos Mikis Theodorakis (compositor e intelectual) y Manolis
Glezos (político, periodista y escritor), que pese a sus 87 y 90 años,
respectivamente, fueron atrozmente apaleados el 12 de febrero pasado,
que con sus gobiernos de facto, de circunstancia, ilegítimos han
subvertido la democracia formal burguesa y sometido a su dictadura a la
sociedad y organizaciones (www.refundacion.com.mx/revista/index.php?option=com_k2&view=item&id=315:carta-abierta-de-mikis-theodorakis-y-manolis-glezos-en-defensa-de-grecia-la-democracia-y-europa&Itemid=109).
Antaño, el colonialismo y el pillaje requerían de ejércitos de ocupación. El neocolonialismo, de gobiernos “libres” y de elites cipayos.
Ahora los imperialistas franco-alemanes y capitalistas financieros
imponen a sus empleados en gobiernos y envían a sus comandos del Banco
Central Europeo, la Comisión Europea y del FMI para “supervisar”
ministerios, someter elites locales y cercenar soberanías políticas y
económicas nacionales.
El caso griego es la ilustración vergonzante. Su rescate es una ficción a cambio de seguir enchufados al respirador automático
del dinero europeo –el crédito contingente por 130 mil millones de
euros–, la cancelación de la deuda pública en 53 por ciento –unos 107
mil millones– y el ajuste fiscal; el gobierno griego capituló y aceptó
una de las peores humillaciones, que ha sido comparado con el “acuerdo”
de Versalles impuesto por Inglaterra, Francia y Estados Unidos a la
derrotada Alemania, en 1919: el uso del crédito para pagar chacales
financieros; la creación de una cuenta bloqueada para que el dinero
recaudado se destine al pago del servicio de la deuda, antes que a las
necesidades internas; la imposición de nuevos comisarios del “pueblo”
(la Comisión Europea, el FMI y el Banco Central Europeo), que
“supervisarán” el ajuste fiscal, al menos 24 medidas (recortes
salariales de 20 por ciento-25 por ciento y de pensiones en 20 por
ciento, despido de 15 mil empleados públicos en 2012, y 135 mil antes de
2015, privatizaciones, “flexibilidad” laboral, entre otras); el
compromiso del retraso de elecciones y que el triunfador de éstas acepte
la servidumbre.
Que hundirá a Grecia, (el nuevo México) en su quinto año de
recesión y durante varios años más. Que se generalizará la miseria. Que
tendrá que someter a palos a la población. Que se convertirá en
una colonia “modelo”. ¿Qué importa? El objetivo es claro: que pague y
que después se derrumbe.
Para recuperar la dignidad y soberanía, a la población griega sólo
le dejan una salida: repetir su hazaña. Acabar con la dictadura
financiera como lo hicieron con la dictadura anticomunista de los
coroneles (1967-1974).
Ésa será la lección de los nuevos “clásicos” griegos para la
humanidad que anhela un mundo postcapitalista, democrático, con justicia
e inclusión social.
*Economista
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