La primera
huelga general contra la reforma laboral impulsada por el Partido
Popular (PP) fue apoyada fuertemente por los trabajadores españoles. Al
cabo de una jornada que paralizó fábricas, puertos y el transporte
público, el gobierno reconoció que los enfrentamientos en distintas
ciudades dejaron al menos 116 heridos, entre ellos 70 policías, y que un
total de 800 mil personas salieron a las calles en todo el país.
Contrariando los pronósticos y el posterior balance del Ejecutivo
encabezado por Mariano Rajoy sobre su alcance y efectividad, los
sindicatos que convocaron la huelga dijeron que hubo 900 mil personas
sólo en Madrid y 800 mil más en Barcelona y que la huelga general
alcanzó una adhesión del 85 por ciento, con una participación
especialmente elevada en la industria, la construcción, el sector
automotor y el transporte. En el sector de servicios y en el comercio,
donde la inestabilidad laboral suele aumentar, hubo una mayor asistencia
por temor a los despidos, en un país donde la desocupación sacude a 5,3
millones de desocupados, alcanzando al 23 por ciento de la población
activa.
“Los trabajadores han utilizado su derecho para expresar un rechazo
rotundo a la reforma laboral de Rajoy”, dijo el secretario general de la
Unión General de Trabajadores (UGT), Cándido Méndez. “Contó con una muy
amplia participación de todos los sectores”, insistió el dirigente de
la central sindical socialista, una de las más fuertes del país. Méndez,
quien estuvo acompañado por Ignacio Fernández Toxo, su par de
Comisiones Obreras (CC.OO.), central sindical alineada con el comunismo,
declaró: “Nuestro fin es que el gobierno corrija en profundidad esta
reforma, que es dañina y está destruyendo más empleo”. El líder de
CC.OO. sostuvo, por su lado, que ofrecían al gobierno iniciar un camino
distinto. “El gobierno de Rajoy tiene mañana una magnífica ocasión para
cambiar de rumbo”, señaló.El líder del PP se encamina a batir records como presidente español: en los cien primeros días que lleva de gobierno, hizo méritos suficientes como para ponerse en contra a las centrales obreras –y a la sociedad española– con su controvertido proyecto de reforma laboral, calcada de las recetas recesivas del Fondo Monetario Internacional y considerada por los sindicatos como la más regresiva de la democracia; todo esto sumado a la aprobación de un profundo ajuste. Envalentonados por la masividad de las manifestaciones, los sindicatos amenazaron con una escalada en las protestas si el gobierno no corrige el rumbo en un mes, pero el Ejecutivo minimizó el impacto de la huelga y las protestas y respondió que las medidas económicas son imparables (ver aparte).
El jefe del Ejecutivo argumenta que el ajuste es indispensable para evitar una profundización de la crisis, pero los sindicatos sostienen que las medidas de austeridad sólo agravarán aún más el estancamiento de la economía y sus consecuencias sociales. En total, los sindicatos organizaron marchas de protesta en más de cien ciudades, desde Andalucía, en el sur, hasta Galicia y Cataluña, en el norte, y a la oriental Valencia. En algunas ciudades hubo disturbios, pero ninguno tan grave como los que se dieron en Barcelona, donde huelguistas y policías libraron una batalla cuerpo a cuerpo. Las primeras escaramuzas tuvieron lugar en el céntrico y lujoso Paseo de Gracia, donde manifestantes que acudieron a una convocatoria del movimiento de indignados atacaron el edificio de la Bolsa de Barcelona, destrozaron los cristales de algunos bancos y prendieron fuego contenedores.“Anti-anti-anticapitalistas”, coreaban los manifestantes, mientras recorrían la zona pegando carteles y realizando pintadas con lemas como “La huelga general también te afecta: reacciona”. Los incidentes continuaron cuando la policía cargó sobre miles de manifestantes cerca de la céntrica plaza de Catalunya. Al grito de “El pueblo unido, jamás será vencido”, los manifestantes respondieron ante la carga policial incendiando una barricada y lanzando botellas y bombas de pintura contra los agentes, que arrojaron gases y balas de goma contra la gente. El gobierno regional catalán dijo que al menos 45 personas fueron detenidas en protestas en toda la comunidad autónoma, incluyendo a 31 en Barcelona.
En Madrid, el epicentro de la protesta fue la emblemática Puerta del Sol, y en la hora pico de la concentración las banderas rojas de las dos centrales sindicales convocantes (CC.OO. y UGT) se multiplicaron por miles, tiñendo el cielo primaveral de la capital española. El sector empresarial, en tanto, dijo que la huelga había sido “eminentemente política” y denunció que la protesta sindical “daña los intereses económicos de España”.
Vìa,fuente:
http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/4-190733-2012-03-30.html
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