(APe).- -Un tiempo después nos pasaba a buscar a mi hermana y a mi con otro policÃa. DecÃan que eran jefes y oficiales de la Federal. Tiempo después supimos que era cierto. Ellos me metieron en esto y habilitaban a otros policÃas para que se abusaran de nosotras, los policÃas nos decÃan y nos hacÃan creer que tener sexo con ellos estaba bien, que lo malo en realidad era robar. Hasta que llegó un momento de mi vida en que pensamos con mi hermana que nuestra vida era asÃ: que era lo que nos habÃa tocado. No entendÃa si estaba bien o estaba mal cobrar y tener sexo con adultos, mi mente estaba anulada y quebrada…nos llevaban a estaciones, dependencias públicas y pensiones donde vivÃan algunos acusados. Dibujé esos lugares en croquis por pedido de los investigadores. Nos gritaban y amenazaban que si le contábamos a alguien nos iban a meter en un auto y nos iban a tirar muertas por ahÃ…cuando ya habÃa cierta confianza con las chicas les daban alcohol, drogas y las obligaban a tener sexo porque si no no las dejaban salir del predio de la Montada en la calle Cavia. Esto era en horarios nocturnos. Más tarde las fueron metiendo en la prostitución y los policÃas se pasaban los teléfonos entre ellos y las hacÃan ir a los adicionales donde cumplÃan servicios de la lÃnea de trenes del San MartÃn, donde se complotaban con la gente de seguridad y las abusaban haciéndolas ir de estación en estación para tener sexo por dinero – dice una chica de diecisiete años que cuando tenÃa solamente quince fue violada por un policÃa federal y luego introducida en una red de explotación sexual infantil adolescente alimentada por doscientos integrantes de las fuerza de seguridad nacional en pleno corazón de la Argentina: Buenos Aires, la Capital Federal.
La denuncia ya tiene un expediente judicial y el testimonio de la sobreviviente se sumó al de un asqueado numerario de la Federal, de la comisarÃa segunda de San Telmo. Esa mafia funciona desde 2008 y los que la impulsan son agentes de la División Cuerpo de la Montada.
La nota aparecida en la revista “El Guardián”, dice también que “las menores recibÃan entre 15 y 40 pesos a cambio de sexo. En varias oportunidades estuvieron encerradas más de 48 horas en los lugares donde eran sometidas”, apunta el texto que ya llegó al escritorio de la ministra de Seguridad, Nilda Garré.
La mayorÃa de las pibas, entre los 12 y los 15 años, eran secuestradas de la calle o los barrios empobrecidos de Capital Federal.
-El modus operandi era simple: captaban a chicas con familias vulnerables y con necesidades. Las apretaban, buscaban excusas para detenerlas y pedirles plata. Poco a poco se abusaban de ellas, las violaban dentro y fuera de la institución. Las ofrecÃan entre los policÃas a través del boca a boca o por mensajes de texto – dice el agente que denunció la situación.
¿Cuántas chiquitas estarán en esta situación?
¿Cuántas lograron escapar?
¿Cómo viven las que siguen secuestradas y “quebradas”, como graficó la sobreviviente?
En la capital de la Argentina, la que se muestra como una las ciudades más importantes del mundo, los que deben cuidar a los chicos los persiguen, los violan y los explotan. Asà funciona la ferocidad del sistema. Es la confirmación del asesinato de aquellos mitos de la Argentina contemporánea: “los únicos privilegiados son los chicos” o “con los pibes no”. Leyendas de un paÃs que ya no es.
La policÃa federal, la “vergüenza nacional”, como cantan las hinchadas en las tribunas futboleras, es una fuerza que depende del gobierno nacional.
Es imprescindible no naturalizar esta información.
Rebelarse ante la confirmación concreta que la inseguridad no es una cuestión ajena a la corrupción institucional.
Hace rato que las fuerzas del orden son, en definitiva, las encargadas de descargar la furia del sistema contra lo más vulnerable y propio que tenemos, nuestros pibes.
Fuente de datos:
Revista “El Guardián”, número 56, 8 de marzo de 2012.
Revista “El Guardián”, número 56, 8 de marzo de 2012.
Vìa,fuente:
http://www.pelotadetrapo.org.ar
http://www.pelotadetrapo.org.ar
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