Se
habla constantemente de “la burocracia,” pero se desconocen sus
objetivos y la expansión que este dispositivo gubernamental ha tenido,
producto de la modernidad y su ligazón a la implementación y avance del
racionalismo. Su desarrollo significó el reemplazo de estructuras
desprovistas del carácter racional, necesario para el pleno asentamiento
de las instituciones del Estado Moderno y en el caso de la economía
privada, de las instituciones capitalistas más avanzadas.
En
un apretado resumen trataremos de abarcar las características más
visibles de esta estructura político-organizativa que con el desarrollo
del capitalismo se ha convertido en una nueva clase social.
El
Estado, como principal estructura política establece una relación de
dominación entre sus dispositivos y los gobernados, es decir dominación
de hombres sobre otros hombres que se impone por tener el Estado el
monopolio de la violencia ya que la policía, los organismos de seguridad
y el ejército, forman parte de su estructura. Pero a su vez, necesita
legitimarse para contar con la obediencia de sus ciudadanos y esto se
legaliza, según el sociólogo alemán Max Weber, el principal teórico de
la burocracia del pasado siglo, “…en la creencia en la validez de
preceptos legales y en la competencia objetiva fundada sobre normas
racionalmente creadas, es decir, en la orientación a la obediencia a las
obligaciones legalmente establecidas; una dominación como la que
ejercen el moderno servidor del Estado y todos aquellos titulares del
poder que se asemejan a él”.
En el logro de
este objetivo la implementación y expansión de las formas burocráticas
cumplen una importante función.
La burocracia
opera mediante ciertos principios destinados a poner en práctica y
ejecutar las atribuciones oficiales organizadas mediante leyes y
ordenamientos administrativos. Las actividades para cumplir los
objetivos se distribuyen rigurosamente por las autoridades encargadas de
hacerlo y son consideradas como deberes oficiales. La administración
del cargo moderno se basa en documentos escritos o archivos que se
conservan en forma original o como proyectos, existiendo para esto, una
planta de funcionarios y subalternos con diversas funciones. Estos
elementos constituyen en el gobierno público la autoridad burocrática o
“magistratura” y en el ámbito privado, forman parte de la
“administración” burocrática es decir “el despacho” o el trabajo
gerencial.
Como poder estatal esta estructura
organizativa funciona bajo un principio de autoridad jerárquica de
cargos, propio de las estructuras dominantes a las cuales es funcional,
existiendo un sistema de subordinación, en el cual los funcionarios
superiores controlan a los de menor rango. Así, un alto incremento del
tipo burocrático, como se observa en las sociedades de los países
tercermundistas, lleva a una organización monocrática de jerarquía de
cargos.
Ahora bien, en sus fundamentos, el
cargo se considera una “profesión”, lo que exige plena capacidad de
trabajo y pruebas especificas que son un requisito para el empleo. La
ocupación del cargo se caracteriza por el deber, puesto que su
aceptación no es vista sólo como un intercambio remunerado de funciones
como en los contratos de trabajo privado. El acceso a un cargo se
considera como la aceptación de un deber específico de fidelidad al
cargo, a cambio de una existencia segura. El funcionario no se subordina
a una persona, como lo fue el vasallo o el discípulo en las relaciones
feudales o patrimoniales, sino que está al servicio de un fin objetivo
impersonal y funcional.
En la actualidad, los
fondos y equipos públicos están separados de la propiedad privada del
funcionario: tanto en las empresas públicas como en las privadas. Estas
separaciones se hicieron mucho más rigurosas a medida que avanzaba la
administración empresarial moderna, aunque este proceso comenzaba a
manifestarse ya en la incipiente burocracia de la etapa pre moderna.
En
los estados de países desarrollados el funcionario estatal, por lo
general está investido de una buena estimación social estamental en
comparación al resto de los gobernados. Además, la exigencia de estudios
cada vez más especializados, está vinculada a la calificación para el
puesto; estos conocimientos le dan “status” dentro del rango social del
funcionario. Todo esto contribuye a considerar los cargos públicos como
“prebendas” para los habilitados por estudios superiores. El considerar
capacidades personales e intelectuales, independientemente de este
carácter en los funcionarios de confianza política ha llevado a que los
cargos políticos más elevados, sobre todo los de Ministro, se llenen sin
tomar en consideración dichas exigencias.
La
gran contradicción de las estructuras burocráticas dada preferentemente
en el sistema estatal está en la consecución de los puestos de trabajo
de los funcionarios públicos. Si bien es cierto que el tipo
representativo de funcionario burocrático es designado por una jerarquía
superior con las características señaladas anteriormente, existe otro
tipo de nombramiento de funcionarios, como producto de las elecciones y
los cambios de gobiernos el cual no es exclusivamente burocrático...
Este
no depende de normas legales, sino del mecanismo de funcionamiento de
los partidos políticos.
Con el desarrollo de
la burocratización y el crecimiento del número de cargos los militantes
de los partidos los ven como una forma de aseguramiento laboral.
Para
Max Weber, “La transformación de la política en una empresa, que hizo
necesaria una preparación metódica de los individuos para la lucha por
el poder y sus métodos como la que llevaron a cabo los partidos
modernos, determinó la división de los funcionarios públicos en dos
categorías bien distintas aunque no tajantes: funcionarios
profesionales, de una parte, y funcionarios políticos de la otra.” La
designación de cargos como resultado de elecciones altera la
subordinación jerárquica Un funcionario elegido tiene una posición
autónoma respecto de su superior, puesto que no ha derivado de la
jerarquía orgánica burocrática, sino que responde a los hombres fuertes
del partido (dirigentes políticos) que son los que deciden su carrera
futura. Los partidos no se fijan en la experticia sino en los servicios
prestados por los militantes al partido y sus líderes. Estos
funcionarios pueden ser trasladados o cesados en sus cargos ya que se
encuentran en total disponibilidad al partido al que pertenecen. Esta
situación ha contribuido a crear verdaderas maquinarias políticas que
ven al Estado como una institución destinada a la creación de empleos
para su militancia más leal.
Para el
capitalismo del siglo XX, la superioridad técnica de la organización
burocrática fue siempre la razón decisiva de su progreso respecto de
toda otra forma de organización. Cuando más se “deshumaniza” la
burocracia, más contribuye a despejar los asuntos de factores
personales, irracionales y emocionales que escapen a todo cálculo,
cuestión muy aplaudida por la competitividad del mercado. Esta es su
índole particular y es estimada como su virtud específica. Sólo así se
ha puesto el fundamento para la administración de una ley racional,
sistematizada, sobre la. base de estatutos. Además sólo la
burocratización del Estado, y de la ley en general, brinda una
posibilidad de separar el derecho “público” del derecho “privado”. El
derecho público regula las relaciones de la autoridad pública con los
gobernados el derecho privado regula las relaciones mutuas de estos.
Para un sistema basado en la individualidad y en la privatización, la
constitución de una burocracia controlada es de gran utilidad, no
obstante la hipertrofia que esta pueda alcanzar y que, en determinados
momentos, dificulten ciertos procesos mercantiles.
Una
vez instaurada en su plenitud, la burocracia ha constituido una de las
estructuras sociales más difíciles de destruir. Por doquiera, el Estado
moderno está sometido a la burocratización; resulta impresionante el
poder de una burocracia en plena expansión. El Estado burocrático
significa una gran concentración de medios organizativos, por ejemplo,
el control presupuestario de todos sus gastos administrativos, y el
otorgamiento a las autoridades inferiores de los medios de pago
ordinarios, cuya utilización es reglada y controlada por aquel. La
burocratización de la administración también implica la concentración de
los medios organizativos en otras esferas. como la empresa privada y el
Ejército. La disciplina militar y las prácticas técnicas pudieron
evolucionar en plenitud y en su alto grado actual, en gran parte
producto de una administración burocratizada. Respecto de la acción
administrativa propiamente, es decir, toda la actividad del Estado,
existe la práctica de reivindicar la libertad de acción y el predominio
de las decisiones, con el moderno concepto, de “razones de Estado”, como
norma suprema y decisiva de la actuación burocrática. Las condiciones
indispensables para mantener su poder en el propio Estado lleva como
ensamblaje la sacralización de estas “razones”.
La
idea del “secreto oficial” es una creación específicamente burocrática.
Toda burocracia intenta acrecentar la superioridad de sus departamentos
profesionalmente informados conservando en secreto sus conocimientos y
propósitos El denominado derecho de fiscalización parlamentaria es uno
de los pocos medios que pueden utilizar los parlamentos para disponer de
dicha información. Por lo general las estructuras burocráticas
gubernamentales muestran al público o a la llamada opinión pública, sólo
lo que consideran no perjudicial para sus propósitos. Los métodos
administrativos presuponen que la administración debe necesariamente,
enfatizar el secreto de sus decisiones más importantes; y esto se hace
más necesario a medida que prevalecen los aspectos puramente técnicos. A
pesar de toda la aparatosa publicidad de los Congresos y las
Convenciones. los partidos políticos proceden de la misma forma. Este
“secretismo” se ha ido desarrollando en directa relación con la
burocratización de las organizaciones partidarias.
Analizando
políticamente este moderno dispositivo, el gran Estado y el Partido de
masas son el terreno clásico para la burocratización. El avance de esta
en la propia administración estatal es un fenómeno ligado a los
gobiernos democráticos; la burocracia va unida necesariamente a la
moderna democracia de masas. Esto se explica por el requerimiento de
“igualdad ante la ley” y por consiguiente, al repudio de privilegios
Pero la igualdad, para los intereses burgueses, sólo se relaciona con
una distribución y administración racionalmente controlable, que no
sirve a las clases desposeídas. Desde su perspectiva, estas exigen que
la justicia y la administración de bienes sirvan para mejorar sus
oportunidades económicas y sociales de vida, cuestión ajena a las
intenciones de las clases poseedoras.
La
democracia pretende terminar los privilegios arbitrarios, patrimoniales y
plutocráticos de la administración gubernamental, por lo menos, en sus
propósitos. A su vez los partidos políticos democráticos han disminuido,
en sus propias organizaciones, el tradicional predominio de los
notables, fundado en relaciones personales y en la estima individual.
Para esto los partidos políticos se han organizados burocráticamente
bajo el control de los funcionarios partidarios, secretarios rentados de
los partidos y sindicatos. Sin embargo el resultado no ha sido el que
se esperaría de sus prácticas políticas. La organización burocrática,
especialmente de una estructura política, tiene profundas consecuencias
económicas, según sea el sentido que den al aparato los poderes
gobernantes. En este sentido, la burocracia, como tal, es un instrumento
que está al servicio de intereses de dominación ya sean estos
políticos, económicos, o de otro tipo.
En el
capitalismo integrado del siglo XXI, la burocratización se ejerce
fuertemente relacionada con los intereses capitalistas; por lo cual en
frecuentes ocasiones, la democracia sufre grandes rupturas y trabas en
su organización burocrática lo que hace inviable los propósitos
igualitarios del corpus social.
A modo de
conclusión es necesario remarcar y enfatizar que esta clase concentra
enorme poder de dominación y que por sus características y su extensión,
unida a una práctica continua, pierde con frecuencia el sentido del
objetivo final que es el servir a la sociedad. Entonces en esta
impersonal abstracción del trabajo centrado en órdenes y estatutos
basados en el correcto funcionamiento del engranaje burocrático, no es
de extrañar conductas como la de esa funcionaria de la salud para quien
era más importante cumplir con el reglamento, que salvar una vida.
Finalmente,
quiero terminar con esta acotación de Weber:
“...Allí
donde se ha llevado íntegramente a cabo la burocratización del régimen
de gobierno se ha creado una forma de relaciones de dominio
prácticamente inquebrantable. El simple funcionario no puede
desprenderse de la organización a la que está sujeto. (..) Por su lado,
los dominados no pueden prescindir del aparato de dominio burocrático ya
existente ni sustituirlo por otro, pues se basa en una metódica
síntesis de entrenamiento especializado, división de trabajo y
dedicación fija a un conjunto de funciones habituales diestramente
ejercidas...”.
Aunque esta apreciación está
formulada desde cierto punto de vista, es para tenerla en cuenta y no
mirar las actividades burocráticas sólo como una molestia, sino recordar
lo que se esconde detrás de todo este aparataje de poder, pero sobre
todo recordar que con decisión, nada es inquebrantable.
http://www.argenpress.info/2010/07/chile-el-caso-de-la-enfermera-un-rasgo.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario