La querella, que ya está en manos del juez Pablo Ruz, el reemplazo de Garzón hasta que se resuelva su situación judicial, menciona los nueve activistas turcos muertos –uno de ellos también tenía ciudadanía estadounidense– y los casi 40 heridos que dejó el ataque israelí, pero no acusa a Netanyahu y a sus ministros directamente por homicidio. No puede. El año pasado el entonces gobierno laborista de Ehud Olmert había presionado con éxito al jefe de Gobierno español José Luis Rodríguez Zapatero para que reformara el Código Penal y restringiera los poderes de la Justicia Universal. Hoy un juez español ya no puede hacer lo que hizo Garzón en 1998, cuando ordenó la detención de Augusto Pinochet por los crímenes de lesa humanidad cometidos en Chile contra chilenos. Hoy solamente pueden juzgar delitos contra ciudadanos españoles.
Por eso –explicó Tapial–, es su responsabilidad utilizar su experiencia para hacer justicia. “Vivimos horas de tortura psicológica. Después de que tomaran el barco un soldado me lanzó contra el suelo y me inmovilizó, sujetándome del cuello. Luego me esposaron y me sentaron en un asiento, alejado del resto. Ahí pude ver cómo torturaron a uno de los activistas con una bolsa de plástico en la cabeza”, recordó el militante de la organización Asociación Cultura, Paz y Solidaridad, una institución reconocida por la ONU como miembro de la red de la sociedad civil activa en la cuestión palestina.
Ese caso aparece destacado en la querella como un ejemplo del exceso de violencia que habrían utilizado los militares israelíes: “Le colocaron una bolsa negra en la cabeza y lo sacaron a la parte externa del barco a empujones y patadas. Lo obligaron a ponerse de rodillas sobre dos cilindros de metal, algo que era imposible porque el viento que generaba el helicóptero le impedía mantenerse recto. Cada vez que se caía hacia algún lado era agredido de manera muy violenta”.
Los relatos de los tres querellantes coinciden en describir una secuencia caótica, salpicada por ráfagas de ametralladoras –según ellos, los únicos con armas de fuego eran los militares israelíes–, nubes asfixiantes de gases lacrimógenos y cadáveres tirados en el suelo, desangrándose con tiros en la nuca o el pecho.
“Nuestras pruebas son los testimonios de más de 20 cooperantes de distintas partes del mundo, fotografías y videos que algunos periodistas que estaban con nosotros lograron esconder de las fuerzas israelíes”, explicó Tapial. La querella también incluye los informes de las nueve autopsias que ordenaron las autoridades turcas y que demuestran que algunos de los cuerpos mostraban heridas de bala en la cabeza y la nuca. Uno de ellos es el fotógrafo turco Cevdet Kilisçlar, el activista que oficiaba de encargado de la sala de prensa a bordo del Mavi Marmara. Según relató otro de los querellantes y también periodista David Segarra, lo vio unos minutos antes de morir, cargando sólo su cámara. A Estambul su cuerpo llegó con un disparo en la frente.
Desde Israel, la comisión investigadora creada por Netanyahu concluyó que sólo hubo errores, pero no abuso de la fuerza ni, mucho menos, crímenes de lesa humanidad. Por eso, esta semana la embajadora israelí ante la ONU, Gabriela Shalev, advirtió que se reservan el uso de todos los medios necesarios para evitar un nuevo intento de violación al bloqueo que mantienen sobre Gaza hace casi tres años. En las últimas horas dos barcos libaneses partieron con destino a la Franja. Desde Madrid, Tapial les deseó suerte y anunció que su organización ya está preparando otros dos barcos con ayuda para los palestinos.
fuente, vìa :
http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/4-150107-2010-07-25.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario