viernes, 8 de abril de 2016

Mundo-Noticias: ¿A qué vienen los «Panama Papers»? por Thierry Meyssan

Contrariamente a lo que parece, la campaña de los «Panama Papers» no hará disminuir las malversaciones financieras ni favorecerá las libertades. Más bien sucederá lo contrario. El sistema se contraerá aún más alrededor del Reino Unido, Holanda, Estados Unidos e Israel, para que sólo esos países puedan controlarlo. Al violar el principio de igualdad ante la justicia y su propia ética profesional, los miembros del International Consortium of Investigative Journalists se ponen al servicio de los enemigos de la libertad y de los defensores del gran capital y el hecho de haber revelado los nombres de unos pocos tramposos no cambiará absolutamente nada. Aquí se explica por qué.



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La doctrina Romer: obligar los paraísos fiscales no anglosajone a renunciar a sus actividades y desestabilizar la Unión Europea hasta que los capitales se encaucen hacia los paraísos fiscales del Reino Unido, Holanda, Estados Unidos e Israel.

La estrategia económica de Estados Unidos

Al iniciar su mandato, el presidente estadounidense Barack Obama designó a la historiadora Christina Romer para presidir su Comité de Consejeros Económicos. Profesora en la universidad de Berkeley, Christina Romer es especialista en el estudio de la crisis de 1929. Según ella, lo que sacó a Estados Unidos de la recesión no fue el New Deal de Roosevelt ni la Segunda Guerra Mundial sino la afluencia –a partir de 1936– de los capitales europeos que huían del «aumento de los peligros».
En eso ha basado Barack Obama su política económica. En primer lugar, actuó para cerrar todos los paraísos fiscales que no están bajo control de Washington y Londres. Después, organizó la desestabilización de Grecia y Chipre para que los capitales europeos fueran a refugiarse en los paraísos fiscales anglosajones.
Todo comenzó en Grecia, en diciembre de 2008, con una serie de manifestaciones provocadas por la muerte de un adolescente a manos de un policía. La CIA trajo desde Kosovo autobuses llenos de individuos encargados de provocar desórdenes durante una manifestación y de instaurar un inicio de caos [1]. El Departamento del Tesoro estadounidense pudo comprobar entonces cómo los capitales griegos huían de Grecia. El experimento resultó concluyente y la Casa Blanca decidió sumir aquel frágil Estado en una crisis financiera y económica que llegó a poner en peligro la existencia misma de la eurozona. Como se había previsto, cada vez que surgen inquietudes sobre la posible expulsión de Grecia del euro o sobre una disolución de la eurozona, capitales europeos corren hacia los paraísos fiscales disponibles, principalmente británicos, estadounidenses y holandeses.
En 2012, hubo otra operación contra el paraíso fiscal chipriota. Todas las cuentas de más de 100 000 euros fueron confiscadas. Era la primera y la única vez que se observaba ese tipo de nacionalización en una economía capitalista [2].
Durante los 8 últimos años, hemos podido ver numerosas reuniones del G8 y del G20 que han impuesto todo tipo de reglas internacionales, supuestamente en aras de prevenir la evasión fiscal [3]. Sin embargo, después de la imposición de esas reglas –supuestamente válidas para todos–, Estados Unidos y, en menor medida, Israel, Holanda y el Reino Unido se dan el lujo de no respetarlas.

Los paraísos fiscales

Cada paraíso fiscal tiene un estatuto jurídico particular, generalmente absurdo.
Actualmente, los principales paraísos fiscales son el Estado independiente de la City de Londres (miembro del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte), el Estado de Delaware (que forma parte de Estados Unidos), e Israel. Pero aún existen muchos más paraísos fiscales, sobre todo británicos, comenzando por las islas de Jersey y de Guernesey (miembro del ducado de Normandía y, por consiguiente, sometida a la autoridad de la reina de Inglaterra, aunque no es miembro del Reino Unido ni de la Unión Europea), Gibraltar (territorio español que el Reino Unido ocupa ilegalmente) y terminando por la isla de Anguila, las Bermudas, las islas Caimán, las islas Turcas y Caicos, las islas Vírgenes y la isla de Monserrat. También hay algunos que pertenecen a Holanda, como las islas de Aruba, Curazao y San Martín.
Un paraíso fiscal es una «zona franca» que abarca todo un país. Pero, en el imaginario colectivo, una zona franca es algo indispensable para la economía, mientras que un «paraíso fiscal» es algo malo. En realidad, ambas cosas son exactamente lo mismo. Por supuesto, algunas empresas hacen un uso inadecuado de las zonas francas para no pagar impuestos mientras que otras hacen un mal uso de los paraísos fiscales, lo cual no justifica que se cuestione la existencia de esas estructuras, indispensables para el comercio internacional.
En su guerra contra los paraísos fiscales no anglosajones, Estados Unidos arremetió principalmente contra Suiza [4]. Este pequeño país había desarrollado un estricto secreto bancario que permitía que pequeños operadores lograran montar y desarrollar transacciones a espaldas de los grandes operadores. Al obligar a Suiza a renunciar a su secreto bancario, Estados Unidos extendió su propia vigilancia masiva al campo de las transacciones económicas, lo cual le ha permitido manipular fácilmente la competencia y sabotear la actividad de los pequeños operadores.
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Durante más de 10 años, Forbes señaló a Fidel Castro como el jefe de Estado más adinerado del mundo. Hoy está ampliamente demostrado que aquello era pura propaganda… pero Forbes nunca se excusó.

Los «Panama Papers»

Es en medio de todo este contexto que Washington entrega al Süddeutsche Zeitung 11 500 000 ficheros informáticos pirateados a la firma de abogados clasificada como la cuarta más importante del mundo en materia de creación de compañías offshore. El robo de esos ficheros constituye un crimen y, por esa razón, los supuestos «lanzadores de alerta» se mantienen en el anonimato.
Por supuesto, Washington hizo previamente a una cuidadosa selección de los documentos y excluyó, en primer lugar, todos los que tenían que ver con ciudadanos o empresas estadounidenses y, en segundo lugar, también descartó probablemente los que implicaban a sus buenos aliados. El hecho que algunos de sus supuestos aliados, que actualmente tienen algún tipo de contradicción con la administración Obama –como el presidente ucraniano Petro Porochenko– aparezcan en los documentos revelados, nos confirma que su poderoso protector acaba de abandonarlos.
A pesar de ser Panamá un país donde se habla español y de que el Süddeutsche Zeitung se publica en Alemania, el conjunto de ficheros robados fue denominado por los espías como «Panama Papers»… en inglés.
De paso, los autores de esta manipulación tratan de convencernos de que todo el que se levanta contra Washington es un ladrón. Basta con recordar, por ejemplo, las campañas contra Fidel Castro, acusado de ser un traficante de droga y catalogado por la revista Forbes como poseedor de una de las mayores fortunas del mundo [5]. Por haber conocido las difíciles condiciones de vida de la familia Castro en Cuba, realmente me pregunto cómo pudo alguien inventar tamaña idiotez. Ahora, los nuevos magnates secretos serían Vladimir Putin, Bachar al-Assad y Mahmud Ahmadinejad, a pesar de que es legendaria la frugalidad de todos ellos.
Esta propaganda contra los adversarios políticos no pasa de ser la parte visible del iceberg. Lo realmente importante es el futuro del sistema financiero internacional.
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Violación de la ética periodística

El diario alemán Süddeutsche Zeitung es miembro del International Consortium of Investigative Journalists (ICIJ, en español, Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación.), asociación especializada, contrariamente a lo que su nombre parece indicar, no en el periodismo de investigación sino en la denuncia de crímenes financieros.
En las sociedades republicanas, la justicia debe ser la misma para todos. Pero el ICIJ, que desde su creación ha sacado a la luz pública más de 15 millones de ficheros informáticos, no ha cuestionado nunca los intereses de Estados Unidos. Por consiguiente, esa asociación no puede pretender que su interés sea luchar por la justicia.
Además, los principios republicanos de nuestra sociedad implican toda una serie de obligaciones para los periodistas. Esas obligaciones están estipuladas en la Carta de Munich, adoptada en 1971 por todos los sindicatos de la profesión periodística del Mercado Común y posteriormente extendida al resto del mundo por la Federación Internacional de Periodistas.
Comprendo perfectamente que ese texto impone limitaciones que resultan a veces difícilmente soportables. Yo mismo estuve, hace algunos años, entre quienes creían que a veces había que violarlo. Pero la experiencia demuestra que, al violarlo, se abre la puerta a otras violaciones que afectan a los ciudadanos.
Los periodistas del International Consortium of Investigative Journalists no se plantearon ningún tipo de interrogante de orden ético. Simplemente aceptaron trabajar con documentos robados y previamente seleccionados, siendo ellos mismos incapaces de verificar su autenticidad.
La Carta de Munich estipula que los periodistas sólo publicarán informaciones cuyo origen conocen, que no suprimirán informaciones esenciales y que no alterarán los textos y documentos. También especifica que los periodistas no recurrirán a métodos desleales para obtener informaciones, fotografías o documentos.
Esas tres exigencias fueron violadas de manera totalmente consciente, lo cual debería llevar a que quienes incurrieron en dichas violaciones fuesen excluidos de las instancias profesionales y provocar la destitución de los directores de la BBC, de France-Télévisions, de NRK y, ¿por qué no?, de Radio Free Europe/Radio Liberty (la radio de la CIA, que también es miembro del International Consortium of Investigative Journalists).
No es este el primer escándalo en el que se ve implicado el International Consortium of Investigative Journalists. En 2013, fue esta misma asociación la que hizo públicos 2,5 millones de ficheros informáticos robados a 120 000 empresas offshore. También reveló, en 2014, los contratos entre Luxemburgo y varias transnacionales deseosas de gozar de una política fiscal especialmente favorable. Fue también el ICIJ quien reveló, en 2015, las cuentas del banco británico HSBC en Suiza.
El International Consortium of Investigative Journalists recibe financiamiento, algo que ya puede imaginar el lector, de numerosos organismos vinculados a la CIA, como la Fundación Ford [6] y las fundaciones de George Soros. Este último ejemplo es el más interesante: para los miembros del ICIJ el dinero del señor Soros no proviene de la CIA sino de las especulaciones financieras que Soros realiza en detrimento de los pueblos, lo cual hace que ese financiamiento sea aún más “aceptable”.
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Un principio fundamental de las sociedades republicanas es que, para ser legítima, la Justicia debe aplicarse a todos por igual (Artículo 6 de la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789). Sin embargo, desde su creación, el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación se abstiene sistemáticamente de revelar los crímenes de Estados Unidos, contribuyendo así a incrementar las injusticias.

Sin paraísos fiscales no anglosajones, cero resistencia

No es sorprendente que el Hezbollah tenga empresas y cuentas secretas en Panamá o en otros países. En un reciente artículo, yo mismo mencionaba los esfuerzos de la resistencia libanesa por autofinanciarse sin tener que depender de fondos iraníes. Ahora tendrá que rehacer por completo el complejo montaje financiero que tuvo que implementar anteriormente. De no hacerlo, el Líbano será presa de sus vecinos israelíes.
Que el presidente Ahmadinejad haya creado empresas offshore para vender el petróleo iraní burlando el embargo contra su país no es un crimen, incluso dice mucho sobre los esfuerzos que hizo para ayudar a su pueblo.
Que la familia Makhluf, los primos del presidente sirio Bachar al-Assad, hayan recurrido a un montaje financiero para burlar el embargo ilegal que las potencias occidentales imponen a Siria y permitir así que los sirios se alimentaran a lo largo de 5 años de agresión militar contra su país, también es perfectamente legítimo.
¿Qué quedará de todo este gran escándalo? En primer lugar, Panamá necesitará años para restaurar su reputación, ahora destruida. Unos pocos delincuentes de poca monta que engañaron el sistema serán enviados a los tribunales mientras que numerosísimos comerciantes honestos tendrán que dar un montón de explicaciones. Pero, contrariamente a las apariencias, los organizadores de esta campaña se ocuparán de que todo se mantenga igual. El sistema seguirá existiendo pero será cada vez más favorable al Reino Unido, Holanda, Estados Unidos e Israel. Creyendo defender sus propias libertades, quienes hayan participado en esta campaña no habrán hecho más que reducirlas.


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