Colombia. Los
jóvenes del Pacífico colombiano no ceden ante un conflicto armado que
marca sus vidas. La respuesta al aumento de asesinatos, desapariciones y
extorsiones es la organización de grupos de reflexión y autodefensa.
A finales de octubre del 2012, la
Coordinación Regional del Pacífico, de la cual forman parte
organizaciones étnico-territoriales, y las Diócesis de Quibdó, Tumaco,
Apartadó, Buenaventura, Istmina y el Vicariato Apostólico de Guapi,
denunciaron la creciente ola de asesinatos de jóvenes en la región del
Pacífico colombiano.
Tan sólo en el 2012 se contabilizaban
alrededor de 400 jóvenes asesinados; del total de muertes violentas (80
en la ciudad de Quibdó, 163 en Buenaventura y 149 en Tumaco), la
mayoría eran jóvenes.
Según las denuncias, la violencia que
antes azotaba primordialmente a la población rural y a las ciudades más
grandes del litoral, se incrementó en los últimos dos años en ciudades
como Itsmina, Turbo y Guapi. Periferia tuvo la oportunidad de
entrevistar a Juan Sebastián*, un joven de 23 años, oriundo de
Guapi-Cauca, quien nos ayudó a reconstruir el contexto de la violencia
en su municipio.
Guapi es un municipio con
aproximadamente 32 mil habitantes, ubicado al suroccidente del
departamento del Cauca, a orillas del río Guapi. Sus habitantes, en su
mayoría afrodescendientes, viven básicamente de la agricultura y la
pesca, aunque en los últimos años, a consecuencia de las fumigaciones
aéreas con glifosato, esas dos actividades han disminuido
considerablemente, en detrimento de la economía de la población
guapireña.
“Nosotros los jóvenes estamos siendo
utilizados por todos los actores armados que conviven con nosotros en
el territorio, llámese Policía, Ejército nacional, guerrilla o
paramilitares”, cuenta Juan Sebastián. Los jóvenes denuncian cómo, de un
tiempo para acá, se ha incrementado el reclutamiento de niños, jóvenes y
mujeres. “Tanto los unos como los otros utilizan a los jóvenes y niños
como informantes y para hacer mandados. Primero llegan con incentivos
económicos, luego les ofrecen que van a conseguir mujeres, les enseñan a
manejar armas y, cuando menos piensan, hacen parte de una u otra
organización”.
Algunas organizaciones sociales y de
derechos humanos afirman que Guapi, por ser un corredor estratégico
para las rutas del narcotráfico en el Pacífico, se ha convertido en
epicentro de las disputas entre la banda Los Rastrojos y otros grupos
armados ilegales, incluido el frente 60 de las Fuerzas Armadas
Revolucionarias de Colombia (FARC). Desde el 2010 se incrementaron las
extorsiones, intimidaciones, los destierros y los asesinatos, que en
muchos casos se presentaban ante la opinión pública como acciones de
limpieza o intolerancia social.
En numerosos comunicados y
denuncias, la comunidad ha señalado la alianza entre algunos sectores de
la Policía y el Ejército con los grupos paramilitares; dicen incluso
que es frecuente ver agentes uniformados departiendo con reconocidos
jefes de Los Rastrojos en lugares públicos.
¿Un grupo de autodefensa “anti-paramilitar”?
Juan Sebastián cuenta que durante el 2011 surgió algo así como “una
rebelión organizada de jóvenes desesperados que decidieron armarse,
cansados de que mataran a tanto joven, de las vacunas y la persecución
por parte de los paramilitares. Y lograron sacarlos de algunos barrios”.
A ese grupo se le llamó “los Papamija” o “los no identificados”; por
supuesto, las represalias por parte de Los Rastrojos y de la policía no
se hicieron esperar.
El 23 de Noviembre de 2011, en medio
de un ambiente de amenaza y hostigamiento permanente contra todos los
jóvenes de Guapi, un teniente de la Policía disparó contra Jhon Fredy
Vidal Sánchez, un joven guapireño de 17 años, recolector de basura, muy
conocido en el municipio por ser un joven trabajador. El asesinato de
Jhon Fredy desencadenó una ola general de protesta que terminó en paro
cívico y en la conformación de una Comisión de Paz, que se reunió con
delegados del Ministerio del Interior y autoridades del departamento y
el municipio. La Comisión pidió que se renovara completamente y se
reforzara el pie de fuerza de la Policía y que se investigaran los
crímenes cometidos por los paramilitares y sus nexos con la fuerza
pública.
En efecto, se renovó el grupo de
policías, pero la situación no mejoró; por el contrario, durante los
meses siguientes los guapireños no cesaron de denunciar nuevos
asesinatos, desapariciones y enfrentamientos en los barrios, que dejan
decenas de heridos y desplazados y mantienen el ambiente de zozobra y
miedo. Se rumora que varios de los nuevos policías fueron cooptados
también por Los Rastrojos.
La vida de los jóvenes en Guapi se
ha tornado amarga, “los actores del conflicto están siempre en el
contrapunteo, ya no sabes con quién hablar, te pueden matar por hablar
con cualquiera que pueda ser considerado de otro bando, hemos perdido
muchos jóvenes inocentes por eso”, dice Juan Sebastián.
En febrero de 2012, la comunidad en
general volvió a salir a la calle a protestar, esta vez por la detención
de dos de los miembros de los Papamija. “La gente pedía la protección
de los muchachos porque dicen que ellos fueron los que trajeron la paz a
Guapi, porque son los únicos que hacen algo en contra de Los Rastrojos.
Pero esta vez sí nos trajeron a los antimotines, nos tiraron gases
lacrimógenos y dispararon. Hubo dos heridos de gravedad”.
Los asesinatos y desapariciones continuaron hasta octubre de 2012, mes
en el que se denunciaron los asesinatos de tres jóvenes y un niño de 11
años de edad. Desde entonces parecía reinar una tensa calma. Sin
embargo, el dos de enero del nuevo año, a las 11:30 de la noche, los
guapireños fueron sorprendidos por la explosión de dos granadas lanzadas
contra la estación de policía. El ataque dejó ocho heridos, entre ellos
una joven de 16 años y dos policías. Aunque se rumora que fue el
Ejército de Liberación Nacional (ELN), es preocupante la oleada de
amenazas que se ha desatado nuevamente en contra de los jóvenes del área
urbana a raíz de ese hecho y se prevé una nueva escalada de violencia
en el municipio.
Juan Sebastián concluye: “Nosotros
continuaremos trabajando en la formación para que los jóvenes no se
dejen convencer por ninguno de los actores armados. En agosto de 2012
realizamos el primer encuentro de jóvenes y participamos unos 200; allí
hicimos una encuesta y preguntamos por las principales problemáticas del
municipio según los jóvenes. Una buena parte respondió que eran las
fumigaciones, otros dijeron que eran el reclutamiento y las violaciones a
las mujeres. Pero nosotros hemos identificado también otras
problemáticas, como la llegada de empresas multinacionales a nuestro
territorio, porque Guapi ha sido declarado distrito minero y esas
empresas están llegando a explotar nuestros recursos sin consultar y sin
el consentimiento de las comunidades. Los jóvenes tenemos que seguir
trabajando en la formación y la comunicación, mantenernos informados,
estamos haciendo videos, incursionando en las redes sociales,
informándole a la población, no sólo de Guapi sino de afuera, lo que
sucede en nuestro municipio. Y estamos reclamando nuestros derechos para
permanecer y defender nuestro territorio, porque es lo único que nos
queda”.
*El nombre fue cambiado por razones de seguridad.
http://desinformemonos.org
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