Desde el órgano de inteligencia civil del Estado mexicano se diseñó un operativo para desprestigiar y desactivar un movimiento abierto y ciudadano: el estudiantil #YoSoy132. El actual director de Fuentes Abiertas del Cisen, Manuel Cossío, se encargó de fabricar pruebas para “demostrar” que la organización era una creación del entonces candidato a la Presidencia Andrés Manuel López Obrador. El agente no sólo logró hacerse de la página oficial del movimiento y de una base de datos de más de 70 mil estudiantes, también consiguió anular a uno de los principales activistas de la organización, al presentarlo como peón del obradorismo. Durante el operativo encubierto, buscó vincular financieramente a los estudiantes con la izquierda partidista, hecho que nunca concretó. Con su acción, quizás el #YoSoy132 “se desequilibró”, reconoce Cossío en una grabación de la cual Contralínea posee copia. Al margen de la ley, las actividades del Centro que buscan incidir en los procesos electorales, consideran especialistas
Cuarta de seis partes/ Primera parte / Segunda parte / Tercera parte /
“De infiltrado priísta pagado,
manipulado, mercenario… no me bajan”, se escucha decir al director de
Fuentes Abiertas del Centro de Investigación y Seguridad Nacional
(Cisen), Manuel Cossío Ramos. No es una confesión, sino la conclusión de
un operativo que el egresado de la Universidad Iberoamericana encabezó
para infiltrar y desprestigiar al movimiento estudiantil #YoSoy132 antes de las elecciones del 1 de julio de 2012.
La conversación ocurre en los primeros
días de agosto de ese año, 2 meses después de que –mediante un video
publicado en internet y diseminado en redes sociales– Cossío revelara
que detrás del movimiento estudiantil se encontraba Andrés Manuel López
Obrador, a través del actual senador de la República Alejandro Encinas;
el exjefe de gobierno del Distrito Federal, Marcelo Ebrard; el cineasta
Epigmenio Ibarra; los analistas John Mill Ackerman y Alfredo Jalife, y
hasta el líder del Sindicato Mexicano de Electricistas, Martín Esparza,
entre otros, quienes –según las “pruebas” fabricadas– financiaban y usaban
a los universitarios. Cossío había mostrado grabaciones en las que uno
de los fundadores y entonces uno de los líderes más carismáticos de la
organización, Saúl Alvídrez, reconocía que recibía recursos, instrucciones y capacitación del obradorismo.
Lo cierto es que tales “revelaciones”
fueron obra de un montaje cuidadosamente armado desde el organismo de
inteligencia civil encargado de velar por la seguridad del Estado
mexicano: el Cisen.
Manuel Cossío no sólo se había hecho de la página oficial del
movimiento #YoSoy132 y de una base de datos con nombres, teléfonos,
cuentas de correo electrónico y direcciones de 70 mil integrantes de la
organización, también se había ganado la confianza de Alvídrez, a quien
grabó en secreto un número indeterminado de conversaciones.
Como no encontrara la manera de entregar a
sus jefes alguna prueba que desprestigiara a la organización
estudiantil, Cossío se dio a la tarea de fabricarla. El servidor
público, adscrito a una dependencia del sistema de seguridad nacional
del Estado mexicano, editó alrededor de siete grabaciones de las
conversaciones de Alvídrez. Fueron mezcladas cuidadosamente para hacer confesar al universitario, como si hubiera ocurrido en una sola plática, sus nexos con el obradorismo y su supuesto trabajo como personero del propio excandidato a la Presidencia de la República López Obrador ante los jóvenes del #YoSoy132.
El operativo del Cisen en el movimiento, a decir de Saúl Alvídrez, habría tenido como objetivos demostrar
que #YoSoy132 era una creación del obradorismo; que los estudiantes que
lo integran “son como éste que les presento: prepotente, soez y
manipulador, y cortarme a mí como operador”.
Luego de la difusión de las grabaciones,
Saúl Alvídrez fue expulsado de la organización estudiantil que junto con
otros estudiantes había fundado; fue desconocido por el obradorismo,
con el que simpatizaba, y en redes sociales era objeto de un
linchamiento en el que, incluso, se incitaba: #YsiMatamosaSaul. Durante 2
días el nombre #SaulAlvidrez fue trending topic en Twitter.
Manuel Cossío, además, publicó en internet la dirección postal de Saúl
y, a través de la red social, algunos usuarios de la red convocaban a ir
a agredirlo a su domicilio.
“Me dio un quemón tremendo –dice Saúl Alvídrez, en entrevista con Contralínea–. Yo no soy ese tipo soez, prepotente y que se mareó por haberse subido a un tabique que se percibe en las grabaciones. Pero lo peor fue el daño que se le hizo al movimiento en ese momento.”
Entonces de 24 años de edad, el
estudiante de las licenciaturas en derecho y economía en el Instituto
Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM), plantel Santa
Fe, y originario de la ciudad de Chihuahua, se quedó solo.
“Quedé aislado. Comencé a sentirlo en lo
personal: ya no era del 132, y ni como simpatizante de la izquierda me
querían. Todas las personas que me rodearon, todas, me dieron la
espalda. Unas, de manera vil. Otras, de manera resignada. A estas
últimas las entiendo, pues era una situación complicada, aunque no las
justifico.”
Mientras, Manuel Cossío aseguraba un
ascenso al interior del organismo de inteligencia civil: con el triunfo
del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en las elecciones de
julio de 2012, la llegada de Enrique Peña Nieto a la Presidencia de la
República, de Miguel Ángel Osorio Chong a la Secretaría de Gobernación y
la de Eugenio Ímaz Gíspert a la dirección del Cisen, Cossío se
convirtió en director de Fuentes Abiertas de este “órgano civil
desconcentrado que tiene la misión de generar inteligencia para la
seguridad nacional de México”, como reza su portal electrónico.
“¡Traicionaste principios humanos muy cabrones!”
En éste, se escucha a Cossío intentando
convencer a Alvídrez de que la difusión de las grabaciones le resultó
contraproducente y que ha padecido por “las muchas pendejadas” que hizo en el pasado.
Saúl Alvídrez, sin saber entonces que
habla con un funcionario del Cisen, le pregunta por qué mintió y por
qué, si estaba en desacuerdo con algo del movimiento, no lo platicó. “No
que me das esa daga por la espalda…”, le recrimina.
Manuel Cossío le responde: “Sí… No… Eso te lo concedo por completo, güey, y, este, tú sabes que ya de infiltrado priísta, pagado, manipulado, mercenario… no me bajan. Uta. Cuando menos me hubiera tocado una lana… ¿Sí me explico? Pero ni siquiera, güey…
Negocios míos que yo ya yo traía de hace tiempo se me han venido
cayendo. Amigos que yo consideraba amigos, gente que incluso no es de
izquierda, me dicen: ‘¡Güey, traicionaste principios humanos muy cabrones!’” (sic).
En esa misma conversación, Cossío dice a
Alvídrez que lo considera “un tipazo” y lo invita a “echar una
platicada”. Saúl acepta a condición de que le entregue las grabaciones
completas de las charlas que editó.
“Encantado, güey”, dice Manuel
Cossío. Durante la grabación de 11 minutos con 58 segundos, se escucha
decir al integrante del Cisen que reconoce que “el 132 quizás se
desequilibró” con los audios que presentó. Asegura que esa misma noche,
en un café, puede entregar los audios completos: “Te los pongo en una carpetita”.
Cossío y Alvídrez quedan en comunicarse más tarde para acordar el lugar
de la cita. “Te mando un abrazo”, finaliza Manuel Cossío, quien no
respondería a las llamadas ni a los mensajes de texto de Alvídrez para
establecer la hora y el lugar de la cita. Hasta la fecha, Saúl se
pregunta cuál fue el objeto de esa llamada.
“Yo buscaba tener las grabaciones
completas para demostrar que lo que [él] había publicado en internet no
era cierto, tanto por #YoSoy132 como por mí”, explica Alvídrez, en
entrevista con Contralínea.
Fabricar pruebas, la divisa
Las grabaciones no fueron las únicas pruebas que buscó fabricar
el integrante del Cisen infiltrado en el movimiento estudiantil
#Yosoy132. Manuel Cossío constantemente presionaba a Saúl Alvídrez para
que solicitara 2 mil dólares a Epigmenio Ibarra para financiar al
movimiento.
“Me estuvo constantemente pidiendo 2 mil
dólares; decía que le hacían falta para la página del movimiento. Me
insistía en que abriera una cuenta y le dijera a Epigmenio Ibarra que
nos depositara, porque Epigmenio Ibarra nos había ayudado con dos videos
para el movimiento”, asegura Alvídrez.
Agrega: “No le funcionó porque yo nunca le pedí dinero a Epigmenio porque no tenía sentido. No había coherencia para pedírselo”.
La insistencia de Cossío en lo que
llamaba “el financiamiento del movimiento” se ve reflejada también en
una serie de correos que le envió a Saúl Alvídrez. Prácticamente toda
comunicación de esos días buscaba retomar el tema del dinero.
El estudiante recibió en su dirección
electrónica un correo del agente del Cisen. Era 4 de junio de 2012, 2
semanas antes de la difusión de las grabaciones editadas. En el mensaje
se lee:
“Te mando el invoice del cargo por
servicio de la pagina que pague el 1 de junio. Es importante que
platiquemos sobre este tema y los recursos operativos que se están
requiriendo para mantener la viabilidad del movimiento, ya que en
diversas ocasiones en la Coordinadora he puesto sobre la mesa de
discusión este tema pero no ha habido mayor profundidad en el tema.
Espero que hoy en cuarto de guerra podamos tocar este tema junto con los
demás aspectos financieros como lo del concierto del zocalo que
representan necesidades urgentes para las actividades del movimiento” (sic).
Como archivo PDF adjunto al mensaje, y
para “demostrar” la necesidad de conseguir recursos financieros, Cossío
enviaba copia de la factura expedida por Ning, Inc, por concepto de la
plataforma en línea de YoSoy132.mx. El monto ascendía a 2 mil 799.9 dólares.
Un día después, el 5 de junio, Saúl
Alvídrez recibiría una “cotización” de parte de Cossío para el registro
de Yosoy132 como marca. Manuel Cossío proponía la obtención de cinco
clases de registro de marca en México, todas de tipo nominativa. Por
cada una, el pago de derechos oficiales ascendía a 2 mil 303.33 pesos. Y
por cada registro, Cossío pretendía cobrar 4 mil pesos por concepto de
“honorarios”.
Así, antes del impuesto al valor agregado
(IVA), el monto por derechos oficiales ascendía a 11 mil 516.65 pesos, y
por “honorarios” de Cossío, a 20 mil pesos. El propio Manuel Cossío
proponía un “descuento especial” por sus servicios del 50 por ciento: se
conformaría con 10 mil pesos más el IVA de 1 mil 600 pesos. Al final,
la propuesta del actual director de Fuentes Abiertas del Cisen para los
estudiantes del #YoSoy132 por el registro de la marca era de 24 mil
959.31 pesos: 13 mil 359.31 por el pago de derechos y 11 mil 600 por sus
“honorarios”.
Fue idea de Manuel Cossío registrar la
marca #YoSoy132. También insistía en la creación de una asociación
civil. “Acuérdate que yo tengo un despacho de marcas y patentes; hay que
registrar la marca”, le habría dicho Cossío a Saúl Alvídrez.
De acuerdo con Saúl, “un día me colma la
paciencia. Ya estaba harto del tema: le dije que eso era lo menos
relevante para mí en ese momento; ya me estaba hostigando”.
Al final, Manuel lo convence de hacer el
registro. “Un amigo integrante de #YoSoy132 me acompaña y le entrego a
Manuel 3 mil pesos. Él me había pedido 25 mil. Firmo una de las formas
del IMPI [Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial]; rompemos otras
cinco que traía, porque él quería hacer el registro hasta como si
fuéramos a hacer naves espaciales. De esto estaban enterados integrantes
del movimiento”.
Cossío en #YoSoy132
Cossío logró meterse en el movimiento porque adquirió, antes que los jóvenes, el dominio YoSoy132.mx. Saúl Alvídrez y otros integrantes fundadores habían adquirido los dominios YoSoy132.com, YoSoy132.com.mx; pero el que se hizo más popular en ese momento fue el de YoSoy132.mx,
propiedad de Cossío y mediante el cual logró reunir los datos de más de
70 mil integrantes: en ese sitio se les invitaba a los estudiantes a
dejar nombre, institución a la que pertenecen, dirección postal, cuentas
de correo electrónico y teléfonos.
“Un día me dicen que además de las páginas que teníamos había una llamada YoSoy132.mx;
que quien la creó se llama Manuel [Cossío] y que me estaba buscando”,
relata Saúl Alvídrez. Agrega: “Manuel se comunica conmigo, vía
telefónica; me dice que es de la Ibero [Universidad
Iberoamericana], que tiene 30 y tantos años [de edad], y que había
trabajado en algo de conciertos en el Goliat. Me insistía en que nos
viéramos, pero en ese momento yo tenía mucha carga de trabajo”.
La primera vez que Cossío entró en
contacto, vía telefónica, con Alvídrez fue el 21 de mayo de 2012, es
decir, 10 días después de que el entonces candidato del PRI a la
Presidencia Enrique Peña Nieto fuera abucheado en la Universidad
Iberoamericana y 6 días después de que surgiera el nombre #YoSoy132.
Alvídrez cita a Cossío en una reunión
general de los representantes del movimiento que se celebraría al día
siguiente. “Pero a esa junta llegué tarde. Vi que Manuel andaba
merodeando; no se acercaba; platico con él sólo de Contralínea, porque estaba muy ocupado y salgo de la junta”.
Era el 22 de mayo de 2012. La reunión de
los estudiantes se llevaba a cabo en el Parque Hundido de la Ciudad de
México. En esa junta se acordó que la página de Cossío sería, por el
momento, la oficial.
Antonio Jiménez, estudiante de filosofía
en la Universidad La Salle y de relaciones internacionales en la
Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de
México (UNAM), estuvo esa tarde. Recuerda que, desde un principio, su
talante no era similar al de los activistas. Incluso, parecía “opuesto”.
“Manuel Cossío se presenta con mucha
pasión y con un proyecto ya construido. Tenía una plataforma virtual muy
fuerte y apoyos paralelos al mismo movimiento. Tenía lentes, cadenas y
sus dientes parecían de oro; tenía un lenguaje muy empresarial. Se le
dio un voto de fe. Los únicos que estábamos en contra de que participara
éramos los de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales y yo”, dice
Antonio Jiménez.
—Si lo vieron tan distinto a todos los activistas del movimiento, incluso opuesto, ¿cómo los convenció?
—Nos vendió la idea de que la
página nos serviría por el número de gente inscrita que ya tenía. El
proyecto de la página fue un buen producto que nos vendió. Caímos y lo compramos –señala.
Carlos Brito, egresado de la licenciatura
en periodismo en el ITESM, plantel Ciudad de México, y estudiante del
doctorado en desarrollo científico en el Centro de Investigación y
Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional, recuerda cómo
justificó Cossío tener el dominio YoSoy132.mx: “Yo iba en mi carro el 18 de mayo. Vi las protestas en Televisa. Me pareció algo muy chido. Entré a mi celular y compré el sitio”, les dijo.
Brito también percibió a Cossío como una
persona “que no estaba dentro de la misma matriz de valores que los
demás”. Pero se esforzaba por justificar su participación en el
movimiento. “Llegó con una actitud de sobreexplicar las cosas.
Él ponía a su familia por delante; a su tío, el ministro [José Ramón]
Cossío [Díaz], por delante; decía que venía de buena familia”.
Desde el primer día, el trabajo de Manuel
Cossío comenzó a rendir frutos para su causa, a decir de Héctor Fabián
García, estudiante del doctorado en filosofía en la Universidad Autónoma
Metropolitana, plantel Iztapalapa. Según el alumno, “desde que se
presentó en el Parque Hundido comenzaron las divisiones: la primera,
entre los compañeros que apoyaban su plataforma digital y los que no”.
A decir del estudiante, Cossío
generalmente vestía chaleco (“tal vez ahí traía micrófonos”) y desde un
principio buscó tener derecho a voto. No ocultaba que quería incidir en
el rumbo del movimiento, aunque también se mostraba cauto: “en las
asambleas, observaba y analizaba la discusión; votaba conforme el voto
de la mayoría”.
Antonio Jiménez recuerda haberse dado
cuenta de que Manuel Cossío intentaba relacionarse con quienes tenían
“peso” en la Coordinadora Interuniversitaria, entonces la dirección del
movimiento: “Era un acercamiento personal más que político. Intentaba
averiguar qué hacíamos en nuestros estados, quiénes eran nuestros
familiares, nuestros padres. Intentaba ganarse la confianza a partir del
ánimo que nos infundía de manera personal: ‘Tú eres muy bueno, vas muy
bien’, nos decía”.
Reflexiona y agrega: “Manuel ya tenía
cierto entrenamiento en la infiltración. A pesar de las diferencias
evidentes, podía hacer que nos identificáramos con él en algunos
aspectos”.
Nahúm Pérez Monroy, estudiante de la
licenciatura en ciencias políticas y administración pública en la
Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, fue de los que
nunca confió en Manuel Cossío. Sin embargo, reconoce que no se imaginó
que el treinteañero fuera policía. Su desconfianza, que manifestó abiertamente desde el primer momento, tenía otras causas.
“Me pareció un tipo oportunista que
quería obtener alguna utilidad del movimiento. Él proponía que el
movimiento no se pronunciara políticamente en las elecciones y que no se
declarara anti-Peña Nieto. No me inspiraba confianza, pero nunca creí
que fuera del Cisen.”
Ricardo Bernal, de la Universidad
Autónoma Metropolitana (UAM), Unidad Iztapalapa, señala que muchos en el
movimiento veían con desconfianza a Manuel Cossío pero no se le
consideraba alguien importante al interior del mismo.
Reflexiona. Ahora que se ha revelado la
identidad de Cossío como infiltrado en la organización estudiantil,
recuerda que el actual director de Fuentes Abiertas del Cisen “insistía,
de manera muy particular, en hacer hablar a la gente; buscaba acercarse
de manera individual a las personas; eso le permitió grabar a Saúl”.
Paradójicamente, al paso de las
desconfianzas contra Manuel Cossío salía Saúl Alvídrez. “Mucha gente
desconfiaba de él –explica Saúl–. Todavía no se sabía que era priísta.
Simplemente desconfiaban de él porque era mucho mayor de edad que la
generalidad de los que estaban en el movimiento. Era un tipo que no
embonaba con las perspectivas de la mayoría. Tenía un estilo muy
distinto; un discurso muy distinto también”.
En ese entonces, las razones por las
cuales otros activistas desconfiaban de Cossío no le parecían
convincentes. “Todo mundo llegaba en metro; yo era de los únicos que
llegaba en carro. Manuel llega en su moto, con sus lentes, su chamarra
de cuero, hablando con una cara de pillo. Sin preguntar, ya tenía el
dominio [YoSoy132.mx] y venía a poner condiciones y a decir que
el dominio lo entregaba hasta después del 1 de julio. Lo sintieron [los
demás] muy prepotente, muy fresa”.
En suma, “la gente no lo quería; cuando
se sentía muy rechazado o cuestionado, venía conmigo, porque sabía que
de laguna manera yo lo protegía”.
—Por qué lo protegías –se le pregunta a Alvídrez.
—Porque se me hacía mala onda
como lo trataban. Yo no entendía eso. Además, él había aportado la
página. Yo, sinceramente, confiaba en Manuel. Sinceramente, lo
consideraba mi amigo. Pasé muchas horas con él. Eran días muy intensos,
unas jornadas laborales enormes. Reconozco que pude haber sido ingenuo,
pero en ese momento me era imposible detectar las intenciones de él.
A pesar de las sospechas sobre Manuel
Cossío y otros integrantes del movimiento, los estudiantes no tomaron
mayores precauciones. Y es que no sabían exactamente cómo protegerse.
—¿Tomaron algún tipo de precauciones para evitar que fueran infiltrados? –se le pregunta a Héctor Fabián.
—En cuestión de seguridad, no teníamos claridad de qué hacer. Le quitábamos la pila al celular, checábamos la hora de llegada y de salida; y tratábamos de no tocar temas sensibles en redes sociales.
Carlos Brito fue uno de los que
desenmascaró a Manuel Cossío… a medias: no llegó a imaginarse siquiera
que fuera agente infiltrado, pero sí comprobó su militancia priísta.
¿Qué hacía entonces en un movimiento claramente adverso al entonces
candidato del PRI, Enrique Peña Nieto? Los estudiantes lo platicaron y
el encargado de hacerle directamente la pregunta fue Saúl Alvídrez.
Brito explica cómo llegó a enterarse de la militancia de Cossío. Se dio a la tarea de revisar el timeline
de la cuenta de Cossío en Twitter. El historial de mensajes publicados
en la red social para nada concordaba con el que se esperaría de un
activista del #YoSoy132 y de quien estaba a cargo de la página del
movimiento.
“Además de todo lo que tuiteaba –señala Carlos Brito–, retuiteaba
cosas en contra de los chavos de la Ibero [Universidad Iberoamericana];
alababa el trabajo de [Joaquín] López Dóriga [el periodista estelar de
Televisa]; utilizaba hashtags que sólo utilizaban priístas de cepa, como #FuerzaEPN; también retuiteaba a los comités estatales del PRI. De pronto dejó de tuitear. Yo le avisé a los demás compañeros.”
Corría la semana del 11 de junio. Luego
del hallazgo, los estudiantes comenzaron a construir un sitio alterno en
internet, mientras investigaban a Cossío. “Pero Saúl [Alvídrez] le pide
una explicación. Fue un error: lo previno”, considera, a la distancia,
Brito.
“Cuando nos damos cuenta de que Manuel
Cossío es priísta –señala Saúl Alvídrez–, yo lo cuestiono al respecto”.
Ante las evidencias, él no puede negarlo. Entonces le dice a Saúl que el
movimiento #Yo Soy132 le parece una plataforma política muy
interesante, que es una oportunidad para participar en los cambios que
requiere el país y que sí concuerda con varios aspectos del movimiento,
como la demanda de más espacios de expresión y participación política
para los jóvenes.
Con todo, Saúl no pensó en pugnar para
que Cossío fuera expulsado. No sospechó que se tratara de un infiltrado.
Tampoco, que en menos de una semana lo exhibiría en internet e hiciera
escarnio de su persona.
“Le hice saber –explica Alvídrez– que las
cosas ya estaban muy tensas con él. Le propuse que me ayudara con los
conciertos, porque ya se había ofrecido y me había dicho que a eso se
había dedicado alguna vez. Le dije que para que los compañeros no me
molestaran, me diera el dominio de la página YoSoy132.mx. Me dijo que sí.”
Fue una treta más: Cossío sólo fingió
ceder el control de la página. Cuando subió las grabaciones de Alvídrez,
los del movimiento se darían cuenta de que no podían acceder al sitio.
Algunos activistas sí pugnaron por
deslindarse de Cossío. Antonio Jiménez señala: “Una semana antes de la
publicación de los audios nos enteramos de que Cossío había atropellado
gente en el plantón de Andrés Manuel [de 2006] y que había golpeado a su
esposa; se corría el rumor de que Cossío había vendido la base de datos
de la página al Partido Verde [Ecologista de México]. Intentamos hacer
público quién era Cossío, pero los medios no lo retomaron”.
Una muestra de que Cossío estaba siendo
desplazado del movimiento se lee en el correo electrónico que envió a
Jorge Mondragón, representante del grupo de rock Molotov, con copia para
Saúl Alvídrez y César Hernández.
El mensaje, enviado el 11 de junio de
2012, tenía como objetivo continuar con los preparativos del concierto
de Molotov que #YoSoy132 organizaba en la ciudad de Monterrey, Nuevo
León. Cossío le informa a Mondragón, a quien llama Mondra, los nombres de los estudiantes encargados de la logística.
Además, le indica: “Por lo pronto, te
comparto que a partir de la semana pasada me pidieron los jóvenes
transferir el control absoluto de la pagina y redes sociales y solo
concentrarme en ayudarles en lo correspondiente a los conciertos. Quedo a
la orden para lo que consideres apropiado. Un abrazo!” (sic).
El golpe
En la conversación sostenida en agosto de
2012 entre Saúl Alvídrez y Manuel Cossío, éste reconoce que con sus
acciones el movimiento estudiantil “quizás se desequilibró”.
Antonio Jiménez, de la Universidad La
Salle, considera que el 18 de junio de 2012, cuando Cossío publicó los
audios de Alvídrez, “fue uno de los días más devastadores de mi vida”.
Se explica: “Esa madrugada yo me encontraba con Artistas Aliados de 132
[grupo de personalidades del mundo cultural que se solidarizaba con la
lucha del movimiento estudiantil]. Después de ver los videos, unos
lloran; otros, discuten muy fuerte conmigo; yo no creía lo que sucedía.
Lo que hicimos fue deslindar la acción de Saúl con el #YoSoy132”.
Al respecto, Jiménez reflexiona: “Había
sentimientos encontrados. Por un lado, era la amistad con Saúl; por
otro, el temor por lo que pudiera venir en las próximas horas y días.
Por primera vez entré en el terreno de tener la cabeza fría a pesar de las circunstancias”.
El daño ya estaba hecho. No sólo al
exterior: “la publicación de los audios generó mucha desconfianza entre
compañeros; así se empezaron a visibilizar los grupos”.
Héctor Fabián, de la Facultad de
Filosofía, coincide: “se generaron dudas al interior de movimiento;
además de la desconfianza, comenzó una estigmatización del movimiento;
se dividió la Coordinadora Interuniversitaria y, debido a ello,
emergieron nuevas plataformas políticas… A pesar de la autoridad moral
del #YoSoy132, el gobierno federal logró su objetivo”.
Ricardo Bernal, estudiante del doctorado
en filosofía en la UAM, considera que “la publicación de los audios fue
un golpe quirúrgico al movimiento y buscaba la deslegitimación de éste;
es decir, Manuel Cossío logró su objetivo y, además, nos puso en una
situación de paranoia colectiva”.
Incluso, Bernal reconoce que muchos
activistas creyeron en el discurso mediático que se desató a través de
comentaristas de la televisión y columnistas cercanos al priísmo:
“Muchos satanizaron a Saúl, por los audios; es decir, cayeron en el
juego mediático que criticaban”.
Nahúm Pérez Monroy, de la Facultad de
Ciencias Políticas de la UNAM, reconoce que a partir de la publicación
de los audios “el movimiento cambia; los compañeros son más prudentes
con lo que dicen y a quién le dicen”.
Lamenta que Cossío haya salido con una
imagen “limpia”. Resulta que se presenta ante la sociedad “como un
ciudadano que busca la verdad; pocos compañeros se preguntaron quién era
Cossío: todos los ataques iban contra Saúl”.
Alvídrez, apestado
Saúl Alvídrez se encontraba en Los Cabos,
Baja California Sur, cuando le avisaron de la existencia de los audios.
Había llegado un día antes, el 17 de junio, como vocero de #YoSoy132
para entregar una carta a los participantes de la séptima Cumbre del
G-20 (grupo de las naciones más industrializadas). La misma madrugada
del 18 consiguió una computadora, alertado por la llamada de Ricardo
Bernal.
“Lo primero que veo es la cara de Cossío.
Antes de escuchar mi voz empiezo a imaginarme todo, como cuando ves la
vida en un segundo; entendí la jugada. Veo por dónde va la línea. Tomo mis cosas y salgo rumbo al DF [Distrito Federal].”
Durante el viaje, comenzó a vislumbrar
todo lo que se avecinaba. “No dejaba de sentir sorpresa: era lo último
que me imaginaba; sentía una impotencia increíble: yo sabía lo difícil
que iba a ser convencer a la gente de que las cosas no eran como las
había presentado en los audios. Ya me imaginaba cómo todos los medios
estaban al tanto. Ese día mi teléfono no dejó de sonar hasta que lo
apagué. No quise dar entrevistas por considerar que era una cortina de humo para el debate del 19 de junio”.
—El golpe no sólo fue para el movimiento, sino para la persona de Saúl Alvídrez.
—Yo sabía a lo que nos enfrentábamos.
Hablaba con mis familiares; era una situación muy tensa. Había amenazas
personales. Lo enfrenté responsablemente y desde el principio di la
cara. Pero el siguiente semestre ya estaba en la escuela otra vez. Todo el mundo te ve. Todos saben quién eres. Todos saben qué hiciste…
Y todos lo abandonaron. Era el malo del movimiento #YoSoy132. Y para el obradorismo, con el que simpatizaba, era “un apestado”.
A la distancia, Alvídrez ya no está
interesado en regresar al movimiento #YoSoy132 ni en participar en
política desde los partidos. Asegura que no está derrotado. Sigue
comprometido con el cambio social, pero desde otras trincheras.
“Para mí, al final, no es una historia de
derrota. Fue como un doctorado de política y cuestiones de medios. Me
probé, me di mucha seguridad. Sé que las ideas que yo tenga pueden ser
buenas. Sé que tengo con qué; sé que puedo. Me tocó vivir esto: cargar
un estigma que llevo a todos lados. Me fuerza a reinventarme sin la
necesidad de una marca.”
Operativos de “seguridad nacional”, al margen de la ley
Las indagaciones periodísticas del
operativo que desarrolló el Cisen para intervenir al #YoSoy132 –un
movimiento ciudadano, pacífico, legal y con reivindicaciones políticas y
sociales– iniciaron cuando Contralínea
publicó –en su edición 336, correspondiente al 27 de mayo de 2013– el
organigrama del organismo de inteligencia civil del Estado mexicano.
Como titular de la Dirección de
Información de Fuentes Abiertas figuró el nombre de Manuel Cossío Ramos.
Su superior inmediato es Gerardo García Benavente, quien está a cargo
de la Coordinación General de Inteligencia.
Para la diputada Lizbeth Eugenia Rosas
Montero, integrante de la Comisión Bicameral de Seguridad Nacional, las
acciones que ha realizado el organismo de inteligencia civil contra
#YoSoy132 están fuera de la ley. Para la legisladora, las actividades
buscaron claramente incidir en las elecciones presidenciales pasadas,
desprestigiando a un movimiento contrario a un candidato a la
Presidencia de la República.
La también secretaria de la Comisión de
Gobernación de la Cámara de Diputados señala que la ley no otorga
facultades al Cisen para actuar contra la ciudadanía de manera general.
“Incluso para realizar una intervención telefónica o [de] una red social
tiene que contar con una resolución contundente de un órgano judicial”.
Sin embargo, en los hechos “eso no
existe; operan sin autorización”, señala la diputada. “Y lo más
lamentable es que los propios titulares lo ven como algo normal. Uno de
los compañeros de la propia Bicameral ha llegado a comentar que de qué
nos espantamos si en todos los lugares espían; que hasta un esposo manda
espiar a su mujer, interviene sus llamadas o lee sus correos. Cómo es
posible. Si ése es el pensamiento de una persona que ha estado en esas
áreas, qué nos podemos esperar”.
Según Rosas Montero, las violaciones a la
ley no se deben a ignorancia o desconocimiento de los encargados de la
seguridad nacional. “Dicen, ‘si hemos venido trabajando mal, pues qué
importa; lo seguiremos haciendo con tal de llegar a nuestros objetivos’.
Y mientras no haya sanciones para ellos, seguirán pasando por encima de
las leyes y en contra de los movimientos sociales”.
El abogado y defensor de derechos humanos
Jesús Robles Maloof señala que este tipo de operativos realizados
contra el #YoSoy132, y “que seguramente se realizan contra otras
organizaciones y ciudadanos”, violan el derecho de asociación.
“La vigilancia, el acoso o la
infiltración por parte de autoridades del Estado en organizaciones
sociales o en movimientos populares, viola de manera directa este
derecho. Las personas de las instituciones gubernamentales que se
infiltran actúan fuera de la legalidad para influir en la conducta de un
movimiento social.”
El antropólogo Gilberto López y Rivas, especialista en temas de seguridad nacional y autor de Estudiando la contrainsurgencia de Estados Unidos: manuales, mentalidades y uso de la antropología, entre otros libros, señala que los servicios de inteligencia mexicanos han evolucionado muy poco.
De acuerdo con el doctor en antropología
por la Universidad de Utah, Estados Unidos, y maestro en antropología
por la UNAM y la Escuela Nacional de Antropología e Historia, las
diferencias entre el actual Cisen y su antecedente, la Dirección Federal
de Seguridad (DFS), podrían ser tecnológicas y técnicas; pero no de
método: actúan fuera de la ley.
Lo que les sucedió a los estudiantes
organizados en el #YoSoy132 ha ocurrido muchas veces. “Incluso los
hechos de 1968 fueron orquestados por infiltrados a los que se les
ordenó disparar contra la tropa. Ahora ya se sabe. Y lo que ocurrió fue
una gran masacre, por eso se le fue de las manos al gobierno y ya no
pudo sostener lo que era su intención: que los estudiantes habían
atacado a los soldados. Y vemos lo que pasó el 1 de diciembre pasado,
cuando los grupos violentos salieron detrás de los policías. Son hechos
de infiltración que trascienden al espionaje; buscan criminalizar la
protesta”.
—Qué se necesita para que las
instituciones de seguridad nacional se profesionalicen y en verdad
respondan a los intereses nacionales –se le pregunta a Gilberto López y
Rivas.
—En las actuales circunstancias no hay
posibilidad. Hay una contrarrevolución en el poder, que está violentando
un pacto social. PRI, PAN [Partido Acción Nacional] y PRD [Partido de
la Revolución Democrática] han abrazado un proyecto contrario a los
intereses nacionales. Así no podremos tener instituciones profesionales
que respondan a intereses de Estado. Simple y sencillamente lo que
necesita el actual régimen son organismos que respondan a sus objetivos
de entrega del país.
Para Carlos Brito, egresado de la
licenciatura en periodismo y estudiante de doctorado en desarrollo
científico, la infiltración de Cossío y el propio perfil de quien ahora
ocupa la Dirección de Fuentes Abiertas del Cisen retratan “a la
perfección” el tipo de servicios de inteligencia que tiene México:
“No parece que Manuel esté preparado
para un trabajo que se supone es muy delicado y serio. Tiene
antecedentes violentos. Se dedica a la compra-venta de sitios web y a
organizar conciertos. No es un especialista, no tiene un buen récord, no
está limpio. Y nadie le ha pedido cuentas al director del Cisen por
eso.”
El
alumno considera que, precisamente, la rendición de cuentas es una de
las más graves carencias del sistema de seguridad nacional. Dice que en
los medios sí se aborda el tema de la seguridad, pero desde el punto de
vista de la nota roja o, si acaso, como una asunto entre policías y
ladrones.
“Pero pocas veces se aborda desde el
punto de vista de los órganos de inteligencia. Parece pactado que sobre
el Cisen no haya ningún reflector. Está en la oscuridad.
No aparece en la agenda mediática. Incluso a varios compañeros con una
tradición de lucha les da miedo tocar el tema. Constantemente la CIA [la
estadunidense Agencia Central de Inteligencia] o el FBI [la
estadunidense Oficina Federal de Investigaciones] aparecen en el centro
del debate político y hasta en las películas. En México, el Cisen no.”
Saúl Alvídrez, deportista de toda la
vida, estudioso, reconoce que fue “ingenuo” ante Manuel Cossío.
¿Alardeaste en algún momento y eso le permitió a Cossío utilizarte?, se
le pregunta.
Reflexiona. Responde, contundente: “No.
No mentí. Nunca vinculé a López Obrador con el movimiento. Hay que tomar
en cuenta que me grabó por varias semanas y que cortó de cada cosa que
decía un espacio. Yo sé que se escucha soez, prepotente, mi discurso.
Pero yo no soy así. Nunca antes me habían calificado de eso. Es la
primera vez que se me vincula con una situación de este tipo. Fue una
fabricación de pruebas”.
Concluye: “Me parece sumamente peligroso
corroborar que el Estado entiende el descontento social como un peligro y
no como una responsabilidad. En el momento en que los gobernantes
asumen que un movimiento social es un peligro para ellos, significa que
gobiernan para ellos mismos y no para el pueblo.”
[RECUADRO]
Derecho de réplica
Faltaban sólo 13 días para que miles de
mexicanos salieran a las calles a elegir a su nuevo presidente. Era la
víspera del debate presidencial organizado por jóvenes del movimiento
#YoSoy132, el primer debate ciudadano en la historia del país.
Era la madrugada del 18 de junio de 2013. En la página www.yosoy132.mx
apareció un video en el cual Saúl Alvídrez –uno de los rostros más
visibles del movimiento– parecía revelar que Andrés Manuel López Obrador
se encontraba detrás de la creación de la organización y que su gente
más cercana era la que movía los hilos de ésta.
Se trataba de un audio publicado por
Manuel Cossío, hoy director de Fuentes Abiertas del Centro de
Investigación y Seguridad Nacional, quien fungía, en ese tiempo, como
único administrador de dicho portal web.
Manuel Cossío había grabado durante
varios días a Saúl Alvídrez, sin que éste lo supiera, y mucho menos
imaginara lo que vendría después. El audio, producto de 1 mes de
conversaciones, había sido editado y finalmente fue reducido a 7 minutos
59 segundos.
Saúl Alvídrez, a quien le fue negado su derecho de réplica, explica en enttrevista con Contralínea algunos puntos sustanciales del video que cambió su vida.
“Pero mira, al final del día, no creo
que para ti hubiera un problema si te dijera que esto nace desde la casa
de campaña de Andrés Manuel”. Es la voz de Saúl Alvídrez que se escucha
en el video que editó y difundió Manuel Cossío, servidor público
adscrito al Centro de Investigación y Seguridad Nacional.
El joven estudiante aclara que, en esa
conversación, fue suprimida la última parte donde le decía a Cossío:
“pero no es así”, pues él nunca afirmó que detrás del movimiento estaba
el entonces candidato.
En el video editado también se le escucha
decir: “Explico todo este contexto para que veas que esto nace como un
proyecto obradorista. Epigmenio [Ibarra] está trabajando para Obrador,
pero yo estoy trabajando para 132, y, al final del día, 132 es una
bendición para el movimiento de las izquierdas”. Alvídrez refiere que en
realidad hacía alusión a la organización México Ahora o Nunca, en la
cual trabajaba.
Desde antes que fuera satanizado por los
medios, tras la difusión del video editado, Alvídrez había reconocido su
simpatía por López Obrador. Dice que muchos de los participantes en el
movimiento coincidían con él, así como había quienes apoyaban a otros
partidos o eran apartidistas. Por lo cual, se podía tener una convicción
electoral definida y estar de acuerdo con los principios del #YoSoy132.
En los audios presentados por Cossío,
Alvídrez dice: “Yo soy de izquierda y empecé trabajando en México Ahora o
Nunca; yo era la voz joven de ese colectivo donde está Jenaro Villamil,
el de [la revista] Proceso; Epigmenio Ibarra; Virgilio Caballero;
Anabel Hernández; Alfredo Jalife; opinólogos y periodistas que no van a
estar jamás con Televisa o con Tv Azteca, porque son muy vergas y no van
aguantar que les digan qué decir. Eso es México Ahora o Nunca”.
Saúl
explica ahora que dicho proyecto surgió como un contrapeso al apoyo
mediático que Televisa y Tv Azteca brindaban a Enrique Peña Nieto. “No
se trataba de apoyar a Andrés Manuel, sino de darle más herramientas a
la gente para la crítica, a pesar de que algunos de ellos, como
Epigmenio Ibarra son abiertamente obradoristas.
En otra parte del video editado, Alvídrez
comenta que contactó a Camila Vallejo, líder estudiantil chilena,
gracias al perredista Alejandro Encinas; y que además éste les había
ofrecido una oficina con teléfono y secretarias.
Al respecto, el joven explica que
“Encinas había sido informado de una reunión con Camila Vallejo. Lo
único que dice Encinas es que lo mejor es que ella se reúna con los
jóvenes de #YoSoy132 y me ve a mí. Yo estaba ahí, en esa reunión, como
parte de los trabajos de México Ahora o Nunca, que había solicitado a
Encinas un espacio para laborar. Eso fue todo. Cuando le digo a Cossío
que me la había puesto Encinas, se lo digo así por una cuestión de
confianza”.
Respecto de la supuesta relación con
Marcelo Ebrard, indica que una vez visitó su oficina y él se dirigió con
todo respeto al movimiento. “No nos entregó,ni solicitó nada a cambio.”
Otro dato que se usó en su contra fue su
referencia a Martín Esparza, líder del Sindicato Mexicano de
Electricistas (SME): “Un grupo de jóvenes se me presentó como los hijos
del SME, los cuales pretendían vincularse de alguna manera con el
movimiento. No obstante, sólo acudí a algunas reuniones sin concretar
nada. Finalmente, me di cuenta de que era un grupo ajeno a Martín
Esparza. Yo pensaba que el SME estaba representado por un sólo grupo,
por eso lo mencioné”.
En algunas partes del video exhibido por
Cossío se explica la supuesta estrategia de Saúl Alvídrez al interior
del movimiento para apoyar a Andrés Manuel. “Me conviene más que le
tiren al puntero, y que este güey vaya en segundo para que gane. Al
final de cuentas yo no tengo incoherencia, incongruencia o problema con
corresponderle a la ética […]. Por ejemplo, si ahorita le pegamos a
Josefina [Vázquez Mota] directamente, pues esto se va a volver
eminentemente obradorista. La Ibero, de donde nace todo, se
deslegitimiza, porque entonces son unos pinches porros o unos pinches
obradoristas. ¿Me entiendes? Por eso no puede ser”.
En la misma edición se escucha: “Trabajar
el voto útil en ese momento sería un error, porque significaría pintar
obradorista… Andrés Manuel quiere trabajar el voto útil a partir del 13
[de junio de 2012], después del debate. Yo por eso, eso sí lo hice
pensando en Obrador: que el voto útil lo hagamos desde el 13, todavía
no”.
No obstante, en el audio no se especifica
a qué debate se refiere. Las declaraciones de Saúl respondían a la
“propuesta” de Manuel Cossío de “abrir el movimiento a López Obrador”.
Se trató de un buscapiés de Cossío para obtener declaraciones. Lo que
hizo Cossío, según Saúl Alvídrez, fue descontextualizar las frases
producto de las pláticas que sostuvieron para hacer creer a la opinión
pública que el estudiante usaba al #YoSoy132 para beneficio de Andrés
Manuel.
A la distancia de los acontecimientos,
Alvídrez dice: “Me parece triste que la gente no sea suficientemente
crítica para evaluar esos audios que, aún con todo y ediciones, no
demuestran ningún vínculo financiero con la parte que tú quieras de la
izquierda. Muchos criticaban a Televisa, pero creyeron lo que Manuel
[Cossío] presentaba en el audio editado. Pregunto a aquellos que no
creen mi versión, ¿cómo entienden el vínculo de #YoSoy132 con la
izquierda en esos audios?”.
Introducción: Opacidad y violación a los derechos humanos en nombre de la “seguridad nacional”
Primera parte: Organismos de seguridad nacional, fuera de control social
Segunda parte:
Instituciones de seguridad nacional, contra la población
Tercera parte:
Tropas del Ejército y agentes del Cisen contra el SME
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- Introducción:
- Opacidad y violación a los derechos humanos en nombre de la “seguridad nacional”
- Primera parte:
- Organismos de seguridad nacional, fuera de control social
- Segunda parte:
- Instituciones de seguridad nacional, contra la población
- Tercera parte:
- Tropas del Ejército y agentes del Cisen contra el SME
- Instituciones de seguridad nacional, contra la población
- Organismos de seguridad nacional, fuera de control social
- Cisen: los 39 altos mandos y sus onerosos salarios
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- Paga Cisen sistema de espionaje
- Eugenio Ímaz, futuro titular del Cisen
- Cuentas del Cisen, al descubierto
- Cisen, el retorno de los brujos
Fuente: www.contralinea.com.mx Periodismo de investigación http://contralinea.info/archivo-revista/index.php/2013/09/08/yosoy-infiltrado/
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