1.
Hoy que se habla mucho de los debates entre los candidatos
presidenciales, incluso de algunas historias al respecto, me pareció
importante consultar el libro de casi 500 páginas de Adolfo Aguilar
Zinser, “Vamos a ganar”, publicado en mayo de 1995. Zinser, junto Rubén
Aguilar, Andrea Davrobsky, Fritz Glockner participaron como altos
asesores de Cuauhtémoc Cárdenas en las elecciones de 1994. Admiré a
Zinser por su enorme capacidad como escritor político; pero no le tuve
confianza o afecto porque como otros “intelectuales”: Castañeda, Sodi,
Alcocer, Paoli, Camín, Pascoe, etcétera, tuvieron y han tenido el
cinismo de cambiar de amos, de saltar de un partido o de una posición
política a otra como si en nada afectara. Pareciera que como los
partidos políticos son lo mismo para los “intelectuales” porque la
derecha, el centro y la izquierda ya no existen, entonces lo importante
es llegar a ser asesor, diputado o funcionario de quien lo solicite y
pague bien por ello.
2.
El año de 1994 es un año clave para la investigación política: a)
levantamiento zapatista, b) campaña y asesinato de Colosio, c) selección
del candidato Zedillo, d) asesinato de Ruiz Massieu, e) desplome
económico de diciembre, f) confrontación Zedillo-Salinas. Ese año pudo
ganar los comicios Cárdenas por todo aquel ambiente de agitación
política e inestabilidad que se vivía, pero la clase dominante
–empresarios, gobierno, panismo y clero- dijeron que no e impusieron,
como siempre lo han hecho, sus intereses haciendo ganar a Zedillo;
lograron triunfar –no el día de las elecciones- sino durante los meses
anteriores con una paciente campaña “del miedo”, es decir, que “vale más
un PRI conocido que un PRD peligroso y violento por conocer”. Y aquí
entra lo que ha narrado brillantemente Aguilar Zinser, pareciéndose
mucho a lo que hoy sucede con López Obrador, también despreciado,
combatido y calumniado por los medios.
3.
Aquel año, recordando el debate en el que Fernández de Cevallos (La
Ardilla) se aprovechó de todo, incluso de la traición a Cárdenas,
apareció La Ardilla como un triunfador, pero casi nadie supo de un pacto
entre estos dos para centrar el ataque contra el PRI y Zedillo porque
éste era el enemigo principal a derrotar. Dice Aguilar Zinser: Cárdenas
rechazó un pacto, “pero Diego corrigió de inmediato señalando que en
efecto no proponía un pacto, sólo llamaba al candidato del PRD a no
buscar la confrontación. Cuauhtémoc ratificó que en realidad tenía muy
claro que el enemigo a vencer era el PRI, que él sabía muy bien de qué
se trataba esa lucha y que conforme a ello actuaría. Me propongo
simplemente a presentar mi postura para que los electores la conozcan,
eso es lo que haré”. Cevallos se comprometió a no arremeter contra el
candidato del PRD para no apartar o desviar la polémica de sus justos
propósitos. Cárdenas cumplió, Diego traicionó.
4.
Pero lo que más me llamó la atención de lo escrito por Aguilar Zinser
es cuando habla acerca de las condiciones en que llegó Cárdenas a su
segunda campaña política, es decir sobre lo que sucedió entre el fraude
que sufrió en 1988 y su campaña presidencial de 1994. Pero no debe
olvidarse que han pasado 18 años, que México es distinto así como el
desarrollo de los medios de información; dice Zinser: “Entre 1988 y 1994
Cárdenas no solo perdió contacto con millones de mexicanos. En la lucha
por las conciencias el cardenismo se comunicó solamente con una parte
de la sociedad, la suya, la más despierta, la más ajena a la
manipulación de Televisa, la mejor informada. La base cardenista
diseminado en todo el país, visible en calles y plazas, muy grande en
apariencia, pero a la hora de los votos se diluyó … en ajenos,
desconfiados. La campaña antiperredistas de Televisa fue registrada como
una agresión. No hubo un estudio minucioso de las bajas causadas por
Televisa.
5.
Televisa, desde entonces adquirió el rango de enemigo, pero no se
valoró nunca su alcance del daño, ni de su poder para demoler el
prestigio que el cardenismo acumuló en 1988. “La televisión –dice
Zinser- era ciertamente para Cuauhtémoc un enemigo implacable; acercarse
a ella en el debate era como era como acercarse a un perro rabioso que
por más amable y apacible que se mostrara, de pronto en cualquier
momento, lanzaría el mordisco… Fue imposible durante la campaña que
alguien convenciera a Cárdenas de su importancia… Cárdenas nunca aceptó
el argumento de que esa campaña se ganaría o perdería en muy buena
medida en la televisión”. ¿Qué sucedió al final con las campañas
presidenciales de Cárdenas en los años 1994 y 2000? Dos vergonzosas
derrotas del cardenismo que significaron la recuperación del PRI y el
encumbramiento posterior del PAN. ¿No es acaso un ejemplo que puede
servir en las condiciones actuales?
6.
Las diferencias entre Cárdenas y López Obrador son muchas, pero también
las coincidencias entre estos dos personajes que han puesto el primer
lugar para el cambio profundo del país la vía electoral, el pacifismo y
el legalismo. En 18 años muchas cosas han cambiado, pero Televisa y
demás medios de información no han dejado de calumniar y combatir a los
candidatos progresistas. Al darse cuenta la clase dominante que Cárdenas
en 1988 y López Obrador en 2006 –despojados de su triunfo- estuvieron a
punto de cambiar las políticas, instrumentaron una gigantesca campaña
de calumnias y silenciamiento contra ellos. Cárdenas no recorrió el país
con la enorme intensidad de López Obrador, pero cuando inició su
candidatura en 2004 ya el PRI y el PAN lo aventajaba porque la TV no
dejaba de subrayar “sus errores”. Lo mismo ha sucedido con López Obrador
quien –a pesar de que en seis años no ha descansado un día- aparece
sumergido en tercer lugar por las encuestas.
7.
El sábado 21 asistiré a una concentración-mitin de López Obrador en la
bella ciudad colonial de Valladolid, Yucatán. Voy para que me contagie
con su enorme optimismo y con el fin de saludar y hablar con muchos de
mis amigos que lo acompañan. Pienso que el libro de Aguilar Zinser es
importante que se lea críticamente en estos momentos en que urge que los
asesores de AMLO analicen a fondo la situación actual a fin de
construir una línea lo más correcta posible. A muchos –a pesar de no
creer en los procesos electorales, mucho menos en la honradez de las
encuestas- nos llenaría de gusto que AMLO comenzara a aparecer en
segundo lugar; pero cómo explicar este avance si los que construyen las
encuestas, así como los medios son enemigos consecuentes del
lopezobradorismo? Habría qué preguntar: ¿Qué jugada nos quieren hacer?
Pedro Echeverría V
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