Recientemente
los medios de muchos países destacaron la noticia de que un tribunal de
Turín había condenado a 16 años de cárcel a los directivos de la
multinacional Eternit por haber utilizado asbesto para sus materiales de
construcción en Italia. Un multimillonario suizo y un barón belga, ex
dueños de la compañía, eran culpables de causar un desastre ambiental y
de salud que provocó la muerte de más de 2 mil personas y enfermedades
en 700 más entre vecinos y trabajadores de la planta ubicada a 90
kilómetros de Turín. Con esta sentencia histórica culmina un juicio que
se inició hace tres años. La planta funcionó desde 1956 hasta su
clausura 30 años más tarde, pero dejó su estela de muerte y de enfermos.
En Italia existen otros sitios contaminados con asbesto (en Europa se
le llama amianto) y requieren urgente saneamiento; se desconoce cuántas
víctimas han causado.
El asbesto es una fibra con propiedades aislantes y muy resistente al
calor, utilizada ampliamente lo mismo en la industria automotriz que en
la de la construcción o de electrodomésticos. Mas tiene una alta
toxicidad que se conoce desde fines del siglo XIX. Por el daño que causa
a la salud (desde cáncer hasta severos daños pulmonares) está prohibido
en más de 50 países, entre ellos los de la Unión Europea. Sin embargo,
cada año se producen más de 2 millones de toneladas y unos 90 mil
muertos por enfermedades asociadas al uso de dicha sustancia. En
especial, trabajadores y vecinos a las fábricas donde se utiliza.
Dos años antes de la condena en Italia, una empresa española,
Uralita, con una planta a 15 kilómetros de Barcelona que dejó de
funcionar en 1997, fue condenada a pagar más de 5 millones de dólares a
los 45 afectados en su salud por trabajar en dicha planta o vivir cerca
de ella y que respiraron las fibras de asbesto desprendidas en el
proceso de elaboración de fibrocemento. Les causaron graves problemas
respiratorios y cáncer. Los trabajadores nunca contaron con las medidas
de seguridad requeridas, mientras a los vecinos les ocultaron los
peligros que corrían por estar expuestos a tan peligrosa fibra. El fallo
judicial, pionero en su tipo en España, ha servido para que otros
perjudicados presenten nuevas demandas, pues Uralita tiene más plantas,
pese a que el asbesto está prohibido desde hace 11 años. Una de ellas,
en Getafe, fue obligada a pagar 3 millones de dólares a 28 trabajadores y
viudas de empleados de dicha empresa. Otras 5 mil personas están
expuestas a sus efectos nocivos en el País Vasco.
Mientras los indemnizados catalanes celebraron el fallo como
muestra de que los delitos ambientales no deben quedar impunes, los
dueños de Uralita anunciaron que pedirán su nulidad ante los tribunales.
No se sorprenda si se salen con la suya, habida cuenta la forma de
impartir justicia en España. Como en el caso del juez Garzón o el de los
honorablespolíticos corruptos pertenecientes al Partido Popular, hoy en el gobierno, recientemente declarados inocentes en Valencia.
En otros muchos países el asbesto también causa severos problemas a
la gente y al ambiente. Según investigaciones recientes, más de un
millón de personas podrían morir antes de 2030 por utilizarlo en la
industria de la construcción y otras actividades. Especialmente en
India, China, México y Brasil. El gigante sudamericano es el tercer
productor y exportador mundial de asbesto y México uno de los que le
compra para utilizarlo en 2 mil empresas en las que laboran unos 8 mil
trabajadores. Se dedican a elaborar lo mismo frenos para coches,
calentadores y techos que cables y tuberías. No hay duda de los graves
males y las muertes que ocasiona el asbesto a la población expuesta.
Algunos especialistas calculan en más de 2 mil las personas que mueren
por esa causa en nuestro país. Sin embargo, se sigue permitiendo su uso.
En este sentido, puede más el poder de los empresarios (gastan millones
tratando de demostrar que es inofensivo) y la desidia criminal de las
autoridades responsables de garantizar la salud pública. En la machacona
publicidad oficial se nos dice que el gobierno vela por el bienestar de
todos los mexicanos. El asbesto muestra que es todo lo contrario.
Vìa,fuente :
http://www.jornada.unam.mx/2012/02/27/opinion/018a2pol
http://www.jornada.unam.mx/2012/02/27/opinion/018a2pol
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