“Los medios fomentan el desprestigio de los movimientos sociales”
A tres meses de tomar las calles, el movimiento estudiantil tiene el 80 por ciento de apoyo y una “transversalidad” pocas veces vista. Su líder explica sus objetivos y razones.
Desde Santiago
No es fácil conseguir una entrevista con Camila Vallejo.
Literalmente, hay que ponerse en la fila entre varios periodistas
chilenos y extranjeros para robarle un pedacito de su agenda. No es
amiga de la prensa chilena, mayoritariamente de derecha. Y se nota. Aun
así, la joven de 23 años responde con esa claridad que la ha llevado a
convertirse en el rostro más visible del movimiento estudiantil que
tiene en jaque al gobierno de Sebastián Piñera y que ve cómo el modelo
neoliberal que defiende tambalea a causa del descontento social liderado
por la fuerza de los estudiantes y secundado por los profesores, los
trabajadores y miles de rostros anónimos que se aburrieron de los abusos
a todo nivel. Pues bien, la egresada de geografía de la Universidad de
Chile y presidente de los alumnos de ese establecimiento encabeza una
nueva camada de líderes que no sufrieron los horrores de la dictadura,
se enfrentan con desfachatez a autoridades que hasta les triplican la
edad y se lucen en el escenario donde les toque defender sus ideas, como
ha quedado demostrado en el Congreso chileno, canales de TV y las redes
sociales. La solidez de sus argumentos, tildados muchas veces de
intransigentes, no son obstáculos para que Camila, nieta de un ex
integrante del Movimiento Izquierdista Revolucionario (MIR) e hija de
militantes comunistas, logre convocar a miles de chilenos en las calles,
consiga el 80 por ciento de adhesión ciudadana a las demandas
estudiantiles y cientos de chicas –sin ella quererlo– imiten su look de
jeans gastados, pañuelo artesanal al cuello y piercing en la nariz.Hoy Vallejo y los demás líderes secundarios y universitarios se sentarán a la mesa junto a Piñera y varios de sus ministros a intentar destrabar un conflicto que se extiende ya por más de tres meses. La Moneda será el marco para una jornada que puede marcar el inicio del fin. O tal vez no, dado que el presidente ya descartó la gratuidad de la educación, uno de los puntos centrales del petitorio de los universitarios y secundarios.
–Muchos chilenos se van a Argentina a estudiar porque les
sale más barato pagar una pensión allá que una carrera en Chile. Según
la Asamblea de Estudiantes Chilenos Exiliados por la Educación, son
entre 4500 y 5000, repartidos en la UBA, La Plata y el IUNA.
–Es un hecho claro que ejemplifica el porqué hoy nos encontramos en
medio de una lucha tan masiva y transversal. Vivimos en un país donde la
educación, junto a otros servicios básicos, como la salud y la
vivienda, son tremendamente caros y, por ende, su provisión de calidad
está restringida sólo a quienes pueden pagar. De este modo, una de
nuestras principales consignas es la defensa de una Educación digna
gratuita y de calidad para todos y todas.
–¿Cuán consistente es este movimiento para resistir al espectro político, no sólo en la derecha y el gobierno?
–El movimiento cuenta con una serie de fortalezas tales como la
amplitud que sobrepasa lo meramente estudiantil y lo transforma en un
movimiento social; la unidad de los diferentes actores ligados al mundo
educacional, quienes tras un largo proceso han podido aunar esfuerzos en
pos de generar petitorios unificados; la representatividad del sentir
de la ciudadanía, en tanto ha habido procesos democráticos a través de
los cuales las discusiones definen las mejores estrategias a utilizar;
y, finalmente, cuenta con la experiencia histórica de los diferentes
movimientos que nos han precedido, como lo fue el movimiento pingüino
del 2006 (la cuna del moviendo actual que tuvo en las cuerdas a Michelle
Bachelet, pero que no dio los frutos prometidos). De todas estas
herramientas el movimiento se vale para hacer frente a las diferentes
artimañas que pueden surgir de la misma articulación de la derecha como
del gobierno, de las que, hasta el momento, nos hemos sabido defender.
–¿Qué le parece la actuación del gobierno en el tema? No ha
dado respuesta a sus demandas, hace declaraciones desafortunadas e
intenta darles un perfil violento a las marchas.
–El gobierno no está escuchando a la ciudadanía, lo que evidencia
que está tan dispuesto a seguir defendiendo intransigentemente su modelo
educativo que incluso asume el costo de omitir lo que el pueblo ha
demandado masivamente durante más de tres meses. Han explotado al máximo
las herramientas con las que cuenta junto a la derecha chilena –medios
de comunicación, fuerza policial y militar, respaldo de los grandes
grupos económicos– para deslegitimar el movimiento, basándose en la
mentira tras estrategias populistas. La presión social que este
movimiento ha logrado acumular ha obligado a Piñera a mostrar de qué
está hecho este gobierno, cuáles son los límites democráticos que está
dispuesto a cruzar y a quiénes representa realmente, lo que constituye
un enorme desprestigio y desaprobación de su gestión, lo que ya se
manifestó en las últimas encuestas, que históricamente ellos mismos han
validado. El cuestionamiento a la incapacidad de manejar la demanda
social por una educación pública gratuita y de calidad para todos
alcanza nuevos niveles en tanto el grado de represión ha sobrepasado
cualquier límite de tolerancia de un Estado de Derecho. Durante estos
meses de protesta, hemos sido testigos de aberrantes abusos por parte
del cuerpo policial, bajo órdenes del Ejecutivo, a través del ministro
del Interior y Seguridad Pública, Rodrigo Hinzpeter, lo que llega a su
punto más crítico con la muerte de un estudiante la semana pasada.
–¿A qué atribuye el apoyo de la gente?
–Este movimiento ha alcanzado una masividad y transversalidad que
nunca antes se había visto desde el retorno a la democracia (1990). Un
enorme porcentaje de quienes en su momento apoyaron a Piñera hoy se dan
cuenta de que éste no es un ataque directo a su posición sino a un
modelo de educación que concibe a la educación como un bien de mercado y
no como un derecho, y a un sistema democrático que hoy se reconoce que
no da el ancho. El cuestionamiento de la conducta del gobierno por parte
de ciudadanos que incluso pertenecen a sectores que en su momento
apoyaron al actual presidente deja de manifiesto que sí existe el
entendimiento de que la lucha que hoy tenemos es por un derecho a la
Educación y un cambio de sistema que va en beneficio de toda la sociedad
y el desarrollo de Chile, y no se limita al beneficio de un sector
político particular.
–¿Se polarizó el movimiento?
–Para entender este conflicto hay que analizarlo desde dos aristas,
por un lado tenemos que en la población la problemática educacional se
ha transversalizado, lo que ha generado un apoyo masivo al movimiento
desde diversos sectores y actores ligados a la educación. Sin embargo,
por otro tenemos a un sector mucho más minoritario e ideológico
representado en las clases dominantes, a quienes no les conviene un
cambio en la educación, tanto porque el actual sistema beneficia
directamente sus bolsillos como porque los mantiene en su posición de
privilegiados frente a una población mal educada. Es producto de la
intransigente postura de este último sector que las dos grandes
alternativas educativas hoy se hayan polarizado. Es decir que la
polarización no se encuentra al interior del movimiento estudiantil –el
que ha sabido priorizar la unidad actuando en forma conjunta–, sino que
representa una enorme contradicción entre los cambios que hoy la
ciudadanía está exigiendo frente a una minoría conservadora cuyos
intereses el Ejecutivo representa.
–Ha sufrido críticas y ataques. ¿Qué siente cuando dicen que está manejada por el PC?
–Efectivamente, yo soy militante de las Juventudes Comunistas de
Chile y eso es algo que nunca he ocultado. Muy por el contrario, algo de
lo que me siento totalmente orgullosa, pues es una gran escuela que me
ha permitido crecer y de-sarrollarme políticamente. Por lo demás, es de
esperar que en la actual situación quienes no estén a la altura del
conflicto busquen argumentos como éstos para atacar, no sólo a mi
persona, sino también al resto de los dirigentes. Pero lo cierto es que
hoy yo represento no sólo a los estudiantes de la Universidad de Chile,
sino que también me toca ser la voz de todos los estudiantes del país,
en tanto vocera de la Confederación Nacional de Estudiantes de Chile
(Confech), y la legitimidad que tanto los estudiantes como la ciudadanía
ha efectuado a mi desempeño creo que deja de manifiesto que esas
acusaciones no son más que sucias estrategias desesperadas de quienes,
como dije anteriormente, no han sido capaces de ganar el debate de las
ideas.
–¿Se plantea seguir siendo dirigente a futuro, más en un país carente de líderes jóvenes?
–En países como Chile, donde los medios de comunicación están
dirigidos principalmente por los poderosos, ocurre que los medios
fomentan un desprestigio de los movimientos sociales y a sus mismos
dirigentes, como ocurrió en México. Sin embargo, el movimiento por la
educación (en Chile) ha sido tan transversal que, independiente de los
desprestigios de la prensa, la ciudadanía sigue apoyando la causa y cada
vez con más intensidad. Respecto de mi futuro, he planteado en diversos
medios que tengo una proyección personal de carácter académico, es
decir, me gustaría terminar mi carrera y continuar esa senda. Sin
embargo, concibo los cargos de representación como una responsabilidad y
en ningún caso un privilegio, por lo que a priori no puedo decir que no
continuaré teniendo cargos de representación popular.
–¿Cómo toma esa responsabilidad?
–Creo que la esperanza en que los logros de este movimiento no se
pierdan, así como la responsabilidad tras ella, es compartida por la
totalidad de los involucrados. Si bien a veces suele iconizarse el
movimiento en mi persona, tenemos muy claro que los logros, como la
construcción de éstos, nos pertenecen a todos. Confío, sin embargo, en
que hemos hecho las cosas bien, lo que se demuestra por el increíble
apoyo ciudadano que, a más de tres meses de iniciada esta movilización,
aún tenemos. Bajo estas condiciones de juego, si el movimiento no logra
ver satisfechas sus demandas, será responsabilidad de la intransigencia
del gobierno y de la traición de la ciudadanía por parte de la derecha
chilena, lo que no estaremos dispuestos a tolerar.
–¿Qué opina del rol de la Concertación en todo esto?
–La Concertación ha jugado un rol bastante oportunista tratando de
obtener réditos políticos respecto de lo que ocurre hoy en el país. En
ese sentido vemos cómo hoy personeros de dicha colectividad salen a
criticar el modelo educacional, como por ejemplo el ex presidente
Ricardo Lagos, quien hoy señala “que el modelo ya no aguanta más”, y
pareciera que olvidan que ellos mismos fueron quienes administraron y
profundizaron la mercantilización de la educación y que, por otro lado,
un importante sector de dicha colectividad hoy son sostenedores de
colegios e invierten en el negocio de la Educación Superior. A pesar de
esto, dado el nivel de participación que tiene la Concertación en el
Parlamento, le corresponde responder a la altura de lo que sus
declaraciones a favor del movimiento han indicado. Es decir, deben
asegurar que los proyectos de ley que han surgido de estas
movilizaciones representen íntegramente lo que la demanda social ha
establecido, y por ningún motivo vuelvan a negociar a espaldas del
movimiento, como terminó ocurriendo con el proceso cúlmine de la
Revolución Pingüina del 2006.
SUBNOTAS
- La experiencia mexicana
- Fuente, vìa :
http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/4-175965-2011-09-03.html
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