(APe).- Belgrano llegó a Misiones en diciembre de 1810. Había dejado
una cómoda situación personal en Buenos Aires y se había jugado la vida
en pos de las palabras que lo habían enamorado: revolución, igualdad,
independencia y pueblo.
No fue fácil llegar a la tierra que se hunde en el mar verde del
Brasil como si fuera una gigantesca península. Fusiló a los traidores,
nadó junto a los suyos y comió salteado como los desesperados que lo
seguían sin saber bien por qué lo seguían.
Desde el campamento de Tacuarí, Don Manuel escribió el llamado
“Reglamento para el régimen político y administrativo y reforma de los
treinta pueblos de Misiones”.
Allí dice, aquel 30 de diciembre de 1810, que “a consecuencia de la
Proclama que expedí para hacer saber a los Naturales de los Pueblos de
Misiones, que venía a restituirlos a sus Derechos de libertad, propiedad
y seguridad de que por tantas generaciones han estado privados,
sirviendo únicamente para las rapiñas de los que han gobernado, como
está de manifiesto hasta la evidencia, no hallándose una sola familia
que pueda decir:`estos son los bienes que he heredado de mis mayores`…
acredito que mis palabras, que no son las del engaño, ni alucinamiento,
con que hasta ahora se ha tenido a los desgraciados Naturales bajo el
Yugo del fierro, tratándolos peor que a las bestias de carga, hasta
llevarlos al sepulcro entre los horrores de la miseria e infelicidad,
que yo mismo estoy palpando con ver su desnudez, sus líbidos aspectos, y
los ningunos recursos, que les han de dejado para subsistir: Todos los
Naturales de Misiones son libres, gozarán de sus propiedades, y podrán
disponer de ellas, como mejor les acomode, como no sea atentando contra
sus semejantes…Respecto a haberse declarado en todo iguales a los
españoles que hemos tenido la gloria de nacer en el suelo de América,
les habilito para todos los empleos civiles, militares, y eclesiásticos,
debiendo recaer en ellos, como en nosotros los empleados del gobierno,
Milicia, y Administración de sus Pueblos”, sostuvo Belgrano.
Dos siglos después, la realidad de Misiones y Corrientes parece
diferente a aquel sueño con forma de reglamente que escribió el vocal de
la primera junta de gobierno.
-Acá hay latifundios que van de río a río. Y los planes forestales y
las represas que se planifican solamente favorecen al extranjero. Es
difícil encontrar un futuro para los jóvenes y los chicos – dice el ex
obispo de Puerto Iguazú, Joaquín Piña, desde su modesta oficina en
Posadas, la capital de Misiones, en diálogo con este cronista.
Un cantor popular y también educador, dice que una de las historias
que más lo conmovió es aquella vivida hace poco en esa inmensa selva que
todavía resiste los embates de la destrucción sistemática del medio
ambiente. Un chiquito guaraní que por mala atención se fue muy antes de
tiempo hacia la pampa de arriba. El artista le escribió una canción en
la que grita la necesidad de traerle un mundo nuevo ya, porque el viejo
no le sirvió al chiquito del pueblo originario.
Esos mismos chicos que habían conmovido a Belgrano por sus “ningunos
recursos”, por su desnudez, hoy se multiplican en la tierra colorada.
Aunque los planes sociales paliaron algo de la vida en estos lugares tan
lejanos a Buenos Aires, es difícil imaginar a los chicos y chicas
enamorados del país y del porvenir.
Como también lo admite la hermana Martha Pelloni, ahora asentada en
Goya, desde donde trabaja en la organización Infancias Robadas con la
idea de denunciar las complicidades policiales, políticas y económicas
que hay detrás de la trata de personas y la explotación sexual.
-Estamos haciendo un gran esfuerzo para que las chicas y los chicos
dejen de ser explotados por los dueños del tabaco para que encuentren
una salida y así tengan un futuro en serio. Pero es una pelea difícil y
permanente – dice con sus increíbles ojos celestes la mujer que supo
expresar con el silencio el hastío de los señores feudales
catamarqueños.
Y en medio de selvas que parecen comerse el asfalto de las rutas, los
aserraderos denotan la explotación del momento y, al mismo tiempo, la
cobertura que suelen tener los cargamentos de marihuana y otras drogas
que van y vienen desde el Paraguay.
Misiones y Corrientes son tan bellas como distantes de sus propios hijos.
Provincias donde las chicas y los chicos venden chipá en las
terminales de colectivos y en las cuales el recuerdo de Belgrano parece
formar parte de un sueño inalcanzable.
Pero allí están, misioneros y correntinos, peleando palmo a palmo en
el territorio de la vida cotidiana, intentando encontrarle un sentido
propio al nuevo amanecer que suelen prometerse al enamorarse al son de
una polca o un chamamé.
Fuente, vìa :
http://www.pelotadetrapo.org.ar/agencia/index.php?option=com_content&view=article&id=6174:por-carlos-del-frade&catid=35:noticia-del-dia&Itemid=106
http://www.pelotadetrapo.org.ar/agencia/index.php?option=com_content&view=article&id=6174:por-carlos-del-frade&catid=35:noticia-del-dia&Itemid=106
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