En la Nepal
rural, donde el precio para un huérfano saludable es de 5000 dólares,
hay unos
600 niños desaparecidos. Fueron entregados por sus padres a
agentes que llegaban a los pueblos y prometían que educarían a los niños
y les darían un vida mejor en la capital. Los niños nunca regresaron.
Entre 2001 y 2007, cientos de niños nepaleses con padres vivos fueron
registrados falsamente como huérfanos y adoptados por parejas
occidentales que pagaron un alto precio a miles de kilómetros de
distancia.
Una viuda, según la ONG de protección infantil Terre des Hommes, no
podía alimentar a sus siete hijos y los envió a un “centro de niños”
urbano, donde tres fueron rápidamente adoptados sin su consentimiento
por personas occidentales. A otra, sunita, las autoridades le dijeron
despectivamente que nunca volvería a ver a su hijo. Ella se bañó en
kerosene y se prendió fuego.Decenas de miles de bebés y niños son adoptados a través de las fronteras internacionales cada año, según Unicef. Hubo una merma desde 2004, pero en 2009, el último año del que hay cifras disponibles confiables, los cinco países que más adoptan tomaron a 24.839 niños del exterior. La mitad de esos, unos 12.753, fueron a Estados Unidos, 3964 a Italia, 3000 a Francia e igual cantidad a España, y 2122 a Canadá. Gran Bretaña, con leyes muy estrictas para la adopción, tiene pocas adopciones del extranjero.
La industria de la adopción nepalí es parte de una más amplia tendencia de tráfico de niños, en la que algunos “huérfanos” de provincias rurales fueron vendidos a circos. Sin embargo, los eventuales padres occidentales son los preferidos. La adopción rindió 2 millones de dólares por año al país antes de 2007, cuando se suspendió el programa por una investigación internacional que descubrió muchos casos de secuestros de niños e indecorosas ganancias financieras.
Nepal no es el único país donde las convenciones internacionales sobre los derechos de los niños han sido violadas por intermediarios inescrupulosos que comercian bebés como ganado con parejas desesperadas de Occidente. El proceso es simple: los padres en Europa y en Estados Unidos contactan una agencia de adopción en el país de su elección, ya sea privadamente o a través de una agencia.
Muchas de estas adopciones son legítimas, beneficiosas y sólo traen alegría a los nuevos padres y esperanza al niño. Pero hay otro costado. Las posibilidades de corrupción y de sobornos son inmensas, porque las apuestas en juego son muy altas. “Cuando la gente quiere tanto algo como un bebé, la cantidad de dinero que está dispuesta a pagar puede ser ilimitada”, dijo Andy Elvin, de Niños y Familias a Través de las Fronteras. “En algunos países, esas sumas de dinero ofrecidas significan que la gente hace cosas que de otra manera no haría, y ése es el problema.”
Según Terre des Homes, hay, en muchos casos, “una industria alrededor de la adopción, donde el centro de la escena es la ganancia, y no el mejor interés por el niño”.
Aun después de las guerras o los desastres naturales, aquellos que quedan huérfanos no son suficientes para cumplir con la actual demanda de chicos extranjeros. Después del tsunami en Japón, muchos occidentales preguntaban cuándo y cómo podrían adoptar un huérfano, aunque la respuesta en ese caso era que todo niño huérfano sería enviado a la casa del clan familiar.
Hay a veces un elemento “misionero” en esta caridad. Los grupos cristianos exhortan a las congregaciones a demostrar su fe adoptando huérfanos extranjeros de países que no conocen ni a Jesús ni a Walmart. Existen redes para ayudar a organizar fondos para pagar los orfanatos e intermediarios para suministrar los bebés. El año pasado, diez bautistas del sur de Estados Unidos “obedecieron el llamado de Dios” y contrabandearon a 33 niños haitianos –la mayoría de padres vivos– a través de la frontera dominicana, para darlos en adopción a creyentes estadounidenses. Los diez “misioneros” fueron encarcelados, pero los lobbies de adopción cristiana en Estados Unidos están ejerciendo presión política sobre organizaciones como Unicef para insistir con sus demandas.
Un sitio web ucraniano de turismo hace alarde de que “Ucrania tiene muy pocas restricciones” y que, a diferencia de muchos países que buscan eliminar la injusticia con sistemas rigurosos, “los eventuales padres tienen la oportunidad de elegir el niño que desean adoptar”. “Los niños ucranianos desean una familia, son afectuosos y se encariñan fácilmente”, dice el sitio, como si estuviera vendiendo una nueva raza de cachorros para hogares: “Miran a sus nuevos padres con adoración”.
Alvin, de Niños y Familias a Través de Fronteras, sostuvo que “hay una demanda inagotable para adoptar a niños muy pequeños. La gente que quiere adoptar, en general busca niños de menos de tres años, y preferentemente de menos de un año. En Estados Unidos, que es el mayor importador, hay 23.000 niños en el sistema de adopción que esperan ser adoptados, pero la mayoría de ellos tienen entre cinco a 16 años. Hay un lobby de adopción internacional muy rico, poderoso y con muchos recursos en Estados Unidos.
El principal abastecedor de niños para adoptar es China, que envió 5078 niños al extranjero en 2009. Rusia envió 4039 y 4564 llegaron de Etiopía, uno de los países que, mediante una regulación muy laxa, estuvo de moda como una fuente rápida de bebés. Solía ser Vietnam, luego Guatemala (en un momento se estimaba que uno de cada 100 niños que nacían era enviado a Estados Unidos para ser adoptado). Etiopía, que hasta hace poco estaba mandando 50 niños por día del país, anunció una restricción en marzo. Nadie sabe adónde recurrirán las agencias y los posibles padres desesperados.
No importa lo fieles, bien intencionados o amantes que sean los posibles padres, no cabe duda de que la industria internacional de adopción juega rápido. Y pierde con los derechos humanos de los niños. En algunos países, la adopción internacional está comenzando a reemplazar sistemas menos estables de apoyo a la niñez.
La exportación rutinaria de bebés coreanos no queridos a Estados Unidos, una tradición que tiene 60 años y se remonta a la guerra de Corea, evita lo que un estudio de 1998 llamó “alternativas para niños abandonados o huérfanos”. La mayoría de los “huérfanos” coreanos son en realidad hijos de madres solteras o pobres. Y mientras exista el sistema por el cual los bebés simplemente pueden enviarse al extranjero, no hay motivo para que la cultura coreana se ocupe de ellos. En otras palabras, no sólo no hay una “crisis global de huérfanos”, sino que el comercio internacional de adopción realmente dificulta el establecimiento de adecuadas provisiones de bienestar en los países que “exportan”.
En todo el mundo hay miles de padres sin hijos que quieren adoptar y no hay nada malo en ubicar a niños en familias bondadosas. Pero el comercio internacional de adopción se convirtió en una forma turbia de ganar dinero. Los sistemas existentes de supervisión son desprolijos. Hay mucho que se puede y se debe hacer para ajustar las previsiones de la convención de La Haya a fin de asegurar que la adopción no se convierta en sinónimo de tráfico humano benevolente.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.
Vìa :
http://www.pagina12.com.ar/diario/sociedad/3-172468-2011-07-18.html
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