Si
bien los movimientos sociales pueden lucir sonrientes que contribuyeron
a mermar el diseño gerencial de gestión del Gobierno ahora se enfrentan
a un pacto entre gerentes y la guardia política de Pinochet. La
capacidad técnica que tanto acusaba Piñera en su campaña para llegar a
ser presidente ha sucumbido al muñequeo político del partido más
doctrinario del país.
La
nueva forma de gobernar ahora es retro. De un diseño gerencial que
apostaba por mirar hacia el futuro, se entregaron ministerios claves a
la generación política más leal a Pinochet. El enroque
incluso le dio a Lavín otra oportunidad a su desastrosa carrera como
político, ya que de un ministerio en el que fue hecho pedazos por
estudiantes y profesores se fue a la cartera más asistencialista del
gabinete.
En enero se produjo el primer ajuste ministerial, cuando entraron al gabinete dominado hasta ese entonces por gerentes, Evelyn Matthei y Andrés Allamand, repetidas figuras de la derecha política. Claro que esa vez entraron a ministerios sectoriales, ahora la UDI puso sus históricos en pleno corazón de La Moneda.
El rumor de las semanas precedentes fue la virtual salida de Rodrigo Hinzpeter, cuyo protagonismo saca ronchas en la UDI. Pero la respuesta de Piñera fue continuar con su más fiel asesor, quien sonreía satisfecho tras el mandatario cada vez que nombraba a los nuevos ministros.
Algunos
hablaron de sillas musicales, otros de un enroque en un partido en el
que las organizaciones sociales tienen en constante jaque mate al
Presidente, lo cierto es que el diseño gerencial de Piñera no pudo
frente al asalto del sector más duro de la derecha.
Andrés Chadwick entró a reemplazar a la híper ventilada Ena von Baer en la Secretaría General de Gobierno; Pablo Longueira sustituirá a Juan Andrés Fontaine en Economía;
Joaquin Lavín de Educación pasó a suplir a Felipe Kast en Planificación; el cargo que el vapuleado ministro deja lo ocupará Felipe Bulnes, quien deja Justicia a su correligionario Teodoro Ribera.
Laurence Golborne deja el puesto en Energía al hasta ahora intendente de Santiago, Fernando Echeverría. En tanto, Hernán de Solminihac de Obras Públicas pasó a Minería.
LAS RAZONES QUE CIRCULAN
La
salida de Ena Von Baer no necesitó de pitonisos. En la memoria aún está
fresco cuando luego de invitar a los presidentes de partidos de la Concertación,
a pocos minutos de terminado el encuentro salió diciendo por las
cámaras que la oposición fue a puro hablar de política. Sus palabras
fueron patada en la guata para todos.
Von
Baer ha sido fuertemente cuestionada por sus vínculos familiares
ligados a la privatización de las semillas. Su militancia en la UDI hace
presagiar que será una de las opciones para reemplazar los cupos
senatoriales que dejan Longueira y Chadwick en circunscripciones
cruciales para el partido (Santiago Poniente y VI Región).
Sin embargo, según los estatutos de la colectividad, el nombramiento de
éstos no es automático, ya que deben ser consultadas las bases del
partido y someterlo a discusión dentro la comisión política.
El
caso de Laurence Golborne es bastante particular, ya que su salida de
Minería y Energía y su llegada al Ministerio de Obras Públicas da por
sentado que Piñera busca cuidar a la mejor carta presidencial que tiene
la derecha actualmente. Según la última encuesta Adimark,
Golborne es el personaje mejor evaluado del oficialismo encumbrándose
sobre un 70% de aprobación ciudadana y siendo su única competencia
directa, Michelle Bachelet.
Sin
haber tenido una gran presencia mediática ni mayores críticas, la
salida de Juan Andrés Fontaine puede obedecer a su débil postura frente
al caso de La Polar, que calificó de un “accidente financiero” y por otra parte, por no enfrentar un discurso unísono con el director del Sernac, Juan Antonio Peribonio, quien ha encabezado los cuestionamientos y defensa de los consumidores.
Pero también se rumorea que Juan Andrés Fontaine será el candidato del Gobierno para ocupar la presidencia del Banco Central, cargo que dejará José de Gregorio
en diciembre próximo. Entre 1984 y 1989, en plena dictadura, Fontaine
se desempeñó en esa institución y fue el ideólogo de la ley de
independencia de dicho organismo respecto del poder político.
Felipe
Kast se fue porque no fue capaz de articular una estrategia mediática
eficiente para cumplir el deseo de Piñera de ocultar su gobierno
empresarial con los publicitados bonos a los más pobres o por las bodas
de oro.
LA GENERACIÓN DE CHACARILLAS
La
gran diferencia es que ahora Hinzpeter tendrá que compartir decisiones
del núcleo duro del gobierno con dos avezados animales políticos:
Chadwick y Longueira. Ambos son consumados articuladores de acuerdos con
la Concertación.
Longueira le tendió la mano a Ricardo Lagos cuando las salpicaduras del caso MOP Gate
estaban a punto de empaparlo, todo en función de mantener el equilibrio
político cimentado sobre la obra de Pinochet. Ahora su olfato político
servirá para darle a un gobierno el sentido que menos tiene.
Chadwick
va por lo mismo y aprovechará muy bien sus contactos personales y
vínculos familiares con personeros de la Concertación. No en vano sus
primeras palabras luego de asumir fueron que su voluntad para “iniciar
una nueva etapa, la queremos marcar como dice el Presidente con el sello
del diálogo, de la conversación, de la posibilidad de construir
acuerdos”.
La apuesta de Piñera es
esa. Y la viene rogando desde el año pasado a la Concertación: Proseguir
con la democracia de los acuerdos. Los acuerdos intra cúpula, eso sí.
Esos que se negocian en los fines de semana en reuniones familiares o se
consiguen a cargo de cupos en los directorios de las más grandes
empresas.
Si bien la Concertación de
boca para afuera exhibe los dientes, a la hora de las votaciones de los
proyectos enviados por Piñera se cuadra como lo hacía la derecha cuando
ellos gobernaban.
Así las cosas el
enroque es puro gatopardismo: cambiemos todo para que todo siga igual.
Si bien los movimientos sociales hoy pueden lucir sonrientes que sino
fuera por ellos el diseño gerencial de gestión del Gobierno aún estaría
en pié, ahora se enfrentan a un pacto entre gerentes y la guardia
política de Pinochet.
La capacidad
técnica que tanto acusaba Piñera en su campaña para llegar a ser
presidente ha sucumbido al muñequeo político del partido más doctrinario
del país. ¿Qué experticia tiene Longueira en Economía? o ¿qué
currículum hace meritorio a Bulnes en Educación?
Lo
cierto es que Piñera vio sucumbir su diseño basado en la experiencia
gerencial ante el atávico peso de la capacidad de gestión política. La
nueva forma de gobernar cedió paso a una generación que es hija de la
pesadilla más oscura de nuestra historia reciente.
Después
de probar con la generación de gerentes que hizo su fortuna bajo los
gobiernos de la Concertación, vuelve a los viejos tercios de la derecha
que cimentó su capital político bajo los días grises de la dictadura,
eso ya hace más de treinta años.
El
intento de Piñera de separar aguas con la dictadura de Pinochet será
ahora un recuerdo borrado por la generación que estuvo en Chacarillas jurando
bajo antorchas y cánticos marciales eterna lealtad al dictador. Ahora
están en la oficina contigua y serán su voz ante las cámaras.
Por Mauricio Becerra R.
@kalidoscop
@kalidoscop
Colaboración: Claudia Pedreros Saá
El Ciudadano
http://www.elciudadano.cl/2011/07/19/la-retro-forma-de-gobernar/
No hay comentarios:
Publicar un comentario