Sin embargo, la ineficacia en la atención del problema y los tabúes que prevalecen en las sociedades contribuyen a que el fenómeno continúe creciendo.
A pesar de que la tendencia del suicidio aumenta (para el 2030 será la doceava causa de muerte), sólo algunos países como Estados Unidos, Japón, Bélgica o Canadá tienen centros de prevención y programas nacionales suficientes para tratar a las personas con tendencias suicidas.
Según el artículo de IPS noticias, Suicidios aumentan en India, en la región de Bengala Occidental (con 80 millones de habitantes) sólo hay un centro especializado en atención para suicidas, el Lifeline Foundation. Además, las autoridades ignoran el problema tanto a nivel local como estatal y nacional, dice la nota.
En un artículo de la BBC de Londres titulado Batalla contra suicidios en México, de junio de 2010, el experto Alejandro Águila menciona que a diferencia de Europa, en México y América Latina son pocos los sitios especializados en la atención de este fenómeno.
La nota explica que el tratamiento en México se enfoca principalmente en cuestiones psiquiátricas y deja de lado cuestiones sociales y familiares. Además de los problemas de atención, los prejuicios influyen para que el problema se agrave.
En su libro La epidemia oculta, la experta Margaret Hyde explica que todavía prevalece la idea de que los suicidas son “locos”, palabra que se relaciona con personas “extrañas” y es usada para etiquetar a individuos que sufren de serias enfermedades emocionales que afectan su comportamiento.
“El comportamiento suicida está asociado a la depresión, al abuso de sustancias, a la esquizofrenia y diversos desórdenes mentales”, explica a Apro Alexandra Fleischmann, del Departamento de Salud Mental y Abuso de Sustancias de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
“Sin embargo, la proporción relativa de estos desórdenes varía en diferentes lugares, y hay casos en los que aparentemente no hay desorden”, aclara.
De acuerdo con la página de la Asociación Irlandesa de Suicidología, creencias como el que un intento suicida es sólo “una llamada de auxilio” o que quienes tienen desórdenes de personalidad usan el suicidio para “manipular a los demás”, propician que no se atienda el problema o se menosprecie a la víctima.
Aunado a los desórdenes de personalidad, existe también un fuerte componente socioeconómico que orilla a las personas a quitarse la vida.
Entrevistado por Apro, el sociólogo de la Universidad de Iowa Robert Baller explica el fenómeno:
“Con la modernización, la expectativa de éxito económico se incrementa. Si las personas se convierten en desempleadas o pobres, experimentan mayor presión psicológica debido a que tienen altas sus expectativas” de bienes materiales.
Y detalla: “Esta presión contribuye a los pensamientos suicidas entre aquellos que tienen una determinada combinación de poco miedo y un mayor umbral para el sufrimiento.”
En julio del 2003, el Journal Epidemiology and Community Health descubrió que los desempleados son tres veces más propensos al suicidio.
“El suicidio es siempre un evento complicado e intrincado. Las causas sociales y económicas pueden incrementar el nivel de desesperación y depresión. Éstas son dos de las principales causas de suicidio”, dijo a Apro Jennifer Barron, del Programa Para la Prevención del Suicidio Juvenil de Washington.
A partir de la crisis económica del 2009 cunden las noticias que relacionaban el suicidio con la crisis: Asesinato-suicidio en California: una tragedia sobre la crisis financiera? (Time, 8 de octubre de 2008), Crisis económica, posible factor de aumento de suicidios: experto (El Universal, 14 de marzo de 2009), Creciente índice de suicidios en el mundo ligado a la crisis económica (economiccrisis.us, 13 de agosto de 2010). Todas destacan que la pérdida del empleo aumenta los sentimientos de frustración, recelo y falta de perspectivas. El 5 de marzo, por ejemplo, el periódico La Jornada publicó que la crisis en Irlanda hizo que en 2009 los suicidios aumentaran 24 %.
“Estos son hombres que tenían trabajo y ahora no. Se encuentran desocupados o con problemas financieros”, dijo para el diario mexicano Geofry Day, de la Oficina Nacional de Prevención del Suicidio de Irlanda.
La Policía Nacional Japonesa hizo en 2007 un estudio sobre los motivos para morir a partir de las notas que dejaban los suicidas. Si bien encontraron más de 50 razones, la pérdida de empleo se presentaba en 63% de los casos y “las dificultades de la vida” en el 34%.
El artículo Aumenta el suicidio en la India menciona que entre 1997 y 2005 cada 32 minutos se suicidó un agricultor del país asiático por problemas relacionados con la pérdida de sus cultivos ante el embate de los transgénicos y la modernidad, aunque la nota especifica que el fenómeno también se extiende a las trabajadoras del hogar y, en especial, a los estudiantes que normalmente recurren al ahorcamiento, a morir embestidos por trenes o a ingerir veneno.
Y es que la juventud se ha convertido en protagonista del fenómeno suicida. De acuerdo con el artículo “Suicidio y Producto Interno Bruto en Chile: hacia un modelo predictivo”, publicado en la Revista Latinoamericana de Psicología en 2006, en la década de los 50 el índice de suicidios se situaba en los adultos mayores de 74 años. Sin embargo, a partir de esa década el índice se desplazó mayoritariamente hacia los grupos más jóvenes.
De acuerdo con la OMS, en el mundo el suicidio es la quinta causa de muerte entre los jóvenes de 15 a 29 años, y de los adultos jóvenes (entre 30 y 40 años).
En el 2008, la Encuesta Nacional de Adicciones titulada Suicidio en jóvenes: hallazgos básicos, reveló que la falta de empleo y trabajo son factores que afectan a los jóvenes mexicanos (los llamados ninis), y los pueden orillar a tener conductas suicidas, ya que de 349, 987 jóvenes de entre 12 y 29 años que intentaron suicidarse en 2008, 7 de cada 10 no tenían trabajo y 6 de cada 10 no estaban estudiando.
Expertos de la Escuela de Medicina de Yale revisaron, también en el 2008, la relación entre el acoso escolar y el índice de suicidios, y encontraron que las víctimas del bullying son de dos a nueve veces más propensos a suicidarse.
En enero del 2011 el Centro de Control y Prevención de enfermedades en Estados Unidos publicó que 4 mil 400 menores de 18 años se quitaron la vida en el 2010. La mayoría era víctima de acoso escolar.
Epidemia regional
Pionero de la sociología, el francés Emile Durkheim escribió en su famoso libro El suicidio (1897) que éste tiene relación con la integración social, además de que tiende a regionalizarse o focalizarse en ciertos sectores de población.
A pesar de que los estudios de Durkheim han sido ampliamente refutados, los números de los suicidios siguen demostrando que algunas poblaciones son más propensas al suicidio, por ejemplo, los nativo americanos y los nativos de Alaska tienden más al suicidio que la población en general de Estados Unidos, y un veterano de guerra tiene el doble de probabilidades de cometer suicidio, según la página de la Fundación Americana para Prevenir el Suicidio.
Desde la caída del Muro de Berlín, los países de la exUnión Soviética han aumentado drásticamente sus cifras de suicidios. Además, la conclusión de Durkheim sobre la mayor propensión del hombre a suicidarse sigue siendo válida.
De acuerdo con los datos más recientes a nivel global (2007), la OMS reporta que los países con mayor índice de suicidios por 100 mil habitantes son excomunistas: Rusia tiene una tasa de 53.9 en hombres y 9.5 en mujeres. En el caso ruso, en 1980 la tasa de hombres era de 59.2 y en 1995 llegó a 72.9. Lituania presenta el mismo caso; actualmente, la cifra de hombres es de 53,9 y 9.8 en mujeres, pero en 1995 llegó a 79.1. Bielorrusia tiene una tasa ascendente desde la década de los 80, las cifras más recientes arrojan una tasa de 63.3 en hombres y 10.3 en mujeres. En los tres casos, la incidencia del suicidio es mayor entre los 25 y 54 años de edad.
Otros países del antiguo bloque soviético tienen cifras altas: Kazajstán, 46.2 en hombres y 9 en mujeres; Hungría, 40.1 en hombres y 11.2 en mujeres; Ucrania, 40.9 en hombres y 7 en mujeres.
Las cifras de estos países sólo son comparables con las de Sri Lanka (46.6 en hombres y 16.8 en mujeres en 1995), Japón (35.1 en hombres y 13.5 en mujeres) o China, única nación donde la tasa de suicidios femeninos es más alta que la de los hombres (13 contra 14.8).
Sri Lanka tuvo el índice de suicidios más alto del sudeste asiático por 30 años. Según el artículo Sri Lanka, el índice de suicidios baja pero más personas se envenenan, publicado en la agencia de noticias IRIN de la Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU, la guerra, la pobreza, la marginalización y la penalización de suicidio hacían que éste se mantuviera en un alto rango en el país insular.
Japón, país al que culturalmente se asocia con el suicidio ritual (seppuku) y cuyas cifras eran de 24 y 15 en 1950, han aumentado significativamente desde 1995; en 2008, 30 mil 229 japoneses se suicidaron.
Aunque Estados Unidos tiene un índice de 17.7 en hombres y 4.5 en mujeres, en total se suicidaron 32 mil 559 personas en 2005; en Rusia, 42 mil 855 en 2006. La India tiene un índice de 12.8 en hombres y 8 en mujeres, pero el total de suicidios en el 2002 fue de 110 mil 417.
Las regiones menos afectadas son Medio Oriente y América Latina. Sin embargo, recientes datos muestran un aumento considerable en las tasas de suicidio en mujeres y jóvenes. La de Uruguay pasó de 16 a 26 en hombres y se concentra en todas las edades. En Chile, el índice pasó de 9.8 en 1990 a 17.4 en 2005, la mayoría de suicidas tenían entre 15 y los 54 años.
Para Robert Baller, la cultura local tiene mucho que ver para prevenir el suicidio, ya que puede tener escapes para las personas con estas tendencias.
Explica: “Estoy trabajando en un proyecto en Estados Unidos, en comunidades, y encontré que la pobreza y la inequidad están positivamente relacionadas con el índice de suicidios. Al parecer lo aumentan.
“De todos modos, si la cultura local contiene mensajes que ayudan a los individuos a exteriorizar su culpa por sus problemas, los efectos agravantes de la pobreza y la inequidad en el suicidio serán más débiles.”
Prevención
“El suicidio le ocurre a todo tipo de personas y se encuentra en todo tipo de familias y de sistema social”, aclara Alexandra Fleischmann. “No todos los suicidios pueden prevenirse, pero la mayoría sí. Hay un número de medidas que se pueden tomar”.
De acuerdo con el documento de la OMS Prevención de la violencia, publicado en 2010, el limitar el acceso a armas y pesticidas reduce los costos de la violencia, incluidos los suicidios. El documento recomienda diseñar formas seguras para guardar pesticidas, además de sustituirlos por alternativas menos tóxicas, ya que 370 mil personas mueren por ingerir éstos cada año.
El documento de la OMC titulado Heridas y violencia, los hechos, recomienda además garantizar la temprana detección y tratamiento efectivo de pensamientos suicidas y desórdenes de conducta.
El libro La epidemia oculta revela que entre el 60% y 80% de los suicidas comunicaron sus intenciones antes de morir y cerca del 60% de las personas que lo cometieron buscaron ayuda médica al menos seis meses antes de quitarse la vida.
Fleischmann recomienda no bajar la guardia después de un intento de suicidio, pues el paciente ya no tiene un dilema acerca de vivir o no y puede volverse a lastimar.
Además, Jennifer Barron dijo a Apro que es muy importante erradicar el estigma social sobre el suicidio: “Es extremadamente importante hablar abiertamente acerca del suicidio. Si sientes que alguien tiene pensamientos suicidas es importante preguntarle. Es igualmente importante financiar programas para la prevención.”
Robert Baller va más allá y habla de otras medidas sociales que ayudarían: “Un empleo de calidad cura muchas enfermedades sociales, incluyendo las tendencias suicidas.”
Relata: “En una de mis investigaciones encontré que un trabajo de verano puede prevenir las tendencias suicidas entre los adolescentes de Estados Unidos. Y un matrimonio saludable, por ejemplo, ayuda igualmente a la población adulta.”
Fuente, vìa :
http://proceso.com.mx/rv/modHome/detalleExclusiva/89832
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