Aquí traigo a Juanito. Detrás del escritor y periodista Javier Sicilia vienen tres agentes judiciales, parte de un grupo que le acaba de asignar para su protección el gobernador Marco Antonio Adame.
Sicilia coloca la urna con las cenizas de su hijo Juan Francisco junto a una foto del muchacho, quien sólo pudo llegar a los 24 años de edad, pues la madrugada del 28 de marzo su cuerpo fue encontrado en un vehículo junto con otras seis víctimas, en la autopista a Acapulco, con huellas de tortura.
Los agentes se retiran, pero estarán afuera, vigilantes, y por ahora no se separarán del poeta. Sentado a la mesa del comedor, el colaborador de La Jornada y de la revista Proceso comparte en entrevista cuál es la principal demanda que hizo al mandatario estatal, con quien se reunió tres horas este sábado, en la Casa de Gobierno:
Justicia.
Adame le informó, como ya lo había hecho la procuraduría estatal, que las pesquisas avanzaban, que tenían presuntos responsables identificados y que incluso había órdenes de aprehensión.
El autor de Tríptico del desierto, con el que obtuvo el Premio Nacional de Poesía Aguascalientes 2009, advierte:
“Si seguimos así y los políticos no dejan sus reyertas y entienden que esto es una emergencia nacional y que tenemos que estar unidos –y que debemos buscar un candidato o una persona ciudadana a quien realmente tengamos confianza, y que todos hagamos un pacto con unos cinco puntos fundamentales, simplemente para reorientar la vida del país en un buen sentido–, vamos a llegar a un lugar de no retorno.
Y entonces los políticos van a acabar reinando sobre un montón de osarios y sobre gente que ya tendrá el alma carcomida y despedazada. ¿Ese es el México que queremos?
Esos puntos de acuerdo, dice, girarían en torno a frenar problemas como la violencia, la impunidad, la mala e insuficiente educación, el desempleo, la corrupción, la no promoción de la cultura.
Sicilia también dijo al gobernador:
Ya estamos hasta la madre de ustedes. Y no se lo digo nada más a usted, señor gobernador, se lo dije al Presidente [cuando éste le llamó por teléfono y se comprometió a que se aclararía el crimen] y se lo digo ahora a López Obrador y a Enrique Peña Nieto. Si los ciudadanos bajamos la guardia, ustedes van a olvidarse de nuevo de nosotros. Traemos ya 40 mil muertos por esta guerra.
Dos fuerzas encontradas brillan en su mirada: de un lado, entereza y valentía, del otro, enojo e indignación. Y en medio de ambas, una profunda tristeza, atemperada por la espiritualidad cristiana que profesa el poeta.
Juan estaba muy contento porque en junio se iba a recibir en administración de empresas e iba a viajar a Europa. A mi hijo lo mató la bondad y el amor, porque fue a ayudar a sus amigos. Hizo lo correcto. En el momento final, estoy seguro que Dios lo asistió.
Y el poeta reitera:
Quiero decir que todos los jóvenes corrompidos o muertos en esta guerra, y que sólo son manejados por el gobierno como estadísticas, se llaman desde ahora para mí: Juan Francisco Sicilia. Todos son nuestros hijos.
Sicilia recogió las cenizas de su hijo luego de la reunión con Adame, acompañado éste por su secretario de Gobierno y el procurador morelense. Al escritor lo acompañaron sus amigos el poeta Francisco Rebolledo, el activista Pietro Amelio y Rocato, reconocido promotor cultural así llamado.
También, el abogado coadyuvante Julio Hernández Barros, su cuñado,
segundo papáde Juan Francisco Sicilia y quien en junio le regalaría el viaje a Europa, junto con uno de sus primos.
No sólo están matando a los jóvenes sin posibilidades, que la sociedad y el gobierno están arrojando como carne de cañón al narcotráfico, sino a los que tienen algunas posibilidades mínimas. ¡Y el imbécil gobernador de Chihuahua dice que hay que meterlos al Ejército! Le dije a Adame: ustedes nada más tienen imaginación para la violencia. ¿Y la educación y la cultura?
–¿Qué decía el gobernador?
–Estaba muy sentido, aguantando vara, pues son políticos. Sí, lo vi sinceramente conmovido, tiene hijos también. Le dije: estamos en una emergencia nacional y ustedes no han querido ver eso. Sólo están en sus pleitos, es ridículo, no hay gobierno. Le dije: señor gobernador, cuando los narcos decretaron el toque de queda hace poco tiempo y cerraron las instituciones, ¿dónde estaban ustedes?
Durante la entrevista con La Jornada, este sábado en Cuernavaca, Morelos
Foto María Luisa Severiano
Le dije: ahorita estamos aquí resolviendo el problema de unos asesinados hace casi una semana, y hoy amanecieron otros dos muertos en Tepoztlán.
–¿Predomina ya el estigma de que ser joven es ser criminal?
–Sí. Los muchachos son asesinados impunemente, y después manchados. Es que tenían relaciones con el narcotráfico, dicen. Pero, en el caso de mi hijo y de sus amigos, ¿dónde están los expedientes toxicológicos? Ninguno de los cinco muchachos traía ni siquiera un gramo de alcohol.
“Mi hijo salió de aquí. Yo estaba en Filipinas. El último mail que recibí fue a las 12 del día, después salió con su novia. Como a las 9 de la noche le hablaron sus amigos, que eran como sus hermanos y crecieron juntos.” Hay un problema, le dijo, y se fue. Como a las 9 y media de la noche le mandó un mensaje que decía: la cosa está muy fea, ya me arrepentí de haber venido. Y eso fue lo último que dijo.
Él salió de aquí en su coche, un Tsuru, que no aparece.
Recuerda que este domingo, a las 5 de la tarde, habrá otra protesta y un servicio religioso en el zócalo de Cuernavaca, y que el miércoles 6, también a las 5, se realizará una marcha nacional ciudadana, del monumento a la Paloma de la Paz al Palacio de Gobierno.
–¿Te has preguntado el porqué de esta guerra de Calderón?
–Se ha hablado mucho de la necesidad de legitimación que tenía frente a las tan cuestionadas elecciones presidenciales de 2006, y que en una buena parte de la ciudadanía se viven como un fraude electoral. Tampoco se puede gobernar con la mitad del electorado en contra.
Y yo creo que sí, que él trató de encontrar una vía de legitimación. El problema es que no calculó. Hay algo de esta mentalidad católica clasemediera, que cree que la mano dura iba a funcionar. Pero lo único que hizo fue levantar la cloaca. Y luego el error de sacar al Ejército a las calles. Y lo único que han generado es más terror y desconfianza.
–
Daños colaterales, les llaman.
–Daños colaterales, sí. Se lo reiteró Paco Rebolledo al gobernador: también los criminales jóvenes, los muchachos muertos que fueron reclutados como sicarios, no son víctimas colaterales. Son muchachos corrompidos, que no les podemos ni llamar escoria. ¡Son nuestros muchachos también, que hemos permitido que se les destruya el alma! ¡Han tenido una doble muerte! ¡Y eso es un fracaso del Estado y de la sociedad!
Daños colaterales, pinches nombres. Son vidas humanas, vidas frustradas, vidas mutiladas, vidas fracasadas. Y no sólo eso: son muertes que cargamos cada uno de los ciudadanos en nuestro corazón, y nos pesan, nos pesan mucho.
Por eso, insiste, los ciudadanos deben unirse y replantear el esquema de gobierno y del Estado.
Refundar el Estado es irremediable. Si hablamos de democracia, pues habría que recuperar el significado de esa palabra: es el gobierno del pueblo. Qué queremos nosotros frente a unos políticos que se volvieron clase, que protegen intereses y que les importa madre la vida de los ciudadanos que dicen que representan y a los cuales dicen servir. No tienen ninguna estatura de estadistas.
En sus ensayos, Sicilia suele diferenciar entre la esperanza teologal y la esperanza del hombre real, concreto. Quizá por eso dice:
Hay mucha indignación, muchos movimientos ciudadanos, pero estamos dispersos. ¿Cómo buscar una cohesión? Hay también muchos personajes éticos, limpios.
Y lanza una propuesta, más allá de las diferencias: un trabajo conjunto entre el poder de convocatoria de todos los medios de comunicación, la movilización de las organizaciones de la sociedad civil, los partidos políticos y las autoridades. Pero aclara de inmediato que no se refiere a acuerdos como el de la Iniciativa México.
Se trata de un equipo plural que se siente en la mesa y tome acuerdos. Deveras que es una emergencia nacional, y si lo dejamos se va a podrir, y a un punto de no retorno.
Fuente, vìa :
http://www.jornada.unam.mx/2011/04/03/index.php?section=politica&article=002n1pol
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