1. Mi pregunta es: ¿Cómo funciona la masa cerebral de la enorme
mayoría de nuestro pueblo que le impide entender y responder a la
política burguesa que lo mantiene sometido desde hace siglos? ¿Es que el
tirano ya no es un solo hombre y el aparato con que cuenta es tan
sofisticado y poderoso que los polvos de opio son suficientes para
mantenerlo atolondrado? Son tantas y tan fuertes las agresiones a los
pueblos del mundo y al pueblo mexicano que no me queda muy claro por qué
no existen las respuestas necesarias de los pueblos. ¿Será que la
religión, o las religiones, siguen manteniendo su enorme poder sobre la
mayoría de la población y eso sea determinante para que la izquierda y
las luchas sociales estén estancadas y sean muy minoritarias? He buscado
en la “Servidumbre voluntaria” y en el trabajo de Marx sobre la
religión como el opio del pueblo y he encontrado un ejemplo real de lo
mucho que sucede dentro del pueblo humilde, religioso y trabajador.
2. Señala mi amiga Elisa: “Mejor sería decir –como aconseja la
iglesia y sus millones de fieles- que ni modo si dios así lo quiere no
hay nada qué hacer y si piensas que puedes cambiar el mundo no te hagas
ilusiones porque eso sólo es tarea de dios”. Sí, le respondí a mi amiga
–mujer que conocí desde niño que vive en la miseria- ¿no te das cuenta
de la miseria y la desesperación de la gente, de los niños que mueren
por falta de alimentación y las condiciones de pobreza y abandono en que
vivieron nuestros contemporáneos? “Pedro tu sigues con tus ideas de
Fidel Castro y ya estás grande, ¿no te das cuenta que todo lo que hagas
es inútil porque nada va a cambiar? Ya murieron mis padres, algunos de
mis hermanos y yo no se cuando me lleve dios, pero así son las cosas; yo
nunca he tenido dinero, que soy muy pobre, pero diario tengo que comer
porque dios no me abandona”. ¿Será este tipo de pensamiento humilde el
que se repita en todas partes?
3. No sé, pregunto yo con el filósofo francés de principios del siglo
XVI, Etienne de la Boétie, “porqué los hombres se someten a los
tiranos cuando, de unirse, podrían alcanzar rápidamente su liberación.
Hay que dilucidar las razones de la obediencia voluntaria de los muchos
al poderoso: "Si un tirano es un solo hombre y sus súbditos son muchos,
¿por qué consienten ellos su propia esclavitud?". De la Boétie alentaba
la "derrotada de manera automática" de la tiranía si los hombres se
niegan a tolerar su propia esclavitud. De la Boétie no era partidario
del tiranicidio, de la muerte física de la persona del tirano, porque
"matar" a un tirano consiste en destruir su poder mediante el retiro no
violento del apoyo o consentimiento a su autoridad. Así, se mata no a un
hombre sino a la tiranía misma. La posición libertaria de De la Boétie
es un antecedente del Contrato social de Rousseau, de la resistencia
no-violenta y la desobediencia civil de siglos
posteriores.
4. De la Boétie vivió tres siglos antes que Marx; mientras éste
estudió las profundas contradicciones de la sociedad capitalista, De la
Boétie observó el tránsito de la esclavitud al sistema feudal, estudió
esos cambios de sistemas de dominación sin dejar de mirar cómo decenas
de miles de hombres esclavos se sometían –como si fuera una servidumbre
voluntaria- al rey y a la monarquía. Veía que la iglesia y el monarca,
como si fuera en sólo cuerpo de poder, se imponía con brutalidad para
mantenerlos sojuzgados; observaba la manipulación de la educación (no
escolarizada) por los poderosos para estimular el olvido del don de la
libertad, así como la estimulación de costumbres de juegos y prácticas,
que también disipan el natural apego del hombre a la vida libre. Pero en
lo poco que se conoce de su obra, la enajenación religiosa no juega,
como sería más adelante, el papel más importante de mediatización y
control.
5. Las creencias religiosas llevan mucho más que dos mil años de
dominación cristiana; son mucho más antiguas, anteriores a cualquier
corriente eclesial politeísta o monoteísta o iglesia. ¿Cuántas
rebeliones o revoluciones en el mundo dejaron de hacerse y cuántas
fueron desvirtuadas o frenadas por el miedo, el temor a la religión, a
la iglesia, al tirano? Desde entonces las creencias religiosas no han
dejado de extenderse y todas las revoluciones han estado profundamente
penetradas por los sentimientos religiosos que las han frenado, pero por
otro, han ayudado a estabilizarlas. Por eso, a pesar de su enorme
influencia en el 80 por ciento de las poblaciones, no han faltado
estudiosos, pensadores, filósofos, que se han hecho mil preguntas acerca
de la religión, sobre el papel que ha jugado en la historia y si las
religiones han mantenido una posición conservadora en todos los sistemas
con el fin de seguir con su fuerza y presencia privilegiada.
6. Además de los apóstoles, sus seguidores, los padres de las
iglesias y los religiosos más destacados, que se han dedicado a
escribir, repetir y transmitir de manera permanente los dogmas de las
iglesias, han surgido a través de los siglos pensadores como Copérnico,
Galileo, Voltaire, Feuerbach, Nietzche, y muchos más que enfrentaron a
la iglesia aunque luego, por aquello de las costumbres sociales,
convivieran con ella. Aquellos primeros años de los 30 y 40 del siglo
XIX, Marx se apropió de las filosofías de Feuerbach y Hegel y las
interpretó de distinta manera. No debe olvidarse que el materialismo
crítico de Feuerbach tendrá un efecto profundo tanto en el pensamiento
de los anarquistas Stirner y Bakunin, así como en las teorías de Marx
(1818-83) y Engels (1820-95) y, en general, en todo el denominado
materialismo, que combinó Marx con la dialéctica hegeliana para
construir un sistema de pensamiento con más de siglo y medio.
7. Decía Marx que la miseria religiosa es a la vez la expresión de la
miseria real y la protesta contra la miseria real. La religión es el
suspiro de la criatura oprimida, el sentimiento de un mundo sin corazón,
así como el espíritu de una situación sin alma. Es el opio del pueblo.
Se necesita la abolición de la religión entendida como felicidad
ilusoria del pueblo para que pueda darse su felicidad real. La exigencia
de renunciar a las ilusiones sobre su condición es la exigencia de
renunciar a una condición que necesita de ilusiones. La crítica a la
religión es, por tanto, en germen, la crítica del valle de lágrimas,
cuyo halo lo constituye la religión. El fundamento de la crítica
irreligiosa es: el hombre hace la religión, la religión no hace al
hombre. Y ciertamente la religión es autoconciencia de sí y de la propia
dignidad, como la puede tener el hombre que todavía no se ha ganado a
sí mismo o bien ya se ha vuelto a perder.
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