La derecha y su fábrica de mentir
La cumbre de la ultraderecha mundial en Buenos Aires revela varias
cosas. Por un lado, la creciente desesperación del imperialismo para
“reordenar su tropa” y retomar el control de este continente. La heroica
resistencia de Cuba, la solidez política de los procesos radicales en
marcha en Venezuela, Bolivia y Ecuador y, por último, la persistencia de
una orientación latinoamericanista e integracionista en Argentina,
Brasil y Uruguay generan el desasosiego de los administradores
imperiales. El resultado de la primera vuelta electoral en Perú y la
probabilidad de un triunfo de Ollanta Humala es otro dolor de cabeza
para la Casa Blanca. De ahí el hiperactivismo de los publicistas
imperiales, con Mario Vargas Llosa como mascarón de proa acompañado por
impresentables como José M. Aznar, derrotado en una ejemplar elección
por mentirles descaradamente a los españoles sobre los atentados de
Atocha, y Arnold Schwarzenegger, artífice de la paulatina destrucción
del más importante sistema de universidades públicas de Estados Unidos,
la Universidad de California.
La llegada a Argentina de este contingente financiado por poderosos
“tanques de pensamiento” de la derecha radical como la Sociedad Mount
Pelerin, el Instituto Cato, la Fundación Heritage y el Fondo Nacional
para la Democracia con estrechas vinculaciones con los servicios de
inteligencia de EE.UU. y un deshonroso activismo al servicio de las más
criminales dictaduras latinoamericanas demuestra la agresiva
internacionalización de la derecha, bajo la dirección de Washington, y
la importancia que le dan a la “reconquista” de este continente.
Pero el evento también revela algo que ni siquiera el eximio manejo
del lenguaje de Vargas Llosa o los artilugios retóricos de otro
visitante, Fernando Savater, pueden disimular: que el neoliberalismo es
una receta que sólo sirve para enriquecer a los ricos y empobrecer a los
pobres. Ahí están para comprobarlo los casos ya no de América latina
sino los de la rica Europa y EE.UU., claros ejemplos de la debacle a la
que conducen las políticas neoliberales. En una medida sin precedentes
la calificadora de riesgo Standard & Poor’s acaba de modificar la
perspectiva de los títulos de la deuda estadounidense de “estable” a
“negativa”. El neoliberalismo transformó a la superpotencia en una
nación de pedigüeños que sobrevivirá mientras chinos, japoneses y
surcoreanos estén dispuestos a prestarles dinero. La deuda pública de
EE.UU. llegó a 47 mil dólares por habitante y a nivel global ya supera
los 14 billones de dólares (es decir: 14 millones de millones), una
cifra equivalente a su PBI, mientras que hace apenas 30 años oscilaba en
torno del billón de dólares. ¡Todo un éxito de las políticas
neoliberales! A su vez, la crisis europea que estalló en Grecia ya
arrastra a Portugal, Irlanda; Italia y España están caminando al filo de
la navaja, mientras Francia, Reino Unido y Alemania ven deteriorarse su
situación día a día. Pero los ideólogos y publicistas neoliberales
persisten en su prédica porque en el río revuelto de la crisis el gran
capital financiero se fortalece a expensas de los millones que se
declaran en bancarrota. Tres millones de deudores hipotecarios en
default en EE.UU. no impidieron que los sueldos anuales de los
principales CEOs de Wall Street regresaran a los niveles
multimillonarios de antaño. En una palabra: nuestros ilustres visitantes
no son otra cosa que una pandilla de embaucadores y publicistas que en
su ideologismo barato hacen caso omiso de los datos que brotan de la
experiencia.
Dado que los concurrentes al cónclave de Buenos Aires insisten tanto
sobre las bondades del neoliberalismo para nuestra región es oportuno
darle una ojeada a lo que piensan los latinoamericanos sobre las
políticas neoliberales. La consultora Latinobarómetro releva todos los
años las opiniones y actitudes políticas y sociales de la población en
18 países del área. Sus datos son tanto más pertinentes porque se trata
de una empresa con un fuerte sesgo conservador y para nada sospechosa de
ser crítica del neoliberalismo. En ediciones anteriores de su informe
anual se le olvidó consignar que en 2002 había habido un golpe de Estado
en Venezuela. Ahora, en su Informe 2010 se dice que en ese año en
Ecuador “hubo un confuso incidente con las fuerzas policiales que fue
calificado por algunos como ‘golpe’”. Dejamos a los lectores que
extraigan las conclusiones por sí mismos. Pues bien: en ese mismo
documento se pregunta a los entrevistados si creen que las
privatizaciones han sido beneficiosas. Sería bueno que don Mario y sus
amigos les peguen una miradita a estos datos porque en Latinoamérica en
su conjunto sólo 36 por ciento contesta por la afirmativa. Y si se
observan los datos para Perú apenas el 31 por ciento ofrece la misma
respuesta, 34 por ciento en Chile y 30 por ciento en Argentina.
Interrogados acerca de su satisfacción con los servicios públicos
privatizados (otro de los caballitos de batalla del neoliberalismo) sólo
un 30 por ciento de los latinoamericanos responde afirmativamente, 27
por ciento en Chile y Perú, y 30 por ciento en Argentina. Sobre la
situación económica de sus países, el 27 por ciento de los entrevistados
de Chile –casi uno de cada cuatro– dice que la misma es buena o muy
buena, contra un 17 por ciento en Argentina (igual al promedio
latinoamericano) y un escuálido 10 por ciento en el Perú de Alan García y
su (ahora) admirador Vargas Llosa. Cuando se pregunta “cuán justa es la
distribución de la riqueza”, el país con la mayor proporción de quienes
dicen que es “justa o muy justa” es la tan vilipendiada –por los
organizadores de esta maratón publicitaria– Venezuela bolivariana, con
un 38 por ciento, contra un 14 en Perú y un 12 en Argentina y Chile,
país al que nuestros visitantes nos sugieren imitar por sus logros
económicos y sociales a pesar de que el 88 por ciento de la población
entrevistada afirma que la actual distribución de la riqueza es injusta.
Por cierto, un detalle nimio para los ideólogos de la derecha.
Podríamos seguir aportando cifras que revelan la profunda
insatisfacción con los resultados de las políticas neoliberales en
América latina. Claro está que esto no va a modificar la postura de
nuestros visitantes. Tal como los teólogos medievales insistían en que
la tierra era plana mientras contemplaban las esferas del Sol y la Luna,
estos modernos publicistas de la reacción siguen haciendo su trabajo,
impertérritos ante los datos de la experiencia. Su misión es propalar
esas “mentiras que parezcan verdades”, para usar una incisiva frase del
notable escritor e inescrupuloso publicista del imperio, que con su
florida y precisa prosa se le ha encomendado la delicada misión de
otorgarle credibilidad a una estafa que nuestros pueblos pagan con su
dolor y, muy a menudo, con sus vidas.
* Politólogo.
Fuente, vìa :
http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-166695-2011-04-21.html
http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-166695-2011-04-21.html
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