El exsecretario de Gobernación llevó mano en la más
reciente campaña de ataques a los derechos humanos constitucionales de
quienes los ejercen como ciudadanos, máxime cuando se trata de los
periodistas. Calderón y Gómez-Mont Ureta, haciendo el “uno-dos”, se
fueron encima, sobre todo, de la prensa escrita, a la que por todos los
medios (incluyendo la discriminación publicitaria oficial, manejando los
fondos públicos como de su propiedad, siendo otra modalidad de
corrupción para el botín de los directores de comunicación) quieren
someter al control gubernamental.
Panista uno y aparente
expanista el otro, pretenden que la información se ajuste no a la
veracidad contrastada con los hechos, sino que asida a la autocensura
deje de ofrecer esa realidad a la opinión pública para publicar sólo los
boletines y decires de los funcionarios, quienes mienten sobre lo que
ha pasado a partir del golpismo militar disfrazado de lucha a muerte
contra las delincuencias, para que no se sepan los abusos y homicidios
cometidos contra ciudadanos (los mazahuas que García Luna encarceló
fueron golpeados, robados y privados ilegalmente de su libertad) que
nada tienen que ver en ese conflicto, y sólo ejercen su derecho
constitucional a vivir en sus domicilios y transitar sin tener que ser
agredidos y asesinados.
Gómez Mont, panista disfrazado de
antipanista (como Manuel Espino disfrazado de “periodista”, de los
ultras de El Yunque y avanzada del fundamentalismo seudocristiano), y
que ha insistido en sustituir la Constitución por el Código Penal, se
atrevió a dar línea sobre cómo deben los medios de comunicación dar a
conocer la información sobre el combate fallido a la delincuencia.
Exigió casi el silencio y que los periodistas callen ante el baño de
sangre y los excesos violentos de unos y otros, para que este sea el
país del “no pasa nada”. Es un ataque autoritario. Y lleva visos de
limitar la libertad de expresión. No fueron habladas del extitular de
Gobernación. Era para continuar la embestida iniciada y constantemente
repetida de Calderón contra las libertades de manifestación de las
ideas, de escribir y publicar escritos (por radio, televisión, Internet,
etcétera) y formular peticiones, en el contexto de “investigación y de
libre examen y discusión de las ideas”, duramente conquistadas a través
de las Revoluciones de 1810, 1954 y 1910.
Gómez Mont le
enseñó los dientes a la Comisión Nacional de los Derechos Humanos con
sus temerarias imputaciones de que, con las demás comisiones de los
estados, es “cómplice” y “tonto útil” de la delincuencia. Y al
contrapoder de la prensa le quiso limar el filo de sus críticas y
derogar el derecho a la información porque, supuestamente, ésta le hace
el juego a la violencia del narcotráfico. En ese juicio condenatorio
del, antes que político, abogado penalista, habría que encontrar a los
“tontos inútiles” que son comparsa del autoritarismo presidencial que
quiere abolir esas libertades. Es necesario que de todo el país, donde
el republicanismo y la democracia tienen a sus convencidos seguidores,
se salga al paso de lo que más que una fanfarronada fue un ataque
directo a las libertades y a su defensa, como derechos humanos, los
cuales estorban a estos gobernantes que se “han hecho indignos de
gobernar” y, desesperados ante su inminente derrumbe, quieren deshacerse
de esos derechos y libertades que son el límite a los abusos del poder
de los calderonistas y de cualquier otro. Como cuando los fascistas
quisieron hacer lo mismo, la prensa como contrapoder hace suya la
divisa: “¡No pasarán!”
fuente, vìa :
http://www.kaosenlared.net/noticia/mexico-no-paran-ataques-panistas-libertades
http://www.kaosenlared.net/noticia/mexico-no-paran-ataques-panistas-libertades
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