La Caravana
por la Paz con Justicia y Dignidad está haciendo soplar con fuerza
creciente un viento nuevo sobre la dolorida realidad de este país y la
mezquindad de la política institucionalizada tal como hoy la vivimos y
padecemos.
Los testimonios que va suscitando y recogiendo en su camino a Ciudad
Juárez son conmovedores: es la angustia y el dolor de un pueblo la que
habla por ellos. La Caravana va dando espacio y resonancia a las
pequeñas voces bajas de esta historia atroz. Desde el dolor de cada una,
todas repiten:
nadie nos escucha, antiguo clamor del pueblo de México, y todas quieren y necesitan decir su dolor, gritar, imprecar, sollozar. La Caravana, que es un montón de nadies en camino, cuando llega no lanza discursos ni promesas ni compromisos: escucha, escucha, escucha y nada pide. Esto es nuevo, muy nuevo, aunque sea antiguo como el mundo.
El 10 de junio –ese día en que hace 40 años el Supremo Gobierno nos lanzó sus Halcones
a golpear y matar estudiantes en la ciudad de México– la Caravana
tendrá su asamblea y muchas propuestas e iniciativas serán discutidas.
Quiero desde aquí enviar un abrazo fraterno a Javier Sicilia y
a su Caravana, y sumar una propuesta para que esas voces cotidianas no
se desvanezcan, para que sigan presentes en los días y años por venir.
Propongo que, si como creo están grabadas, se integre con ellas,
ordenadas y cuidadas con esmero, un Memorial de Agravios y Dolor, una
suma escrita de esas angustias; y que además, en el espacio permanente
que la Caravana abra para lo que sigue, todos cuantos quieran dar su
testimonio y decir su agravio y confiar su dolor, y tal vez también
registrar sus propuestas para México, puedan hacerlo por escrito o con
su voz.
Un Memorial de Agravios y Dolor de estos días y estos años que se
vaya haciendo público, donde converjan todas las voces que ya existen y
dicen, para que en la memoria mexicana no se desvanezcan, para que nadie
diga que no supo y para que de estos tiempos aciagos que la
indiferencia, la codicia y la ineptitud de los privilegiados y los
poderosos nos imponen, no haya olvido ni perdón, sino justicia.
Fuente, vìa :
http://www.jornada.unam.mx/2011/06/09/opinion/009a1pol
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